El asma es una enfermedad común; sin embargo, sólo entre 5 % y 10 % de los pacientes con asma presentan asma grave. De acuerdo con las guías de la Sociedad Respiratoria Europea y la Sociedad Torácica Americana, el asma grave se define como aquella que requiere “tratamiento con corticoesteroides inhalados (CEI) en dosis altas, más un segundo controlador (y/o corticoesteroides sistémicos) para evitar que se convierta en ‘no controlada’, o que continúa como ‘no controlada’ a pesar de dicho tratamiento”. A pesar del creciente número de opciones terapéuticas eficaces, como la terapia biológica, no todos los pacientes logran un control sintomático adecuado y continúan con disnea y exacerbaciones.
Para identificar la terapia más adecuada, se requiere una fenotipificación precisa de cada paciente. Para ello, se consideran características individuales como biomarcadores, comorbilidades y el uso de esteroides. La selección del biológico se basa en el fenotipo asmático.
Factores externos, como el tabaquismo, también pueden influir en las características del paciente y, por ende, en su fenotipificación.