Los anticuerpos autorreactivos son el denominador común en muchas enfermedades autoinmunes. Para cada autoanticuerpo específico, varios isotipos y subclases pueden estar presentes de forma simultánea. Los dominios constantes de los isotipos y subclases dan forma a la mayoría de las funciones efectoras de los anticuerpos. Por lo tanto, el perfil de isotipo/subclase puede influir de forma potencial en la fisiopatología de la enfermedad.
Las células B humanas expresan cinco isotipos de inmunoglobulina: IgM, IgD, IgG, IgA e IgE. Además, IgG e IgA se subdividen en subclases adicionales: IgG1, IgG2, IgG3, IgG4, IgA1 e IgA2. La IgG es la más abundante (∼80%; valores de referencia, 7-15 g/L) de los anticuerpos presentes en el suero, seguida de la IgA (15%; 0.6-4 g/L), la IgM (5%; 0.6-3 g/L), la IgD (0.25%; 0-0.14 g/L) y la IgE (detectada en trazas, 3-423 kUI/L). La IgD secretada fue durante mucho tiempo un anticuerpo enigmático con funciones en gran parte desconocidas. Aunque estos se vuelven más claros de forma reciente, la función de la IgD secretada persiste poco conocida. Por lo tanto, esta revisión no se centrará en la IgD.
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martes, 17 de enero de 2023
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