viernes, 24 de marzo de 2017

Las "alergias indoor", más frecuentes y severas en otoño

El descenso de las temperaturas, el aumento de la humedad y la falta de ventilación en los espacios cerrados son algunos de los principales factores.

Más de la mitad de los niños con alergias desmejoran con la llegada del otoño. Los cuadros más comunes son el asma y la rinitis alérgica, que se tornan más severos aumentando la frecuencia de sus síntomas y duración. El cambio de estación trae consigo la baja de temperaturas y, en consecuencia, un mayor uso de la calefacción y una menor ventilación que, sumado al aumento de la humedad ambiental, crean el ambiente perfecto para la proliferación de alérgenos de interiores, tales como los ácaros del polvo y los hongos.
El cuerpo puede ser sensible a algunas de esas sustancias, por lo que el sistema inmune reacciona provocando un cuadro de alergia que suele presentarse con tos, estornudos, moqueo nasal, lágrimas y ojos irritados. Además, en casos severos también puede causar picazón, urticaria, dificultad respiratoria, ataques de asma e, incluso, anafilaxia.

Algunos alérgenos se concentran cinco veces más en ambientes interiores en comparación con los exteriores. Tanto en hogares como en los colegios o en guarderías y jardines de infantes los alérgenos pueden encontrarse en distintos objetos. Por ejemplo, en alfombras, colchones, sábanas, almohadas, cortinas, peluches y ropa húmeda. Otros alérgenos frecuentes son el polen que puede ingresar desde el exterior, y el epitelio de los animales (la caspa de las mascotas) que puede encontrarse en muebles, sillones, camas, cortinas, y que viaja con los chicos a la escuela donde entran en contacto con otros chicos.

La tendencia a desarrollar alergia suele tener una base hereditaria lo que significa que se puede transmitir de padres a hijos. Cuando un padre es alérgico sus hijos tienen hasta un 40% de posibilidades de padecerla. Si ambos padres son alérgicos las posibilidades de serlo pueden ascender a un 70%. Sin embargo, también es muy importante la epigenética, es decir, el ambiente al que el niño está expuesto y que puede provocar que “se enciendan los genes” relacionados a la alergia.
El otoño también conlleva el repunte de enfermedades virales, que además de producir los síntomas normales, activan los efectos de las alergias y hacen que los síntomas empeoren.
El tratamiento indicado para mejorar el estado alérgico es con corticoides inhalados y antihistamínicos indicado por un especialista que permitirá mantener la vía aérea limpia. Luego del diagnóstico, los especialistas en alergia pueden recomendar vacunas subcutáneas o sublinguales específicas que disminuyen la reacción a los alérgenos y mejoran notablemente la calidad de vida.
La polución indoor es una creciente preocupación, puesto que las personas pasan casi el 90% de su tiempo en estos espacios. Las principales causas de polución en espacios internos incluyen estufas a gas o querosene, el humo de cigarrillos, algunos productos de limpieza que aumentan la sensibilidad alérgica y la hiperreactividad, desencadenando los síntomas.


Alergias más comunes al cambio de estación

- Rinitis alérgica. Reacción de las membranas de la mucosa de la nariz después de una exposición a ciertos alérgenos, como el polvo o el polen. En ocasiones, puede acompañarse de síntomas asmáticos.

- Asma. Puede ser producido por alérgenos como ácaros, pólenes, epitelios de animales, hongos, o alimentos. Es la clase de asma más frecuente.

- Alergias a mascotas. De igual manera que en el caso de los ácaros y los hongos, el descenso de las temperaturas hace que nos quedemos más tiempo en casa, y que por eso sea más probable que aparezcan alergias a la caspa de nuestras mascotas.

- Dermatitis atópica. El otoño en sí mismo no tiene por qué empeorar sus síntomas, pero el regreso a la ciudad después del verano, el uso de lana o el frío, entre otros factores, puede hacer que la piel se descame e irrite.

Cómo luchar contra las alergias de otoño

1. Aspirar las alfombras con frecuencia y limpiar inmediatamente productos derramados.

2. Ventilar los ambientes de 5 a 10 minutos por día y no hacer un uso excesivo de la calefacción.

3. Cambiar los filtros de la calefacción y del aire acondicionado, con el objetivo de evitar bombear aire con polen o ácaros.

4. Usar protectores de almohadas y colchones y sábanas a prueba de ácaros.

5. Lavar las sábanas, por lo menos, una vez por semana con agua caliente.

6. Evitar los peluches en las camas de los niños.

7. Dejar entrar el sol a los ambientes disminuye la humedad y elimina alérgenos.

8. Escoger superficies duras para los pisos

9. Usar aspiradoras con filtro HEPA que no deja salir al alérgeno.

10. Evitar que las mascotas suban a la cama.

11. No apilar ropa mojada.

12. No comer en la cama.

13. Renovar el colchón cada 10 años.

14. Usar extractor al cocinar.

15. No usar pinturas o productos químicos en espacios cerrados.

16. Evitar fumar en interiores.

Por Claudio Parisi, presidente de la Asociación Argentina de Alergia e Inmunología Clínica (AAAeIC), coordinador GT Alérgeno Alimentario ILSI Argentina.


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