1. Introducción
El término vasculitis se refiere a un grupo de afecciones cuya fisiopatología se media por la inflamación de los vasos sanguíneos. La mayoría de las vasculitis son sistémicas y pueden presentar manifestaciones clínicas variables, lo que requiere un abordaje multidisciplinario. Se reportan varias etiologías; de forma independiente a la afectación del órgano específico, la vasculitis puede ser primaria o secundaria a otra enfermedad autoinmune o puede asociarse con otros precipitantes como fármacos, infecciones o malignidad.
Casi todos los casos de vasculitis coronaria aparecen como manifestación de vasculitis sistémica (primaria), que se clasifican en función del tipo y tamaño de los vasos afectados y del componente celular responsable de la infiltración tisular. Las clasificaciones del Colegio Americano de Reumatología y la Conferencia del Consenso Internacional de Chapel Hill distinguen entre los siguientes grupos de vasculitis: (a) vasculitis de grandes vasos con arteritis de células gigantes (temporal) y arteritis de Takayasu; (b) vasculitis de vasos de tamaño mediano como la poliarteritis nodosa y la enfermedad de Kawasaki; (c) vasculitis de vasos pequeños como la angeítis granulomatosa alérgica, la granulomatosis de Wegener, la poliangeítis microscópica (poliarteritis microscópica), la púrpura de Henoch-Schönlein, la vasculitis crioglobulinémica esencial y la angeítis leucocitoclástica cutánea. Las manifestaciones cardíacas de vasculitis sistémica son raras de manera relativa, pero pueden conducir a un empeoramiento repentino y rápido del pronóstico del paciente, incluida la muerte súbita en individuos jóvenes sin enfermedad cardiovascular previa.