miércoles, 2 de febrero de 2022

El test español que permite medir la inmunidad celular y ahorraría miles de vacunas

Investigadores del Hospital Universitario de Canarias desarrollan un test cutáneo que permite saber si la tercera o cuarta dosis es o no necesaria.

Yvelise Barrios y Víctor Matheu | <span>Hospital Universitario de Canarias</span>
Yvelise Barrios y Víctor Matheu | Hospital Universitario de Canarias

En plena polémica por la necesidad de inocular a toda la población una tercera o incluso una cuarta dosis de la vacuna contra el coronavirus, investigadores como Eduardo López-Collazo llevan tiempo alertando de la importancia de medir la inmunidad celular para saber realmente quiénes la necesitan y no derrochar así cantidades ingentes de dinero y recursos.

Tal y como demuestra el estudio dirigido por el doctor del Instituto de Investigación Biomédica del Hospital La Paz, "a los ocho meses de estar vacunados, puedes no tener anticuerpos, pero sí producirlos tus células". Sin embargo, la complejidad y el elevado coste que conlleva la medición de la inmunidad celular ha llevado a los gobiernos a dejarse guiar únicamente por la evidente pérdida de anticuerpos unos meses después de haber recibido la pauta completa de vacunación.

Ahora, un grupo de expertos del Hospital Universitario de Canarias (HUC), liderados por la inmunóloga Yvelise Barrios y el alergólogo Víctor Matheu, ha conseguido desarrollar un test cutáneo, pionero en el mundo, que podría cambiar radicalmente el tablero de juego. "Es fácil de hacer, más barato y no requiere un aparataje y un laboratorio sofisticado para hacerlo, como sucede con los test celulares que están en el mercado ahora mismo", asegura Barrios en conversación con Libertad Digital.

Cómo funciona

A simple vista, se podría decir que la prueba es similar a las de la alergia, ya que se trata de buscar una reacción en la piel que, en este caso, aparecería pasadas 24 o 48 horas. "Realmente es una adaptación del test de la tuberculina, que mide la respuesta celular frente al antígeno que utilicemos -explica la doctora-. En el caso de la tuberculina, se pone un extracto de este patógeno. Nosotros lo que hicimos fue utilizar un trocito de la proteína Spike".

Al inyectarla en la piel, en caso de que el individuo ya se haya infectado previamente o esté vacunado, "va a tener linfocitos T que, si reconocen este antígeno, van a ir a esta zona de la piel, provocando una pequeñita reacción inflamatoria". El resultado será una mancha roja que nos permitirá determinar que tenemos respuesta celular, "que es lo que nos interesa medir".

Test de inmunidad celular

Las principales ventajas

De esta forma, el estudio de la inmunidad celular se simplifica considerablemente, ya que el paciente ni siquiera necesita regresar al hospital para ser observado de nuevo: "Al cabo de 24 o 48 horas nos envían fotografías del brazo y nosotros solo con esto ya podemos interpretar el resultado".

Con todo, la gran ventaja de esta prueba es que podría llegar a toda la población fácilmente. "Digamos que democratiza este tipo de test, que hasta ahora solo se podían hacer a pequeños grupos de personas", insiste la doctora, que pone el acento en la gran cantidad de vacunas que podríamos ahorrarnos si lo utilizamos para determinar quién y cuándo las necesita realmente: "Seguir vacunando masivamente conlleva una inversión y una movilización de recursos muy importante y creemos que, pasada esta primera fase de emergencia mundial en la que era necesario vacunar a todo el mundo de una forma rápida y muy intensa, estamos en un momento en que ya podemos intentar buscar estrategias de optimización".

Así, la doctora Barrios celebra que el Gobierno haya entrado en razón y haya decidido retrasar la tercera dosis para aquellas personas que han contraído el virus en los últimos meses, ya que subraya que "la inmunidad híbrida -la que da la pauta completa de vacunación seguida de la infección- es la más potente".

Los ensayos clínicos

El test que nos ocupa ha sido probado con éxito en pacientes con inmunodeficiencias primarias -aquellos que no producen anticuerpos porque tienen un fallo en su sistema inmunológico-, trasplantados renales e incluso un grupo de sanitarios del propio Hospital Universitario de Canarias. De hecho, en este último grupo, la prueba permitió recomendar una dosis de refuerzo a uno de los doctores que había perdido su inmunidad celular antes de que el Gobierno implantase la tercera dosis para el sector.

Además, ha servido para corroborar dos cosas: que la inmunidad celular dura mucho más tiempo que los anticuerpos y que aquellos que han pasado el coronavirus de forma más grave tienen una respuesta mucho más fuerte que aquellos que han padecido síntomas leves.

Canadá lo implantará este año

Cuando en el verano de 2020 estos investigadores se dieron cuenta del potencial del test que tenían entre manos, trataron de buscar el apoyo de una empresa tecnológica que pudiera convertirlo en una realidad más allá de las cuatro paredes del Hospital Universitario de Canarias. Sin embargo, no lo consiguieron, tal vez porque su principal limitación es que ofrece una información meramente cualitativa. Es decir, es capaz de determinar si una persona tiene o no inmunidad celular, pero no cuánta.

"Suponemos que estaban buscando métodos más sofisticados, con una información más profunda", explica Barrios. Sin embargo, el tiempo les ha acabado dando la razón: "Al fin y al cabo, el objetivo en una pandemia tiene que ser lograr algo que podamos utilizar en mucha población y los métodos que se han desarrollado hasta ahora son mucho menos plausibles de hacer a grupos grandes de personas".

El escaso interés comercial que percibieron en sus inicios hizo que optasen por quedarse con el "mérito académico de ser los primeros en poner en práctica esta técnica" y, en lugar de solicitar una patente, publicaron los resultados para ponerlos al servicio de toda la comunidad científica. Hoy, casi dos años después de que se declarara la pandemia, sigue sin haber nada mejor en el mercado, así que la empresa canadiense Biovaxy se ha puesto manos a la obra con el fin de llevarla al mercado "a finales de este mismo año".

La doctora Barrios reconoce que, después de todo el trabajo realizado, les queda un "sabor agridulce" por no haber conseguido que el test aterrizase antes en el mercado español. Sin embargo, tanto ella como Víctor Matheu -el alergólogo con el que ha trabajado codo con codo- se muestran satisfechos de haber sido pioneros a la hora de poner en práctica una técnica que en un futuro próximo podría ser determinante.

Fuente: https://www.libertaddigital.com/

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