viernes, 19 de enero de 2018

Uno de cada cuatro españoles presenta algún tipo de alergia Conoce las 3 alergias más frecuentes

Las enfermedades alérgicas constituyen un problema de salud pública a nivel mundial. El 30% de la población mundial está afectada por una o más enfermedades alérgicas. En España, una de cada cuatro personas padece algún tipo de trastorno alérgico. Y el 25% de la población infantil sufre algún proceso alérgico.

1. ASMA BRONQUIAL: De un 5 al 10% de la población general padece asma, y unos 300 millones de personas padecen asma bronquial.
En España, 320.000 presentan asma bronquial severa de difícil control y el 50% de los pacientes que fallecen por una crisis de broncoespasmo, habían acudido a un servicio de urgencias el año previo. La mayoría de los pacientes asmáticos tienen una causa alérgica y los alérgenos más frecuentes en Cataluña son los ácaros del polvo doméstico, los pólenes, los hongos ambientales, los epitelios de animales, plumas de aves, alérgenos ocupacionales, etc. Otros factores tienen su influencia como el tabaquismo, la contaminación ambiental y las infecciones respiratorias, especialmente los virus. Hay que tener en cuenta que el asma puede estar asociado a rinitis, sinusitis, poliposis nasal, otitis media eosinofílica, angina vasoespástica e intolerancia a fármacos analgésicos-antiinflamatorios-no esteroides. El tratamiento de la causa consiste en evitar el alérgeno responsable y en la inmunoterapia específica (vacunas) y el tratamiento de los síntomas con inhaladores (broncodilatadores y corticoesteroides) y fármacos antagonistas de los leucotrienos. Para el asma grave de difícil control disponemos de fármacos biológicos, con anticuerpos monoclonales como el Omalizumab y el Mepolizumab. Actualmente, a través de los estudios epigenéticos se estudia la expresión de los genes implicados y se ensayan nuevos fármacos como los oligonucleótidos.
2. ALERGIA ALIMENTARIA: Es la patología que más ha aumentado su prevalencia durante la última década. En España un 3,6% de la población padece alergia a algún alimento, siendo menor a los adultos y superior en niños con una afectación del 7,5 al 10% de la población pediátrica. Es una situación clínica de alta prevalencia y de posible riesgo vital, en la que la situación más grave es la anafilaxia y puede ser mortal. La alergia a alimentos depende de los hábitos de consumo de cada población. En nuestra área los alimentos vegetales más alergénicos son los frutos secos (avellana, nuez...), las frutas (rosáceas, kiwi,...), las legumbres (lentejas...) y las verduras (zanahoria, tomate, lechuga...). Entre los alimentos de origen animal, los más alergénicos son las proteínas de la leche y del huevo en niños, así como los pescados y mariscos en adultos. El tratamiento consiste en prevenir la mortalidad, reducir la morbilidad futura y mejorar el bienestar del paciente. La piedra angular consiste en la dieta de eliminación y proceder posteriormente a la inmunoterapia oral y a la desensibilización. Esta terapia se puede incluso mejorar utilizando moléculas biológicas como el omalizumab y nuevas moléculas anti-IgE con proteínas repetidas ankyrin (DARPins). Todos los pacientes con riesgo de anafilaxia deben de llevar consigo un fármaco de adrenalina y estar entrenados en el manejo de los auntoinyectores.
3. URTICARIA CRÓNICA: La urticaria afecta hasta un 1% de la población mundial, su prevalencia está aumentando en los últimos años y dos tercios de los pacientes padecen urticaria crónica espontánea. Es dos veces más común en mujeres que en hombres y consiste en una afección cutánea grave, crónica y angustiosa difícil de controlar. Existen varios tipos de urticaria inducible: el dermografismo cutáneo, la urticaria por frío, urticaria retardada por presión, urticaria solar, urticaria por calor, angioedema vibratorio, urticaria de contacto y urticaria acuagénica. El diagnóstico se basa en la historia clínica, la exploración física y los estudios inmunoalergológicos para descartar sensibilizaciones alimentarias y de contacto, incluyendo el test del suero autólogo para evaluar la autorreactividad y valorar la evolución de la urticaria crónica. En dichos estudios hay que realizar una analítica completa, y si con el estudio inmunolaergológico se detecta alguna causa, se debe evitar o eliminar. El tratamiento farmacológico consiste en utilizar antihistamínicos nuevos de segunda generación. Los corticoesteroides se han de reservar para algunas patologías concretas como la urticaria por presión y para las agudizaciones severas de la urticaria y/o angiodema. Si la urticaria no se controla se puede utilizar el tratamiento con fármacos biológicos, con anticuerpos monoclonales como el Omalizumab.

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