viernes, 10 de marzo de 2017

El microbioma y su impacto en la atopia gastrointestinal

Los trastornos atópicos gastrointestinales son un grupo diverso de enfermedades mediadas por antígenos que comprenden los trastornos mediados por IgE relacionados a la anafilaxia, así como respuestas de hipersensibilidad retardada que provocan infiltración eosinofílica del intestino. Mientras que existe evidencia que vincula la disbiosis intestinal temprana con atopia, poco se sabe del rol del microbioma en los trastornos atópicos y eosinofílicos del intestino. El objetivo de la revisión es analizar el rol del microbioma intestinal en los trastornos atópicos e intentar explicar cómo los comensales influyen en la atopia gastrointestinal específica.

La exposición bacteriana comensal conduce a la tolerancia
El aumento de la incidencia y la prevalencia de las enfermedades atópicas se atribuye a la hipótesis de la higiene. Se piensa que el estilo de vida occidental altamente esterilizado no proporciona una exposición adecuada a patógenos, lo que lleva al sistema inmunológico a confundir alimentos y partículas ambientales inocuos con patógenos. Estudios recientes encontraron que los sujetos criados en comunidades rurales con exposición a animales son menos propensos a desarrollar enfermedad atópica que los sujetos expuestos a ambientes urbanos esterilizados. También se utilizaron modelos de ratones libres de gérmenes y tratados con antibióticos para probar esta hipótesis, y estos modelos apoyan la idea de que la exposición temprana a diversos comensales es esencial para el desarrollo de la tolerancia inmunológica.
En modelos múridos de enfermedad alérgica de las vías respiratorias, el fracaso en el desarrollo de la población comensal produce desregulación del eje IgE-basófilo. La IgE es la inmunoglobulina relacionada de manera específica con las reacciones anafilácticas de hipersensibilidad tipo 1 y además es responsable de la unión de mastocitos y basófilos característicos de otras afecciones atópicas. Los eosinófilos expresan una serie de productos antimicrobianos, como gránulos de proteínas catiónicas y defensinas, y generan trampas extracelulares que contienen ADN. De forma similar, se reportó de manera reciente que los basófilos matan bacterias por medio de la formación de trampas extracelulares (BETs) que contienen ADN mitocondrial y gránulos de proteínas. Estos productos pueden cambiar la microbiota local en las enfermedades atópicas donde existe una infiltración significativa de estos granulocitos. Hill et al encontraron que la disminución de las poblaciones microbianas múridas aumenta la IgE sérica y los basófilos tanto en ratones tratados con antibióticos como en ratones libres de gérmenes. Estos ratones mostraron un aumento de la inflamación alérgica de los pulmones mediada por basófilos en un modelo de asma por ácaro del polvo doméstico. Esta relación entre una población comensal de bacterias y la inflamación mediada por IgE-basófilo se encontró que era intrínseca de células B y dependiente de MYD88, ya que los ratones sin MYD88 tuvieron de forma similar niveles aumentados de IgE y basófilos que los ratones tratados con antibióticos y libres de gérmenes en comparación con las poblaciones de control. Los autores postulan que la población comensal estimula la inhibición de IgE por células B MYD88, lo que disminuye así la formación de progenitores basófilos en la médula ósea.
Las bacterias comensales también son importantes para mantener el equilibrio entre las células T cooperadoras tipo 1 (Th1) y tipo 2 (Th2). Las células Th1 son células efectoras contra la invasión bacteriana, mientras que las células Th2 combaten la invasión parasitaria. Sin embargo, en el caso de alteración de la tolerancia, la respuesta Th2 produce la respuesta alérgica en pacientes atópicos. Se requiere de un equilibrio preciso para adquirir tolerancia. La exposición incorrecta a comensales en la infancia puede ser responsable del aumento de la respuesta Th2 en la atopia. Oyama et al encontraron que el tratamiento con antibióticos en ratones en la infancia resultó en una respuesta IgE/IgG1 exagerada con disminución de IgG2. Además, el bazo y las placas de Peyer de estos ratones presentaban menos linfocitos comparado con ratones sin tratamiento. La exposición a antibióticos en ratones adultos, supuestamente después de la colonización del intestino, no provocó los mismos cambios inmunológicos y ambos grupos tuvieron niveles similares de IgE. Estos resultados se respaldaron por estudios con el método opuesto, se expusieron ratones libres de gérmenes a ovoalbúmina (OVA) y se encontró una respuesta de inflamación de predominio Th2. La reconstitución de la microbiota con Bifidobacterium infantis en ratones libres de gérmenes resultó en tolerancia a la OVA, sólo si la exposición fue en el periodo neonatal.
A su vez, una respuesta intacta a bacterias comensales y sus componentes son esenciales para el desarrollo de tolerancia. El intestino desarrolló sistemas de monitoreo de poblaciones bacterianas en su luz que incluyen la transmisión de señales por receptores tipo Toll (TLRs).  Estudios previos mostraron que los defectos en la transmisión de señales de los TLRs participan en el desarrollo de alergia alimentaria; por ejemplo, ratones con una mutación en el TLR4 expuestos al extracto de cacahuate produjeron una respuesta alérgica sistémica. Resulta interesante que los ratones con TLR4 de tipo salvaje expuestos en el periodo neonatal a antibióticos producen una respuesta similar al extracto de cacahuate, lo que sugiere que hay una respuesta comensal TLR4 necesaria para el desarrollo de tolerancia. Además, la exposición de los ratones con TLR4 mutante al agonista de TLR9, CpG oligonucleótido (CpG-ODN), resultó en una respuesta atenuada al extracto de cacahuate. El CpG-ODN parece causar un cambio hacia la respuesta Th1 y actúa para rescatar el desarrollo de la tolerancia. Otros modelos múridos de enfermedad alérgica también mostraron que la administración de CpG-ODN disminuye la inflamación de la vía aérea, así como las respuestas de IgG1 e IgE. Por último, la exposición al polisacárido A de la población de los comensales induce activación dependiente de TLR2 de la población de células T reguladoras (Tregs). La inducción de esta población de Tregs es necesaria para suprimir el desarrollo de autoinmunidad y atenúa de manera exitosa las respuestas proinflamatorias Th17 que se pueden ver en el contexto del asma y la atopia.
En resumen, la exposición a comensales es necesaria para el desarrollo adecuado de la tolerancia por medio de una serie de mecanismos. La esterilidad en el período múrido neonatal puede conducir a un cambio en el eje IgE-basófilo, un desequilibrio en la activación Th1/Th2, y una activación inadecuada de los Tregs. Los estudios en seres humanos para evaluar estos mecanismos son limitados, pero algunos implican los polimorfismos de los TLR2, así como del TLR4correceptor CD14 en la enfermedad atópica (Fig. 1). Estas variaciones genéticas pueden proporcionar un vínculo entre las bacterias comensales y la predisposición genética a la enfermedad atópica. Estos ligandos bacterianos también representan blancos terapéuticos potenciales en la enfermedad atópica.
El ambiente de la vida temprana contribuye al desarrollo de atopia
La cantidad y la calidad de la población de comensales en el intestino humano durante el período neonatal se conforman por las exposiciones en la vida temprana. Incluso la vía de nacimiento puede causar alteraciones en la microbiota intestinal que conducen a respuestas inmunológicas alteradas. Jakobsson et al demostraron que los bebés nacidos por cesárea presentaron disminución de la diversidad del filo Bacteroides durante los primeros 2 años de vida en comparación con los nacidos por vía vaginal. Stokholm et al mostraron que la cesárea se asoció de forma significativa con la colonización del tracto intestinal por Citrobacter freundii, especies de Clostridium, Enterobacter cloacae, Enterococcus faecalis, Klebsiella oxytoca, Klebsiella pneumoniae y Staphylococcus aureus a una semana de vida, mientras que la colonización por Escherichia coli se asoció con parto vaginal. Un estudio piloto reciente de Domínguez-Bello et al comenzó a investigar las consecuencias a largo plazo de la salud de los bebés nacidos por vía cesárea. Encontraron que la microbiota de los recién nacidos por cesárea podría restaurarse de manera parcial por medio de la transferencia vaginal microbiana. Del mismo modo, los nacidos por vía vaginal presentan mejores niveles circulantes de citocinas Th1 en comparación con sus contrapartes nacidos por cesárea. La esterilidad del procedimiento quirúrgico y la falta de exposición a la microbiota vaginal materna se atribuyen a esta disminución de la colonización. Aunque existe cierta variación en los resultados, se realizaron metaanálisis y estudios poblacionales que muestran un mayor riesgo de asma y rinitis alérgica en los recién nacidos por cesárea; sin embargo, se sabe muy poco sobre la relación entre la vía de nacimiento y la atopia gastrointestinal (GI).
Mientras que la dieta se relaciona con los cambios microbianos intestinales, la disbiosis y la inflamación intestinal, la mayoría de los estudios muestran pocas diferencias microbianas entre los lactantes alimentados con leche materna y con fórmula infantil. Hay algunas diferencias entre las poblaciones, los lactantes alimentados con leche humana presentan de manera proporcional más Staphylococcus y Lactobacillus y menos colonias de Clostridium difficile, Bacteroides, Enterococci y Enterobacteriaceae. Existe evidencia de que la leche humana protege contra las sibilancias en la infancia temprana, pero no hay evidencia de que la lactancia materna proporcione protección contra la alergia alimentaria. Sin embargo, los estudios de lactancia materna se limitan de forma intrínseca debido a la incapacidad para la aleatorización y a las diferencias en la duración de la lactancia materna.
La exposición a antibióticos es común en el período neonatal debido a la prematurez, el estado materno del Streptococcus del grupo B y los protocolos de sepsis para los neonatos febriles. Es difícil controlar para esta población diversa de pacientes que reciben antibióticos temprano en la vida. Hay un aumento significativo de forma marginal en la enfermedad atópica en niños tratados con antibióticos antes de los 3 meses de vida, pero esto puede confundirse por las infecciones de las vías respiratorias superiores. En una población más homogénea que controló el parto prematuro, Kummeling et al encontraron que la exposición a antibióticos en los primeros 6 meses de vida se correlacionó con sibilancias, pero no sensibilización alérgica o eccema. Se debe trabajar más para entender las conexiones entre la exposición neonatal a antibióticos y el desarrollo posterior de afecciones atópicas.
Mientras que la vía de nacimiento, la alimentación con fórmula y la exposición temprana a antibióticos son factores importantes en la conformación del microbioma infantil, hay muy pocos estudios que evalúen cómo estas exposiciones determinan el desarrollo de la atopia GI. Jensen et al realizaron un estudio de casos y controles que analizó el desarrollo de la esofagitis eosinofílica (EoE) y encontraron un aumento de seis veces de EoE en niños con exposición a antibióticos en los primeros 6 meses de vida. Si bien el parto por cesárea, el parto prematuro y la alimentación con fórmula tienden a aumentar la incidencia de EoE, estas medidas no fueron significativas. Además, los gemelos dicigóticos tienen una tasa de concordancia de EoE diez veces mayor que los hermanos no gemelos, lo que proporciona evidencia fuerte para un impacto profundo de las exposiciones tempranas, además de las bases genéticas conocidas para la susceptibilidad a EoE. Se encontró asociación de la sensibilización a un antígeno alimentario al año de vida con variaciones en el microbioma entre los 3 y 12 meses de vida. De manera específica, los lactantes con sensibilización alimentaria probada mediante pruebas cutáneas por escarificación presentaron aumento de las Enterobacterias y disminución de los Bacteroides comparado con los que presentaban pruebas cutáneas negativas. Sin embargo, se necesitarán estudios prospectivos más amplios que busquen la atopia gastrointestinal para ayudar a verificar estas relaciones causales.
Atopia y el microbioma – otros sistemas de órganos
Asma
El microambiente en el sitio de inflamación crea un nicho ambiental específico donde ciertas bacterias pueden proliferar y la microbiota gastrointestinal, como el hábitat microbiano central, puede influir en el desarrollo del asma y la alergia en otros sitios del cuerpo. La evidencia reciente sugiere que la disfunción inmunológica en las enfermedades alérgicas como el asma y la atopia se relaciona con la función y la composición de la microbiota intestinal. Arrieta et al sugieren que la disfunción microbiana fecal en los primeros 100 días de vida, en particular las reducciones de los géneros Faecalibacterium, Lachnospira, Veillonella y Rothia (FLVR), se relacionan con el desarrollo de enfermedades alérgicas.
Los primeros estudios que utilizaron enfoques basados en cultivos demostraron que la detección en abundancia de Escherichia coli o Clostridium difficile en heces neonatales se asocia con un riesgo significativamente mayor de desarrollar una enfermedad alérgica infantil. Además, la ausencia de ciertos géneros como Bifidobacterium en heces neonatales también se asocia con un mayor riesgo de desarrollar atopia infantil en los primeros 5 años de vida. Estos estudios demuestran que el desarrollo alterado de la microbiota en el intestino neonatal establece las bases para la enfermedad alérgica y el desarrollo del asma en la infancia. De manera reciente, se demostró disminución de Bifidobacterium adolescentis en muestras fecales de adultos alérgicos con asma de larga evolución y puede representar un nuevo objetivo terapéutico para la modulación de la microbiota intestinal en este grupo de sujetos.
Dermatitis atópica
La dermatitis atópica (AD) se asocia a menudo con otras enfermedades alérgicas como el asma, la rinitis alérgica y enfermedades gastrointestinales eosinofílicas como la EoE. Con el aumento reciente de cepas de Staphylococcus aureus resistentes a la meticilina, la terapia antibiótica no es la primera opción para el tratamiento de la DA. Los corticoesteroides, los reactivos antiinflamatorios y los baños de cloro diluido se utilizan de manera más común. Al igual que la terapia con microbiota fecal de donantes sanos mostró éxito en los últimos años en revertir la disbiosis microbiana intestinal en sujetos con infección recurrente por Clostridium difficile y parece prometedora para algunas otras enfermedades gastrointestinales, en el futuro la terapia de trasplante de microbios de la piel puede ser útil para tratar la DA.
La microbiota intestinal en la DA no está tan investigada como la microbiota de la piel, pero de manera reciente Song et al reportaron que la microbiota intestinal en 90 sujetos con DA se enriqueció en Faecalibacterium prausnitzii, una especie descrita de forma previa como deficiente en el intestino de pacientes con enfermedad de Crohn. Además, la microbiota gastrointestinal se enriqueció en genes que codifican el uso de nutrientes que podrían liberarse del epitelio endotelial dañado, lo que indica una floración de bacterias auxotróficas. Además, los metabolitos bacterianos antiinflamatorios como el butirato y el propionato se encontraron disminuidos en las muestras fecales de sujetos con DA. De manera específica, los estudios demostraron que la mejoría de la enfermedad en los lactantes se correlacionó con una mayor abundancia de bacterias productoras de butirato fecal Coprococcus eutactus (incluidas las familias Clostridial, Lachnospiraceae y Ruminococcaceae). Estos resultados sugieren que la microbiota intestinal disbiótica en la DA y la desregulación de la inflamación intestinal y la barrera epitelial podrían conducir a una respuesta inmune aberrante tipo Th2 a los alérgenos en la piel.
Alergia alimentaria
El creciente uso de antibióticos en humanos (en particular en la infancia) y en la agricultura para las compañías que se dedican al crecimiento del ganado y el aumento del consumo de una dieta rica en grasas y baja en fibra tienen un impacto importante en la microbiota intestinal y se asocian con una mayor respuesta alérgica a los alimentos en los países industrializados en las últimas décadas. Los modelos animales sugieren que la microbiota intestinal, en particular en los primeros años de vida, desempeña un papel crucial en la susceptibilidad a la sensibilización alimentaria y a la alergia alimentaria. Los modelos múridos de exposición neonatal a antibióticos mostraron una diversidad reducida de la microbiota intestinal, y se asocian con una inmunidad aberrante a los antígenos respiratorios y dietéticos y una mayor sensibilización a alérgenos alimentarios.
Atarashi et al identificaron especies de Clostridia tanto en ratones como en seres humanos como potentes inductores de Tregs colónicas capaces de suprimir la alergia alimentaria. Stefka et al informaron que la colonización de Clostridia aumentó la expresión de Tregs e IL-22 en el intestino delgado y grueso. Esta alteración condujo a una mayor función de la barrera epitelial y previno la absorción de alérgenos alimentarios. De manera interesante, Noval Rivas et al demostraron que la microbiota intestinal regula la susceptibilidad a la alergia alimentaria. Identificaron una firma microbiana única en ratones susceptibles de forma genética a alergia alimentaria que pueden transmitir la susceptibilidad a alergias alimentarias cuando se transfieren a ratones libres de gérmenes. De manera adicional, ese mismo grupo identificó de forma reciente un fenotipo similar a Th2 en Tregs de ratones con alergia alimentaria; estas Treg específicas desempeñan un papel clave en el control de la alergia a los alimentos.
Se sugirió la coadministración de adyuvantes bacterianos con la inmunoterapia oral (OIT) como un tratamiento potencial para la alergia alimentaria. En el primer estudio aleatorizado doble ciego, controlado con placebo de 62 niños con el probiótico Lactobacillus rhamnosus e OIT para cacahuate (inmunoterapia oral a cacahuate y probiótoco [PPOIT]) en niños con alergia al cacahuate, Tang et al encontraron que la falta de reacción mantenida se logró en 82.1% de los que recibieron PPOIT y 3.6% de los que recibieron placebo. De los sujetos que recibieron PPOIT, 89.7% se desensibilizaron. Aunque estos resultados son muy prometedores, se requiere trabajo adicional para confirmar la supresión de la respuesta por un período más prolongado de eliminación secundaria del cacahuate y para aclarar la contribución de los probióticos versus la OIT. Además, el grupo activo tuvo más reacciones lo que sugiriere un desequilibrio en el tratamiento, que podría afectar la eficacia.
Como se demostró de forma previa en modelos múridos, los estudios en humanos también vinculan el uso de antibióticos con las alergias alimentarias; El uso materno de antibióticos durante el embarazo y en el primer mes de vida se asoció con un mayor riesgo en los lactantes de alergia a la leche de vaca. Los lactantes con alergia a la proteína de la leche de vaca tienen una comunidad microbiana fecal dominada por Lachnospiraceae y Ruminococcaceae. Se demostró que la intervención dietética con fórmula extensamente hidrolizada de caseína suplementada con Lactobacillus rhamnosus GG expandió las cepas bacterianas productoras de butirato y aceleró el desarrollo de tolerancia en los lactantes con alergia a la leche de vaca. La microbiota fecal de los niños con alergia alimentaria se caracteriza por mayor abundancia de Clostridium I y Anaerobacter y una disminución de Bacteroides y Clostridium XVIII. Chen et al demostraron de forma reciente que los niños con sensibilización alimentaria en los primeros años de vida tienen una microbiota fecal alterada en comparación con controles sanos, con menor diversidad de microbiota. Los niños con sensibilización alimentaria tuvieron un número significativamente menor de Bacteroidetes y un número significativamente mayor de Firmicutes en comparación con los niños sanos. Los taxones más abundantes en niños con sensibilización alimentaria se caracterizaron por mayor abundancia de Clostridium IV y Subdoligranulum y disminución de la abundancia de Bacteroides y Veillonella. Nuevos tratamientos como la administración de bioterapéuticos basados en Clostridia o butirato como terapia complementaria para promover la tolerancia a los alérgenos alimentarios pueden ser útiles en el futuro.
Microbioma en la EOE
Experiencia en Filadelfia
Antes pensado estéril o compuesto de pocos microbios cultivables, el esófago demostró tener una composición de alrededor de 300 especies de bacterias. Nuevas técnicas independientes de cultivo disponibles hoy en día permitieron a los científicos identificar la composición microbiana del esófago en niños y adultos. Investigadores del Hospital Infantil de Filadelfia (CHOP) buscaron caracterizar la microbiota oral y esofágica en 33 niños diagnosticados con EoE, así como en 35 controles. Se obtuvieron muestras orales mediante un hisopo antes de la endoscopia y muestras de esófago de biopsias esofágicas. La mayoría de los sujetos incluidos en el estudio estaban en terapia con inhibidores de la bomba de protones y en una dieta de eliminación o reintroducción de alimentos. Los sujetos con antibióticos o que presentaban algún proceso inflamatorio gastrointestinal se excluyeron del estudio.
Benitez et al reportaron diferencias notorias entre la microbiota oral y esofágica con cepas presentes de forma exclusiva en las muestras de esófago. Sin embargo, algunos linajes se compartieron entre las muestras oral y esofágica, en su mayoría miembros del género Prevotella, Streptococcus y Neisseria. El análisis posterior de la composición microbiana del esófago reveló diferencias significativas entre los pacientes con EoE y los sujetos control. Estas diferencias se impulsaron por la inflamación esofágica activa en los pacientes con EoE en comparación con los controles, y sólo cuando se tuvo en cuenta la abundancia relativa de las especies. Se reportó enriquecimiento de los géneros Neisseria y Corynebacterium en las muestras de esófago de los sujetos con EoE y un enriquecimiento de Streptococcus y Atopobium en el grupo control sin EoE.
Los cambios en la microbiota fecal se asocian en gran parte a intervenciones dietéticas. Benitez et al encontraron que los cambios dietéticos afectaron la microbiota esofágica. A pesar de que no hubo diferencias significativas en la composición bacteriana entre los grupos activo y control, se detectó un enriquecimiento del género Granulicatella y Campylobacter en sujetos que reintrodujeron un alimento muy alergénico a partir de la dieta de eliminación de seis alimentos.
Este estudio concuerda en muchas maneras con los reportes anteriores en adultos, donde el género Streptococcus dominó la composición microbiana del esófago saludable, mientras que el género Neisseria dominó el esófago inflamado. Es importante destacar que sería de interés determinar si linajes bacterianos específicos dirigen la respuesta inflamatoria o pueden usarse para mejorar la inflamación que surge de la misma condición.
Experiencia en Denver y Chicago
Por medio del estudio mínimamente invasivo prueba esofágica con hilo (EST), se determinó que la microbiota esofágica en 15 individuos normales era similar a la microbiota detectada en las biopsias esofágicas y que los géneros bacterianos del esófago eran diferentes del contenido bacteriano de las muestras de la cavidad nasal y oral.
De manera más recientemente, Harris et al demostraron que en 70 muestras EST de niños y adultos, la carga bacteriana se incrementó con la inflamación en el esófago en sujetos con EoE y enfermedad por reflujo gastroesofágico en comparación con los controles sanos. Este aumento en las bacterias fue independiente del grado de eosinofilia de la mucosa esofágica y del tratamiento. Bacteroidetes, Firmicutes, Fusobacteria y Proteobacteria se identificaron como los cuatro filos predominantes en el esófago de pacientes con EoE, ERGE y de sujetos control.
En aproximadamente la mitad de los sujetos tratados con inhibidores de la bomba de protones tanto en Denver como en Chicago, se encontró que el filo Proteobacteria se enriqueció en sujetos con EoE sin tratamiento (sin esteroides o dieta), similar a lo observado en el estudio en Filadelfia en pacientes con EoE tratados con inhibidores de bomba de protones por Benitez et al. Los resultados de ambos estudios demuestran que la inflamación esofágica activa en la EoE se asocia con el enriquecimiento de Proteobacteria en las biopsias de la mucosa y las muestras EST.
Harris et al demostraron que el género Haemophilus del filo Proteobacteria aumentó de forma significativa en el esófago de sujetos con EoE sin tratamiento. Streptococcus, el género predominante en el esófago, se redujo en los sujetos tratados con ERGE tratados con PPI, y Aggregatibacter se enriqueció en el esófago de los sujetos tratados con ERGE tratados con PPI. Los resultados de Benitez et al y Harris et al indican que no sólo el grado de inflamación sino también el régimen de tratamiento tiene un fuerte impacto en la microbiota esofágica en la EoE. Estos resultados ofrecen una base de conocimiento de las comunidades bacterianas en el esófago en sujetos con EoE y proporcionan hallazgos importantes para el diseño de estudios futuros, análisis longitudinales y el impacto de tratamientos específicos sobre la microbiota en EoE y otros trastornos eosinofílica gastrointestinales. Nuevos estudios en diferentes países con mayor número de sujetos ayudarán a delinear el efecto de las alteraciones en la microbiota y el tratamiento de la inflamación esofágica, y de manera potencial ayudarán a identificar nuevos objetivos terapéuticos para estas enfermedades.
Pros y contras y necesidades futuras
De acuerdo a Hipócrates (460-377 BC), todas las enfermedades inician en el intestino. La superficie mucosa del tracto gastrointestinal y su microbiota actúan como un órgano de defensa del huésped. En estudios del microbioma de pacientes con EoE se observó que independiente del sitio de la muestra, los sujetos con EoE activa tuvieron enriquecimiento de Proteobacteria. Sin embargo, cada centro tiene un abordaje distinto, y se sabe que el tratamiento tiene impacto sobre la microbiota esofágica. En el futuro, será necesario examinar el microbioma de pacientes con EoE con terapia dietética y compararlo con aquellos tratados con esteroides. Para complicar más el asunto, se identificó una población de pacientes con eosinofilia esofágica que responden a PPI. Estos pacientes tienen eosinofilia e inflamación esofágica, pero muestran mejoría clínica e histológica con respuesta a la terapia con PPI. La investigación adicional de la microbiota en estos individuos puede ayudar a determinar qué tipo de bacterias se asocian con la inflamación y cuáles se asocian con tratamientos específicos
Además, para determinar las consecuencias funcionales de alteraciones específicas en la composición del microbioma, el campo necesita desarrollo de modelos (animales, libres de gérmenes, in vitro y ex vivo) para comprender mejor el impacto de una microbiota alterada o bacterias específicas para demostrar la causalidad de la microbiota en las enfermedades alérgicas y la inflamación. Hay varios modelos de ratones con EoE. Algunos de estos modelos son transgénicos combinados con exposición al antígeno, mientras que otros implican la inducción de una respuesta inmune con la exposición cutánea o por inhalación al antígeno. La inflamación en estos modelos varía en la localización (todo el intestino vs esófago solo), el tipo de granulocitos infiltrados y la posición de la inflamación dentro del esófago (lámina propia vs epitelio). Debido a estas diferencias, caracterizar el papel funcional de la microbiota en la EoE tendrá obstáculos adicionales antes de que los datos se traduzcan a la población humana y es probable que tengan que realizarse en múltiples modelos múridos y libres de gérmenes.
Serán necesarios estudios multicéntricos para determinar si el microbioma gastrointestinal en sujetos con atopia (asma, DA, EGID) tiene comunidades bacterianas similares características de la enfermedad alérgica que puedan tener el potencial de ser dirigidas y alteradas para reconstituir una “microbiota fisiológicamente normal”.
Conclusión
Apenas se comienza a entender y desenredar la compleja red y las relaciones entre la microbiota del intestino humano, los factores ambientales y la genética en la salud y la enfermedad atópica. Sin embargo, el número de publicaciones que describen una microbiota alterada en la enfermedad alérgica aumentó de manera significativa en los últimos años. Se necesitan más trabajos, incluidos estudios longitudinales y multicéntricos, para comprender si la microbiota disbiótica identificada en diversas enfermedades atópicas es una causa o consecuencia de la enfermedad. Los cambios en el estilo de vida, tales como el aumento de las cesáreas, la alimentación artificial en la primera infancia y el aumento del uso de antibióticos en la infancia, se relacionan con la alteración de la homeostasis microbiana y parecen influir de forma significativa en la susceptibilidad a la enfermedad alérgica infantil. Sin embargo, el uso de suplementos con probióticos para estabilizar la homeostasis microbiana parece prometedor en algunos estudios, pero contradictorio en otros, lo que indica que se necesitarán ensayos multicéntricos grandes con poblaciones bien caracterizadas y un seguimiento a largo plazo para comprender mejor el impacto beneficioso potencial de los probióticos, los prebióticos y los metabolitos bacterianos en el tratamiento de las enfermedades alérgicas.

A. B. Muir, A. J. Benitez, K. Dods, J. M. Spergel, S. A. Fillon. Microbiome and its impact on gastrointestinal atopy. Allergy Volume 71, Issue 9September 2016 Pages 1256–1263

Authors

Centro Regional de Alergia e Inmunología Clínica CRAIC, Hospital Universitario “Dr. José Eleuterio González” UANL, Monterrey, México

Dra. med. Sandra Nora González Díaz         Jefe y Profesor
Dra. med. Carmen Zárate Hernández           Profesor
Dr. Daniel Cantú Moreno                             Residente 1er Año

Dra. Alejandra Macías Weinmann               Profesor

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