lunes, 26 de diciembre de 2016

Sobrepeso, sedentarismo y asma

Investigaciones recientes han sumado evidencias de una asociación entre estas patologías.
En las últimas décadas, hemos sido especta­dores de algunos hechos particularmente lla­mativos y, al mismo tiempo, preo­cupantes.

Probablemente debido al aumento del tamaño de las porciones, a la ansiedad, a la dudosa calidad de algunos alimentos de gran consumo en la población pediátrica y a la escasa actividad, la cantidad de niños con más peso que el aconsejable es alarmante. En la actualidad, la prevalencia de sobrepeso u obesidad según estudios recientes se encuentra cerca del 40 por ciento en nuestro país, con una tendencia en aumento –especialmente evidente en los últimos 30 años– que no parece detenerse.

En la gran mayoría de los casos, esto es consecuencia de un desequilibrio entre la ingesta alimentaria y el gasto calórico. Tanto es así que, a nivel global, el sobrepeso se ha triplicado en las últimas tres décadas y, en algunos países desarrollados, se especula que en 30 años difícilmente se puedan encontrar individuos con peso normal, sumado a un dato muy significativo: las investigaciones muestran que la obesidad en la edad adulta muy comúnmente ha comenzado en la infancia.
Epidemia
Esta auténtica epidemia que ha puesto en alerta a la salud pública mundial tiene connotaciones trascendentes, como complicaciones metabólicas, cardiovas­culares, en huesos y articulaciones, estéticas y el fenómeno social ahora popularizado como “bullying”.
Muchos de estos niños tienen un estilo de vida sedentario por motivos diversos: inseguridad, comodidad, sobreprotección y, especialmente, escaso estímulo a la actividad deportiva recreativa y alto uso de dispositivos electrónicos.
Resultan evidentes algunos grandes cambios en ciertos hábitos de vida en pocos años. Lo que hace algunas décadas era impensado, hoy es una realidad: los niños de 10 a 11 años pasan más de tres horas por día frente a pantallas (televisión, computadoras, teléfono celulares). El dato que agrava la situación es que parece difícil revertir en la edad adulta los hábitos adquiridos en los primeros años de vida, por lo que es trascendental inculcar la actividad física recreativa en la niñez. as enfer­medades alérgicas en general y el asma en particular –frecuen­temente subestimadas, subdiagnosticadas y, consecuentemente, subtratadas–, han sufrido en los últimos años un notable incremento en su incidencia. En la población pediátrica, cada ocho niños dos son alérgicos y sólo uno de ellos conoce su diagnóstico, por lo que las enfermedades alérgicas representan las patologías crónicas más comunes en la niñez, con gran afectación de la calidad de vida y alto ausentismo escolar.
Aunque mucho se ha investigado sobre las causas de este aumento, seguimos sin conocer el porqué. Es probable que el estilo de vida “occidentalizado” actual, con muchas horas de encierro y poco tiempo de actividades al aire libre, y el vivir en grandes ciudades, puedan predisponer al desarrollo de enfermedades alérgicas.
Como fuere, las enfermedades alérgicas, al igual que el sobrepeso, constituyen un problema de salud pública, en este caso por los altos costos y por la gran afectación de la calidad de vida que generan.
Relación
Investigaciones recientes aportaron evidencias sobre una asociación entre dos enfermedades que antes no eran vinculadas. En otras palabras: el sostenido ascenso de la incidencia de sobrepeso y asma al mismo tiempo no debe ser considerado una casualidad. Por el contrario, existe una clara conexión entre ambas condiciones y en cualquier sexo, aunque esto sucede especialmente en mujeres.
La alteración de la mecánica respiratoria, activación de genes comunes para ambas enfermedades ubicados en los cromosomas 5, 6 y 11, cierto efecto hormonal –particularmente de estrógenos–, influencia de la dieta, de la actividad física, de la genética, y especialmente cambios en la respuesta inmunológica e inflamatoria por el sobrepeso explican hoy, con bastante precisión, la estrecha relación con el asma.
Una vez más, se deben reunir esfuerzos para investigar y abordar de manera interdisciplinaria a los niños en general, y a los alérgicos en particular. Se impone para nuestros pacientes un trabajo en equipo serio y constante que genere contención, control y mejoría del paciente y su entorno familiar.
Tenemos, por lo tanto, un nuevo desafío en la pediatría, y es necesario que estemos preparados para afrontarlo.
(*)Sebastián Croce es médico ­pediatra especialista en Alergia infantil, integrante del servicio de Pediatría del Instituto Modelo de Cardiología Privado. También es docente de la Facultad de Medicina de la Universidad ­Católica de Córdoba (UCC).

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