lunes, 30 de mayo de 2016

La posibilidad de controlar el asma se estrella con la realidad

El arsenal terapéutico permite tratar eficazmente a un 85% de pacientes, pero más de la mitad de los asmáticos tratados sigue padeciendo síntomas.


En la era de los tratamientos dirigidos, la medicina personalizada y los biomarcadores, no viene mal darse un baño de realidad de vez en cuando. El neumólogo Andrew Greening, durante muchos años profesor de la Universidad de Edimburgo y médico del Sistema Nacional de Salud (NHS) del Reino Unido y actualmente consultor de GSK en enfermedades respiratorias, conoce muy bien el gran desfase que existe entre las posibilidades terapéuticas para el manejo del asma y el control real de la patología. "Hay una discordancia entre lo que tenemos -un tratamiento efectivo- y lo que sucede con los pacientes, que no están siendo tratados de forma efectiva".
Andrew Greening, neumólogo y consultor de la industria farmacéutica
El experto, que acaba de impartir en Madrid un seminario web sobre el control del asma, aclara que no es fácil poner cifras a esa discrepancia, pero calcula que el arsenal terapéutico disponible permitiría controlar a un 80-85 por ciento de los pacientes, mientras que "los estudios sobre lo que ocurre en la vida real muestran que más de la mitad de los asmáticos tienen síntomas durante la noche o de día, y un porcentaje menor tiene exacerbaciones", comenta.
Las razones que subyacen a este descontrol son de sobra conocidas por quienes se enfrentan cada día al tratamiento del asma. Greening cita las expectativas de los pacientes que aspiran a una terapia curativa y piensan que la han alcanzado cuando experimentan una mejoría significativa de sus síntomas, lo que les lleva a abandonar el tratamiento. "Un segundo problema pueden ser las dudas del paciente respecto a la seguridad del tratamiento y las mayores reticencias giran siempre en torno a los corticoesteroides inhalados, porque los enfermos no entienden que existe una diferencia entre un esteroide glucocorticoide inhalado y un esteroide glucocorticoide oral". Asimismo, no siempre les queda clara "la diferencia entre esteroides glucocorticoides y esteroides anabólicos".
Inhaladores
Los problemas con el empleo adecuado de los inhaladores merecen un capítulo aparte, que enlaza con la falta de tiempo de los profesionales sanitarios para la formación de los pacientes "En mi clínica yo siempre me he asegurado de contar con 45 minutos para los pacientes nuevos", expresa Greening, quien es consciente de que muchos médicos no pueden ni siquiera soñar con aproximarse a esa duración de la consulta.
  • "Es importante tener en cuenta el factor psicológico. Muchos pacientes que parecen tener asma de difícil manejo en realidad presentan problemas psicológicos graves"
Por último, hay que tener en cuenta el factor psicológico:"Muchos pacientes con asma aparentemente de difícil manejo en realidad tienen problemas psicológicos graves".
Respecto a quienes sí que padecen asma grave de control complejo, que constituyen entre un 5 y un 10 por ciento de la población asmática, el experto comenta que se trata de malos respondedores al tratamiento estándar que requieren "múltiples medicaciones o nuevos fármacos o medicamentos con los que todavía no contamos".
  • "Los primeros ensayos con anti IL-5 decepcionaron porque los esosinófilos desaparecían, pero el asma no. Al final se vio la utilidad frente a las exacerbaciones".
Nuevos tratamientos
Junto a la búsqueda de mejores corticoesteroides inhalados y dispositivos más fáciles de usar, la investigación en este terreno se ha centrado en la consecución de nuevos fármacos que se emplean en combinación con los corticoesteroides inhalados, como los agonistas beta adrenérgicos de acción prolongada.
El subgrupo que no responde adecuadamente a los esteroides inhalados "se beneficiará del desarrollo de fármacos que actúan en una ruta diferente". Entre los más prometedores se encuentran los biológicos, cuya era se inició con omalizumab y continúa con los anti-interleucina 5 (IL-5), que actúan sobre los eosinófilos. "Los eosinófilos parecen ser muy importantes para el proceso inflamatorio. Por eso, era lógico pensar que los fármacos anti- IL-5 podrían ser muy efectivos". Los primeros ensayos fueron "decepcionantes, porque los eosinófilos parecían irse, pero el asma no". La investigación posterior mostró que estos medicamentos pueden reducir de forma muy efectiva las exacerbaciones. "Pueden no suponer una diferencia enorme para el VEF1, pero sí un gran avance en cuanto a la calidad de vida".
También se investigan biológicos frente a IL-13 y frente al receptor de IL-4 e IL-13. "Estamos en el comienzo del desarrollo de biológicos para diferentes dianas y podemos confiar en que acabaremos con el asma grave de difícil manejo", añade. Para ello, habrá que diseñar "tratamientos dirigidos a individuos específicos, en la senda de la medicina personalizada".

La moda de los biomarcadores

Andrew Greening se muestra crítico con la proliferación de estudios sobre biomarcadores. "En la medicina académica hay ciertas palabras que son, como se dice en las redes sociales, trending". Cree que "un biomarcador sólo resulta útil si está directamente relacionado con una población de pacientes y un tratamiento". En el asma -cita como ejemplo de biomarcador poco provechoso la fracción exhalada de óxido nítrico-, sí ve sentido a medir los eosinófilos en sangre.
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