miércoles, 13 de junio de 2018

Entrevista con Ana María Giménez-Arnau sobre urticaria crónica

Ana María Giménez-Arnau
Responsable de la Unidad de Inmunología-Alergia Cutánea y Fotobiología. Servicio de Dermatología. Hospital del Mar. Barcelona
«La urticaria crónica no mata, pero interfiere mucho en las actividades cotidianas y el sueño»
– ¿Qué datos epidemiológicos se conocen acerca de la urticaria crónica?
La urticaria crónica es una enfermedad cutánea que sufre aproximadamente un 1% de la población adulta, especialmente las mujeres. Pese a que es predominante en la población adulta joven, en la serie de nuestro hospital, de los 549 enfermos registrados desde 2000 a 2014, un 25% tenía más de 65 años.

– ¿Qué tipos de urticaria crónica existen?
Hay 2 grandes grupos de pacientes con urticaria crónica. Por un lado, los que a lo largo de su vida experimentan varios episodios de forma cíclica, separados por el tiempo. En nuestra serie, más de un 25% presentó más de un episodio a lo largo de su vida. Por otro lado, hay pacientes que experimentan un único episodio que puede durar más o menos tiempo. Es lo que conocemos como urticaria crónica espontánea, porque el curso de los habones es errático y no tiene una causa concreta que lo produzca, a diferencia de las urticarias crónicas inducibles que son provocables por un estímulo.
– ¿Cuáles son estas urticarias inducibles?
Hay una variedad de urticarias crónicas inducidas por estímulos muy concretos y bien definidos y son crónicas porque siempre aparecen cuando el paciente se expone al estímulo. Se trata de las urticarias por dermografismo sintomático (fricción), por presión retardada (el habón aparece en la parte del cuerpo que ha soportado un peso), por frío (al entrar en contacto con aire, líquidos o sólidos fríos), colinérgica (al aumentar la temperatura corporal), solar, vibratoria, acuagénica, etc., si bien estas dos últimas son muy infrecuentes. Todas se diagnostican de forma precisa mediante pruebas de provocación y algunas pueden incluso comprometer la vida, como podría ser el caso de una persona con urticaria por frío que se exponga masivamente a bajas temperaturas sumergiéndose en agua.
– ¿En qué medida afecta la urticaria crónica a la calidad de vida de los pacientes?
Les afecta mucho. Es una enfermedad que no mata, pero interfiere mucho en las actividades cotidianas y el sueño. Además, se ha demostrado que los pacientes con una urticaria más activa son los que ven su calidad de vida más afectada. Asimismo, es peor la calidad de vida de los pacientes que tienen episodios de angioedema, personas que presentan a veces habones más profundos y permanentes que afectan a los párpados, labios, pies o manos, y les incapacitan aún más en sus actividades diarias.
– ¿Puede afectarles también laboralmente?
Desde el punto de vista de incapacitación laboral, el estudio multicéntrico europeo ASSURE muestra que los pacientes no dejan de ir a trabajar debido a la enfermedad, pero tienen una gran afectación durante el trabajo. Es lo que se conoce como «presentismo» e implica no estar suficientemente concentrados en su trabajo.
– ¿Qué papel pueden tener los médicos de AP en el manejo de la enfermedad?
Absolutamente crucial. En el algoritmo terapéutico que se incluye en las guías clínicas, los primeros pasos del tratamiento, consistentes en la prescripción de antihistamínicos no sedantes e incluso el aumento de la dosis de estos fármacos si es necesario, se dejan en manos del médico de AP. Pero su papel más importante es transmitir a sus pacientes el mensaje adecuado desde el primer momento. Debe explicarles qué es la urticaria, enseñarles a identificar la lesión elemental y que no la confundan con un eccema, y orientarlos de forma correcta sin proporcionar mensajes erróneos como «esto se le curará cuando quiera» o «no vale la pena que haga nada», o prescribiendo un antihistamínico no sedante sin ofrecer ninguna explicación. El paciente necesita desde el primer momento una información precisa de lo que le ocurre y debe saber que la urticaria no es una alergia. Por tanto, el médico de AP es quien tiene en su mano dar el primer mensaje adecuado al paciente y orientarlo.
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