jueves, 16 de junio de 2016

Mientras la ciencia busca respuestas, gente vive con alergias

¿Qué tienen en común el maní, el camarón y el huevo? En apariencia, no mucho. Pero resulta que los tres causan alergias alimentarias. En EUA, unos 15 millones de personas son alérgicas a los alimentos, y presentan síntomas horribles que incluyen desde picazón y sarpullido, hasta escurrimiento nasal, lagrimeo, tos, estornudos, falta de aire y en el peor de los casos, anafilaxia y muerte.
Lilly Hall, de 5 años, nacida por cesárea de emergencia, muestra un dibujo con todos los alimentos a los que es alérgica, incluidos gluten, lácteos, maní, nueces, y huevo.
Casi 90 por ciento de las alergias son reacciones a ocho alimentos: leche, huevo, cacahuate (maní), las distintas variedades de nueces, soja, trigo, pescado, y mariscos. En EUA, uno de cada 13 niños tiene alguna alergia alimentaria. Con la edad, muchos superan la alergia a la leche, el huevo y la soja, y llegada la adolescencia, el problema no es más que un recuerdo, aunque 3 millones de niños alérgicos al maní y las nueces padecen el trastorno el resto de sus vidas.

Las alergias son consecuencia del descontrol de un sistema humano normal. Todas las alergias son respuestas “hiperinmunes”, en las cuales el sistema inmunológico del organismo –cuya función es protegernos de enfermedades- de pronto empieza a responder a sustancias que normalmente debe ignorar, y muchas veces de forma extrema.
La reacción adversa del organismo ante un alérgeno inicia cuando se libera un anticuerpo llamado inmunoglobulina E (IgE), el cual precipita la liberación de histamina, una molécula diminuta que tiene una gran variedad de efectos. En el lado molesto del espectro, las consecuencias son picazón, enrojecimiento, e inflamación. En el extremo peligroso, la dilatación de los vasos sanguíneos puede ocasionar una caída rápida de la presión, dificultad respiratoria y choque anafiláctico. Por eso, quienes padecen de alergias graves se protegen llevando consigo epinefrina inyectable.
Sabemos qué hacen las reacciones alérgicas y cuáles son las causas posibles, pero ¿cómo se desarrollan? ¿Y por qué van en aumento?
Lily Hall, de 5 años, y su muñeca American Girl, llevan pulseras a juego anunciando graves alergias alimentarias. Desde 2012, la popular compañía de juguetes ha estado vendiendo el brazalete en un kit de accesorios llamado
“Almuerzo libre de alergias”, el cual incluye una inyección para alergias y etiquetas adhesivas que identifican alergias.
Las cifras varían, mas los científicos concuerdan en que la tendencia de las alergias en países desarrollados se incrementa constantemente. Por ejemplo, un estudio multicitado de los Centros para Control y Prevención de Enfermedades (CDC) demostró un aumento de 18 por ciento en lasalergias alimentarias infantiles entre 1997 y 2007; otro, publicado en 2013, citó un incremento de 50 por ciento en 2011.
“Países desarrollados” podría ser el término clave. Aunque la mayoría de los científicos concuerda en que las alergias probablemente son resultado de interacciones complejas entre los genes y el ambiente, una explicación común para la actual tormenta de susceptibilidades es la hipótesis de la higiene, la cual argumenta que la vida se ha vuelto demasiado limpia en muchas partes.
La combinación de saneamiento, medicina moderna con su batería de antibióticos mata-bichos, y un estilo de vida en interiores cada vez más libre de mugre, nos ha llevado a perder muchos de los microbios que, evolutivamente, fortalecieron nuestros sistemas inmunológicos y aseguraron la salud del epitelio del aparato digestivo. Cuando dicho epitelio se debilita y se vuelve permeable, las bacterias y los subproductos bacterianos pueden escapar de su hábitat intestinal natural e ingresan en el torrente sanguíneo, provocando inflamación y contribuyendo a infinidad de enfermedades crónicas, entre ellas alergias y asma.
Un factor relacionado con el aumento de las alergias podría ser la creciente incidencia de cesáreas. Según cálculos, 4.5 por ciento de los bebés nacieron por cesárea en 1965; la tasa actual es de 30 por ciento. Los bebés de cesárea tienen cinco veces más probabilidades de desarrollar alergias que los nacidos por parto natural, quizás porque los niños producto de cesáreas no reciben las bacterias intestinales útiles que se adquieren al pasar por el canal del parto.
Luego está el tema de los genes. Estudios realizados con gemelos idénticos (quienes comparten el mismo complemento de genes) y gemelos fraternos (cuya carga genética es distinta) indican que la herencia desempeña un papel muy importante en las alergias.
Un informe reveló que casi 65 por ciento de los gemelos idénticos compartían alergias al maní, contra solo 7 por ciento de los gemelos fraternos. No se sabe cuál es el gen o los genes que contribuyen a las alergias, pero algunas evidencias sugieren que hay mutaciones en el gen BACH2 –así llamado en honor del compositor-, el cual parece intervenir en las alergias y en padecimientos autoinmunes como la enfermedad de Crohn y la diabetes Tipo I.
Otro contribuyente posible es el gen que codifica un factor de crecimiento llamado TGF-beta, cuyas mutaciones desatan una serie de eventos que producen alergias.
Y ya que hablamos de genes, también es posible que nuestra plaga moderna de alergias se deba, parcialmente, a los neandertales. El ADN de todos los no africanos modernos contiene entre 1 y 6 por ciento de genes neandertales, herencia del ardiente sexo inter-especies ocurrido hace unos 40,000 años.
Entre nuestros residuos neandertales, hay tres genes específicos que tienen que ver con el sistema inmunológico. Y nos hemos aferrado a ellos durante todo este tiempo porque nos confieren una ventaja evolutiva, ya que nos protegen de patógenos. No obstante, los científicos creen que tal vez estén exagerando en su trabajo, ocasionando respuestas inmunológicas hiperactivas y predisponiendo a los portadores a sufrir de alergias.
Pese a los alegatos públicos, no hay evidencias científicas de que las vacunas causen alergias, si bien los científicos advierten que los niños con alergias alimentarias podrían tener reacciones adversas a los compuestos derivados de alimentos, como la proteína de huevo que contienen ciertas vacunas infantiles. Del mismo modo, y pese a las inquietudes de los consumidores, los alimentos OGM están libres de culpa en términos de alergia.
Los científicos señalan que los alimentos OGM, sometidos a muchísimas pruebas, en realidad tienen menos potencial alergénico que los alimentos convencionales nuevos, los cuales pueden contener cientos de proteínas alimentarias nuevas. Es más, la modificación genética podría ayudar a las personas que sufren de alergias. Y así, por ejemplo, se está trabajando para desarrollar un maní hipo-alergénico y más seguro.
A todas luces, tratándose de alergias, hace falta investigar mucho más. Entre tanto, la mejor estrategia para quienes tienen alergias es la cautela.

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