viernes, 22 de abril de 2016

Sensibilidad a aditivos, aminas vasoactivas y salicilatos: una revisión de la evidencia

Las guías recientes de la Academia Europea de Alergia e Inmunología Clínica dan recomendaciones claras sobre cómo diagnosticar alergia alimentaria mediada por mecanismos inmunológicos. Sin embargo, las reacciones a alimentos no mediadas por mecanismos inmunológicos no se encuentran bien esclarecidas. Los aditivos alimentarios presentes en forma natural o como “productos químicos de los alimentos” son atribuidos por muchos pacientes como la causa de sus síntomas. Estudios evaluaron el potencial de los aditivos y los productos químicos de los alimentos para causar síntomas adversos, pero la investigación es difícil de realizar debido a una serie de factores: realizar estudios doble ciego controlados con placebo con alimentos o aditivos a dosis variables, establecer criterios de inclusión, estandarizar los resultados y descartar posibles cofactores.
También los mecanismos implicados están poco estudiados; aunque algunos datos preliminares indican el posible papel de la participación de la IgE, también se propusieron otros mecanismos.
Una gama amplia de reacciones adversas se atribuye al consumo de estos “productos químicos de los alimentos” añadidos o naturales. Las manifestaciones clínicas más frecuentes son urticaria o angioedema, pero los síntomas también pueden incluir dermatitis atópica, enrojecimiento, hipotensión, dolor abdominal, diarrea y reacciones asmáticas, y en ocasiones reacciones graves o anafilactoides o graves (anafilaxia). Debido a la dificultad para diagnosticar estas condiciones, la prevalencia de reacciones adversas causadas por productos químicos de alimentos es desconocida. Un estudio transversal reciente de Japón estima que la prevalencia de intolerancia a químicos fue de 7.5% con fatiga, depresión y síntomas somáticos que correlacionaron de manera positiva con un diagnóstico de la condición. Algunos grupos parecen estar en mayor riesgo, por ejemplo, los asmáticos dependientes de esteroides, aquellos que presentan hiperreactividad marcada de las vías respiratorias, y aquellos con asma crónica parecen estar en mayor riesgo a sensibilidad a los sulfitos. Tal dato de prevalencia es aún más difícil de conseguir en la población pediátrica, donde las reacciones adversas a los productos químicos de alimentos están poco estudiadas.
La gama de aditivos y sustancias naturales implicadas de manera potencial en las reacciones no mediadas inmunológicamente, tanto en niños y adultos, hace difícil realizar una revisión sistemática de la literatura. La siguiente revisión ofrece una visión general de la prevalencia y los alimentos se cree que participan en la sensibilidad a los aditivos alimentarios, las aminas vasoactivas y los salicilatos en adultos. También se considera por separado la evidencia de la exclusión dietética de estas sustancias en la población pediátrica.
Aditivos alimentarios.
Sulfitos
El dióxido de azufre por mucho tiempo se consideró como un contaminante del aire, pero la sensibilidad a los sulfitos en los alimentos se describió por primera vez en 1973 (Kochen). Los sulfitos, metabolizados en seguida a sulfato (SO4) por la sulfito oxidasa, se producen principalmente en la dieta humana debido a la adición de sulfito/metabisulfito de sodio/potasio a los alimentos para prevenir la oxidación enzimática y no enzimática y prevenir el crecimiento bacteriano. Los sulfitos añadidos a los alimentos estarán presentes como una mezcla de forma libre de dióxido de sulfuro, bisulfito y sulfito, o unidos a carbohidratos o proteínas. Una serie de estudios demostró en 1980 que los sulfitos en los alimentos provocaban reacciones adversas; en 1984 la Administración de Alimentos y Fármacos de los Estados Unidos recibió más de 250 informes de reacciones sospechosas a los sulfitos que incluían seis muertes. Así, tanto la Unión Europea y la Administración de Alimentos y Fármacos de los Estados Unidos regularon el uso de sulfitos, y requirieron que los alimentos que contengan más de 10 ppm (10 mg/kg) se etiqueten, pero existe una variación significativa entre los niveles de los mismos alimentos. Los alimentos que contienen un nivel alto de la forma libre de sulfito son más propensos a provocar una reacción. Los alimentos que por lo general contienen niveles significativos de sulfito añadido incluyen la sidra, el vino blanco, y los frutos secos—véase la Tabla 1.
La sensibilidad a los sulfitos afecta principalmente a pacientes con asma, en especial a aquellos con asma grave dependiente de esteroides. Bush y colaboradores realizaron desafíos simple ciego con metabisulfito de sodio en capsulas en 203 sujetos asmáticos y reportaron una prevalencia de 3.9% en pacientes asmáticos, aquellos que eran dependientes de esteroides presentaban mayor riesgo. Buckley et al utilizaron una metodología similar, y encontraron una prevalencia similar de 4.6% en una gran cohorte de pacientes asmáticos. Una revisión reciente de Vally y Misso sugirió que 3-10% de asmáticos presentan síntomas tras la ingestión de los sulfitos. Un análisis de los casos sensibles a sulfito realizado en Corea encontró dos fenotipos de sensibilidad a los sulfitos, aquellos con asma sensible al sulfito fueron el más común, que afecta a dos tercios de la cohorte, y el resto tuvo urticaria sensible a sulfitos. Los sulfitos pueden causar urticaria y angioedema tanto por medio de la aplicación tópica de cosméticos que contienen sulfitos o presentar reacciones en la piel después de la ingestión oral de sulfitos. Otras reacciones son menos comunes, pero incluyen anafilaxia y rinitis.
Se postuló que la inhalación de dióxido de azufre, generada a partir de la ingesta de sulfitos puede causar síntomas respiratorios. Otros mecanismos sugeridos incluyen reacciones mediadas por IgE, deficiencia de sulfito oxidasa, y un papel para los leucotrienos. Debido a la imposibilidad de predecir el nivel de sulfito disponible en diferentes alimentos, y debido a que no todas las personas sensibles a sulfitos responderán de la misma manera a los alimentos que contienen sulfitos, existen pocos ensayos de alimentos que evalúen la sensibilidad a los sulfitos. Taylor et at realizaron un estudio doble ciego controlado con placebo (DBPCFC) con alimentos conocidos por ser altos en sulfitos (lechuga, papa deshidratada, camarones, chabacano, zumo de uva blanca) en ocho sujetos cuya sensibilidad al sulfito se estableció mediante el uso de DBPCFC con cápsulas de metabisulfito de potasio. Cuatro pacientes no respondieron a ninguno de los retos, cuatro respondieron al sulfito de la lechuga con grado variable de respuesta a otros alimentos. Con DBPCFC, Vally y Thompson encontraron que sólo 16% de los asmáticos respondieron a los aditivos de los sulfitos en el vino.
Benzoatos
El ácido benzoico es producido por muchas plantas y también se detecta en los animales, por lo que está presente en muchos alimentos, como bayas y productos lácteos, por lo general en concentraciones relativamente bajas de hasta 40 mg/kg. El benzoato también puede ser un producto de la digestión, por ejemplo, el ácido cinámico de la canela se oxida a una sal de benzoato en el hígado. Los benzoatos también se añaden en concentraciones mucho más altas a refrescos, mermeladas, dulces, chocolates, helados, pepinillos encurtidos, productos de panadería, debido a sus propiedades antimicrobianas—ver Tabla 1.
Los benzoatos se relacionan con urticaria crónica, asma, dermatitis atópica, rinitis y anafilaxia, aunque hay evidencia limitada de buena calidad para apoyar estos hallazgos. Wuthrich et al propusieron que los benzoatos pueden estar implicados por medio de una sensibilización tipo IV que cause dermatitis por contacto alérgica y Van Bever et al usaron DBPCFC para mostrar que benzoatos pueden causar dermatitis atópica. Worm et al también llevaron a cabo un DBPCFC para mostrar una respuesta de fase tardía en dermatitis atópica, pero las cápsulas usadas contenían una mezcla de aditivos que incluían benzoatos más que sólo benzoatos. En un estudio más reciente con DBPCFC para una mezcla de aditivos de alimentos que incluyó benzoatos, Park et al mostraron que no tenían efecto sobre la dermatitis atópica.
En otro estudio, Weber et al plantearon como hipótesis que los benzoatos podrían exacerbar el asma, sin embargo, en el estudio con DBPCFC, sólo 1/43 sujetos tuvieron un resultado positivo, con prueba individual negativa en la reexposición 2 años más tarde. En 1981, Tarlo et al encontraron que sólo 1/28 sujetos con asma crónica reaccionó a benzoatos, pero sin respuesta de forma sintomática a una dieta libre de benzoato. La rinitis persistente también se relacionó con el consumo de benzoatos; Pacor et al mostraron que 8.8% (20 sujetos) reaccionó a un DBPCFC al benzoato monosódico. Los sujetos con un reto positivo reportaron de forma previa una mejoría en los síntomas en 1 mes de uso de una dieta libre de aditivos y una recaída de sus síntomas de rinitis con la ingesta de una dieta rica en aditivos alimentarios.
Sólo dos grandes estudios evaluaron la relación entre urticaria crónica y benzoatos con ensayos controlados con placebo. Ortolani et al informaron que 3/72 (4%) pacientes reaccionaron a benzoatos, pero Simon et al no encontraron reacciones positivas en su estudio. Varios estudios que utilizaron dieta eliminación en la urticaria crónica mostraron resultados positivos para los benzoatos, pero ya sea que no tuvieron resultados claros, carecieron de cegamiento y/o sin placebo. Rajan et al mostraron que, aunque 2/100 pacientes tuvieron una respuesta positiva a los desafíos simple ciego con los aditivos individuales como el benzoato de sodio, ninguno respondió al DBPCFC. Ellos concluyeron que los aditivos de alimentos y medicamentos eran una causa rara de urticaria crónica y que no se debe recomendar evitarlos. No está claro por qué estos estudios ofrecen evidencias contradictorias y también si el benzoato natural también es probable que provoque reacciones adversas de la misma forma que quizá el benzoato agregado.
Glutamato monosódico
El glutamato monosódico (MSG-E621) es un ingrediente común añadido a los alimentos salados. El glutamato también se produce de forma natural en otros alimentos, con la maduración de frutas tales como tomates y el curado de la carne tales como jamón, se asocia con un aumento en los aminoácidos libres como el glutamato— ver Tabla 1. El L-glutamato que se deriva a partir de algas marinas o algas secas, se utilizó de manera original para hacer MSG antes de que se desarrollaran los derivados sintéticos. Originalmente se describió como el “síndrome del restaurante chino” en 1968, los resultados de los estudios que utilizan DBPCFC sugieren que algunos individuos podrían experimentar los síntomas después de la ingestión de MSG, aunque sólo en cantidades superiores a la ingesta dietética normal. Otros estudios encontraron que el MSG no provoca ningún síntoma. Geha et al llevaron a cabo un estudio DBPC en 130 sujetos con hipersensibilidad al glutamato monosódico; 2/130 respondieron a una gran dosis dada sin alimentos, sin respuestas observadas cuando el MGS se administró con comida. Aunque el glutamato en el MSG es químicamente indistinguible del glutamato presente en las proteínas de los alimentos y se metaboliza de la misma manera, en la actualidad se desconoce si los alimentos altos en glutamato unido de manera natural o de forma libre pueden causar los mismos síntomas que el MSG.
Este aditivo se relaciona con asma, dolor de cabeza, urticaria y angioedema, rinitis, trastornos psiquiátricos y convulsiones. Una asociación con el asma se observó por primera vez por Allen y Baker, aunque estudios posteriores mostraron resultados mixtos. Schwartzstein et al reportaron que DBPC con MSG fueron negativos en 12 sujetos con asma. Del mismo modo, Woods et al reportaron cambios en el volumen espiratorio forzado en el primer segundo (VEF1) y reacciones asmáticas no inmediatas o tardías en su cohorte de 12 pacientes. Germano et al encontraron que 1/30 participantes experimentaron una reducción significativa en el FEV1 durante la provocación simple ciego, pero esto no fue reproducible durante el DBPC.
La rinitis persistente relacionada al MSG se desmostró en desafíos DBPC por Asero, pero sólo en algunos de los sujetos. Pacor et al encontraron 8/226 sujetos no atópicos que presentaron síntomas subjetivos de la rinitis después de un reto DBPC MSG, y llegaron a la conclusión de que las reacciones a los aditivos podrían precipitar la rinitis en algunos pacientes. Los reportes de casos ligaron a la urticaria con el MSG, pero Simon et al mostraron que sólo 2/65 sujetos tuvieron una respuesta positiva en desafío simple ciego, y ninguno de ellos fue positivo a un DBPC.
La cefalea es el síntoma más frecuente en relación con el MSG. Yang et al realizaron DBPCFC en 61 sujetos con sensibilidad autorreportada al MSG; 18/61 no respondieron, 21/61 tuvieron una respuesta al placebo y 22/61 una respuesta positiva sólo al reto activo. En la reexposición, se estableció un umbral de dosis de 2.5 g de MSG. Baad-Hansen et al llevaron a cabo un DBPCFC en 14 individuos sanos y reportaron un incremento significativo en la cefalea y sensibilidad muscular pericranial después de tomar una dosis de glutamato monosódico (150 mg/kg). Sin embargo, a pesar de estos estudios, no se admite en la actualidad el uso de una dieta libre de MSG para los pacientes con cefaleas crónicas.
“Productos químicos de los alimentos” que ocurren de manera natural
Aminas biogénicas/vasoactivas
Las aminas biogénicas o vasoactivas son producidos por bacterias durante la fermentación, el almacenamiento o la pudrición. Ellos incluyen beta-feniletilamina, tiramina, triptamina, putrescina, cadaverina, espermina y espermidina, pero la histamina es la ligada con más frecuencia a síntomas relacionados con los alimentos. Cuando los niveles de histamina en el plasma se elevan por encima del rango normal (0.3-1.0 ng/ml) esto produce ciertos efectos. Por ejemplo, un nivel de 1 a 2 ng/mL causa un aumento de la secreción de ácido gástrico y la frecuencia cardíaca; con un nivel de 3-5 ng/ml se produce enrojecimiento, dolor de cabeza, urticaria, prurito y taquicardia; broncoespasmo a un nivel de 7 -12 ng/ml y en niveles altos de 100 ng/mL se produce paro cardiaco. Por lo tanto, grandes cantidades de histamina ingerida pueden causar síntomas significativos en individuos de otra manera sanos. Por ejemplo, síntomas de sofocos, sudoración, urticaria, síntomas gastrointestinales, palpitaciones y en casos graves broncoespasmo, pueden ocurrir tras el consumo de pescado en mal estado. Esta condición, conocida como escombroidosis o envenenamiento por escombroides, ocurre debido que ciertas especies de peces tienen niveles elevados de histidina, que se convierte en histamina por las bacterias marinas. Debido a la naturaleza de los síntomas causados, las reacciones que implican aminas vasoactivas pueden por lo tanto diagnosticarse de manera incorrecta como una alergia alimentaria.
Aunque 75 mg de histamina líquida pueden provocar los síntomas en voluntarios sanos, es difícil definir un nivel de umbral de seguridad para las personas sensibles. Los alimentos que por lo general se consideran que contienen altos niveles de aminas vasoactivas se muestran en la Tabla 2, sin embargo, las cantidades de histamina que se encuentran en diferentes alimentos varían de acuerdo con el tipo de bacterias, la composición de los alimentos y las condiciones para la fermentación. Bodmer et al encontraron que los niveles de histamina fueron de 3.63 mg/l para los vinos franceses, 2.19 mg/l para los vinos italianos y 5.02 mg/l para los vinos españoles. Los síntomas por el vino no siempre pueden ser un indicador fiable de la sensibilidad a la histamina. En un estudio controlado con placebo, Kanny et al no encontraron ninguna correlación entre el contenido de histamina y la intolerancia al vino, y llegaron a la conclusión de que otras aminas vasoactivas o los sulfitos pueden ser más relevantes en la intolerancia al vino. Se propuso que otros alimentos pueden ser capaces de provocar la liberación de histamina de manera directa de los mastocitos tisulares, aunque falta evidencia para esto.
Wantke et al encontraron que una dieta baja en aminas vasoactivas alivió la cefalea crónica en 73% de los pacientes. Otro estudio informó que 27/44 (61%) de los sujetos tuvieron una mejora significativa en urticaria idiopática, angioedema y prurito con una dieta baja en aminas dietéticas, aunque también se restringieron los alimentos que contienen aditivos o alto contenido de salicilato natural. King y colaboradores reportaron que los sujetos con urticaria crónica/angioedema tuvieron una reducción marginalmente significativa en el uso de antihistamínicos con una dieta baja en histamina en comparación con un grupo control que eliminó los edulcorantes artificiales de su dieta. Sin embargo, varió la respuesta a la dieta y los números en cada grupo fueron muy bajos. Otro estudio encontró que 58% de los pacientes adultos con síndrome de intestino irritable (SII) consideraron que alimentos ricos en aminas vasoactivas, como el vino, la cerveza, el salami y el queso, eran una causa de sus síntomas.
El diagnóstico de la sensibilidad a las aminas vasoactivas se realiza por lo general por medio de la historia y la exclusión en la dieta; sin embargo, algunos estudios sugieren que la medición puede ser útil de los niveles de diamina oxidasa (DAO). Un estudio encontró que un nivel de DAO <3 KU/ml se asoció con síntomas referidos a alimentos con alto contenido de histamina, mientras que un nivel de >10 kU/ml que indicaba intolerancia a la histamina era poco probable. Los pacientes con síntomas gastrointestinales y urticaria idiopática crónica mostraron reducción en la actividad de la DAO. Otro estudio informó que el tamaño de la roncha en la prueba cutánea por escarificación a la histamina después de 50 minutos, la “prueba de escarificación histamina-50”, fue un útil indicador diagnóstico; 82% de los sujetos con intolerancia a la histamina mantuvo un tamaño de la roncha mayor de 3 mm en comparación con 18% de los controles.
Salicilatos
Intolerancia a los salicilatos se define como “una hipersensibilidad seudoalérgica inducida por un antígeno no específico al ácido salicílico, sus derivados u otros ácidos inorgánicos u orgánicos relacionados de estructura química similar”. El ácido salicílico se distribuye de forma amplia en los alimentos vegetales y, al igual que su contraparte, el ácido acetil salicílico sintético (Aspirina), tiene actividad antiinflamatoria. El ácido acetil salicílico es un potente inhibidor de la COX-1, una isoforma de la enzima ciclooxigenasa (COX), que previene la conversión del ácido araquidónico a prostanoides cíclicos, mientras que el ácido salicílico inhibe la expresión de los genes de la COX-2. Una dieta rica en especias, que contengan niveles altos de ácido salicílico, se asocia a niveles más bajos de cáncer colorrectal en la población rural del sur de la India, aunque se recomienda precaución con respecto a un énfasis excesivo en la importancia de los salicilatos dietéticos comparados con otros compuestos fenólicos vegetales bioactivos en la dieta.
El nivel de salicilatos en diferentes alimentos es muy variable entre los estudios. Swain et al publicaron el contenido de salicilato de 333 alimentos y estos datos aún sustentan las recomendaciones para la exclusión de salicilatos en la dieta. Estudios posteriores reportaron resultados diferentes para los mismos alimentos, posiblemente debido a diversos métodos analíticos y el origen, la elaboración y el almacenamiento de los alimentos probados. La Tabla 2 muestra una lista de alimentos con alto contenido de salicilatos de acuerdo a todos los datos publicados. También hay incertidumbre en cuanto a la biodisponibilidad de los salicilatos en la dieta; Jansen et al informaron que la excreción urinaria de salicilatos mostró que la biodisponibilidad en la dieta en la mayoría de las personas es baja, mientras que Lawrence y sus colegas mostraron que la biodisponibilidad puede ser alta. Especias como el curry, universalmente acordadas por ser ricas en salicilatos naturales, no sólo tienen una alta biodisponibilidad, sino que también inhiben tanto la COX-1 y COX-2, lo que puede indicar que podría ser un factor dietético más importante que otros alimentos con alto contenido de salicilato.
Baenkler propuso que 2.5% de los europeos puede tener sensibilidad al salicilato [96], pero la evidencia es escasa. La enfermedad respiratoria exacerbada por aspirina (AERD), una enfermedad inflamatoria exacerbada por la aspirina u otros medicamentos antiinflamatorios no esteroideos (AINE), por lo general se presenta en la vida adulta, y afecta hasta 20% de los sujetos asmáticos y 40% de los que tienen pólipos nasales. Se demostró que los sujetos con AERD tienen disminución de la expresión de la COX-2 en los pólipos nasales, por lo que la hipótesis podría ser que estas personas pueden ser más propensas a ser afectadas por el salicilato de la dieta, pero hay poca evidencia. Corder y Buckley informaron que un desafío con ácido salicílico tuvo un efecto significativo sobre la función pulmonar, mientras que Dahlen et al no encontraron dichas reacciones.
La intolerancia salicilato también se propuso como una causa de otras condiciones; Raithel et al encontraron que 2-7% de todos los pacientes con síndrome de intestino inflamatorio y alergias a los alimentos podrían verse afectados por la intolerancia salicilato. Gibson y Barrett sugieren que ya que no hay estudios publicados que demuestran la eficacia de evitar el salicilato en la enfermedad intestinal, recomiendan la restricción dietética de oligosacáridos fermentables, disacáridos, monosacáridos y polioles (FODMAPs) como terapia de primera línea para la mayoría de los pacientes con síntomas intestinales funcionales.
Dietas químicas en los niños
La evidencia de la eficacia de las dietas libres de aditivos individuales o niveles elevados de productos químicos naturales de los alimentos en los niños es escasa. Hay una falta en la evidencia sobre el efecto de evitar los aditivos alimentarios, aunque Supramaniam et al demostraron que 3/36 (10%) niños presentaron urticaria o angioedema en respuesta al MSG, y evitar el MSG fue útil en el tratamiento de 86% de los niños de 2-16 años con síndrome de vómitos cíclicos (una variable de la migraña en los niños). Un estudio sobre los benzoatos informó que 3/25 niños reaccionaron al benzoato de sodio, pero los criterios de reacción fueron poco claros y no ocurrieron reacciones durante los desafíos con placebo. Estudios más rigurosos concluyeron que el benzoato de sodio o los colorantes artificiales (o ambos) en la dieta pueden aumentar la hiperactividad en los niños pequeños, aunque se encontraron variantes genéticas asociadas con la descomposición y eliminación de la histamina para moderar el impacto de los aditivos en la conducta.
Los estudios sobre la intolerancia al sulfito en niños asmáticos también parecen demostrar algún grado de efecto. Sanz et al encontraron que 4/20 niños con asma (7-14 años de edad) tuvieron una reacción positiva en el desafío doble ciego a la solución de metabisulfito de sodio. Sin embargo, en un estudio posterior realizado en 5 niños con desafío confirmado de intolerancia al sulfito; con una dosis de 1.5 mg de cianocobalamina por vía oral seguido de un desafío con metabisulfito de sodio sólo 1/5 de los niños presentó broncoespasmo. También hay evidencia limitada para la eficacia de las dietas bajas en productos químicos naturales de los alimentos. En 2013, Hoffmann et al informaron que 14/394 niños que se presentaron con molestias gastrointestinales, tuvieron bajos niveles de DAO y mejoraron de manera posterior con una dieta que excluyó alimentos ricos en histamina. Sin embargo, la mejora fue subjetiva, de acuerdo a un cuestionario no validado y la exclusión de la dieta no se cegó. Otro estudio también demostró que una dieta baja o libre de histamina mejoró los síntomas en niños con niveles de DAO <10 kU/ml, pero sólo se observaron los síntomas subjetivos. Una extensa revisión de la literatura no encontró estudios prospectivos controlados aleatorizados que establezcan el enlace entre las reacciones de hipersensibilidad en niños y los salicilatos.
A pesar de esta falta de evidencia, hubo un aumento en el uso de dietas bajas en químicos para niños para una variedad de condiciones, en particular para la dermatitis atópica, síntomas gastrointestinales y la hiperactividad. Estas dietas de manera típica remueven de la dieta los alimentos ricos en salicilatos, histamina, sulfitos y MSG y se pueden usar en combinación con la dieta de eliminación de leche, soya, clara de huevo y trigo. Una revisión retrospectiva de casos por Gray et al encontró que casi la mitad de un grupo de 74 niños colocados en una dieta que elimina los alimentos naturalmente ricos en salicilatos sufrieron resultados adversos, como deficiencias nutricionales, aversión a la comida y trastornos de la alimentación. La velocidad de crecimiento es mayor en los primeros años de vida y un fracaso en alcanzar este potencial tiene un impacto de gran alcance en el desarrollo y la salud posterior. Muchos de los alimentos que contienen aditivos y productos químicos de origen natural de los alimentos que se enumeran en las Tablas 1 y 2, contribuyen con nutrientes esenciales para el crecimiento y el desarrollo. Además, se demostró que la falta de exposición al sabor durante la primera infancia conduce a dificultades en la alimentación en la edad adulta. Por lo tanto, deben evitarse eliminaciones dietéticas injustificadas de estos productos químicos en los niños pequeños a menos que exista evidencia excepcional sobre su eficacia.
Conclusión
La falta de estudios bien diseñados controlados con placebo, que investiguen el papel de estas sustancias hace que sea imposible proporcionar asesoramiento basado en la evidencia sobre la eficacia de la eliminación de los aditivos alimentarios, la histamina y los salicilatos de la dieta. No hay datos convincentes sobre el impacto de los productos químicos de los alimentos en las enfermedades atópicas en los niños, y en vista de la importancia del crecimiento y el desarrollo, estas dietas deben abordarse con precaución en la población pediátrica. Para los adultos, los aspectos nutricionales podrían parecer un problema menor, pero las restricciones dietéticas significativas pueden afectar el estado nutricional a cualquier edad. Por lo tanto, la relación riesgo beneficio debe considerarse cuando se contempla la exclusión dietética de varios alimentos, en especial aquellos alimentos que pueden conferir algún beneficio para la salud, tales como alimentos ricos en salicilatos naturales. La literatura sugiere que la eliminación de alimentos con alto contenido de histamina o aquellos que contienen altos niveles de sulfitos puede proporcionar algún alivio de los síntomas. Hay mucha menos evidencia sobre el efecto beneficioso de la restricción de otros aditivos en la alimentación y no hay evidencia publicada en absoluto para la eficacia de las dietas bajas en salicilato.
Los estudios que utilizan DBPCFC rara vez demostraron que los aditivos alimentarios sean la causa de síntomas seudoalérgicos. Sin embargo, aunque los DBPCFC con los aditivos individuales o formas puras de la histamina son ideales, no proporcionan un escenario “de vida real”, en el que se consume el producto químico alimentario aditivo o natural como parte del alimento o la matriz alimentaria. Lo ideal sería que la causa y el efecto de los alimentos se revisen de forma individual y cualquier diagnóstico se haga a la medida a la dieta del individuo, teniendo en cuenta sus síntomas y alimentos sospechosos particulares, en lugar de adoptar un enfoque general de una dieta con pocos alimentos. Hay algunos alimentos que son una fuente rica de productos químicos de los alimentos aditivos y/o naturales (Tabla 3) y así una eliminación limitada de unos pocos alimentos de riesgo “alto” en adultos puede ser primer paso para determinar si la dieta desempeña un papel en los síntomas.
La eliminación de un aditivo o producto químico de los alimentos a menudo requiere un cambio importante de la dieta, por lo que cualquier beneficio derivado de la intervención, puede ser debido a cambios en el estilo de vida, como resultado de una mejora en la dieta, más que por la eliminación del aditivo infractor. Además, los efectos placebo de las intervenciones dietéticas son aún una incógnita, y requieren un mayor estudio. La importancia de una alimentación sana y la diversidad de los productos alimenticios se demostró de manera reciente en lactantes y niños pequeños, pero los efectos a largo plazo también pueden ser importantes en los adultos. Una dieta saludable por lo general contiene niveles más bajos de aditivos y, por tanto, un enfoque pragmático debería centrarse en mejorar la calidad nutricional de la dieta junto con la exclusión específica en la dieta, es un objetivo importante en todas las intervenciones dietéticas para las reacciones a los alimentos no mediadas de manera inmunológica.



Centro regional de Alergia e Inmunología Clínica CRAIC, Hospital Universitario “Dr. José Eleuterio González” UANL, Monterrey, México

Dra. med. Sandra Nora González Díaz         Jefe y Profesor
Dr. Alfredo Arias Cruz                                 Profesor
Dra. Rosa Ivett Guzmán Avilán                    Residente 1er Año

Dra. Alejandra Macías Weinmann                 Profesor

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