jueves, 5 de noviembre de 2015

Convivir con perros desde pequeños reduce el riesgo de padecer asma

Científicos suecos extienden la protección del 'efecto granja' a estas mascotas


Convivir con perros desde pequeños reduce el riesgo de padecer asma
El efecto protector de los perros actúa desde los primeros meses de vida

Los niños que crecen con perros tienen menos riesgo de padecer asma a lo largo de su vida. Tras revisar datos médicos y de forma de vida de más de un millón de niños, un equipo de investigadores suecos ha constatado que entre los niños que conviven con perros desde pequeños hay aproximadamente un 15% menos casos de asma.

Experimentos realizados con ratones han mostrado que, cuando se los expone al polvo de casas donde viven perros, cambia la comunidad de microbios del intestino de las crías de los roedores y se reduce la respuesta de su sistema inmunitario a los alérgenos habituales. La hipótesis que plantean algunos investigadores que trabajan en el tema es que los microbios presentes en el aparato digestivo de los perros podrían tener un efecto probiótico en nuestro cuerpo, fomentando el crecimiento de elementos positivos para nuestra flora bacteriana.

"Estudios previos habían mostrado que criarse en una granja reduce a la mitad el riesgo de padecer asma, y nosotros queríamos ver si esta relación se da también entre los niños que crecen con perros en sus casas", justifica Tove Fall, profesor de Epidemiología del departamento de Ciencias Médicas y del Laboratorio de Ciencias para la Vida de la Universidad de Uppsala, que ha coordinado el estudio junto con investigadores del Instituto Karolinska de Estocolmo. Y explica, en una nota difundida a través de su universidad, que los resultados de su trabajo confirman el "efecto granja" y también muestran cómo los niños con un perro en casa sufren menos asma que el resto.

El epidemiólogo enfatiza que el hecho de haber podido cotejar un gran número de datos y muy detallados -los investigadores han trabajado con registros de nueve bases de datos nacionales distintas- les ha permitido tener en cuenta y diferenciar factores tan diversos como si los padres tienen o no asma, el área de residencia o el estatus económico de la familia. En Suecia, cada persona se identifica con un número personal único y cada vez que visita al médico o que le recetan un medicamento queda registrado en las bases de datos nacionales. Además, desde 2001 es obligatorio que los propietarios de un perro estén registrados, de modo que los investigadores han podido cotejar si tener unos padres registrados como propietarios de un perro o un animal de granja estaba asociado con un posterior diagnóstico de asma infantil o con el consumo de medicamentos para el asma.

"Estos estudios epidemiológicos buscan asociaciones en amplias muestras de población, pero no nos explican cómo los animales pueden proteger a los niños a la hora de desarrollar asma", indica Catarina Almqvist Malmros, pediatra y profesora de Epidemiología Clínica y Bioestadística en el Instituto Karolinska. Y apunta que, dada la amplitud de la muestra, los resultados de esta investigación -publicada en JAMA Pediatrics- pueden generalizarse tanto a toda la población sueca como a otras sociedades europeas que tengan una cultura similar respecto a la tenencia de mascotas o la convivencia con animales.

El codirector del Centre de Recerca en Epidemiologia Ambiental (CREAL), Jordi Sunyer, asegura que hace tiempo que los epidemiólogos ven claro que crecer en compañía de un perro actúa como factor protector a la hora de desarrollar enfermedades respiratorias. "En nuestro caso, hace más de quince años hicimos un estudio de caso y control sobre salud respiratoria en personas de entre 20 y 45 años de diferentes zonas de Europa que mostró una clara relación entre el hecho de tener o no asma a esa edad y haber convivido con un perro en la infancia", comenta. Lo que ya no tienen tan claro los epidemiólogos es si en estas asociaciones hay sesgo de autoselección, es decir, si quienes conviven con un perro lo hacen quizá porque ya están protegidos familiar o genéticamente frente al asma.

No obstante, investigadores del Centro de Investigación de la Inflamación en el Instituto VIB adscrito a la Universidad de Gante (Bélgica) publicaron en septiembre pasado un artículo en la revista Science explicando que el "efecto granja" -es decir, la mayor protección frente a las alergias y el asma de los niños que se crían en contacto con la naturaleza-, tiene que ver con su exposición prolongada a pequeñas dosis de toxinas y polvo, que mitigan las respuestas inmunológicas inflamatorias.

Los investigadores belgas hicieron una serie de experimentos con ratones de laboratorio y vieron que los que eran expuestos regularmente a polvo como el que se encuentra habitualmente en las granjas -con altas dosis de partículas fúngicas, bacterias procedentes de los establos y endotoxinas- estaban protegidos de la alergia a los ácaros del polvo, una de las causas más comunes de alergia en personas.

En concreto, observaron que la exposición a endotoxinas parecía detener la capacidad de las células epiteliales del pulmón de los ratones de generar moléculas proinflamatorias, aunque este efecto protector sólo funcionaba en presencia de la enzima A20. Y comprobaron que, si inactivaban esa enzima en la membrana mucosa de los pulmones, el polvo ya no era capaz de reducir la reacción alérgica o asmática. Al ana­lizar esos hallazgos en pacientes, los investigadores comprobaron que las personas que sufren alergias y asma tienen una deficiencia o variante genética en la proteína A20.

El codirector del Creal, Jordi Sunyer, apunta, no obstante, que podrían ser varios los mecanismos que intervienen para convertir el contacto con mascotas o animales de granja en un factor protector frente a las enfermedades respiratorias, si bien todos están relacionados con la maduración del sistema inmunitario.

Sobre canes y microbiota
  • En los últimos años se han publicado varios estudios que muestran que la microbiota -el conjunto de microorganismos que viven en el cuerpo humano- de los dueños de perros es distinta y más variada que la del resto de las personas. Y vista la relevancia que la composición de esa microbiota tiene para la salud y para el sistema inmunitario, cabe pensar -dicen los epidemiólogos- que el efecto protector de la convivencia con los canes tenga que ver precisamente con esos cambios que provocan en los microbios de nuestro organismo.


1 comentario:

  1. Muy interesante el articulo. Seria una manera de fortalecer el sistema inmunitario que lamentablemente se le hace mucho daño en los últimos tiempos por diferentes intervenciones y orientaciones que se van de extremo

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