martes, 3 de octubre de 2023

Prevención de alergia alimentaria en la infancia

Intervenciones y exposiciones maternas en el embarazo y la lactancia

Estudio destinado a evaluar el rol de las intervenciones maternas durante el embarazo y la lactancia como medio de prevención de la alergia alimentaria en la infancia.

Autor/a: Elissa M Abrams, Marcus S Shaker, Edmond S Chan, Helen A Brough, Matthew Greenhawt Lancet Child Adolesc Health 2023; 7: 35866
Cada vez se presta más atención al papel de las intervenciones maternas en la prevención de la alergia alimentaria en la infancia. Las modificaciones de la dieta materna durante el embarazo o la lactancia, como la evitación de alérgenos, no desempeñan ningún papel en la prevención de las alergias infantiles. Aunque la lactancia materna exclusiva es la fuente de nutrición infantil recomendada en todo el mundo, el efecto de la lactancia materna en la prevención de la alergia infantil sigue sin estar claro.
Cada vez hay más pruebas de que la exposición irregular a la leche de vaca (es decir, la administración infrecuente de leche de fórmula) podría aumentar el riesgo de alergia a la leche de vaca. Aunque se necesitan más estudios, también hay pruebas emergentes de que la ingesta materna de maní durante la lactancia junto con la introducción temprana de los maníes en la infancia podría tener un papel preventivo.
El efecto de la suplementación de la dieta materna con vitamina D, omega-3 y prebióticos o probióticos sigue sin estar claro.
Introducción

La alergia a los alimentos es un problema de salud pública mundial y una de las afecciones crónicas más comunes de la infancia, con aproximadamente un 5-10% de niños o sus familias que reportan tener alergia a los alimentos.1,2 Estas estimaciones de prevalencia difieren según cómo se evalúen, con tasas de alergia a los alimentos probadas mediante provocación oral a menudo mucho más bajas que las tasas declaradas, y estas tasas podrían variar considerablemente con las diferencias geográficas a nivel internacional.3-5

La alergia al huevo de gallina y a la leche de vaca es frecuente en Europa, Asia y Australia,5-7 la alergia al maní es más común en EE.UU.8 y la alergia al marisco es más frecuente en África.9 La prevalencia de las alergias alimentarias ha aumentado considerablemente en las últimas décadas,10 y muchas alergias alimentarias, como la alergia al pescado, a los frutos secos, al sésamo y al maní, suelen ser de por vida,11 lo que puede suponer una enorme carga económica y psicológica para las familias y tener un efecto importante en la calidad de vida.12-14 Como consecuencia de estos factores, en la última década se ha prestado una mayor atención a la prevención de las alergias alimentarias.

Dentro del campo de la prevención de las alergias alimentarias, se ha avanzado considerablemente en lo que respecta a las intervenciones específicas para lactantes (en particular, lactantes con riesgo de atopia) con estudios observacionales15-17 y ensayos controlados aleatorizados18-23 que demuestran que la introducción temprana de alimentos sólidos alergénicos podría reducir el riesgo de desarrollar alergia alimentaria.

Estos datos están respaldados mecánicamente por la hipótesis de la doble exposición al alérgeno, que afirma que la exposición temprana en la infancia a través de la ingestión es tolerante, mientras que la evitación combinada con la exposición cutánea (especialmente en bebés con eccema persistente de aparición temprana) puede ser sensibilizante.24 Esta doble hipótesis quedó muy bien ilustrada en el estudio Learning Early About Peanut (LEAP),19 que demostró que en lactantes con riesgo de alergia a otros alimentos (debido a eccema grave o alergia al huevo), la introducción del maní los 4-11 meses comparada con la evitación prolongada del mismo hasta los 5 años redujo el riesgo relativo de alergia al maní en un 81%.

Este resultado también se ejemplificó con el huevo de gallina en el estudio PETIT, 18 que demostró que en 147 lactantes con eccema, la introducción del huevo cocido a los 6 meses de edad comparada con la evitación hasta los 12 meses redujo el riesgo de alergia al huevo (cociente de riesgos 0·221 [0·090–0·543]; p=0·0001). También hay pruebas de que las estrategias de prevención de alergias alimentarias pueden compartirse e implementarse con éxito durante el embarazo y podrían tener un papel en la mejora del conocimiento sanitario sobre alergias entre las mujeres embarazadas.25

Sin embargo, hay datos emergentes que indican que las estrategias de introducción temprana en el lactante por sí solas podrían no ser suficientes.

Un estudio poblacional australiano que investigó la eficacia de las nuevas guías de prevención de alergias alimentarias informó que, aunque la ingesta temprana de maníes ha aumentado más del triple (21-6% a 85-6%) desde 2007-11 a 2017-18, la prevalencia ajustada de alergia a los maníes ha disminuido pero no significativamente (3-1% a 2-6%). Este hallazgo refleja un marco temporal estrecho para el estudio, pero también podría sugerir que la prevención depende de una importante contribución de los factores ambientales en las primeras etapas de la vida.26

Uno de estos factores podría ser el papel de las intervenciones maternas en los periodos prenatal y posnatal. Se ha establecido mucho menos sobre el papel que podrían desempeñar las intervenciones maternas en la prevención de la alergia alimentaria en la infancia. En consecuencia, el objetivo de esta revisión es examinar el papel de las intervenciones maternas durante embarazo y lactancia como medio de prevención de la alergia alimentaria en la infancia.

Mensajes clave
 • La suplementación dietética materna con vitamina D, omega-3 o prebióticos o probióticos no se recomienda actualmente como medio de prevención de las alergias alimentarias del lactante.

 • No se recomienda que la madre evite los alérgenos durante el embarazo y la lactancia.

 • Aunque la lactancia materna exclusiva es la fuente de nutrición infantil recomendada, no está claro si tiene algún papel en la prevención de las alergias alimentarias.

 • La exposición irregular a preparados de leche de vaca en la primera infancia podría aumentar el riesgo de alergia a la leche de vaca.

 • La ingesta materna de maníes durante la lactancia, junto con la ingesta temprana por parte del lactante, podría desempeñar un papel en la prevención de la alergia a los maníes, aunque se necesitan más estudios específicos en comparación con la evitación hasta los 12 meses redujo el riesgo de alergia al huevo (cociente de riesgos 0-221 [0-090-0-543]; p=0-0001).

También hay pruebas de que las estrategias de prevención de las alergias alimentarias pueden compartirse y aplicarse con éxito durante el embarazo, y podrían desempeñar un papel en la mejora de los conocimientos sanitarios sobre las alergias entre las mujeres embarazadas.25 Sin embargo, están apareciendo datos que indican que las estrategias de introducción precoz en el lactante podrían no ser suficientes por sí solas.

Un estudio poblacional australiano que investigó la eficacia de las nuevas guías de prevención de alergias alimentarias informó que, aunque la ingesta temprana de maníes ha aumentado más del triple (21-6% a 85-6%) desde 2007-11 a 2017-18, la prevalencia ajustada de alergia a los maníes ha disminuido pero no significativamente (3-1% a 2-6%). Este hallazgo refleja un marco temporal estrecho para el estudio, pero también podría sugerir que la prevención depende de una importante contribución de los factores ambientales en las primeras etapas de la vida.26

Uno de estos factores podría ser el papel de las intervenciones maternas en los periodos prenatal y posnatal. Se ha establecido mucho menos sobre el papel que podrían desempeñar las intervenciones maternas en la prevención de la alergia alimentaria en la infancia. Como resultado, el objetivo de esta revisión es examinar el papel de las intervenciones maternas durante el embarazo y la lactancia como medio de prevención de la alergia alimentaria en la infancia.

Suplementos dietéticos maternos durante el embarazo y la lactancia

Se han sugerido suplementos dietéticos maternos, en particular vitamina D, omega-3 y prebióticos o probióticos, como posibles medios de prevención de las alergias alimentarias.

Vitamina D

La vitamina D tiene un papel plausible en la prevención de las alergias alimentarias debido a sus funciones inmunitarias innatas y adaptativas documentadas.27 Se ha demostrado que la vitamina D induce la tolerancia inmunitaria a través de su influencia en las células dendríticas, la supresión de las respuestas de las células Th2 y el apoyo a la función de las células T reguladoras.28,29

Los estudios han respaldado una posible asociación indirecta entre la exposición a la vitamina D y la alergia alimentaria; por ejemplo, los nacimientos en invierno (frente a los nacimientos en verano) se han asociado con el desarrollo de alergias alimentarias.30,31 Sin embargo, los datos sobre la exposición a la vitamina D y el desarrollo de alergias alimentarias no son concluyentes hasta el momento, ya que los estudios se centran principalmente en el papel de la insuficiencia de vitamina D (en lugar de la administración de suplementos de vitamina D) y el riesgo de alergia alimentaria.32-34

La deficiencia de vitamina D se ha convertido en un problema común en muchos países. Existen limitaciones en la bibliografía, como las variaciones en la definición de exposición a la vitamina D, el uso de diferentes poblaciones (tanto de alto riesgo como de bajo riesgo de alergia alimentaria), las diferencias en las concentraciones de vitamina D basadas en la variabilidad genética y la pigmentación de la piel, y las diferencias conocidas entre la biodisponibilidad de la vitamina D a partir de la suplementación frente a la exposición solar.35,36

Los estudios también han sido predominantemente observacionales, y sólo un ensayo controlado aleatorizado en el embarazo (y ninguno durante la lactancia) no mostró ningún efecto de la suplementación con vitamina D sobre el riesgo de desarrollo de enfermedades atópicas en la infancia.37 Sin embargo, en Australia se está llevando a cabo un ensayo controlado aleatorizado doble ciego (conocido como VIALITY)38 para examinar si la administración de suplementos de vitamina D a lactantes alimentados con leche materna podría reducir el riesgo de alergia alimentaria probada mediante provocación.38

Las guías actuales señalan que el papel de la vitamina D en la prevención de la alergia alimentaria no está claro39,40 y no respaldan la administración de suplementos de vitamina D a la madre como medio de prevención de la alergia alimentaria.40,41 Sin embargo, muchos países recomiendan esta suplementación por otras razones de salud. El panel de guías de la Organización Mundial de la Alergia no encontró "ningún apoyo a la hipótesis de que la suplementación con vitamina D reduzca el riesgo de desarrollar enfermedades alérgicas en los niños" y sugiere no utilizar suplementos de vitamina D en mujeres embarazadas, madres lactantes o niños sanos como medio de prevención de las alergias.42

Prebióticos y probióticos

El efecto mecanicista de la suplementación con prebióticos o probióticos sobre el riesgo atópico está relacionado con el efecto potencial que tienen los probióticos sobre la alteración de la flora microbiana intestinal y la desviación de la respuesta inmunitaria de una respuesta Th2 (atópica) a una respuesta Th143. Los probióticos desempeñan un papel en la prevención del eccema,44 y una revisión sistemática y un meta-análisis señalan una reducción del riesgo de eccema en los infantes menores de 4 años con suplementos probióticos maternos durante el embarazo y la lactancia, pero ninguna asociación significativa con el eccema entre los 5 y los 14 años de edad, con pruebas de certeza moderada según los criterios GRADE.45 Sin embargo, la base de pruebas relativas a la prevención de la alergia alimentaria es inconsistente.46,47

A diferencia de muchas otras intervenciones, se han realizado varios ensayos controlados aleatorizados que examinan los efectos de la suplementación probiótica materna en la prevención de la alergia alimentaria, que en su mayoría no han mostrado diferencias en los resultados atópicos con la suplementación probiótica.46,47

Una revisión sistemática de 29 ensayos aleatorizados descubrió que los probióticos reducían el riesgo de eccema cuando se utilizaban en el tercer trimestre del embarazo, durante la lactancia y cuando se administraban a lactantes, pero no tenían ningún efecto sobre otras afecciones alérgicas.48 Sin embargo, la bibliografía sobre probióticos es heterogénea debido al uso de diferentes cepas y dosis de probióticos.

En cuanto a los prebióticos, la bibliografía hasta el momento no apoya de forma consistente un papel preventivo para el eccema y hay pocos estudios que analicen la alergia alimentaria.49

Una revisión sistemática de ensayos aleatorizados optó por no proporcionar una recomendación sobre la suplementación con prebióticos o durante la lactancia como medio de prevención de la alergia, debido a la baja certeza y a la falta de pruebas condicionales.50

Las limitaciones de la bibliografía incluyen los distintos microorganismos utilizados y los intervalos de administración de los suplementos.35 Las directrices actuales observan un efecto en la prevención del eccema, pero no recomiendan la administración de suplementos prebióticos o probióticos como medio de prevención de las alergias alimentarias.40,41,51

Omega-3

La ingesta de omega-3, en particular de pescado azul con aletas, tiene un efecto antiinflamatorio debido al ácido eicosapentaenoico, y podría alterar el equilibrio Th1-Th2.52,53 Sin embargo, los resultados de los estudios sobre el efecto de la suplementación con omega-3 en la alergia alimentaria son variables,54-56 y un ensayo controlado aleatorizado no encontró diferencias en las tasas de alergia alimentaria en lactantes entre las madres que tomaban suplementos de omega-3 y las que no.56

Una revisión sistemática y un meta-análisis descubrieron que la suplementación con aceite de pescado podría reducir el riesgo de sensibilización al huevo,45 aunque el efecto global en la prevención de la alergia alimentaria sigue sin estar claro.57 Una revisión sistemática de la Academia Europea de Alergia e Inmunología Clínica (EAACI) no halló ninguna relación entre la administración de suplementos de omega-3 durante el embarazo y un menor riesgo de eccema o alergia alimentaria.58 En consecuencia, y aunque existen algunos resultados preliminares prometedores, no se recomienda la administración materna de suplementos de omega-3 como estrategia de prevención de la alergia alimentaria.40,41

Eliminación de la dieta materna

Se ha planteado la hipótesis de que la dieta materna durante el embarazo o la lactancia podría inmunomodular el riesgo alérgico del lactante, aumentando o reduciendo el riesgo de atopia en general (y de alergia alimentaria en particular), y que la primera influencia nutricional posible sobre la enfermedad atópica del lactante es la etapa prenatal.39

En algunos estudios, el nivel de alérgenos dietéticos en el suero materno durante el embarazo se ha asociado tanto con la presencia como con la concentración de concentraciones de ELISA específicas de alérgenos en el cordón umbilical del lactante al nacer.59 También se han detectado alérgenos alimentarios en la leche materna, y algunos estudios han observado una correlación entre la ingesta materna de alérgenos y la presencia de alérgenos en la leche materna y la concentración de este alérgeno en la leche materna.59,60

Sin embargo, no todos los estudios apoyan la presencia de IgE específica en suero en la sangre del cordón umbilical (lo que sugiere en contra del riesgo de sensibilización alimentaria en el útero) y que algunas mujeres podrían tener una excreción retrasada, o nula, de alérgenos comunes en la leche materna.61,62

En una revisión sistemática, sólo se encontraron cantidades detectables de alérgenos en la leche materna de forma inconsistente, y cuando se encontraron tales cantidades, fueron en cantidades bajas y raramente excedían la dosis desencadenante que podría provocar una reacción en menos del 1% de la población alérgica.63

La mayor evidencia disponible en relación con la exposición dietética materna en el embarazo y la lactancia y el desarrollo de alergia alimentaria en la infancia, es específicamente para la ingestión materna de maníes.

La bibliografía sobre el tema ha evolucionado con el tiempo, pero es de baja calidad y sigue siendo algo contradictoria.64 Aunque los estudios de cohortes más antiguos, en su mayoría retrospectivos, sugieren que no hay ningún efecto o que la ingesta materna de cacahuete aumenta el riesgo de alergia al cacahuete en la infancia,62,65-67 estudios de cohortes observacionales prospectivos más recientes sugieren que la ingesta materna de cacahuete es protectora y se asocia con un menor riesgo de alergia al cacahuete en la infancia. 62,65-71

Una revisión sistemática de 2010 sobre la influencia de la ingesta materna de cacahuete y el desarrollo de sensibilización y alergia al cacahuete en la descendencia informó de pruebas de baja calidad y heterogéneas (en su mayoría observacionales) que impidieron en gran medida llegar a conclusiones definitivas.71 Los estudios son igualmente contradictorios en el caso de la ingestión materna de otros alérgenos comunes, como el huevo y la leche de vaca.72-74

Una revisión sistemática que sirvió de base para las recomendaciones de prevención de la EAACI no encontró pruebas que apoyaran las modificaciones de la dieta materna durante el embarazo o la lactancia para prevenir la alergia alimentaria.45 En la actualidad, un ensayo controlado aleatorizado multicéntrico australiano está investigando el efecto de la ingesta materna de huevo y cacahuete durante el embarazo y la lactancia sobre los resultados de la alergia al cacahuete y al huevo en los lactantes (PrEggNutsStudy; ACTRN12618000937213).

Existe una heterogeneidad considerable en la bibliografía sobre los efectos de la eliminación de la dieta materna en el desarrollo de la alergia en la descendencia, lo que dificulta la obtención de conclusiones definitivas. Los estudios varían con respecto al riesgo atópico familiar, el momento de la exposición al antígeno, la cantidad y la duración de la exposición al antígeno, y el resultado evaluado de alergia alimentaria o sensibilización alimentaria, que representan conceptos distintos, aunque la sensibilización se utiliza a menudo como sustituto de la alergia alimentaria.64

La calidad de los estudios es un problema, dado que la mayoría de ellos son observacionales y de naturaleza predominantemente retrospectiva, lo que conlleva el riesgo de sesgo de recuerdo e impide determinar la causalidad, y presentan riesgos considerables de confusión debido a la probabilidad de causalidad inversa y a que se realizaron en un momento en el que se recomendaba la introducción tardía de sólidos alergénicos.64

Los ensayos controlados aleatorizados podrían ayudar a proporcionar una orientación más definitiva, aunque son difíciles y caros de realizar, y menos factibles en algunos países sin un sistema sanitario centralizado.75 Además, la ingesta dietética materna es probablemente sólo una pieza de un rompecabezas mucho mayor con respecto a la prevención de las alergias infantiles, que incluye la lactancia materna, las exposiciones ambientales y la edad de introducción de los alimentos alergénicos en la dieta del lactante.

Aunque sigue sin saberse si las exposiciones dietéticas maternas en el embarazo o la lactancia por sí solas tienen el potencial de modificar el riesgo alérgico de un niño, hay pruebas sustanciales de que las eliminaciones dietéticas maternas pueden ser perjudiciales. Una revisión Cochrane de 2014 sobre la evitación de antígenos en la dieta materna durante el embarazo, la lactancia o ambos (cinco estudios; N=952 participantes) señaló que era poco probable que las dietas de evitación de antígenos en mujeres de alto riesgo durante el embarazo redujeran sustancialmente el riesgo de enfermedades atópicas de su hijo, pero se asociaron con un aumento de peso gestacional medio significativamente inferior.76

Las directrices actuales recomiendan de manera uniforme no realizar modificaciones en la dieta materna durante el embarazo o la lactancia como medio de prevención de alergias.39-41

La EAACI sugiere no eliminar alimentos de la dieta durante el embarazo o la lactancia como medio de prevención de alergias alimentarias.77 Las directrices de la Academia Americana de Alergia, Asma e Inmunología (AAAAI), junto con el Colegio Americano de Alergia, Asma e Inmunología (ACAAI) y la Sociedad Canadiense de Alergia e Inmunología Clínica (CSACI), señalan que no se recomiendan las dietas de exclusión materna.78 Del mismo modo, la Academia Americana de Pediatría (AAP) no apoya el papel de la eliminación de la dieta materna como medio de prevención de las alergias.39

El papel de la lactancia materna exclusiva en la prevención de las alergias alimentarias

La leche materna es la fuente de nutrición infantil recomendada en todo el mundo y tiene factores inmunomoduladores y antimicrobianos que pueden modular el riesgo atópico del lactante.79 Sin embargo, al igual que ocurre con las intervenciones dietéticas maternas, los datos sobre el efecto de la lactancia materna exclusiva durante los primeros 4-6 meses de vida en el riesgo de que el lactante desarrolle alergias alimentarias son contradictorios.

Los estudios han descubierto que la lactancia materna exclusiva se asocia a una reducción de la alergia alimentaria,80-83 puede no tener ningún efecto,84,85 y puede aumentar el riesgo de alergia alimentaria.86Un meta-análisis sobre la asociación entre la lactancia materna y las enfermedades alérgicas infantiles no encontró ninguna asociación entre una duración de la lactancia materna más prolongada frente a una más breve y la alergia alimentaria infantil, señalando la alta heterogeneidad y la baja calidad de la estimación de nueve estudios de cohortes y cuatro transversales.87

En un análisis secundario que estratificó la edad del resultado de la enfermedad alérgica, siguió sin haber asociación entre la lactancia materna exclusiva y la alergia alimentaria en niños menores de 5 años, ya que la heterogeneidad era demasiado alta para que la estimación fuera fiable.87

Las limitaciones de los estudios sobre lactancia materna son que son predominantemente no aleatorizados y retrospectivos, tienen duraciones variables de lactancia materna exclusiva y se basan en la sensibilización como marcador de alergia alimentaria en lugar del patrón oro que es una provocación alimentaria oral con alérgenos.39 Los componentes inmunomoduladores de la leche materna pueden variar de una madre a otra.88

Al igual que con todos los resultados atópicos, la percepción de la atopia y su efecto en la elección de la lactancia materna debe considerarse como un factor de confusión, que se suma al riesgo antes mencionado de causalidad inversa con las dietas de evitación materna. Una gran encuesta nacional realizada en EE.UU. en 2020 descubrió que la preocupación por las reacciones alimentarias se asociaba con un abandono más temprano de la lactancia.89 Muchos de los estudios publicados no han incorporado la posible interacción de la ingestión materna de alérgenos durante la lactancia.

La lactancia materna exclusiva se recomienda para los lactantes debido a sus numerosos beneficios tanto para la madre como para el lactante. Sin embargo, como medio de prevención de las alergias alimentarias, la AAP señala que "no se puede llegar a ninguna conclusión sobre el papel de la duración de la lactancia materna en la prevención o el retraso de la aparición de alergias alimentarias específicas".39 De forma similar, las guías de la AAAAI, la ACAAI y la CSACI no señalan ninguna asociación específica entre la lactancia materna exclusiva y la prevención de las alergias alimentarias.40 La EAACI no tiene "ninguna recomendación a favor o en contra del uso de la lactancia materna para prevenir las alergias alimentarias en lactantes y niños pequeños", pero fomenta la lactancia materna por los muchos otros beneficios para la madre y el lactante siempre que sea posible.77

Para la prevención específica de la alergia a la leche de vaca, una revisión crítica de 2004 de la literatura publicada (que era toda observacional) concluyó que la lactancia materna exclusiva durante 3-6 meses estaba asociada con un menor riesgo de alergia a la leche de vaca.90 Sin embargo, desde la publicación de la revisión, hubo tres estudios observacionales y dos estudios controlados aleatorizados que encontraron una asociación entre el retraso (más allá de los primeros meses de.16,17,91,92 Uno de estos estudios observacionales sugiere además que la combinación de la lactancia materna continuada con la administración precoz de leche de vaca podría tener un efecto protector.16

Un ensayo controlado aleatorizado publicado en 2021 demostró que, entre 504 lactantes de riesgo estándar, la ingesta regular de leche de fórmula de vaca (≥10 ml/día) entre los 1 y los 2 meses de edad redujo significativamente el riesgo de alergia a la leche de vaca frente a la no administración de suplementos de leche de fórmula de vaca. Además, esta suplementación no impidió la lactancia materna continuada, ya que no hubo diferencias en el porcentaje de lactantes amamantados a los 6 meses de edad.23 Aunque las guías anteriores de la AAAAI recomendaban la lactancia materna exclusiva durante al menos 4 meses para reducir el riesgo de alergia a la leche de vaca (pero no a otros alimentos en general),72 esta práctica ya no se recomienda.

La declaración de posición del CSACI de 2022, junto con la Sociedad Canadiense de Pediatría y Dietistas de Canadá, ha afirmado que la suplementación irregular con leche de fórmula de vaca podría aumentar el riesgo de alergia a la leche de vaca, y ha recomendado que si se introduce la leche de fórmula de vaca en la dieta del lactante, se continúe con la ingesta regular de al menos 10 ml/día para evitar la pérdida de tolerancia.41 Interacción entre la lactancia materna, la ingestión materna de alérgenos durante la lactancia y la introducción precoz de alimentos.

Las intervenciones maternas, junto con la introducción precoz de alimentos en la dieta del lactante, podrían actuar conjuntamente para reducir el riesgo de alergia alimentaria del lactante.

Un estudio de Pitt y colaboradores 93 ha sugerido que la combinación de la ingestión materna de maníes durante la lactancia y la introducción temprana de los maníes podría tener un papel en la prevención de la alergia infantil a los maníes. En este análisis secundario del Estudio Canadiense de Prevención Primaria del Asma, en el que se investigó una cohorte anidada de lactantes con riesgo de atopia, la menor incidencia de sensibilización al cacahuete entre los niños de 7 años (n=342) se produjo en el grupo de madres que ingirieron cacahuete durante la lactancia e introdujeron el cacahuete en la dieta del niño antes de los 12 meses de edad.93

Hubo una mayor incidencia de alergia al cacahuete cuando las madres ingirieron maníes durante la lactancia pero retrasaron la ingestión de maníes (en forma no asfixiante) en el niño más allá de la infancia, o cuando las madres no ingirieron maníes durante la lactancia pero los introdujeron en el primer año de vida del lactante (sensibilización en lugar de alergia como resultado). Además, se trataba de análisis secundarios y los efectos analizados no formaban parte inicialmente del diseño del estudio. La conclusión de este estudio es diferente a la del estudio LEAP, en el que la introducción del cacahuete en la infancia por sí sola fue una medida protectora.19

En el estudio LEAP, sólo aproximadamente el 10% de la población total del estudio recibía lactancia materna exclusiva al inicio del estudio y sólo el 39-6% del grupo de consumo de cacahuete y el 44-2% del grupo de evitación del cacahuete continuaron con la lactancia materna después de la inscripción, por lo que los lactantes de este estudio estuvieron expuestos al cacahuete en gran medida en ausencia de lactancia materna e ingestión de cacahuete.94

Es posible que otros factores genéticos o ambientales interactúen con estas exposiciones. También es posible que los resultados reflejen poblaciones diferentes (p. ej., una población más atópica en el LEAP). Por último, el estudio de Pitt y colaboradores93 tenía un resultado de sensibilización en lugar de alergia (mientras que el LEAP analizó específicamente la alergia documentada por provocación oral), lo que podría influir en los resultados.

Otro estudio, realizado por Azad y colaboradores,95 propusieron una hipótesis de triple exposición, según la cual la combinación de la lactancia materna con la ingestión simultánea de maníes por parte de la madre y la ingestión precoz de maníes en la infancia podría actuar de forma acumulativa en la prevención de la alergia a los maníes.

En esta cohorte de nacimientos de población general (CHILD) de 2.759 parejas madre-hijo, los lactantes que ingirieron maníes antes de cumplir 1 año presentaron el menor riesgo de sensibilización al cacahuete (prueba de punción cutánea positiva) a los 5 años si las madres seguían amamantando e ingiriendo maníes en el momento de la introducción del cacahuete en el lactante. Hubo una reducción de la sensibilización al maní con la introducción del mismo antes del año de edad (en comparación con los lactantes que ingirieron maníes después de la edad del año de edad) si los lactantes no eran amamantados, pero el riesgo fue mayor se redujo con la lactancia materna y la ingestión de maníes.

No se observaron diferencias (ni beneficiosas ni perjudiciales) por la ingesta materna de maníes durante el embarazo (suponiendo una ingesta similar de maníes durante el embarazo y la lactancia) en ausencia de lactancia materna. Los autores de este estudio proponen una hipótesis de triple exposición, sugiriendo que el efecto inmunomodulador de la lactancia materna, junto con la exposición al cacahuete a través de la leche materna y la ingestión temprana de cacahuete, puede preparar al sistema inmunitario para la tolerancia al cacahuete.

Las limitaciones de este estudio incluyen un resultado de sensibilización al maní en lugar de alergia al maní, la extrapolación de la ingesta de cacahuete durante el embarazo para representar la ingesta de cacahuete durante la lactancia y la escasa documentación sobre la frecuencia de la ingesta de cacahuete por los lactantes. Se necesitan más estudios para refinar esta hipótesis.

Conclusión y desarrollos futuros

La evidencia está evolucionando en cuanto al papel de las intervenciones maternas durante el embarazo y la lactancia como medio de prevención de la alergia alimentaria. Para muchas intervenciones (con la excepción de los prebióticos y los probióticos), la base de la evidencia es predominantemente observacional, con variaciones en la población de estudio (con algunos estudios, pero no todos, centrados en familias con riesgo atópico), el momento de la exposición (es decir, el trimestre del embarazo) y qué resultados específicos se identificaron (p. ej., sensibilización frente a alergia).

Sigue sin estar claro si la lactancia materna exclusiva, la ingestión materna de alérgenos comunes o la suplementación materna con vitamina D, prebióticos o probióticos, u omega-3 tienen un papel en la prevención de las alergias alimentarias; los prebióticos y los probióticos sí tienen un papel potencial en el embarazo y la lactancia (así como en la infancia) como medio de prevención del eccema.

Un avance interesante que requiere una mayor validación por parte de otros estudios es la evidencia de que una combinación de intervenciones maternas, junto con la introducción temprana de alimentos en el lactante, podría funcionar conjuntamente para reducir el riesgo de alergia alimentaria del lactante.

Las guías actuales no recomiendan ninguna intervención materna específica para prevenir la alergia alimentaria infantil durante el embarazo y la lactancia, aparte de la Declaración de Posición de la CSACI y la Sociedad Canadiense de Pediatría de 2022, que recomendaba de forma exclusiva la ingesta regular de leche de fórmula de vaca una vez introducida, para la prevención de la alergia a la leche de vaca.

A medida que se aprende más sobre las interacciones de las intervenciones maternas con la introducción temprana de alimentos, una hipótesis de doble o triple exposición podría tener implicaciones importantes en el campo de la prevención de la alergia a los alimentos. Se están realizando ensayos sobre el papel de la suplementación y la dieta maternas, como el estudio PrEggNuts.

Otras intervenciones prioritarias que se están investigando son la ingesta materna de antioxidantes, la influencia del genotipo y fenotipo maternos, y el papel de la microbiota materna en el desarrollo de la alergia alimentaria del lactante.96-99 A medida que evolucione la investigación, las intervenciones maternas podrían ser un medio interesante y cada vez más destacado de influir en el riesgo de desarrollo de alergia alimentaria en el lactante.

Comentario

La prevalencia de las alergias alimentarias aumentó considerablemente en las últimas décadas y muchas, suelen ser de por vida, lo que puede suponer una gran carga económica y psicológica para las familias y tiene un efecto importante en la calidad de vida.

En el último tiempo se dio mayor relevancia al rol de las intervenciones maternas en la prevención de la alergia alimentaria en la infancia.

Es llamativo que la evidencia muestra que una combinación de intervenciones maternas, junto con la introducción temprana de alimentos en el lactante podría funcionar conjuntamente para reducir el riesgo de alergia alimentaria del infante.

Los autores proponen una hipótesis de triple exposición, sugiriendo que el efecto inmunomodulador de la lactancia materna, junto con la exposición al maní a través de la leche materna y la ingesta temprana del maní, puede preparar al sistema inmunitario para la tolerancia al maní.

A medida que evolucione la investigación, las intervenciones maternas podrían ser un medio interesante y destacado de influir en el riesgo de desarrollo de alergia alimentaria en el lactante


Resumen, traducción y comentario objetivo: Dra. María José Chiolo

Fuente: https://www.intramed.net/

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