La urticaria crónica espontánea (UCE) se define como la aparición espontánea de ronchas, angioedema o ambos durante más de 6 semanas debido a causas conocidas o desconocidas. Si bien los mecanismos patológicos exactos que subyacen a la UCE, hasta el momento, no se descifraron por completo, existen pruebas sólidas que respaldan un vínculo con la autoinmunidad.
De manera reciente, se propusieron 2 endotipos de UCE: UCE autoinmune tipo I mediada por autoanticuerpos IgE (también conocida como UCE autoalérgica) y UCE autoinmune tipo IIb (UCEai), en las que los autoanticuerpos IgG, y quizá IgM e IgA son responsables de activación directa de las células cebadas mediante la unión a receptores de IgE de alta afinidad. La prueba cutánea positiva de suero autólogo (PCSA), el ensayo de liberación de histamina basófila (ELHB) y el inmunoensayo para autoanticuerpos IgG específicos contra FcεRIα/IgE son el estándar de oro actual para el diagnóstico de UCEai. Al menos 8% de los pacientes con UCE tienen UCEai y se afectan más con niveles más bajos de IgE total, y tasas más altas de eosinopenia y basopenia.
Por otro lado, se sabe que los pacientes con UCE a menudo presentan trastornos autoinmunes comórbidos, sobre todo tiroiditis de Hashimoto (TH), vitíligo y artritis reumatoide. Además, se describió que la UCE se presenta en pacientes con enfermedades autoinmunes comunes como la enfermedad tiroidea autoinmune (ETAI) y trastornos autoinmunes un poco más raros, por ejemplo, encefalitis autoinmune. Se cree que la UCE ocurre con más frecuencia en pacientes con ETAI, lupus eritematoso sistémico (LES), artritis reumatoide o enfermedad celíaca.
Tres razones subrayan la importancia de la investigación sobre el papel y la relevancia de las enfermedades autoinmunes en la UCE. Primero, la presencia de enfermedades autoinmunes en pacientes con UCE puede predecir la duración, la actividad y el curso de la UCE y la respuesta al tratamiento. En segundo lugar, varias características de la UCE pueden asociarse con un riesgo mayor de tener enfermedades autoinmunes comórbidas. El conocimiento de estas características puede ayudar a facilitar el diagnóstico temprano de las enfermedades autoinmunes comórbidas en pacientes con UCE. En tercer lugar, las intervenciones terapéuticas en pacientes con UCE y enfermedades autoinmunes concomitantes deben alinearse para asegurar la máxima eficacia, así como las interacciones farmacológicas y los efectos adversos mínimos. Por ejemplo, el tratamiento de la UCE, como omalizumab o ciclosporina, también puede ser eficaz en algunas otras enfermedades autoinmunes, por ejemplo, LES, penfigoide ampolloso, granulomatosis eosinofílica con poliangeítis y síndromes poliglandulares autoinmunes.
Así, el vínculo entre la UCE y la autoinmunidad se conoce desde hace muchos años, aunque la distribución específica de las enfermedades autoinmunes en diferentes fenotipos y endotipos de la UCE se caracteriza menos. En este estudio retrospectivo multicéntrico con más de 1,000 pacientes con UCE, se evaluaron factores clínicos y de laboratorio asociados a un riesgo mayor de padecer enfermedades autoinmunes y se caracterizó esta subpoblación de pacientes.
MATERIALES Y MÉTODOS
Pacientes
Se analizaron los datos de 1199 pacientes con UCE de las clínicas especializadas en urticaria de Medicina de la Universidad de la Caridad en Berlín, Alemania (n = 791), IM Sechenov Primera Universidad Estatal de Medicina de Moscú, Rusia (n = 249) y otros 10 centros colaboradores de urticaria (n = 159, el estudio PURIST, algunos datos se publicaron antes). Los datos de los pacientes se analizaron de forma retrospectiva. El estudio siguió las guías de Buenas Prácticas Clínicas y la Declaración de Helsinki, cada uno de los centros colaboradores obtuvo la aprobación ética según se requirió, y todos los pacientes proporcionaron un consentimiento informado firmado. La UCE se definió como ronchas recurrentes, angioedema o ambos durante >6 semanas debido a causas conocidas o desconocidas y sin desencadenantes definidos. Se excluyeron los pacientes con urticaria crónica inducible sola y los pacientes con vasculitis urticariana.
Enfermedades autoinmunes
Se analizaron los registros de los pacientes en busca de antecedentes o presencia de enfermedades autoinmunes como vitíligo, artritis reumatoide, enfermedad celíaca, diabetes mellitus tipo I, LES, gastritis autoinmune/anemia perniciosa, espondilitis anquilosante, alopecia areata, miastenia gravis, síndrome antifosfolípido, esclerodermia, púrpura trombocitopénica idiopática, dermatomiositis, cirrosis biliar primaria y hepatitis autoinmune. Los pacientes con UCE con varias otras afecciones como psoriasis, endometriosis, fibromialgia, pérdida auditiva neurosensorial y trombocitopenia, en los que se discutió la naturaleza autoinmune de la enfermedad, pero al final no se confirmó, se excluyeron de los análisis a menos que estuvieran presentes otras enfermedades autoinmunes. La ETAI se evaluó si se diagnosticó por un médico y/o estaban presentes niveles elevados de IgG anti-TPO con eutiroidismo, hipotiroidismo (HT) o hipertiroidismo (enfermedad de Graves). Algunos pacientes con UCE e hipotiroidismo pueden tener niveles normales de hormonas tiroideas debido al tratamiento con levotiroxina.
Parámetros clínicos y de laboratorio
Se extrajo sangre y se analizó para la atención de rutina del paciente. A partir de la historia clínica de los pacientes, se extrajeron datos sobre edad, sexo, duración de la UCE, presencia de angioedema concomitante, antecedentes familiares de enfermedades autoinmunes, actividad de la enfermedad y resultados de PCSA, hemograma completo, anticuerpos antinucleares (ANA), IgE e IgG totales en suero, niveles anti-TPO, si estaban disponibles.
Se analizaron las tasas de enfermedades autoinmunes en 4 grupos de edad de pacientes con UCE (<20, 20-29, 30-39, >39 años) de acuerdo con los datos reportados con anterioridad sobre la edad media de aparición más común de las enfermedades autoinmunes de 20-29 y 40-50 años. La actividad de la enfermedad se determinó mediante el puntaje de actividad de urticaria (UAS), que se calculó como la suma del prurito (no = 0, leve = 1, moderado = 2, intenso = 3) y la puntuación de habones (sin habones = 0, <20 habones/24 h = 1, 20-50 habones/24 h = 2, >50 habones/24 h = 3) durante 7 días consecutivos (UAS7, mínimo = 0, máximo = 42). Los pacientes con UCE se dividieron en 3 grupos según la actividad de la UCE: actividad baja de la enfermedad = 0-15 (UCE sin urticaria, bien controlada o UCE leve); actividad moderada de la enfermedad = 16-27 (UCE moderada); y actividad alta de la enfermedad = 28-42 (UCE grave).
UCE autoinmune tipo IIb
La UCEai se define de acuerdo con un conjunto acordado de 3 criterios diagnósticos: (a) autorreactividad positiva in vivo (PCSA positiva); (b) BHRA positivo in vitro y/o prueba de activación de basófilos (PAB) como evidencia de autoanticuerpos funcionales liberadores de histamina en suero en suero de pacientes que se dirigen contra IgE o receptores de IgE de alta afinidad; y (c) un inmunoensayo positivo para la detección de autoanticuerpos IgG contra FcεRIα y/o anti-IgE. La PCSA es una prueba de detección de UCEai que evalúa la presencia de factores séricos liberadores de histamina de cualquier tipo, incluidos los autoanticuerpos IgG contra FcεRIα o IgE. La PCSA se considera positiva cuando el habón del suero es ≥1.5 mm en comparación con el control negativo (solución salina). En pacientes con UCE del estudio PURIST (n = 159), las tres pruebas que definen UCEai se realizaron como se describió con anterioridad.
La mayoría de los análisis se realizaron en todos los centros, excepto BHRA/PAB, IgG anti-FcεRIα/IgE (datos del estudio PURIST) y UAS7 (datos de la clínica de urticaria de Berlín y del estudio PURIST). El UAS7 se calculó por lo general siete días antes de la muestra de sangre y la PCSA.
Respuesta al tratamiento
La asociación entre la presencia de marcadores de enfermedades autoinmunes, a saber, ANA e IgG anti-TPO, y el tratamiento con omalizumab 300 mg se analizó de forma retrospectiva en 45 pacientes con UCE de la cohorte de Berlín. De 45 pacientes, siete, 18 y 20 eran no respondedores (una reducción en el UAS7 de menos de 30%), respondedores parciales (una reducción en UAS7 de 30% a 89%) y respondedores completos (una reducción de 90% o más desde el inicio en el UAS7) al omalizumab, de manera respectiva. Para este análisis se utilizaron las mediciones de ANA e IgG anti-TPO antes del tratamiento con omalizumab.
Análisis estadístico
El análisis estadístico se realizó mediante el paquete estadístico para las ciencias sociales (IBM SPSS versión 25.0; IBM Corp, Nueva York, NY, EE. UU.). Las figuras se realizaron mediante GraphPad Prism 6 (GraphPad Software, La Jolla, CA, EE. UU.). Debido a la metodología, faltaron datos para algunas variables y algunos análisis se realizaron en subgrupos. Las características demográficas de los pacientes con UCE se reportaron mediante estadística descriptiva. Debido a que los datos no se distribuyeron de forma normal, se utilizaron pruebas no paramétricas. Los grupos se compararon mediante la prueba U de Mann-Whitney, la prueba de homogeneidad de chi-cuadrada y la prueba exacta de Fisher (si los datos violaban el supuesto de adecuación del tamaño de la muestra). Los valores de P < 0.05 se consideraron significativos. El análisis post hoc implicó comparaciones por pares mediante la prueba z de 2 proporciones o múltiples pruebas exactas de Fisher con corrección de Bonferroni (la significación estadística se estableció en P < 0.02).
RESULTADOS
Las enfermedades autoinmunes, en su mayoría HT, son frecuentes en pacientes con UCE
De 1199 pacientes con UCE, 28% (n = 333) tenía una o más enfermedades autoinmunes comórbidas (Tabla 1). La enfermedad más prevalente fue ETAI (25%, en su mayoría TH, ≥21%). En 3% de los casos se observaron otras comorbilidades autoinmunes, vitíligo de forma principal (2%) y artritis reumatoide (1%). De los 333 pacientes con UCE con una enfermedad autoinmune comórbida, 91% tenía una, con mayor frecuencia ETAI, 8% tenía 2 y menos de 1% tenía 3 (Tabla 2). Alrededor de 1% de todos los pacientes con UCE tenían TH y vitiligo, la combinación más frecuente de 2 enfermedades autoinmunes comórbidas (Tabla 2). Los pacientes con UCE que tenían 40 años o más tenían comorbilidades autoinmunes, en especial ETAI, AR y vitiligo, con más frecuencia que los pacientes más jóvenes (Tabla 1).
Las comorbilidades autoinmunes, en pacientes con UCE, se asocian con ser mujer y tener antecedentes familiares de autoinmunidad
Las comorbilidades autoinmunes se notificaron con mayor frecuencia en pacientes mujeres con UCE (cociente de riesgo [RR] = 2.3, P < 0.001) y pacientes con antecedentes familiares de enfermedades autoinmunes (RR = 2, P < 0.001; Tabla 3, tabla complementaria S1). Los pacientes con angioedema también tenían tasas más altas de enfermedades autoinmunes comórbidas (RR = 1.2, P = 0.05, Tabla 3).
La presencia de enfermedades autoinmunes en pacientes con UCE tendió a asociarse con una mayor actividad de la enfermedad (Tabla 3, Fig. 1A y B).
En pacientes con UCE, la presencia de enfermedades autoinmunes, sobre todo ETAI, se asocia con tasas más altas de hipotiroidismo e hipertiroidismo
La mayoría (91%) de los pacientes con UCE tenían niveles normales de hormona estimulante de la tiroides (TSH) (0.27 a 3.9 mU/L). Veintiocho (4%) pacientes mostraron niveles bajos (por debajo de 0.27 mU/L) y 34 (5%) pacientes tenían niveles normales altos/altos de TSH (por encima de 3.9 mU/L).
De los pacientes con niveles normales altos/altos de TSH, 68% (n=23) tenían enfermedades autoinmunes; de los pacientes con niveles bajos de TSH, 54% (n = 15) tenía enfermedades autoinmunes; de los pacientes con niveles normales de TSH, sólo 24% (n=143) tenían enfermedades autoinmunes (P < 0.001 para todos, Tabla 3). No se observaron diferencias con respecto a las enfermedades autoinmunes entre los pacientes con niveles bajos y elevados de TSH.
El setenta y uno por ciento (27/38) de los pacientes con niveles normales altos/altos o bajos de TSH se diagnosticaron con HT o tenían niveles elevados de IgG anti-TPO. Un paciente tenía la enfermedad de Graves y 7 pacientes tenían ETAI indefinida.
En pacientes con UCE, las enfermedades autoinmunes comórbidas se relacionan con tener UCE autoinmune tipo IIb
Los pacientes con cualquiera de los criterios de definición de UCEai, como PCSA, PAB y/o BHRA positivos, tenían más a menudo enfermedades autoinmunes en comparación con los pacientes sin ellos (Tabla 3). El riesgo de tener enfermedades autoinmunes es 1.7, 2.9 y 3.3 veces mayor para los pacientes con UC con PCSA, BHRA y PAB positivos en comparación con los pacientes con UCE con resultados negativos de PCSA, BHRA y PAB, de manera respectiva. Los pacientes con UCE con IgG anti-FcεRIα/IgE detectable mostraron tasas similares de enfermedades autoinmunes que los pacientes sin IgG anti-FcεRIα/IgE (Tabla 3).
La prevalencia de enfermedades autoinmunes fue mayor en forma significativa en los pacientes que tenían UCEai verdadera “triple positivo” (60%) en comparación con los pacientes que fueron positivos sólo para algunos, pero no todos los marcadores de UCEai (28%) y los pacientes que tenían “triple-UCE negativo (17%, Tabla 3).
Otras características de la UCEai, es decir, recuentos más bajos de eosinófilos y basófilos en sangre y niveles más bajos de IgE total, también se relacionaron con la presencia de enfermedades autoinmunes en pacientes con UCE (Fig. 1C-E, Tabla 3).
Los marcadores de enfermedades autoinmunes, en pacientes con UCE, se asocian con respuestas deficientes al tratamiento con omalizumab
En los pacientes con UCE, la prevalencia de la positividad de ANA y/o IgG anti-TPO fue mayor de forma significativa en los no respondedores al tratamiento con omalizumab (71%, 5/7) en comparación con los respondedores completos (20%, 4/16, Tabla 4). Los ANA y/o IgG anti-TPO fueron negativos en 80% de los respondedores completos, 39% de los que respondieron de forma parcial y 29% de los que no respondieron.
DISCUSIÓN
Los resultados de este estudio confirman que alrededor de un tercio de los pacientes con UCE tienen comorbilidades autoinmunes. Es importante destacar que la comorbilidad autoinmune se relaciona de forma estrecha con la UCEai tipo IIb. Estos hallazgos apoyan el concepto de que la UCEai es un endotipo distinto de UCE. También ayudan a evaluar y monitorear a los pacientes con UCE, en especial aquellos con UCEai, para enfermedades autoinmunes comórbidas en la práctica clínica habitual.
¿Qué tan frecuentes son las comorbilidades autoinmunes en la población general y en pacientes con UCE? La mayoría de las EAI son enfermedades raras o muy raras, mientras que otras, como la tiroiditis o la diabetes tipo I, son más comunes. Un estudio poblacional reciente en el que participaron ~800.000 personas en Cataluña (España) investigó la prevalencia de 78 enfermedades autoinmunes e identificó la ETAI con 5% como la más prevalente, seguida de la diabetes tipo I y la artritis reumatoide (ambas <1%). En la población de pacientes con UCE (sólo unos pocos pacientes también eran de Cataluña), 25% presentaba ETAI, TH o enfermedad de Graves comórbidas, lo que indica que la ETAI es 5 veces más frecuente en la UCE que en la población normal. Esto está en línea con los resultados de numerosos estudios previos, que reportaron tasas de TH que oscilan entre 1% y 28% en la UCE. En este estudio, el vitíligo también es más prevalente en los pacientes con UCE en comparación con la población general (2% vs <1%). Además, es probable que la prevalencia de artritis reumatoide y gastritis autoinmune sea mayor en UCE (1% en este estudio) que en la población general (<1%, Tabla 1).
En 2% de los pacientes, la UCE se asoció con 2 o 3 enfermedades autoinmunes, en especial TH y vitiligo, gastritis autoinmune o artritis reumatoide, un llamado síndrome poliglandular autoinmune. Esto está en línea con estudios previos, donde el vitiligo y la artritis reumatoide fueron también las enfermedades autoinmunes reportadas con mayor frecuencia en combinación con ETAI y UCE.
Tanto en pacientes con UCE como en la población general, las enfermedades autoinmunes se asocian con el sexo femenino, la edad avanzada y antecedentes familiares de enfermedades autoinmunes. En 2 grandes estudios retrospectivos, la urticaria crónica en pacientes femeninas se asoció de forma importante con ETAI, LES, vitíligo, púrpura de Henoch-Schönlein, artritis reumatoide, síndrome de Sjögren, enfermedad celíaca y diabetes mellitus tipo I. Enfermedades autoinmunes que son más prevalentes en niños y adultos jóvenes, por ejemplo, enfermedad celíaca y diabetes mellitus tipo I, también se observan con mayor frecuencia en pacientes con UCE más jóvenes de esta cohorte. Caminiti et al reportaron con anterioridad que la presencia de enfermedad celíaca en niños con urticaria crónica era más frecuente de forma significativa que en niños control. Sin embargo, es probable que la prevalencia global de enfermedades autoinmunes sea menor en pacientes jóvenes con UCE que en pacientes con UCE de mediana edad después del inicio de la UCE.
¿Cuáles son las implicaciones clínicas de los hallazgos encontrados? La ETAI se presenta con eutiroidismo o hipotiroidismo en la TH e hipertiroidismo (tirotoxicosis) en la enfermedad de Graves. La TH se relaciona con muchas otras enfermedades autoinmunes, como el vitíligo. La IgG anti-TPO se considera un marcador sensible tanto para la TH como para la enfermedad de Graves. La IgG anti-TPO aparece en 90% de los pacientes con TH en comparación con 25%-50% de la IgG antitiroglobulina. En pacientes con TH, el eutiroidismo, es decir, positividad de IgG anti-TPO, niveles normales de TSH y hormona tiroidea y ausencia de síntomas, o hipotiroidismo subclínico pueden progresar a hipotiroidismo manifiesto. Las tasas aumentadas de esta progresión se asocian con el sexo femenino, TSH ≥7 mU/L y títulos mayores de IgG anti-TPO. La frecuencia de positividad de IgG anti-TPO también aumenta con la edad, con un pico alrededor de los 50 años.
¿Significa esto que los pacientes adultos con UCE deben someterse a pruebas de detección de IgG anti-TPO? Varias líneas independientes de evidencia apoyan este objetivo y sugieren que el cribado de la TH en los pacientes con UCE puede mejorar los resultados tanto de la TH como de la UCE. Primero, los autores y otros detectaron una mayor prevalencia de TH diagnosticada por niveles séricos de IgG anti-TPO en >10% de los pacientes con UCE. Se asoció con el sexo femenino, la edad avanzada y tasas más altas de hipotiroidismo. El tratamiento con levotiroxina puede mejorar el pronóstico, disminuir el riesgo de eventos cardiovasculares adversos y prevenir la progresión al hipotiroidismo manifiesto. En segundo lugar, en pacientes con UCE, se demostró que el HT se asocia con otras enfermedades autoinmunes sistémicas y/o específicas de órganos, incluidos los síndromes poliglandulares autoinmunes. En tercer lugar, el HT puede indicar la presencia de UCEai, que suele ser más grave y resistente al tratamiento con omalizumab. Además, el tratamiento del hipotiroidismo con levotiroxina podría asociarse con una mejoría de la UCE, aunque algunos estudios no lo confirmaron.
La guía internacional de urticaria recomienda que los médicos evalúen a los pacientes con UCE en busca de hormonas tiroideas y autoanticuerpos en el estudio de diagnóstico extendido si así lo indica la historia. A la luz de la evidencia que se presentó con anterioridad, así como de los hallazgos del presente estudio, se recomienda que todos los pacientes adultos con UCE se sometan a pruebas de detección de IgG anti-TPO. Si se detectan niveles elevados, se debe verificar la función tiroidea (por ejemplo, TSH, T4 libre) y se pueden realizar pruebas para UCEai (por ejemplo, PCSA, PAB/BHRA). Si la función tiroidea no se encuentra alterada y los síntomas se encuentran ausentes, se debe realizar un seguimiento periódico de los pacientes para vigilar los síntomas de hipotiroidismo y detectar cualquier aumento de su TSH y/o desarrollar enfermedades autoinmunes distintas de la TH (Figura 2).
¿Las enfermedades autoinmunes comórbidas en pacientes con UCE se relacionan con la autoinmunidad tipo IIb? Los hallazgos encontrados muestran que, en la UCE, la presencia de enfermedades autoinmunes comórbidas y un historial familiar positivo de enfermedades autoinmunes se asocian con marcadores de UCEai, por ejemplo, “triple positividad” e IgE total baja, lo cual está en línea con hallazgos anteriores. Esto puede explicarse por la coocurrencia conocida de múltiples fenómenos y enfermedades autoinmunes. Las observaciones de los autores, por un lado, refuerzan la evidencia de la existencia de un subtipo autoinmune distinto de UCE. Por otro lado, indican la necesidad de incluir preguntas específicas en la historia y/o en el diagnóstico de laboratorio adicional de enfermedades autoinmunes comórbidas en un subgrupo de pacientes con UCE. Esto es en especial cierto para los pacientes que son positivos para PCSA, BHRA y/o PAB y tienen autoanticuerpos detectados por inmunoensayo. De manera sorprendente, no se observaron tasas más altas de enfermedades autoinmunes en pacientes con la presencia de IgG anti FcεRIα/IgE. Esto podría explicarse por el hecho de que estos anticuerpos no son funcionales en algunos pacientes y también se describieron en personas sanas.
Es probable que los pacientes con UCEai tengan una respuesta peor y lenta al omalizumab y una buena respuesta a la ciclosporina e inhibición de la tirosina cinasa de Bruton por fenebrutinib (Metz et al, comunicación personal). Se desconoce si la presencia de enfermedades autoinmunes comórbidas también puede predecir la respuesta al tratamiento en pacientes con UCE. Se encontró que la presencia de ANA y/o IgG anti-TPO, marcadores de autoinmunidad y enfermedades autoinmunes, se asoció con la falta de respuesta al tratamiento con omalizumab. Esto concuerda con los datos que se reportaron de forma reciente de una cohorte de pacientes con UCE de Turquía, donde la mala respuesta al tratamiento con omalizumab también se relacionó con la positividad de ANA. Además, en estudios e informes pequeños, el omalizumab fue menos eficaz en pacientes con UCE e IgG anti-TPO. En otros estudios, la ciclosporina fue más eficaz en pacientes con UCE con positividad de PCSA y/o BHRA y autoanticuerpos tiroideos elevados.
La principal fortaleza del estudio actual es la inclusión de una gran cohorte de pacientes de 12 centros europeos y la evaluación de muchos parámetros, incluida la prueba triple para la UCEai. El análisis retrospectivo es una limitación de este estudio. Los datos de los pacientes se extrajeron de diferentes centros en diferentes países y se puede esperar que el diagnóstico, el manejo y el tratamiento de los pacientes difieran de forma significativa entre centros y países. Además, se compararon a los pacientes con UCEai con pacientes con UCE autoinmune no tipo IIb en lugar de aquellos con UCE autoinmune tipo I. Esta es una limitación de este estudio y debe abordarse en estudios futuros. Es importante destacar que estos estudios también deben comparar a los pacientes con UCE autoinmune tipo I y tipo IIb con pacientes que tienen UCE autoinmune tipo I y tipo IIb, una subpoblación de pacientes con UCE que está enferma en la actualidad en términos de su tasa y características clínicas. Además, los 3 marcadores de UCEai, es decir, pruebas de basófilos, PCSA e IgG anti- FcεRIα/IgE, sólo se analizaron, en combinación, en los pacientes del estudio PURIST. La respuesta terapéutica al omalizumab se evaluó sólo en un pequeño subgrupo de pacientes. Al final, algunos de los análisis de rutina no se realizaron por un laboratorio central, en lugar de los centros involucrados, lo que pudo aumentar la heterogeneidad de los datos.
En conclusión, las enfermedades autoinmunes, de forma especial la TH y el vitiligo, son frecuentes en la UCE y se vinculan a la UCEai y la mala respuesta al tratamiento con omalizumab. En los pacientes con UCE, las enfermedades autoinmunes a menudo se pasan por alto, por lo general ocurren a medida que persiste la UCE, pueden tratarse y prevenirse mediante un tratamiento temprano, y el tratamiento puede tener efectos positivos sobre la UCE. Por lo tanto, se recomienda que los pacientes con UCE se evalúen para detectar características de UCEai y se investiguen, al inicio de su urticaria y a intervalos regulares, para enfermedades autoinmunes comórbidas. En todos los pacientes adultos con UCE, se recomienda con firmeza a) verificar si hay síntomas de enfermedades autoinmunes y detección de IgG anti-TPO con reevaluación anual de la función tiroidea en casos asintomáticos positivos; y b) un seguimiento periódico de los pacientes con UCEai, en especial en mujeres con TH y/o antecedentes familiares positivos, para detectar signos y síntomas de otras enfermedades autoinmunes. Se necesitan más estudios y deberían usar marcadores adicionales para UCEai, por ejemplo, IgE total o la proporción de IgG anti-TPO a IgE total, un marcador reciente que se reporta para UCEai.
Allergy Asthma Immunol Res. 2021 Jul;13(4):545-559. English. Published online Feb 16, 2021. https://doi.org/10.4168/aair.2021.13.4.545 | |
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Dra. Med. Sandra Nora González Díaz Jefe y Profesor
Dra. Hilda Hernández Sánchez Profesor
Dra. Grecia Jaqueline Hernández Salcido Residente 1er Año
Dra. Alejandra Macías Weinmann Profesor
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