viernes, 30 de junio de 2017

Alergias alimentarias: la inmunoterapia oral abre nuevos horizontes

Una guía científica, pionera en el mundo, abre nuevas perspectivas, a través de la inmunoterapia oral, para controlar la alergia al huevo y la leche, mediante la introducción pautada, y en dosis crecientes, de estos alimentos con el objetivo de reducir la sensibilidad de las personas alérgicas, especialmente niños
Los lácteos y los huevos pertenecen al grupo de
alimentos que provocan alergias alimentarias.
 
La introducción pautada y en dosis crecientes a personas alérgicas al huevo y a la leche de estos alimentos para lograr la desensibilización es el objetivo de una guía científica española, pionera en el mundo, que estandariza este tratamiento para abrirlo a la práctica clínica habitual.
La guía pone de relieve que la inmunoterapia oral, como se denomina a este tratamiento, puede desensibilizar con éxito hasta al 90 % de los niños con alergia persistente a la leche de vaca o al huevo, lo que les permite poder tomarlo sin restricciones.
Hasta ahora el único tratamiento aceptado de forma generalizada para evitar los síntomas de las alergias alimentarias es la dieta de eliminación, ha señalado el doctor Luis Echeverría, del servicio de alergia pediátrica del Hospital Universitario Severo Ochoa, de Leganés (Madrid).

Aumento de las alergias alimentarias

Las alergias alimentarias están aumentando progresivamente y, aunque no hay estudios epidemiológicos, se estima una prevalencia de entre el 4 y el 8 % de la población, lo que, según este experto, empieza a suponer “un problema de salud pública”, ya que un porcentaje de las personas alérgicas pueden tener reacciones graves que pueden llegar a ser mortales en algunos casos.
El huevo es el alimento más alergénico, seguido de la leche de vaca, razón por la cual la guía se centra en ellos, aunque cada vez surgen más alérgicos al pescado, los frutos secos, los mariscos o la fruta.
El tratamiento tradicional (evitar los alimentos que producen la alergia) plantea serios problemas para la calidad de vida de los niños y sus familias y “resulta difícil llevarlo a la práctica pues el huevo y la leche se encuentran presentes en gran cantidad de productos elaborados”, ha señalado la doctora Elena Alonso, pediatra alergóloga del Hospital Gregorio Marañón de Madrid.

Un trabajo conjunto
Además, siempre existe el riesgo de la exposición inadvertida o accidental, algo que, según los expertos, puede resultar angustioso o dramático, sobre todo para aquellos más sensibles que presentan reacciones graves ante mínimas cantidades del alimento, que pueden llegar a ser anafilácticas.
En la guía han trabajado más de 30 pediatras y alergólogos españoles de 18 centros diferentes que “han realizado una importante labor de consenso” y ofrece las recomendaciones a seguir, lo que permitirá a los profesionales sanitarios aplicar el tratamiento con mayor eficacia y seguridad, según el doctor Carmelo Escudero, del servicio de alergia pediátrica del Hospital Niño Jesús de Madrid.
El 85 % de los niños con alergia a la leche de vaca alcanza la tolerancia espontánea antes de los tres años de edad, mientras que en la alergia al huevo el 65 % de los afectados lo consigue a los 6 años.
Para ese porcentaje que no lo logra por vía natural es al que va dirigida la inmunoterapia oral, un tratamiento cuya duración media se sitúa en los 140 días, aunque varía de unos casos a otros.
“Es un traje a medida”, ha subrayado la doctora Alonso, pionera en la administración de este tratamiento que se está utilizando en España desde 2001 aunque de forma minoritaria y gracias al “voluntarismo” de los médicos.
También se pueden someter las personas adultas, si bien la experiencia que se tiene es menor y “quizá” los resultados sean menos satisfactorios, ha precisado la doctora Rosa García, del servicio de alergología del Hospital General Universitario de Ciudad Real.

Tratamiento controlado

Al ser un tratamiento no exento de riesgos (puede producir efectos adversos) la guía establece unas normas mínimas de calidad y seguridad, como que sea aplicado por profesionales médicos con experiencia, capacitados en el manejo de niños alérgicos.
Además, las instalaciones deben permitir que el paciente sea controlado en el centro (no tiene porqué ser un hospital) después de la administración de la dosis de alimentos programadas y deben existir protocolos de intervención para el personal médico y de enfermería para hacer frente a reacciones alérgicas, incluida la anafilaxia.
Un lechero lleva botellas de leche a una casa en la Inglaterra de 1940

Los expertos confían en que a partir de la guía se generalice y que la mitad de los centros españoles lo adopten en un breve plazo.La guía incide también en la importancia de que la familia y el paciente estén motivados para seguir las pautas de los médicos y que el tratamiento acabe en éxito.
“Sabemos que hay largas listas de peticiones, pero no existe capacidad suficiente para abordar la demanda”, ha asegurado la doctora Alonso.

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