domingo, 14 de diciembre de 2014

Unos 45 alérgicos a alimentos sufren una anafilaxia cada mes

Siete de cada diez reacciones alérgicas graves ocurren cuando la gente come fuera de casa, indica la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (Seaic) en el marco de la entrada en vigor del reglamento de la Unión Europea (1169/2011) sobre información alimentaria que persigue aumentar la protección de las personas intolerantes a cereales, huevos, lácteos, pescado, moluscos, crustáceos, cacahuetes, soja, frutos secos, semillas de sésamo, apio, mostaza, altramuces y sulfitos.
«La normativa amplía la obligación a los alimentos no envasados que se sirven en los establecimientos de restauración», recuerda el jefe de Alergología del Hospital General Universitario de Ciudad Real (HGUCR), Francisco Feo Brito.


El doctor asegura que las respuestas alérgicas severas por esta causa son más frecuentes de lo que se piensa. En este sentido, explica que «alrededor de 45 pacientes llega a las consultas de Alergología cada mes tras sufrir un cuadro de anafilaxia por consumo de alimentos». A este respecto sostiene que una normativa clara de etiquetado de los alérgenos disminuirá el riesgo incidiendo en que «el mayor problema está en los alimentos ocultos que llevan al afectado a exponerse de una forma accidental». «A veces están presentes en tan baja cantidad que pasan inadvertidos al estar enmascarados en los platos», advierte sin dejar pasar por alto otro aspecto importante: «El alcohol potencia una respuesta alérgica».
Feo Brito manifiesto que es fundamental disponer de una adrenalina autoinyectable para evitar un desenlace fatal ya que, según apunta, «es lo único que tiene un efecto inmediato ante la anafilaxia». «Los corticoides y antihistamínicos no sirven ante síntomas graves», subrayó alertando del incremento de las enfermedades alérgicas ( afecta a más de 17 millones de personas sólo en Europa) y la severidad de las reacciones. «Cada vez vemos más pacientes que han sufrido anafilaxias por consumo de pescado y marisco, así como de sustancias vegetales», indica más allá de las clásicas alergias al huevo y a la proteína de leche de vaca, frutas y polen. En este punto, el responsable de Alergología del HGUCR señala la relación entre la alergia a frutas y verduras y la sensibilización al polen de olivo al compartir los alérgenos LTP (proteínas transportadoras de lípidos). «En muchos casos los pacientes son asmáticos y sufren cuadros muy complicados, porque las LTP son muy resistentes a las enzimas digestivas», explica Feo Brito.
Más allá de la urticaria, la cara más visible de las alergias alimentarias, los síntomas que llega a experimentar quien las padece pasan por tos, dificultad para respirar, sensación de ahogo, naúseas, vómitos, mareos e hipotensión. «Hay veces que la primera reacción alérgica es un shock anafiláctico», señala Feo Brito en un intento por dar a comprender que «no siempre avisa con picores y ronchas».
La nueva legislación europea (1169/2011) sobre el etiquetado de los alimentos ha endurecido la normativa anterior. Ahora se requiere que se indique la presencia de alérgenos con la palabra «contiene» delante del alérgeno conocido (etiquetado obligatorio), también en los alimentos no pre-envasados así como actualizar el listado de alérgenos requerido en el empaquetado. Mientras que esto aumenta la protección ofrecida a un individuo alérgico, la nueva legislación todavía no regula desde un punto de vista legal el etiquetado preventivo. Éste se refiere al etiquetado de productos con la advertencia de «puede contener» para advertir a los alérgicos sobre la potencial contaminación cruzada.
«Para eliminar la exposición al alimento, el paciente o sus cuidadores deberán conocer de qué alimentos privarse, dónde se encuentran, leer atentamente las etiquetas de alimentos elaborados, evitar la exposición accidental adoptando medidas para prevenir la contaminación cruzada, y procurando no exponerse a situaciones de riesgo». aseguran desde la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (Seaic).
No obstante, aplaude esta medida ya que «todas las incorporaciones que detallen la información imprecisa, no disponible o errónea, la mala legibilidad, o la advertencia de ingredientes extraños, mejorará la calidad de vida de las personas con alergia a alimentos».


Fuente: http://www.latribunadeciudadreal.es/

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