jueves, 14 de julio de 2016

Inmunodeficiencia combinada grave

INTRODUCCIÓN
Los trastornos de inmunodeficiencia combinada grave se caracterizan por una falta de respuestas protectoras de las células T, B y, a veces de células NK a las infecciones. Como resultado, los individuos afectados nacen con marcada susceptibilidad a los patógenos que en última instancia no se puede tratar o controlar.  La muerte se relaciona con infección, se produce de manera típica de 1 a 2 años de edad en ausencia de tratamiento. Por lo tanto, estos trastornos representan verdaderas emergencias pediátricas.

El fracaso para generar células T puede derivarse de cualquiera de los defectos intrínsecos en precursores de células T que impiden su supervivencia o de la ausencia del medio ambiente tímico necesario para que los timocitos maduren de manera adecuada en las células T vírgenes. La condición anterior se clasifica de manera amplia en una condición conocida como inmunodeficiencia combinada grave (SCID). La última condición, atimia congénita, ocurre en niños con anomalía de DiGeorge completa o, más rara vez, deficiencia de FOXN1.
Este artículo revisa tanto SCID y atimia congénita. Para SCID, se da reconocimiento al hecho de que el aumento de la detección de los recién nacidos para la condición en los Estados Unidos trae de manera rápida a los lactantes afectados a la atención de los proveedores de servicios médicos, que deben aconsejar a miembros de la familia sobre las opciones de tratamiento y pronóstico anticipado. Por lo tanto, aunque se discuten algunas de las causas moleculares conocidas más comunes de SCID en América del Norte, se hace hincapié en las condiciones que merecen consideraciones terapéuticas especiales, evaluaciones clínicas clave, y diversos enfoques para el tratamiento definitivo. Para la atimia congénita, la anomalía de DiGeorge completa y la deficiencia FOXN1 se revisan, y y se incluyen presentaciones típicas y atípicas. A continuación, se presentan las modalidades de tratamiento. Por último, el cribado neonatal para los trastornos de inmunodeficiencia grave combinada se discute, y se incluye su utilidad y retos particulares que los médicos pueden enfrentar cuando se presenta con resultados anormales.
Inmunodeficiencia combinada grave
Definición
Dado que las enfermedades de inmunodeficiencia combinada, que a menudo no requieren inmediata corrección, se confunden a veces o se diagnostican de manera errónea como SCID, los criterios se adoptaron por el Consorcio de Tratamiento en Inmunodeficiencia Primaria (PIDTC) para definir el fenotipo grave. Las guías iniciales indicaron que, en ausencia de un defecto genético establecido, los criterios mínimos deben incluir la prueba negativa de la detección del virus de la inmunodeficiencia humana y al menos 2 de las 3 condiciones siguientes: (1) linfocitopenia marcada y/o linfopenia de células T (CD3) (basado en rangos de referencia apropiados para la edad), (2) un defecto grave en la proliferación de células T inducida por mitógenos (<10% del límite inferior de la referencia/respuesta normal), y (3) disminución marcada de la función del timo (disminución/ausencia de las células T vírgenes CD4+CD45RA+ o reordenamiento de los círculos de escisión del receptor de células T). De manera posterior, los criterios se revisaron ​​para definir SCID típica como (1) la ausencia o número muy bajo de células T (<300 células T CD3/mm3) y sin o con función muy baja de células T (<10% del límite inferior de la normalidad) medida por la respuesta a PHA (fitohemaglotinina) o (2) la presencia de células T de origen materno. Por lo tanto, la enumeración de las células T vírgenes o emigrantes tímicas recientes permanece como importante pero no esencial. Estos criterios actuales deberían utilizarse para establecer un diagnóstico con fines clínicos y de investigación.
Defectos moleculares
La primera causa molecular de una enfermedad de inmunodeficiencia primaria se identificó en 1972, cuando el Dr. Robert A. Good descubrió por casualidad que la falta de la adenosina deaminasa (ADA) resulta en SCID. Los inmunólogos clínicos continuaron con el rompecabezas, sin embargo, por el hecho de que la deficiencia de ADA se hereda en un patrón autosómico recesivo, pero los niños con SCID, sin embargo, son varones de manera predominante. La siguiente causa molecular de SCID no se identificaría por otras 3 décadas, cuando los investigadores demostraron que los efectos en IL2RG causan SCID ligada a X. Con el desarrollo de técnicas avanzadas de clonación molecular y la secuenciación completa del genoma humano, los descubrimientos de las causas genéticas de la SCID progresado de manera rápida. Ahora, al menos 14 defectos moleculares se confirmaron que causen SCID.
Aunque los avances tecnológicos harán de manera eventual una identificación rápida de defectos genéticos en pacientes con SCID menos difícil para los proveedores médicos (Tabla 1), la comprensión de algunas de las causas comunes de SCID queda justificada debido a las posibles implicaciones para la gestión, el pronóstico o el asesoramiento genético de los miembros de la familia. De manera tradicional, la caracterización de la ausencia o presencia de las células B y NK permite a los médicos centrar la atención hacia ciertos defectos genéticos. Este sistema aún ofrece valor en términos de establecer una base para la comprensión de varios de los mecanismos patogénicos fundamentales que causan la SCID.
Inmunodeficiencia combinada grave B positiva, NK negativa
Este fenotipo inmunológico por lo general es causado por defectos moleculares que son capaces de afectar de manera negativa el desarrollo de células T y NK. Una probable explicación, entonces, podría implicar un defecto en una proteína compartida por las citocinas de las vías de transmisión de señales de las células T y NK. Como tal, la causa más común de SCID NK negativa B positiva es un defecto en IL2RG, que codifica el componente gamma (γc) de los receptores de citocinas para la interleucina (IL) IL-2, IL-4, IL-7, IL-9, IL-15, e IL-21. El defecto en la transmisión de señales de la IL-7 resulta en fallo para generar células T; la deficiencia de células NK se produce principalmente debido al defecto en la transmisión de señales de IL-15. Los pacientes son capaces de crear células B, ya que, a diferencia de los ratones, la transmisión de señales del receptor de la IL-7 es prescindible para el desarrollo de las células B en humanos. Sin embargo, las células B son incapaces de producir respuestas de anticuerpos de protección debido a defectos en la transmisión de señales del receptor de la IL-4. IL2RG se localiza en Xq13. Por lo tanto, los defectos genéticos IL2RG se heredan en un patrón recesivo ligado al cromosoma X, con predominio en el género masculino en los casos de SCID vistos en los Estados Unidos. Aunque muchos casos aparecen de forma espontánea, las pruebas de la madre del estado de portador persisten como importante para fines de asesoramiento genético. Por otro lado, también se conocen casos autosómicos recesivos de SCID B positiva, NK negativa que también pueden ocurrir y afectar a niños y niñas por igual. Debido a que IL2RG no se altera en estos niños, parecería razonable sospechar un defecto en una proteína de la parte final de la cascada de transmisión de señales de γc. De hecho, la activación de γc conduce a la fosforilación de la cinasa Janus 3 (JAK3), que media la transmisión de señales por medio del transductor de señal y activador de las proteínas de transcripción. Ahora se sabe que los defectos en la JAK3 causan la mayoría de los casos de SCID B-positiva, NK-negativa autosómica recesiva.
Inmunodeficiencia combinada grave B-negativa, NK-positiva
Este fenotipo plantea de inmediato la sospecha de un defecto en un proceso común a las células T y B, pero no a las células NK. De acuerdo con ello, las células T y B reordenan el ADN que codifica sus receptores de antígenos durante su desarrollo. Este mecanismo, conocido como recombinación V(D)J, permite la diversidad y la especificidad del receptor hacia los antígenos, para producir la inmunidad adaptativa. La recombinación V(D)J no exitosa resulta en la apoptosis. Las células NK no participan en este proceso, lo que las hace inmunes a los defectos de recombinación V(D)J. De manera no sorprendente, las causas moleculares más conocidas de SCID B-positiva, NK negativa implican defectos en las proteínas necesarias para la recombinación V(D)J. La recombinación comienza cuando los genes 1 (RAG1) y 2 (RAG2) que activan a la recombinasa, de manera respectiva, reconocen secuencias de señales de recombinación adyacentes a los segmentos V, D, y J y escinden el ADN genómico en esos sitios. El ADN eliminado forma un episoma circular (en las células T se conoce como círculo de escisión del receptor de células T [TREC]). Para el ADN genómico restante, se utilizan mecanismos de reparación del ADN que unen los extremos intrínsecos no homólogos para completar la recombinación V(D)J. Los extremos libres de ADN creados por la escisión de RAG1 y RAG2 se protegen por la formación de bucles en horquilla. Estos bucles se deben abrir por las proteínas de reparación del ADN Ku 70, Ku 80, PKCS, y Artemis para permitir a los extremos del ADN volverse a pegar entre sí. Después que se abren los bucles, la unión de ADN se produce con el reclutamiento adicional de ADN ligasa IV, XRCC4, y XLF (también conocido como Cernunnos). De manera más común para SCID B-negativa, NK-positiva, los defectos se encuentran en RAG1 o RAG2, seguido por DCLRE1C, que codifica Artemis. Mutaciones en PKCS, ADN ligasa IV, y Cernunnos, también se reporta que causan SCID, pero no ocurren de forma común en los Estados Unidos. La SCID que causa defectos en Ku 70, Ku 80, y XRCC4 aún no se observa en los seres humanos.
Inmunodeficiencia combinada grave B-positiva, NK-positiva
Este fenotipo implica la presencia de un defecto selectivo a las células T para el desarrollo y la supervivencia. En los seres humanos, las células T requieren sólo la transmisión de señales por medio de los receptores de IL-7 y células T durante el desarrollo para prevenir la apoptosis. Las causas más comunes de SCID B-positiva, NK-positiva implican defectos en estas 2 vías de transmisión de señales. En términos de transmisión de señales de IL-7, debe entenderse que el receptor de IL-7 se compone de una cadena α y γc. Aunque γc se comparte por otros receptores de citocinas, IL-7Rα no lo es. En los Estados Unidos, la mayoría de los casos de SCID B-positiva, NK-positiva se produce como resultado de la deficiencia de IL7R (IL-7Rα). Defectos más raros en los componentes del receptor de células T también son causa de SCID, como mutaciones en CD3, CD3E y CD247, que codifican las cadenas CD3 δ, ε, y ζ, de manera respectiva. Los defectos en CD3G aún no se observan que causen SCID. Además, CD45 (codificada por PTPRC) es una proteína tirosina fosfatasa que es crítica para la regulación de la transmisión de señales del receptor de células T. Varios investigadores demostraron que la deficiencia de CD45 resulta en SCID B-positiva NK-positiva. Por último, se demostró que los defectos en CORO1A causan SCID B-positiva, NK-positiva. La patogénesis exacta permanece desconocida. En ratones, la falta de Coronin1A afecta la salida de las células T del timo. La proteína también desempeña un papel fundamental en la dinámica de linfocitos F-actina, que afecta la homeostasis. Parece probable que estos 2 mecanismos trabajen juntos para causar SCID.
Inmunodeficiencia combinada grave B-negativa, NK- negativa
Este fenotipo apunta hacia una causa que afecta a todos los linfocitos. Por ejemplo, como los linfocitos proliferan, deben metabolizar de manera rápida y sintetizar ADN. La ADA es necesaria para la degradación de trifosfato de desoxiadenosina y metabolitos de nucleótidos desoxiadenosina como parte de la ruta de salvamento de la purina. La purina nucleósido fosforilasa (PNP) es otra enzima crítica responsable en la ruta de salvamento de la purina para el metabolismo de desoxiadenosina y desoxiguanosina. La deficiencia de ADA y PNP resulta en la acumulación de metabolitos de la purina. Estos metabolitos intermedios no sólo son tóxicos para los linfocitos, sino que también inducen la apoptosis de manera directa por medio de la interacción del receptor, que conducen a SCID B-negativa, NK-negativa. En otro ejemplo, la adenilato cinasa mitocondrial 2 (AK2) regula la transferencia de grupos fosfato entre los nucleótidos de adenina e interactúa de manera directa con vías de apoptosis asociadas a la caspasa. Debido a que este proceso también afecta a los granulocitos, la deficiencia de AK2 causa una forma grave de SCID B-negativa NK-negativa, disgenesia reticular, que suele acompañarse de neutropenia significativa y sordera. Se establecieron diferentes criterios para el diagnóstico de disgenesia reticular.
Otros defectos genéticos se asocian con el diagnóstico de SCID y se presentan en la Tabla 2. Las deficiencias de ADN ligasa IV, Cernunnos y PNP no se reconocen como causa de SCID por el Comité de Expertos para la Inmunodeficiencia Primaria de la Unión Internacional de Sociedades de Inmunología (UISI). Se enumeran por separado con otros defectos que a menudo se designan como causas de SCID. Las presentaciones para muchas de estas otras deficiencias, conforme a lo dispuesto en la literatura, no cumplen los criterios PIDTC para SCID típica. En los Estados Unidos, la causa más común de SCID es la deficiencia de IL2RG, seguido por defectos en IL7R, RAG1/RAG2, ADA, JAK3, y luego DCLRE1C. En más de 30% de los pacientes, la causa genética permanece desconocida.
Consideraciones especiales: Inmunodeficiencia combinada grave T-positivo
Algunos niños con SCID pueden tener células T circulantes detectables, normales, o incluso elevadas. Se reconoce que algunos pacientes tienen mutaciones hipomórficas en los genes causantes conocidos de SCID, lo que permite la producción de un número pequeño de células T. Esta condición se denomina a menudo SCID defectuosa, aunque podría decirse que la inmunodeficiencia combinada presente en estos pacientes no alcanza a ser grave. No obstante, la PIDTC estableció un estrato separado para estos pacientes. Las células T encontradas en pacientes no tratados con SCID de manera típica representan poblaciones oligoclonales y portadoras de CD45RO, un marcador fenotípico de células T de memoria. Por lo tanto, los números y porcentajes de células T y las cantidades de TREC persisten bajos. En los pacientes con SCID, estas células T representan de manera más común ya sea el síndrome de Omenn o el injerto de células T maternas.
En 1965, Gilbert Omenn informó reticuloendoteliosis, eosinofilia, y marcada susceptibilidad a las infecciones en 12 infantes masculinos y femeninos de una familia católica irlandesa endogámica. Este síndrome se asocia de manera clásica con una erupción cutánea eritematosa (a menudo exfoliativa), linfadenopatía, hepatoesplenomegalia, diarrea crónica, eosinofilia, y elevaciones de la IgE sérica y transaminasas hepáticas. El síndrome de Omenn se cree que ocurre debido a la actividad de recombinación mínima espontánea o residual de V(D)J que permite la generación de unos pocas clonas de células T. Las células T se activan de manera normal y proliferan con facilidad. Por lo tanto, las pruebas de estimulación con mitógenos pueden dar resultados normales o incluso elevados, lo que presenta un elemento de confusión para algunos médicos. Las células T no proporcionan protección contra las infecciones, sin embargo, y los pacientes persisten con inmunidad deficiente.
Los niños con síndrome de Omenn requieren inmunosupresión para controlar la inflamación y el daño causado por las células T clonales. Los regímenes de tratamiento pueden incluir corticoesteroides e inhibidores de la calcineurina y están más allá del alcance de este artículo. Los pacientes con SCID B-negativa NK-positiva deben vigilarse de manera estrecha para el desarrollo del síndrome de Omenn, ya que se sabe que se presenta con mayor frecuencia en la deficiencia de RAG1, RAG2, Artemisa, y ADN ligasa IV. También aparece en otros tipos de SCID no causados ​​por la recombinación de los defectos V(D)J tales como deficiencia de IL7R e IL2RG. El PIDTC estableció criterios separados para ayudar el diagnóstico del síndrome de Omenn.
El injerto de células T maternas se conoce que ocurre con poca frecuencia en los pacientes con SCID. La migración transplacentaria de células T maternas en el feto ocurre como un proceso normal durante el embarazo, pero las células se eliminan de forma típica por células T fetales. Por lo tanto, en pacientes con SCID que carecen de células T funcionales, las células T maternas transferidas persisten. Estas células tienden a ser refractarias a estimulación mitogénica. Pueden activarse de manera antigénica y mediar en la enfermedad de injerto contra huésped (EICH) o el rechazo de injertos de células madre hematopoyéticas alogénicas. En un paciente con SCID y células T, el injerto materno debe distinguirse del SCID o el síndrome de Omenn mediante la realización de pruebas para identificar células T maternas.
Evaluación y manejo clínico
La evaluación y tratamiento de los pacientes con SCID o sospecha SCID deben llevarse a cabo con cuidado para establecer el diagnóstico y optimizar la calidad de vida. Las evaluaciones clínicas deben incorporar el historial médico con pruebas de laboratorio, mientras que la gestión debe centrarse en la prevención del desarrollo de infecciones antes de la terapia definitiva (Cuadro 1).
Las evaluaciones clínicas son fundamentales para confirmar o descartar el diagnóstico de SCID. En cuanto a la historia clínica, los pacientes identificados por medio de programas de cribado neonatal pueden ser saludables. Sin embargo, las presentaciones finales se pueden caracterizar por una historia de aftas resistentes a nistatina o infecciones recurrentes, que afectan en particular a oídos y pulmones. Es vital obtener un historial familiar centrada en cuestiones relativas a la consanguinidad e infecciones recurrentes o muertes infantiles (o enfermedad conocida de inmunodeficiencia primaria). Para la sospecha de deficiencia de IL2RG en un bebé de sexo masculino, la mortalidad precoz de cualquier tío materno debe tenerse en cuenta. El examen físico es importante: los pacientes con SCID tienen poco tejido amigdalino y en los ganglios linfáticos, mientras que linfadenopatía y hepatoesplenomegalia con erupción pueden estar presentes en un paciente con síndrome de Omenn. La microcefalia puede apuntar hacia deficiencia de ADN ligasa IV o Cernunnos. A continuación, se necesitan pruebas de laboratorio para confirmar o descartar el diagnóstico. Un conteo sanguíneo completo con diferencial manual debe realizarse, ya que casi todos los pacientes con SCID típica tienen recuentos absolutos de linfocitos inferior a 2,000 células/mm3.
Los niveles séricos cuantitativos de inmunoglobulinas son bajos en pacientes con SCID con la excepción de la IgG materna transferida que está presente durante la infancia. Debido a esto IgG, las pruebas de función de anticuerpos específicos por lo general no son útiles hasta después de los 6 meses de edad. Una prueba clave que debe realizarse de la manera más inmediata posible es la evaluación de la respuesta de las células T a PHA. Las pruebas para la proliferación de antígenos, tales como Candida o tétanos, no son necesarias para confirmar o descartar el diagnóstico de SCID. La enumeración de los subgrupos de linfocitos representa la otra prueba esencial que se debe realizar con la más alta prioridad. La prueba es fundamental, no sólo para determinar el recuento de células T, sino también para clasificar al paciente por el estado de células B y las células NK hasta que se pueda realizar un diagnóstico genético con el tiempo. La evaluación del recuento y números de las células T vírgenes ya no es necesaria, en especial porque varios laboratorios utilizan medios inconsistentes para diferenciar células T CD45RA+. Las pruebas de laboratorio auxiliares pueden proporcionar información útil. Si se sospecha una deficiencia de PNP, un ácido úrico sérico bajo puede proporcionar apoyo para el diagnóstico. Los pacientes con síndrome de Omenn deben tener niveles controlados de transaminasas hepáticas. Las pruebas de repertorio TCRVb se pueden realizar si están presentes las células T y el proveedor siente la necesidad de confirmar oligoclonalidad. Para identificar las células T maternas, se debe realizar pruebas de repeticiones cortas en tándem o en número variable en tándem de células T aisladas. Las radiografías de tórax en los bebés pueden apoyar el diagnóstico de SCID si está ausente la sombra tímica. Los pacientes con deficiencia CORO1A, sin embargo, pueden tener un aspecto radiográfico normal del timo. Por último, las pruebas genéticas se deben realizar (ver Tabla 1), aunque la falta de diagnóstico genético no debe impedir el tratamiento definitivo.
El tratamiento de los pacientes con SCID o sospecha de SCID debe hacer énfasis en el conocimiento de los defectos profundos de las células T y B. Los bebés deben mantenerse aislados de los miembros del hogar con infecciones tanto como sea posible. También se recomienda que se mantengan en aislamiento inverso con precauciones respiratorias y de contacto en entornos hospitalarios. La familia debe enseñarse a seguir las precauciones universales y técnicas estrictas de lavado de manos. El paciente no tratado debe evitar reuniones sociales, si es posible, pero las salidas de la casa para actividades necesarias no deben ser perjudiciales. El riesgo de infección en todos estos ambientes debe minimizarse mediante al iniciar profilaxis contra Pneumocystis jirovecii y terapia de reemplazo de inmunoglobulina. La profilaxis para Candida puede considerarse también, pero no se practica de manera uniforme. A excepción del virus vivo de la polio (ya no está disponible en los Estados Unidos), todos los miembros del hogar deben mantenerse inmunizados, pero el paciente no debe recibir ninguna inmunización viral o bacteriana viva. Cualquier infección aguda debe tratarse de manera intensiva, y los proveedores deben establecer un umbral bajo para ingreso en el hospital. Si se necesita la transfusión de productos sanguíneos, deben ser reducidos en leucocitos, irradiados, y negativos para citomegalovirus. Los pacientes con síndrome de Omenn deben tratarse para supresión inmunitaria, como se discutió de forma previa. Por último, los pacientes que tienen defectos de la reparación del ADN deben identificarse rápido debido a que la falla para reparar el daño del ADN puede aumentar el riesgo de malignidad futura. Los pacientes son radiosensibles, se debe minimizar la exposición a la luz solar, ultravioleta y radiación ionizante, así como la radiación gamma recibida durante los estudios radiológicos. Por lo tanto, sería razonable minimizar estas exposiciones en pacientes con SCID B-negativa NK-positiva hasta que se pueda confirmar el diagnóstico genético. Además, los proveedores que realizan trasplante de células madre hematopoyéticas deben ser conscientes del aumento de la sensibilidad de los tejidos a los medicamentos que cruzan con el ADN y ajustar cualquier régimen de condicionamiento. Por ejemplo, se debe evitar el uso de la terapia con agentes alquilantes en la deficiencia de Artemisa ya que se asocia con pobre crecimiento, desarrollo dental anormal, y endocrinopatías.  En resumen, aunque los pacientes con SCID no necesitan tratarse con delicadeza, deben tratarse de manera cercana y con cuidado. Los niños con SCID que se volvieron inmunorreconstituidos de manera total mediante el trasplante de células madre hematopoyéticas o la terapia génica deben asistir a la escuela de forma regular para desarrollar las habilidades sociales y educativas esenciales para su desarrollo como persona y su integración en la sociedad.
Tratamiento
Historia
En 1971, un niño nació en Houston, Texas. Sus padres dieron a luz a otro niño que murió a los 7 meses de edad a causa de SCID. La madre era sospechosa de llevar un gen causante de SCID en uno de sus cromosomas X, y por lo tanto este niño recién nacido se colocó en contención estéril de manera inmediata después del nacimiento. El bebé era totalmente deficiente en células T y en la función de las células B, y se determinó que la hermana mayor no era HLA-idéntica. A falta de cualquier otro tipo de tratamiento curativo en ese momento, el chico se mantuvo en una cámara de plástico, libre de gérmenes. Se dio a conocer al mundo como David, el chico de la burbuja. David creció y aprendió a interactuar con los médicos y los miembros de la familia fuera de la cámara (Fig. 1). En 1977, investigadores de la NASA incluso desarrollaron un traje especial que le permitiría caminar distancias cortas fuera de la cámara mientras permanecía en completo aislamiento. David vivió hasta la edad de 12 años, cuando murió de infección por el virus de Epstein-Barr (EBV), después de agotarse las células T hematopoyéticas de la médula ósea trasplantadas de un donante emparentado. Casi 10 años más tarde, los investigadores identificaron el defecto genético en una de las publicaciones pioneras que demostraron la deficiencia IL2RG ligada al cromosoma X como la causa de SCID. Hoy en día, SCID todavía a veces se conoce como la enfermedad del niño burbuja. En ese momento, David era el sobreviviente más largo conocido de la enfermedad. Ahora, las opciones terapéuticas mejoraron de forma sustancial, y la curación definitiva es posible.
Están disponibles dos formas de terapia definitiva: trasplante de células madre hematopoyéticas de la médula ósea y terapia génica. El polietilenglicol conjugado con adenosina deaminasa (PEG-ADA) en infusiones puede proporcionar una tercera opción para los pacientes con deficiencia de ADA, pero el tratamiento con PEG-ADA ya no se recomienda ya que no corrige el defecto de forma permanente, y las deficiencias inmunológicas persisten a pesar de la terapia enzimática. El trasplante de células madre para enfermedades de inmunodeficiencia primaria se discute en detalle por Hagin D y colaboradores, por lo que el resumen aquí menciona de manera ligera los enfoques del trasplante y se centra en las cuestiones sin resolver y los resultados a largo plazo. La terapia génica se ofrece sólo en ensayos de investigación clínica, pero, no obstante, se revisó, ya que es probable que llegue a estar disponible de forma amplia en el futuro.
Trasplante de células hematopoyéticas de la médula ósea
El primer trasplante exitoso de células madre hematopoyéticas con médula ósea de un pariente no gemelo para tratar SCID o cualquier otra enfermedad se llevó a cabo en 1968 por el Dr. Robert A. Good en un niño con SCID ligada a X. El donante era una hermana mayor, que era HLA idéntico. La mayoría de los pacientes no tienen un hermano donante HLA idéntico y permanecen sin tratamiento. En 1973 se informó del trasplante exitoso de células madre para SCID con médula ósea de un donante no relacionado, pero el donante no mostró reactividad en un cultivo mixto de linfocitos, lo que sugiere un grado alto de identidad de HLA. El primer trasplante exitoso de células madre de médula ósea para SCID de un donante verdaderamente no coincidente HLA se publicó en 1977 y se utilizó un régimen condicionante con ciclofosfamida Poco después, se demostró el trasplante exitoso de células madre hematopoyéticas para leucemia con médula ósea del donante tratada con lectina de soja y eritrocitos de oveja. Para SCID, se reveló en 1983 que el mismo protocolo podría utilizarse para eliminar de manera rigurosa las células T del donante de la médula ósea y permitir el trasplante exitoso de células madre hematopoyéticas haploidénticas sin condicionamiento. Así, todos los pacientes con SCID podrían recibir trasplante de células madre de médula ósea de los padres. Desde entonces, varios protocolos se desarrollaron para el trasplante de células madre hematopoyéticas en pacientes con SCID que involucra donadores idénticos, familiares, y no relacionados HLA compatibles con y sin condicionamiento. Como resultado, existen muchas cuestiones controvertidas en relación con los métodos óptimos de trasplante.
La cuestión más polémica involucra el uso o la ausencia de condicionamiento para el trasplante de donante haploidéntico o no emparentado HLA compatible en términos de efectos sobre la función de las células B, la función de células NK, y complicaciones tardías.
En cuanto a las células B, se reportó la reconstitución con células de la médula ósea del donante emparentado sin condicionamiento (pero con disminución rigurosa de células T), pero su eficacia varía según el defecto molecular. Con este protocolo, rara vez se logra el quimerismo del donante de células B (mayor para la deficiencia de IL2RG y ADA en 36% y 33%, de manera respectiva). Alrededor de la mitad de los supervivientes continúan con el requerimiento del reemplazo con inmunoglobulina, 62% de los cuales tienen deficiencia de IL2RG, para la que se sabe que la reconstitución de células B es un reto. Más de 80% de los pacientes con deficiencia de RAG1 y RAG2 también continúan con el requerimiento de la terapia de reemplazo con inmunoglobulina. Sin embargo, los pacientes con deficiencias de IL7R (94%), ADA (78%), y el componente CD3 (100%) desarrollan función normal de células B y son capaces de suspender las infusiones de inmunoglobulina. Estos datos sugieren que el quimerismo del donante es prescindible, y por lo tanto no es necesario el condicionamiento, para la función de las células B en pacientes que tienen defectos moleculares que no afectan la actividad de las células B. Por otra parte, el condicionamiento puede útil para pacientes que requieren quimerismo del donante de células B debido a defectos intrínsecos de células B (por ejemplo, la deficiencia de IL2RG, JAK3, RAG1, RAG2, y DCLRE1C). Para el trasplante de donante HLA no compatible sin condicionamiento en pacientes con SCID, el injerto de células T se produce en grado similar al trasplante de donante HLA compatible (hermano), pero se incrementa el riesgo de EICH, y se deteriora la reconstitución de células B. En cuanto a las células NK, algunos investigadores afirman que es necesario el condicionamiento para eliminar las células NK que puedan oponerse al donante y el injerto de células T y B, tales como la deficiencia de RAG1 y RAG2. Otros investigadores discutieron esa afirmación. Por lo tanto, la cuestión sigue sin resolverse. Se reportaron infecciones cutáneas diseminadas por papilomavirus humanos después del trasplante de células madre hematopoyéticas en pacientes con deficiencia de IL2RG y JAK3, lo que sugiere que el injerto del donante de células NK debe fomentarse en estas 2 condiciones. Por último, en cuanto a los efectos tardíos, las complicaciones varían de acuerdo al uso o la ausencia de condicionamiento. Con el uso de condicionamiento, después de 2 años después del trasplante incluyen la muerte por EICH (7%), EICH crónica (10%), neoplasias malignas secundarias y enfermedad linfoproliferativa (2%-3%), necesidad de soporte nutricional a largo plazo (20%), infecciones del virus del papiloma humano (25%), complicaciones autoinmunes o inflamatorias (13%), y dificultades cognitivas. Se reconoce el riesgo de problemas neuropsiquiátricos después del uso de agentes quimioterapéuticos, y se observó de manera cercana con el reconocimiento del hecho que los pacientes con deficiencia de ADA, Cernunnos, y ADN ligasa IV desarrollan déficits neurocognitivos debido a que los defectos moleculares afectan los tejidos del sistema nervioso central de manera que no pueden corregirse por el trasplante de células madre hematopoyéticas. Con el uso de la disminución de las células T y sin condicionamiento, los efectos tardíos incluyen prevalencia mínima (<5%) de EICH cutánea, enfermedad autoinmune, enfermedad tiroidea, trastornos convulsivos, y parálisis cerebral. Se observaron diarrea (15%) e infecciones de virus del papiloma humano (10%). El retraso en el desarrollo se presenta en menos de 10% de los pacientes, mientras que el trastorno por déficit de atención e hiperactividad se observó en aproximadamente 20%. Gran parte de los datos relativos al uso del condicionamiento vienen de Europa, donde los defectos de la recombinación de V(D)J y las formas autosómicas recesivas de SCID se producen con más frecuencia que la observada en los Estados Unidos. Por lo tanto, los datos de uso y ausencia de condicionamiento dentro de los Estados Unidos proporcionarían una mejor comparación.
En 2014, la PIDTC publicó estos datos en un resumen de los resultados de los trasplantes de células madre hematopoyéticas para SCID realizados en 25 centros en los Estados Unidos desde 2000 hasta 2009. En general, los resultados indican que el uso de donantes hermanos compatibles produce los mejores resultados. Un estudio anterior demostró que la reconstitución de células T era superior y mejoraba la supervivencia en caso de que trasplante se realizara antes de los 3.5 meses de edad. Los hallazgos de PIDTC apoyan estas observaciones, incluyendo una tasa de supervivencia del 94% de los bebés que se sometieron a trasplante antes de 3,5 meses de edad, independientemente de utilizar o ausencia de condicionamiento.
Esta supervivencia mejorada correlaciona en gran manera con la ausencia de infección antes o en el momento del trasplante. Para los bebés infectados de forma activa, la supervivencia óptima se logró con donantes de hermanos compatibles, pero el trasplante no haploidéntico sin condicionamiento presentó la siguiente mejor supervivencia. En general, el uso de condicionamiento se asoció con una mayor probabilidad de desarrollar recuentos más altos de células T y función clínicamente relevante de las células B, pero correlacionó de manera significativa con una menor supervivencia.  Por lo tanto, el uso de condicionamiento puede considerarse si la familia desea una mayor probabilidad de suspender la terapia de reemplazo de inmunoglobulina después del trasplante y el paciente es menor de 3.5 meses, pero el condicionamiento casi seguro que debe evitarse en pacientes con infecciones activas. El uso de condicionamiento para modular la función de las células NK y las secuelas tardías después del condicionamiento permanece sin resolverse por el PIDTC.
Terapia génica
Los ensayos de terapia génica se iniciaron para tratar la deficiencia de ADA y IL2RG en 1990 y 1999, de manera respectiva. El inicio del proceso por deficiencia de ADA marcó el primer intento de uso de la terapia génica para corregir una enfermedad humana. La terapia génica para la deficiencia de ADA demostró éxito notable en todos los ensayos a la fecha. Para IL2RG, aunque 18 de los 20 pacientes iniciales con terapia génica mostraron éxito en la reconstitución inmune, 5 desarrollaron leucemia debido a mutagénesis de inserción del vector retroviral en el oncogen LMO2. No se observó leucemia similar o mutagénesis de inserción en cualquiera de los ensayos con terapia génica para la deficiencia de ADA. De manera posterior, se detuvieron todos los ensayos de terapia génica para la deficiencia de IL2RG. Antes de que se detuvieron los ensayos, los investigadores encontraron que la terapia génica para la deficiencia de IL2RG no funcionaba bien en pacientes de mayor edad, lo que sugiere una ventana de tiempo óptimo para llevar a cabo el procedimiento. Los investigadores tuvieron que ir a prisa para encontrar un nuevo vector y, al final, se centraron en un vector retroviral γ autoinactivante. En 2010, la terapia génica para la deficiencia de IL2RG se reinició con este vector. Un total de 9 pacientes se trataron con 8 supervivientes. Con 1 a 3 años de seguimiento, no se detectó mutagénesis de inserción. Los supervivientes demostraron un marcaje apropiado de genes en las células T y reconstitución inmune. Otros investigadores empiezan a desarrollar vectores lentivirales con capacidad de autoinactivarse. Por lo tanto, los ensayos clínicos adicionales se prevén pronto. En general, los ensayos de terapia génica para la SCID mostraron una promesa significativa como una estrategia de tratamiento que se espera esté disponible de manera más amplia si al final si se aprueba por la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) para su uso en los Estados Unidos
Atimia congénita
Consideraciones diagnósticas
La falta de función suficiente del timo también produce una inmunodeficiencia combinada grave de células T-negativas, B-positivas, NK-positivas que cumple con los criterios de PIDTC para una SCID típica, sin embargo, se asocia con la anomalía completa de DiGeorge o la deficiencia de FOXN1. La anomalía de DiGeorge se caracteriza por defectos en el corazón, el timo y las glándulas paratiroides que pueden ocurrir en mayor o menor grado. A pesar de la práctica ampliamente utilizada de excluir el diagnóstico basado en pruebas para hemicigosidad 22q11.2, el diagnóstico se establece de forma clínica. Menos de 60% de los pacientes con anomalía de DiGeorge tienen hemicigosidad en 22q11.2, lo que indica que algunos pacientes se pierden o se tratan de manera inadecuada si sólo se consideran las eliminaciones 22q11.2. Otras causas conocidas de anomalía de DiGeorge incluyen  síndrome CHARGE (es decir, coloboma, defecto en el corazón, atresia o estenosis de las coanas, retraso del desarrollo o crecimiento, anomalías genitourinarias, malformación del oído) (que a menudo, pero no siempre se asocia con defectos de CHD7), asociación VACTERL (es decir, anomalías vertebrales, atresia anal, defectos cardíacos, anomalías traqueoesofágicos, defecto renal o radial,  malformación en los miembros), y con embriopatía diabética. Por lo tanto, las pruebas genéticas no pueden utilizarse para excluir el diagnóstico. En tanto como 2% de los pacientes con anomalía de DiGeorge, está presente la atimia congénita, lo que resulta en el diagnóstico de anomalía completa de DiGeorge. La anomalía parcial de DiGeorge se caracteriza por un cierto grado de la función del timo y es 50 veces más prevalente. En cuanto a la deficiencia de FOXN1, el fenotipo se reportó por primera vez en modelos animales en la década de 1960, y consiste en alopecia total y atimia. En la década de 1990, se identificó la causa genética en modelos animal y en humanos. FOXN1 codifica una proteína de alas de hélice/proteína bifurcada necesaria para la diferenciación de ciertas células epiteliales, en particular el epitelio tímico. Por lo tanto, la deficiencia de FOXN1 produce el fenotipo clínico observado.
El diagnóstico de atimia congénita se establece de manera tradicional por la presencia de menos de 50 células T/mm3 en la sangre periférica o de menos de 5% del total de células T en la circulación que tienen un fenotipo virgen. En todos los niños que exhiben cualquiera de las características clínicas de la anomalía de DiGeorge, es imprescindible el uso de estos criterios para distinguir la anomalía completa de DiGeorge de la anomalía parcial de DiGeorge. Los pacientes con atimia carecen de respuestas de células T a PHA y no producen anticuerpos protectores, lo que produce una deficiencia combinada grave de células T y de células B que resulta en la muerte por infección a los 2 años de edad si no se tratan.  
Algunos bebés (más de 40% presentan anomalía completa de DiGeorge) progresan de atimia típica a una presentación atípica que se asemeja de manera estrecha a los hallazgos con el síndrome de Omenn. Los hallazgos incluyen erupción eritrodérmica, linfadenopatía, hepatoesplenomegalia, y niveles elevados de transaminasas hepáticas séricas y se asocian con la presencia de expansiones oligoclonales activadas de las células T que pueden exhibir proliferación normal o mejorada para PHA. Estos niños requieren en última instancia de inmunosupresión con corticoesteroides e inhibidores de la calcineurina para minimizar el daño sistémico de las células T. Para la supervivencia a largo plazo, todos los pacientes con atimia congénita requieren terapia definitiva.
Estrategias de tratamiento
Hay dos opciones disponibles para promover la supervivencia a largo plazo. El trasplante timico alogénico presenta la primera opción, pero se proporciona con una disponibilidad limitada debido a las restricciones de la FDA, que lo designa como método de investigación. Será estimulante observar las ramificaciones de esta disponibilidad limitada ya que la identificación de atimia congénita se acelera en los Estados Unidos debido a un aumento del cribado neonatal para SCID. La otra opción consiste en el uso de trasplante de médula ósea o de infusiones de células T maduras. Este método proporciona células T, pero los receptores son incapaces de generar células T vírgenes. Por lo tanto, cada método tiene sus desventajas.
Trasplante de timo
El trasplante de timo alogénico demostró un éxito significativo para el tratamiento de atimia congénita. El proceso implica el uso de tejido descartado del timo, con el consentimiento informado, a un bebé no compatible HLA menor de 9 meses que se sometió a cirugía cardiaca. El tejido del timo se secciona y se cultiva durante un máximo de 3 semanas, mientras que la selección de donantes se realiza de acuerdo a la regulación de la FDA. El tejido entonces se incrusta de manera quirúrgica dentro músculos del cuádriceps del receptor. Después de 6 a 12 meses, los receptores desarrollan un repertorio amplio de células T vírgenes reguladas. Se observa la proliferación de células T normales para PHA y tétanos y se acompaña de la capacidad para interrumpir la terapia de reemplazo de inmunoglobulina, pero permanecerán bajos los recuentos de células T. Para los pacientes que desarrollan la presentación atípica, el trasplante de timo resulta en la desaparición de enfermedad inflamatoria mediadas por células T y habilidad para descontinuar la supresión inmune. Las infecciones pretranslante se resuelven. A pesar de la falta de compatibilidad HLA entre donantes y receptores y la ausencia de profilaxis para EICH, no se observa EICH, tal vez debido a la disminución de los timocitos donantes durante el proceso de cultivo del injerto de timo.  Los receptores desarrollan tolerancia hacia los injertos de tejidos y de terceros HLA compatibles con los injertos. El trasplante alogénico de timo resulta en la supervivencia global de 73% (100% para deficiencia de FOXN1). En términos de secuelas a largo plazo, aproximadamente un tercio de los pacientes desarrollan enfermedad tiroidea autoinmune, por razones que permanecen sin estar claras. No se sabe si el trasplante de timo es capaz de corregir la deficiencia funcional de las células NK que se sabe que se puede producir en algunos pacientes con hemicigosidad 22q11.2.
Trasplante de médula ósea o infusiones de células T maduras
La anomalía completa de DiGeorge y la deficiencia FOXN1 se tratan con trasplante de células madre hematopoyéticas de la médula ósea o infusiones de células T maduras de los hermanos HLA compatibles, donantes compatibles no relacionados, o padres. Para la anomalía completa de DiGeorge, una revisión de 17 pacientes tratados demostró 41% de supervivencia promedio. Aunque los pacientes desarrollaron un número normal de células T por medio de la expansión clonal y respuestas proliferativas normales a PHA, una cuestión importante que sigue sin abordarse involucra la falta persistente de función del timo. Este problema se opone a la capacidad de los receptores para generar células T contra patógenos nuevos que no se encontraron por el donante, como EBV. Por lo tanto, el trasplante de médula ósea o de células T maduras no es la opción preferida para el tratamiento de atimia congénita.
Cribado del recién nacido para inmunodeficiencia combinada grave
Implementación y resultados
La evaluación del recién nacido se estableció en los Estados Unidos como un método eficaz para identificar a los pacientes con SCID y otras formas de linfopenia de células T, tales como atimia congénita. Dado que los pacientes con SCID demuestran ausencia del timo, se desarrolló una prueba para identificar un recuento bajo de TREC en manchas de sangre en las tarjetas de Guthrie. Los TRECs no se replican cuando se dividen las células T, por lo que los recuentos persisten bajos incluso en pacientes con SCID que tienen células T expandidas por clonación. Esta prueba sirve ahora como base para todas las pruebas de cribado neonatal para SCID en los Estados Unidos. Los programas de cribado se calculan para producir beneficios financieros con el tiempo en términos de reducción de los costos de salud, y la identificación temprana de los niños afectados permite el trasplante antes del umbral crítico de 3.5 meses para la reconstitución inmune óptima y la supervivencia. El cribado neonatal en todo el estado se llevó a cabo por primera vez en Wisconsin en 2008. Desde entonces, aproximadamente la mitad de los 50 estados comenzaron el cribado. Los resultados del cribado en 11 de los estados se reportaron. Los resultados demuestran que la evaluación del recién nacido identificó a 52 niños con SCID típico, SCID incompleto, o síndrome de Ommen de cerca de 3 millones de pruebas realizadas. Estas cifras iniciales establecieron la incidencia de SCID en 1 por cada 58,000 nacidos vivos (y 1 por cada 72,000 nacidos vivos para SCID típica sola). De los 52 lactantes identificados, 49 fueron capaces de recibir terapias inmunorrestauración, y la supervivencia a largo plazo se demostró en 92% de estos niños tratados. Por lo tanto, los programas tuvieron éxito significativo.
Consideraciones
Con la aplicación amplia del cribado neonatal para SCID, 2 situaciones pasaron al primer plano. En primer lugar, los proveedores se enfrentaron cada vez más con la gestión de decisiones relativas a los lactantes con linfopenia idiopática de células T. Estos bebés con disfunción inmune tienen números persistentemente bajos de células T, sin embargo, no poseen defectos en los genes conocidos de SCID o para cumplir con los criterios de PIDTC. Aproximadamente 1 de cada 250,000 niños evaluados tiene linfopenia idiopática de células T. Se recomienda una observación estrecha (1 paciente requirió trasplante de células madre hematopoyéticas), pero no se llegó a un consenso con respecto a las estrategias óptimas de manejo. Es probable que este problema deba abordarse en un futuro próximo. En segundo lugar, los médicos tienen dificultades para distinguir entre SCID y atimia congénita, en especial cuando no están presentes las mutaciones hemicigotas 22q11.2 o CHD7. Para confundir más las cosas, SCID puede estar presente en niños con eliminaciones de 22q11.2. El diagnóstico adecuado es esencial ya que los niños con SCID no deben recibir trasplante de timo, y el trasplante de células madre hematopoyéticas de médula ósea no puede proporcionar la solución óptima para la atimia congénita.
Se estableció que la prueba de cribado neonatal de SCID identifica con facilidad los niños con anomalía de DiGeorge. En los Estados Unidos, aproximadamente 1 de cada 37,000 bebés tuvo hemicigosidad 22q11.2 o síndrome de CHARGE con linfopenia de células T lo suficientemente significativa para detectarse por el cribado neonatal. Tres lactantes con resultados anormales de cribado neonatal se diagnosticaron con anomalía completa de DiGeorge. Por lo tanto, los proveedores deben empezar a aprender y desarrollar estrategias para distinguir la anomalía de DiGeorge (por ejemplo, presencia de hipoparatiroidismo, defectos cardíacos, u otras anormalidades anatómicas o historia de embriopatía diabética) y la deficiencia de FOXN1 (por ejemplo, ausencia de pelo) de SCID en presencia de resultados negativos de pruebas genéticas.
CONSIDERACIONES FUTURAS/RESUMEN
Durante los últimos 4 a 5 décadas, las comunidades médicas y científicas avanzaron mucho en el reconocimiento de cómo identificar, prevenir y tratar a los pacientes que nacen con trastornos de inmunodeficiencia combinada grave. Con una mejor comprensión de las causas celulares y moleculares de deficiencias congénitas de las células T, ahora la atención se desplaza de manera necesaria hacia la optimización de las estrategias para reducir al mínimo la mortalidad a largo plazo y la morbilidad en los pacientes con tratamiento. Con la aplicación generalizada de programas de cribado neonatal para estas condiciones, se prevén nuevos retos, que deben resolverse. Por lo tanto, a pesar de que los logros sustanciales por tantas personas hasta la fecha merecen una celebración, los esfuerzos deben continuar hasta que a todos los pacientes se les puedan dar los mejores resultados posibles.


Centro Regional de Alergia e Inmunología Clínica CRAIC, Hospital Universitario “Dr. José Eleuterio González” UANL, Monterrey, México

Dra. med. Sandra Nora González Díaz         Jefe y Profesor
Dra. Marisela Hernández Robles                  Profesor
Dra. Rosa Ivett Guzmán Avilán                    Residente 1er Año

Dra. Alejandra Macías Weinmann                 Profesor

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