viernes, 8 de julio de 2016

Documento del Consenso Internacional (ICON): Inmunodeficiencia común variable

DEFINICIÓN
El término “inmunodeficiencia común variable” (IDCV) se acuñó en 1971 por un comité de la Organización Mundial de la Salud para distinguir a los síndromes mal definidos, caracterizados por deficiencia de anticuerpos de aquellos con descripción clínica coherente y herencia mendeliana. Por consiguiente, el síndrome hipogamaglobulinémico de la IDCV se convirtió en un diagnóstico de exclusión. Desde entonces, el Comité de Expertos en Inmunodeficiencias Primarias de la Unión International de Sociedades Inmunológicas redefinió las condiciones en 2009 como “trastornos de inmunodeficiencia común variable”, y así mantener el acrónimo IDCV, pero haciendo énfasis en la naturaleza heterogénea de estos estados hipogamaglobulinémicos. De acuerdo a la propuesta de la Sociedad Europea de Inmunodeficiencias y el Grupo Panamericano de Inmunodeficiencia en 1999, la IDCV se define como:
La IDCV es probable en un paciente masculino o femenino con una disminución marcada de la IgG (por lo menos 2 DE por debajo de la media para la edad) y una disminución marcada en al menos uno de los isotipos IgM o IgA, y además cumple todos los siguientes criterios:
1.- Inicio de la inmunodeficiencia a una edad mayor de 2 años
2.- Ausencia de isohemaglutininas y/o pobre respuesta a vacunas
3.- Se excluyeron causas definidas de hipogammaglobulinemia de acuerdo a una lista de diagnóstico diferencial (Tabla I).

Como se discutirá más adelante, la IDCV comprende un grupo heterogéneo de síndromes de falla primaria de anticuerpos caracterizados por hipogammaglobulinemia. El número de entidades distintas en este grupo se desconoce, y el diagnóstico es aún de exclusión. Se describen formas monogénicas, pero es más común la herencia poligénica. A pesar de que se describen defectos monogénicos con IDCV subyacente, debido a la rareza de cada defecto y la falta de impacto en el tratamiento, así como el costo del estudio, no se considera de rutina realizar estudios genéticos en pacientes con IDCV.
La producción de anticuerpos siempre se encuentra afectada en pacientes con IDCV. A menudo es el resultado de disfunción de células B, pero también puede deberse de forma primaria a daño en la función de células T y falta de suficiente ayuda para la producción de anticuerpos. La susceptibilidad a infecciones es principalmente a bacterias encapsuladas extracelulares del tracto respiratorio, sin embargo, suele haber otras manifestaciones clínicas en otros sistemas. El fenotipo es muy amplio, desde infecciones bacterianas y progresión de una enfermedad similar a IDCV hasta enfermedades graves similares a inmunodeficiencias combinadas posiblemente de diferente etiología. Algunos pacientes tienen una presentación inicial diferente con enfermedades autoinmunes, enfermedad granulomatosa o enteropatía sin infecciones recurrentes (se discutirá en detalle más adelante).
El rango normal de IgG sérica varía de acuerdo a los distintos grupos etarios; es de suma importancia que estos valores se tomen en cuenta de acuerdo a la edad de dicha población. Se propuso un valor mínimo absoluto de IgG para adultos de 4.5 g/L, ya que cerca de 95% de los pacientes con IDCV en una cohorte europea cumplieron este criterio. Sin embargo, se reconoce que algunos pacientes con IDCV tienen niveles residuales altos de IgG (hasta 6 g/L) al momento del diagnóstico al mismo tiempo que tienen disfunción en la formación de anticuerpos específicos. Además, el rango normal de los niveles de IgG varía de acuerdo a la raza y la etnicidad. Así que, para propósitos prácticos, la definición de hipogammaglobulinemia depende del rango de referencia local o regional aplicable al paciente. En adición al nivel bajo de IgG, debe existir también disminución en el nivel de IgA o IgM para un diagnóstico definitivo de IDCV. Nótese que no todos los inmunólogos clínicos están de acuerdo con estos criterios de laboratorio. Algunos no consideran el diagnóstico de IDCV si el nivel de IgA se encuentra normal. Se publica aquí el criterio menos riguroso ya que es un estándar aceptado por muchos médicos. Es de suma importancia que todas las mediciones de inmunoglobulinas se interpreten de acuerdo a los rangos normales específicos para la edad y que los niveles sean consistentemente bajos en mediciones repetidas con al menos 3 semanas de diferencia.
La respuesta a vacunas se discutirá a fondo mas adelante. La disfunción de la respuesta de IgG a las vacunas es un elemento muy importante para la definición de IDCV. Nótese que, de acuerdo a las circunstancias, algunos inmunólogos omiten la medición de inmunoglobulinas si la IgG total es muy baja (<100 mg/dL) o si la presentación clínica y otros hallazgos de laboratorio son característicos (ver en sección de diagnóstico).
Definición por consenso de IDCV
1. La mayoría de los pacientes tendrá al menos una de las manifestaciones clínicas características (infección, autoinmunidad, linfoproliferacion). Sin embargo, se puede considerar el diagnóstico de IDCV en individuos asintomáticos que cumplan los criterios 2 a 5, en especial en casos familiares.
2. La hipogammaglobulinemia se define de acuerdo al rango de referencia ajustado para la edad por el laboratorio que realizó la medición. El nivel de IgG debe estar bajo en al menos 2 tomas con 3 semanas de diferencia en todos los pacientes. La medición repetida| se puede omitir si el nivel es muy bajo (IgG <100-300 mg/dl según la edad), si están presentes otras características clínicas y si se considera en el mejor interés del paciente iniciar la terapia con IgG tan pronto como sea posible.
3. Los niveles de IgA o IgM también deben estar bajos (nótese que algunos expertos prefieren una definición más estricta que requiere niveles bajos de IgA en todos los pacientes).
4. Se recomienda de manera enérgica que todos los pacientes con niveles de IgG por arriba de 100 mg/dL deben estudiarse para respuestas a antígenos dependientes de células T (TD) e independientes de células T (TI), cuando sea posible. En todos los pacientes a los que se realice la prueba, debe demostrarse disfunción de la respuesta al menos a uno de los dos tipos de antígenos (TD o TI). A discreción del médico, la medición de anticuerpos específicos quizá se dispense si se cumplen todos los otros criterios y si el retraso por la medición de anticuerpos antes y después de la vacunación se cree que afecte la salud del paciente.
5. Se excluyeron otras causas de hipogammaglobulinemia (Tabla I).
6. Por lo general, no se requieren estudios genéticos para investigar formas monogénicas de IDCV o para polimorfismos que modifican la enfermedad para el diagnóstico y el tratamiento en la mayoría de los pacientes, en especial para aquellos que se presentan sólo con infecciones, sin desregulación inmune, autoinmunidad o enfermedades malignas. En este último grupo de pacientes, sin embargo, los defectos de un solo gen pueden ser susceptibles de mejoría con terapia específica (por ejemplo, terapia con células madre) y se debe considerar el diagnóstico genético molecular cuando sea posible.
Ameratunga et al propusieron nuevos criterios diagnósticos para IDCV. Las diferencias entre los criterios de Ameratunga et al y los indicados de forma previa se resumen en la Tabla II. Aunque los criterios que se presentan aquí no definen formas “posibles” o “probables” de IDCV, se reconoce que algunos pacientes con niveles bajos de IgG y respuesta inadecuada a vacunas pueden no cumplir con los criterios de IDCV (al menos a la evaluación inicial) ya que los niveles de IgA o IgM no están bajos. Ésta es una forma de hipogammaglobulinemia con deficiencia de anticuerpos que no se debe llamar IDCV (puede llamarse “deficiencia inespecífica de IgG” o “hipogammaglobulinemia inespecífica”). De manera alternativa, los niveles de IgG e IgA pueden ser bajos, pero la respuesta a vacunas parecer normal por criterios estándar. En todos estos casos, los pacientes deben valorarse en repetidas ocasiones debido a que los niveles y la función de las inmunoglobulinas pueden decaer hasta el punto de que se cumplan los criterios anteriores y se puede realizar el diagnóstico de IDCV. Independientemente de si existe deterioro en el transcurso del tiempo, muchos pacientes con respuestas anormales de niveles o función de anticuerpos que no cumplen los criterios para IDCV pueden tener una carga importante de infecciones y se debe valorar el beneficio de la terapia de reemplazo de IgG.
Los autores no ven ningún beneficio en definir categorías de diagnóstico posible o probable de acuerdo a los criterios diagnósticos de laboratorio o histopatológicos. El requisito de niveles bajos IgA (o IgM) provee especificidad diagnóstica adicional. Los autores creen que es más apropiado definir hipogammaglobulinemia de acuerdo a las normas de laboratorio regional y ético que usar un criterio numérico simple en todos los ámbitos.
EPIDEMIOLOGÍA
Las inmunodeficiencias primarias por lo general se consideran “enfermedades raras”. Sin embargo, en conjunto, este grupo de enfermedades puede no ser tan raro como antes se pensaba. No se conoce la prevalencia o incidencia real de las inmunodeficiencias primarias. La mayoría de los estudios tienen limitaciones geográficas y se basan en datos de encuestas o revisión de bases de casos diagnosticados y/o registrados. Se desconoce el número de casos no diagnosticados, ya que aún no se desarrolla en todo el mundo un proceso de selección basado en la población completa definido para inmunodeficiencia primaria.
Casi todos los registros disponibles de inmunodeficiencias primarias para consulta reportan un predominio de defectos de anticuerpos (por lo general >50%), y en la mayoría de ellos, la IDCV es la deficiencia de anticuerpos sintomática diagnosticada con más frecuencia en adultos. La deficiencia de IgA ocurre con frecuencia más alta en general, pero la mayoría de estos pacientes están asintomáticos. Nótese que, en niños, se diagnostica más a menudo la deficiencia de anticuerpos específicos. El Grupo Latinoamericano de Inmunodeficiencias reportó en 2007 un total de 3321 pacientes registrados, la forma más común de inmunodeficiencia primaria fue de manera predominante la deficiencia de anticuerpos (53.2%), la deficiencia de IgA y la IDCV fueron los tipos más frecuentes. Un reporte reciente de la Sociedad Europea de Inmunodeficiencias que incluye 13,708 pacientes de 41 países estableció que la IDCV representa la entidad más común con 2880 pacientes o 21% de todos los participantes. El registro de la Red de Trabajo de Inmunodeficiencias de los Estados Unidos contiene 3459 pacientes, con 1049 sujetos con IDCV (30%).
No hay datos precisos sobre la prevalencia de IDCV, pero se estima entre 1: 100,000 y 1: 10,000 de la población. El registro de la Sociedad Europea de Inmunodeficiencias estima una prevalencia total de inmunodeficiencias primarias de 1.3 (Polonia) a 5 (Francia) por cada 100,000 personas vivas en los países europeos. La prevalencia calculada de IDCV en estos países europeos va de 0.07 a 0.98 pacientes por cada 100,000 habitantes. Se piensa que estas diferencias observadas entre los países son una consecuencia del subreporte de los países con las tasas más bajas de prevalencia. La prevalencia reportada en Japón también se encuentra en este rango (0.25: 100,000). Las discrepancias entre estos reportes parecen ser un resultado de diferentes metodologías y sus influencias en varias formas de sesgo de verificación. Factores adicionales en la variancia geográfica aparente en la incidencia/prevalencia se pueden deber al acceso a salud pública, la tasa en la que los pacientes se diagnostican de manera apropiada, o diferencias genéticas poblacionales.
HISTORIA NATURAL
Patogénesis
Con la excepción de algunas formas monogénicas conocidas de IDCV (que se discuten más adelante), no se encontró causa del defecto inmunológico en 98% de los pacientes. Con el sello distintivo de la hipogammaglobulinemia, el defecto inmunológico común en todos los pacientes con IDCV es la pérdida de la función de las células B. Ésta es intrínseca a las células B, o un resultado de la ayuda insuficiente de otras células para la producción de anticuerpos. En particular, existe una reducción en el número y porcentaje de células B de cambio de isotipo en la mayoría (no todos) y una pérdida de células plasmáticas tanto en médula ósea como en la mucosa. Las causas de estas anomalías persisten en gran medida desconocidas.
Los pacientes con IDCV a menudo se estratifican de acuerdo al fenotipo de células B y células T en sangre periférica (véase más adelante) y a la función in vitro de las células B, con un número de estímulos. En la mayoría de los casos, las células B de algunos sujetos producen cantidades normales de inmunoglobulinas en cultivo, otras sólo producen IgM, y otras son incapaces de producir cualquier inmunoglobulina. Un análisis reciente con citometría de flujo para fenotipificar y medición de círculos de escisión recombinantes borradores de kappa (KRECs, ver más abajo) distinguió 5 subgrupos o defectos posibles: (1) producción de células B, (2) maduración o supervivencia temprana de células B periféricas, (3) activación y proliferación de células B, (4) centro germinal, y (5) centro posgerminal. En algunos pacientes, se puede afectar el flujo de calcio tras la activación del receptor de células B (tenga en cuenta que éstas corresponden a células B de memoria de cambio bajo) con expansión de la población CD21baja (véase la Tabla III). Otros demostraron distintas anomalías de transmisión de señales en subpoblaciones con IDCV. Por ejemplo, la estimulación de las células B y/o células dendríticas plasmacitoides mediante los receptores tipo Toll 7, 8, y 9 se inhibe en algunos pacientes; esto correlaciona con niveles más bajos de células B de memoria cambiadas.
Se demostró una pérdida relativa de la función de células T en muchos sujetos, como disminución de células T CD4, y en especial células T CD4 vírgenes, células T específicas al antígeno, y alteración de la proliferación, activación y secreción de algunas citocinas (IL-2, IFN-γ e IL-10) con aumento de la IL-6 y tal vez de la IL-12. De manera más reciente, también se demostraron defectos en la maduración del timo, defectos de monocitos/células dendríticas, y respuestas inmunes innatas deficientes que incluyen pérdida de células asesinas naturales. No es simple analizar los cambios primarios observados en la IDCV, en especial debido a que los mecanismos parecen ser heterogéneos.
Estudios de la medula ósea de pacientes con IDCV muestran disminución de células plasmáticas en 94%; el grado de disminución correlaciona con los niveles séricos de inmunoglobulinas. La presencia de agregados de células T en la medula ósea correlaciona con citopenias autoinmunes. En 9 de 25 (36%) pacientes, un bloqueo de la transición de pre-B I-II correlacionó con números más bajos de células B en sangre periférica.
Manifestaciones clínicas
En un reciente gran estudio europeo (2212 pacientes), una gran proporción (34%) de los pacientes tuvo inicio de la enfermedad antes de los 10 años.  Se reportó una predominancia masculina 2:1 antes de los 11 años, esto fue menos pronunciado hasta los 30 años y hubo ligera predominancia femenina (1.3:1) después de los 30 años.
La herencia mendeliana es relativamente poco frecuente (entre 5% y 25%), y muestra patrones autosómicos dominantes y autosómicos recesivos y dependen al menos en parte de factores genéticos regionales. En una gran cohorte americana de 248 pacientes, se encontró que la edad de inicio de los síntomas es bimodal, con picos en la primera y tercera décadas. Sin embargo, en una cohorte europea de 413 pacientes, se encontró que la edad de inicio es una curva continua, con una edad promedio de 35.3 años y mediana de 33 años. La más reciente cohorte europea sugirió de nuevo una curva ligeramente bimodal similar al reporte americano previo. El pico temprano quizá refleje la tasa desproporcionadamente elevada de diagnóstico en jóvenes masculinos.
Quizá haya un retraso significativo entre el inicio de los síntomas y el establecimiento del diagnóstico de IDCV. En la cohorte americana, este retraso fue aproximadamente de 5 a 6 años. En un reporte más antiguo de una cohorte europea, hubo una media de retraso en el diagnóstico de 7.5 años (mediana, 5 años; rango, 0-61 años) y 8.9 años en una cohorte italiana. En un informe europeo más reciente la demora fue aproximadamente de 4 a 5 años. En esta cohorte, no hubo una reducción en el retraso en los pacientes diagnosticados después del año 2000, en comparación con los diagnosticados antes. Sin embargo, la demora fue considerablemente más corta en aquellos pacientes con inicio de síntomas después de los 10 años de edad en comparación con los que se volvieron enfermos a edades más jóvenes (3.1 vs 7.2 años, de manera respectiva).
El primer informe de la literatura de IDCV apareció en 1954 y describió a una mujer de 39 años de edad con agammaglobulinemia que tenía muchas de las complicaciones observadas de este trastorno inmunológico, como bronquitis crónica, episodios de neumonía bacteriana, meningitis por Haemophilus influenzae, diarrea crónica y malabsorción que le ocasionaron pérdida de peso e hipocalcemia. Las infecciones frecuentes y graves son comunes en el momento del diagnóstico de IDCV. Las complicaciones por disregulación inmune no están presentes en todos los pacientes. De acuerdo a los detalles de cómo se estudiaron varias cohortes de pacientes, aproximadamente 33% a 80% no desarrollan estas complicaciones en absoluto (fenotipo “solo infección”), aunque pueden tener cambios estructurales relacionados con la infección como bronchiectasias. El otro 20% a 67% de los pacientes puede desarrollar varios problemas clínicos adicionales, como autoinmunidad, enfermedad pulmonar intersticial, enfermedad granulomatosa, enfermedad hepática, enfermedad inflamatoria intestinal, hiperplasia linfoide, y/o cáncer o linfoma. Todo esto se discute en detalle más adelante.
Existen diferencias significativas en la prevalencia de estas complicaciones entre los países de Europa y en comparación a otras cohortes grandes. Pueden surgir nuevos patrones de complicaciones de IDCV con el reporte incrementado de pacientes con IDCV en registros recién establecidos alrededor del mundo.
Infecciones inusuales. Se describen infecciones recurrentes del tracto urinario o cervicouterino por Ureaplasma urealyticum. Ureaplasma o Mycoplasma pueden provocar artropatías e infecciones pulmonares y deben considerarse cuando no se encuentran otros patógenos comunes. En pacientes no diagnosticados que no reciben o que recibieron dosis bajas (inadecuadas) de IgG (0.1-0.3 g/kg/mes), las infecciones por enterovirus pueden causar meningoencefalitis o un síndrome parecido a la dermatomiositis. La mortalidad de esta complicación es alta (50%). La aparición de otras infecciones oportunistas debe plantear la sospecha de inmunodeficiencia combinada u otro diagnóstico diferente de IDCV.
Enfermedad pulmonar crónica. La inflamación de la vía respiratoria es común en la IDCV y puede progresar con el tiempo a enfermedad obstructiva o restrictiva y cambios bronquiectásicos evidentes en la tomografía computarizada (TC). La broncoscopía puede ser necesaria para identificar organismos patógenos. Un cultivo de lavado bronquial puede incluir organismos potencialmente no susceptibles a la eliminación por anticuerpos tales como H. influenzae no tipificable y/o virus. Mycoplasma y Ureaplasma son patógenos importantes para infecciones sinopulmonares así como para infecciones no respiratorias (ver adelante).
La linfadenopatía mediastinal es común en la IDCV. Cuando los nodos son grandes, o acompañados con nódulos más grandes o persistentes en los campos pulmonares, se requiere una biopsia abierta de pulmón para determinar si las colecciones pulmonares son cicatrices, células linfoides, proliferaciones clonales, infiltrados granulomatosos que asemejan a la sarcoidosis, o malignidad. La neumonía intersticial linfoide o la bronquitis/bronquiolitis folicular pueden conducir a la fatiga, tos, falta de aliento, y daño alveolar que resultan en transferencia reducida de gases. En la TC de alta resolución de tórax, los infiltrados intersticiales pulmonares aparecen como cambios reticulonodulares, opacidades lineales marcadas, fibrosis y apariencia de vidrio esmerilado.
Aunque los granulomas se pueden encontrar en diversos órganos en la IDCV, en el pulmón, los granulomas se acompañan de manera común de infiltrados linfoides, que dan lugar a lo que se denomina “enfermedad pulmonar intersticial linfocítica granulomatosa”. En una serie, la biopsia abierta de pulmón reveló que 11 de 12 pacientes con diagnóstico clínico/radiológico de enfermedad pulmonar intersticial linfocítica granulomatosa tenían granulomas y todos tenían bronquiolitis folicular y neumonitis intersticial linfoide (J.M. Routes et al., datos no publicados, 2015). Los granulomas, aunque no necrotizantes, no son perilinfáticos como en la sarcoidosis. Además, la bronquiolitis folicular y la neumonitis intersticial linfoide no son prominentes en la sarcoidosis, lo que sugiere varias etiologías que dependen del antecedente de localidad o genético de los pacientes. Aún no se comprende la evolución de los granulomas o la neumonitis intersticial en la IDCV. En las primeras etapas pueden ser asintomáticos. Se recomienda que los pacientes tengan una tomografía del tórax y medición de transferencia de gases obtenidos en algún momento cercano al tiempo de diagnóstico para proporcionar una base de comparación en el futuro. Cuando ocurran hallazgos sugerentes, este diagnóstico (u otro) debe establecerse de manera formal por análisis histopatológico. La inflamación continua conduce a daño pulmonar y disminución de la supervivencia. La enfermedad pulmonar crónica es una causa importante de mortalidad en la IDCV.
Enfermedad granulomatosa difusa. La enfermedad granulomatosa o lesionas atípicas parecidas a sarcoidosis ocurren en 8% a 22% de los pacientes con IDCV y quizá se descubran por biopsia varios años antes del reconocimiento del trastorno inmunológico. Los pulmones, los ganglios linfáticos y el bazo se afectan de manera común. Sin embargo, se pueden involucrar piel, hígado, médula ósea, riñón, tracto gastrointestinal, ojos y/o cerebro. Los granulomas en la IDCV son no caseificantes y no se describen asociaciones microbianas. Se desconoce la causa de estas colecciones tisulares.
La constelación de síntomas y signos descritos aquí no debe confundirse con sarcoidosis en pacientes que ya tienen diagnóstico de IDCV. Sin embargo, puede ocurrir confusión en pacientes que tienen IDCV aún sin diagnóstico. Las anormalidades hematológicas como citopenias variables (por lo general no inmunes), como la monocitosis, son comunes en la sarcoidosis. La hipergammaglobulinemia se ve con frecuencia en la sarcoidosis y la mayor parte del resto tiene niveles normales de inmunoglobulinas, en contraste a la hipogammaglobulinemia de un paciente con IDCV. Otras diferencias entre IDCV y sarcoidosis incluyen la distribución y el tamaño de los nódulos pulmonares y la prevalencia muy alta de esplenomegalia en la sarcoidosis. Todos los pacientes que se evalúan para sarcoidosis deben tener determinación de inmunoglobulinas séricas.
Autoinmunidad. La autoinmunidad se presenta en aproximadamente 25% a 30% de los pacientes con IDCV. Quinti et al describieron la autoinmunidad como una de las manifestaciones de presentación de IDCV en 17% de 224 pacientes, y en 2.3% la enfermedad autoinmune fue la única complicación al momento del diagnóstico de la IDCV. Los diagnósticos más comunes son citopenias: púrpura trombocitopenica inmune (PTI), anemia hemolítica autoinmune (AHA), o ambos al mismo tiempo o en diferentes momentos (síndrome de Evans). La neutropenia autoinmune es mucho menos común. Por razones poco claras, estos pacientes no tienen una historia típica de infecciones recurrentes, y la citopenia grave puede ser la primera manifestación del trastorno inmunológico. Los pacientes con IDCV con enfermedad granulomatosa y evidencia de trastorno linfoproliferativo son más propensos a tener episodios de PTI y/o AHA. En el reporte de la cohorte europea reciente, la autoinmunidad se correlacionó con enteropatía, enfermedad granulomatosa, esplenomegalia y esplenectomía, nivel bajo de IgA, y edad más avanzada de inicio. Las manifestaciones autoinmunes pueden presentarse antes de la aparición de hipogammaglobulinemia. Estos pacientes asemejan a aquellos con síndromes de desregulación inmune, como el síndrome linfoproliferativo autoinmune.
Otras enfermedades autoinmunes en pacientes con IDCV incluyen enfermedad inflamatoria intestinal, artritis seronegativa, anemia perniciosa, síndrome de Sjögren, uveítis, vasculitis, tiroiditis, alopecia, vitíligo, hepatitis, cirrosis biliar primaria, síndrome sicca o lupus eritematoso sistémico. Estas no parecen estar vinculadas a la aparición de citopenias. Algunas otras enfermedades autoinmunes comunes, como diabetes tipo 1, psoriasis, enfermedad celíaca, hipotiroidismo y artritis reumatoide, no parecen incrementarse en la IDCV.
Enfermedad gastrointestinal. Se encontró alguna forma de enteropatía en 9% de los pacientes estudiados en un reporte europeo reciente. Esto correlacionó con autoinmunidad, esplenomegalia, lobectomía, nivel bajo de IgM, y la edad de inicio. La enteropatía en la IDCV tiene una tasa alta de mortalidad, posiblemente debido a la malabsorción. Las infecciones gastrointestinales bacterianas, protozoarias (principalmente por Giardia lamblia) y virales se producen en la IDCV y con frecuencia responden a los tratamientos médicos estándar. La erradicación puede ser difícil para algunos pacientes. Aún más complicada es una forma de inflamación crónica del intestino delgado que sucede en 4% a 12% de los pacientes, de acuerdo a la cohorte estudiada. Ésta se asocia con diarrea crónica persistente inexplicable, pérdida de peso, esteatorrea y malabsorción con pérdida de minerales y vitaminas liposolubles. La deficiencia de vitamina A también es importante como una causa de ceguera nocturna, así como tener un efecto negativo sobre la producción de inmunoglobulina. Se le refiere como enteropatía autoinmune asociada a IDCV. El sobrecrecimiento bacteriano es común y puede conducir a distensión y aumento de la diarrea.
Aunque la patogénesis de la EIA no está bien descrita, en la biopsia, la mucosa muestra aplanamiento de vellosidades y distorsión de las criptas con aumento de los linfocitos (por lo general células T CD8), agregados linfoides (hiperplasia linfoide), y pérdida de células plasmáticas. Nótese que la perdida de células plasmáticas es una característica histológica frecuente en la IDCV.
Algunos autores concluyen que la ausencia de células plasmáticas y el aumento de la hiperplasia linfoide distinguen de forma fiable la EIA de la enfermedad celiaca. Otros sugieren que los marcadores HLA-DQ asociados a la enfermedad celiaca en pacientes con IDCV pueden ayudar a distinguir la AIE debida a disregulación inmunológica. Es decir, si los marcadores de enfermedad celíaca están ausentes, es más probable un diagnóstico de EIA. Aunque las pruebas genéticas del MHC pueden ser útiles, las pruebas serológicas (glutaminasa trans y otros anticuerpos) por lo general no lo son. La hepatomegalia leve con un aumento persistente en los niveles de enzimas hepáticas, como la fosfatasa alcalina, es frecuente en la IDCV. La causa más común identificada de anormalidades en el hígado es la hiperplasia nodular regenerativa. Aunque antes se pensaba que tenían un curso relativamente benigno, una proporción significativa de pacientes progresa a hepatitis autoinmune con cambios histopatológicos y/o desarrollo de hipertensión portal. Estos pacientes a menudo tienen hiperesplenismo con neutropenia y muchos sucumben a la infección. Enfermedad de la vesícula biliar con colestasis, cirrosis biliar primaria, y autoinmune o hepatitis granulomatosa son también posibles causas de anomalías hepáticas. La hepatitis B y C son poco comunes en la IDCV a menos que estén presentes factores de riesgo.
Enfermedad alérgica. Estudios recientes de enfermedad respiratoria alérgica en la IDCV mostraron incidencia baja de asma alérgica, 6.5% de 62 pacientes como un todo y 22.2% de los 18 pacientes con un antecedente sugestivo de asma. Del mismo modo, el mismo grupo encontró que la rinitis alérgica es igualmente inusual. Aunque 82% de los pacientes tenía antecedentes de rinitis o rinosinusitis crónica o episódica, una causa alérgica se confirmó sólo por detección de IgE específica a aeroalérgenos en 5.6% de los 72 pacientes con IDCV con una historia sugestiva del diagnóstico. Esto en contraste a pacientes sin IDCV con niveles bajos o ausentes de IgA con o sin deficiencia de subclases de IgG en quienes las enfermedades alérgicas, en particular el asma, son más comunes.
Hiperplasia linfoide. Se encontró hiperplasia linfoide cervical, mediastinal y abdominal y/o esplenomegalia en al menos 20% de los pacientes con IDCV; se reportó esplenomegalia en 26% de la cohorte europea reciente. Las biopsias de ganglios linfáticos suelen mostrar hiperplasia linfoide atípica, hiperplasia linfoide reactiva, o inflamación granulomatosa. Son características la falta de células plasmáticas y la presencia de centros germinales mal definidos en los ganglios linfáticos y otros tejidos linfoides. Se debe examinar en estos tejidos la clonalidad de células B y células T, con marcadores de fluorescencia, citogenética y/o análisis molecular para descartar malignidad linfoide. Para los infiltrados de células B, se puede realizar examen para RNA que codifica para EBV por hibridación in situ. Debido a que los sujetos con IDCV pueden tener estructuras linfoides inusuales con pérdida de los límites característicos, es importante que un patólogo con experiencia examine estos tejidos. Sin embargo, la presencia de linfocitos clonales no es diagnóstico de linfoma ya que éstos se pueden encontrar en el tejido linfoide que muestra hiperplasia reactiva en pacientes con IDCV.
El aumento de tamaño del bazo es un hallazgo común en pacientes con IDCV, sin embargo, no se conocen sus causas o consecuencias. La esplenomegalia puede ser masiva y aun así no causar síntomas clínicos. La descripción histológica de las anormalidades del bazo mostró lesiones granulomatosas, pulpa roja congestiva, hiperplasia folicular y centros germinales atróficos. Estas anomalías pueden contribuir a un secuestro esplénico como la causa de trombocitopenia en pacientes con IDCV.
Malignidad. Las enfermedades malignas de todos los tipos se encuentran incrementadas en pacientes con IDCV en comparación con la población general, y ocurren posiblemente en 6% a 9% de los pacientes. La mayor parte de la literatura hasta la fecha indica que los linfomas son la forma más común de malignidad en la IDCV. En un estudio europeo de 176 sujetos, la proporción de casos observados a esperados para linfoma fue de 12:1 y para el cáncer de estómago fue de 10:3. Sin embargo, sugiriendo una posible tendencia a la baja de cáncer de estómago en los últimos años, hubo 3 diagnósticos de cáncer de estómago en 476 pacientes (0.6%) en contraste con 32 linfomas no Hodgkin (6.7%) y 4 casos de Hodgkin. En un país donde H pylori es frecuente, este organismo se encontró en 14 de 34 sujetos con síntomas gástricos, 1 de los cuales tenía cáncer gástrico. En una gran cohorte italiana de 353 pacientes, el adenocarcinoma tuvo una presentación inicial en 5 pacientes (1.4%). Un informe reciente de una gran base de datos europea (2,212 pacientes) encontró que los tumores sólidos superan en número al linfoma, 5% contra 3%, de manera respectiva.
Otras complicaciones. Diversos problemas clínicos adicionales pueden surgir en pacientes con IDCV. Se desconoce la relación de estos con la fisiopatología subyacente. Una de estas asociaciones es la osteoporosis en asociación con aumento del recambio de hueso. El hipotiroidismo también se ve de manera ocasional, aunque no con mayor frecuencia en comparación con la población general.
Manifestaciones de laboratorio
A pesar de la heterogeneidad de los pacientes con IDCV, grandes estudios retrospectivos, tanto en los Estados Unidos y en Europa sugieren que, en la mayoría de los pacientes con IDCV, los niveles de IgG se encuentran por debajo de 4.5 g/L (85%-94%, de manera respectiva). Los niveles de IgM son variables. En las series de los Estados Unidos, aproximadamente 80% de los pacientes tuvieron niveles de IgM de menos de 0.25 g/L, mientras que la media de IgM fue 0.4 g/dl en una cohorte italiana de 224 pacientes con IDCV. En un estudio, las mujeres con IDCV tendían a tener niveles más altos de IgM. Los niveles de IgA son bajos o indetectables en la IDCV, 70% de los pacientes mostraron valores por debajo de 0.1 g/L en la cohorte de Estados Unidos contra 49% de los pacientes con niveles de IgA de menos de 0.07 g/L en la cohorte europea. (Como se señaló en el apartado de definición, algunos expertos exigen que el nivel de IgA esté por debajo del rango normal ajustado para la edad para todos los pacientes que recibieron un diagnóstico de IDCV.) Hay varios casos reportados de pacientes con deficiencia selectiva de IgA con nivel normal de IgG en la evaluación inicial en los cuales los niveles de IgG disminuyen de forma lenta hasta que cumplen los criterios de laboratorio para IDCV. Por último, hasta 21% de los pacientes con IDCV pueden tener niveles muy bajos o ausencia de todos los isotipos de inmunoglobulina al momento del diagnóstico.
La producción de anticuerpos específicos quizá sea variable en algunos pacientes con IDCV. Los niveles de IgG específica o las respuestas a vacunas en pacientes con sospecha de tener IDCV pueden estar dentro de límites normales al inicio, pero pueden disminuir con el tiempo, y por último volverse consistente con el diagnóstico. En un estudio pequeño de IDCV en la infancia, una gran proporción de niños (73%) tenía títulos normales de isohemaglutininas y las respuestas de anticuerpos a antígenos proteicos fueron protectoras al momento del diagnóstico en 44 a 62%. En contraste, se encontró ausencia de respuesta a antígeno polisacárido de neumococo en 71% de los niños, mientras que en 21% la respuesta fue deficiente. En un estudio de 21 adultos con IDCV y que recibían terapia de reemplazo con IgG, la mitad respondió de manera adecuada al menos a 1 de 5 proteínas/péptidos o vacunas conjugadas. Cuatro de 21 respondieron a más de 1 vacuna proteica y 3 de 17 produjeron anticuerpos cuantificables para el polisacárido del neumococo.
Algunos pacientes tendrán manifestaciones clínicas de IDCV, pero pueden no cumplir con los criterios de laboratorio debido a que su nivel de IgG o de otro isotipo sean muy altos, o sus respuestas a vacuna parecen ser adecuadas. A estos pacientes se les debe dar seguimiento de manera logitudinal. Como se señaló de manera previa, los fenotipos de laboratorio más leves, tales como la deficiencia de IgA o la deficiencia de subclases de IgG pueden evolucionar con el tiempo hasta que se cumplan los criterios de laboratorio y es apropiado un diagnóstico de IDCV.
La mayoría de los pacientes con IDCV tendrán niveles normales de células T circulantes y de células NK en sangre periférica. Sin embargo, el número de células B es variable. En la revisión retrospectiva de 2008 de datos europeos que comprende principalmente pacientes adultos con IDCV, 54% de los pacientes tenía niveles normales (6%-16%) de células B circulantes, en 19% había niveles elevados (>17%), 12% tuvo niveles disminuidos (1%-6%) y 12% tuvo niveles indetectables.
Los esfuerzos para estudiar pacientes con IDCV se dificultan por la naturaleza heterogénea de la enfermedad. Por lo tanto, por más de una década, se hicieron esfuerzos para clasificar de manera sistemática los pacientes con IDCV mediante el uso de criterios de citometría de flujo estándar fácilmente accesibles (Tabla III). Estas clasificaciones por inmunofenotipos permiten tener conocimientos de la patogénesis de las manifestaciones clínicas. En consecuencia, el ensayo EUROCLASS se diseñó para alcanzar consenso entre varios esquemas de clasificación. De acuerdo al inmunofenotipo de las células B, los niveles de las células B de memoria de cambio de isotipo, que se definen por la expresión de marcadores de superficie celular CD27+IgM-IgD-, se encontraron asociados a esplenomegalia, enfermedad granulomatosa, enfermedad pulmonar crónica y autoinmunidad. El valor agregado de la identificación de células B transicionales (CD38altoIgMalto) y células B CD21bajo también parece ayudar a definir subcategorías que tienen relevancia clínica potencial tales como linfadenopatía y esplenomegalia, de manera respectiva.
Se reportó disfunción variable del compartimento de células T en grupos de pacientes con IDCV. Un estudio encontró que las células T CD4 estaban disminuidas en 29% de los 473 pacientes con IDCV, mientras que 50% de esta cohorte demostró respuestas proliferativas anormales para al menos 1 mitógeno. También se observa de manera común reducción en el número de células T vírgenes como informó el grupo francés DEFI de 311 pacientes con IDCV. Esta disminución en la población CD4 vírgenes (CD45RA+CCR7+CD4+) es más pronunciada entre los pacientes que cumplen los criterios para inmunodeficiencia combinada de aparición tardía (LOCID, ver adelante). La medición de los círculos de escisión del receptor de células T puede distinguir subgrupos CVID (ver adelante).
Repertorios restringidos de receptores de células T, oligoclonalidad, aumento de la apoptosis de células T, y reducción de la expresión de CD40L se observaron en algunos pacientes, lo que indica que la función de las células T no es normal en los subgrupos de pacientes con CVID. Dado que las células B requieren la ayuda de las células T CD4 para la respuesta a antígenos glioproteicos, las anomalías de las células T pueden contribuir a la producción de anticuerpos defectuosos en pacientes con IDCV. Sin embargo, en muchos pacientes, las células T pueden ser capaces de someterse a activación y diferenciación terminal, con capacidad de generar especificidad a citomegalovirus, EBV y virus de la influenza, lo que apoya un beneficio potencial de la vacunación con la subunidad de la influenza para la mayoría de los pacientes con IDCV.
Las células dendríticas y las células T reguladoras pueden también tener papeles en la patogénesis de algunos fenotipos o complicaciones de la IDCV, como las manifestaciones autoinmunes o inflamatorias. Los mecanismos subyacentes de estas anormalidades celulares en IDCV aún no se aclaran por completo.
En una cohorte de 311 pacientes franceses con IDCV, 9% tenía una infección oportunista, un recuento de células T CD4 inferior a 200 células/ml o ambos. En este grupo de pacientes, se encontró con mayor frecuencia enfermedad intestinal, esplenomegalia, linfomas y granulomas que en el resto de la cohorte. Este fenotipo se nombró LOCID y ahora se clasifica como una inmunodeficiencia combinada por la Unión Internacional de Sociedades Inmunológicas. Es notable que la consanguinidad fue más común en este grupo, lo que sugiere un posible defecto(s) genético mendeliano. Este fenotipo es muy similar al síndrome de Good aunque el timoma, característico del síndrome de Good, no se ve en el LOCID.
GENÉTICA
La IDCV es una enfermedad multifocal compleja, sus orígenes genéticos empiezan a ser comprendidos al menos de manera parcial. La mayoría de los casos de IDCV son esporádicos. Aproximadamente de 5% a 25% son familiares, con un patrón de herencia autosómico dominante con mayor frecuencia. En raras ocasiones, se reportan familias que presentan una herencia autosómica recesiva.
Un número de estudios concentrados en familias con CVID/IgAD reveló varios loci de susceptibilidad identificados dentro de la región HLA en el cromosoma 6p. El análisis de enlace indicó un locus de susceptibilidad denominado IGAD1. Otros haplotipos HLA-DQ/DR confirieron protección o susceptibilidad para IgAD e IDCV. La fuerte influencia de la región MHC se observó en varias otras cohortes. En una de ellas, la mayoría de los pacientes heredaron HLA*DQ2, * DR7, * DR3, * B8, y/o * B44. B44 estuvo presente en casi la mitad y fue el alelo de susceptibilidad más común. Los estudios de enlace genético en este tipo de familias encontraron evidencias de mutaciones en el brazo del cromosoma 4q51 y 16q, pero no se identificaron los genes asociados a la enfermedad.
Hasta la fecha, las mutaciones en varios genes no redundantes demostraron ser la causa de enfermedad en algunos pacientes que cumplen criterios para IDCV. Algunas de las características clínicas y de laboratorio de estos trastornos se resumen en la Tabla IV. Sin embargo, estas mutaciones causantes de enfermedad en la actualidad representan sólo una muy pequeña fracción (alrededor de 2%) de la población con IDCV. Además, muchos pacientes con mutaciones en algunos de estos genes (por ejemplo, CTLA4 y LRBA) exhiben inmunodeficiencia combinada con características clínicas o anormalidades de laboratorio que no se presentan en la IDCV. Estos se segregaron en la clasificación de la IDCV (de aquellos con defecto no conocido) por la Unión Internacional de Sociedades de Inmunología y se clasificaron como entidades distintas en función de trastornos genéticos definidos.
Las variantes de reparación del ADN pueden ser responsables de algunas formas de IDCV. Una predisposición al daño por radiación y el cáncer son resultados plausibles en pacientes con reparación inapropiada del ADN.
Los pacientes con IDCV tienen una propensión incrementada al cáncer, algunos parecen tener radiosensibilidad celular aumentada. Los genes que codifican elementos importantes de reparación del ADN se asocian con deficiencia de IgA e IDCV.
Polimorfismos particulares en los genes TACI (TNFRSF13B) y MSH5 afectan el fenotipo de 5 a 8% de los pacientes con IDCV, aunque también se encuentran presentes en un número significativo de individuos sanos (1%). Los polimorfismos TACI pueden impedir la recombinación de cambio de clase independiente de células T debido a que las interacciones entre TACI y sus ligandos (APRIL [un ligando que induce proliferación] y BAFF [factor activador de células B]) son importantes para este proceso. La mayoría de los individuos con polimorfismos bialélicos TNFRSF13B desarrollan IDCV, mientras que aquellos con mutaciones en un solo alelo tienen riesgo aumentado de desarrollar IDCV y fenómenos autoinmunes. Se encontró una familia con un fenotipo parecido a IDCV que tiene mutaciones en TNFRSF13C (BAFFR), donde ambos hermanos tenían niveles disminuidos de IgG e IgM, pero niveles normales de manera persistente de IgA. Un informe reciente indica que los polimorfismos en este gen son bastante comunes y pueden contribuir a una respuesta alterada de células B.
Hasta el momento, los defectos descritos son principalmente monogénicos, pero se piensa que muchas de las causas genéticas de IDCV que aún no se caracterizan serán poligénicas, y los genes modificadores quizá desempeñen un papel crucial en el desarrollo de la enfermedad. Por ejemplo, los polimorfismos en los genes que codifican IL-10 y TNF se asocian con la formación de granulomas. Los polimorfismos en genes que codifican la alfa-1 antitripsina y la lectina que se une a la manosa pueden aumentar la aparición de bronquiectasias y fibrosis. La identificación de nuevos genes causantes de enfermedad se complica aún más por el hecho de que el mismo trastorno clínico puede ser causado por mutaciones en genes diferentes y que las mutaciones en diferentes lugares de un mismo gen pueden dar lugar a trastornos de inmunodeficiencia primarios completamente diferentes. Además, se espera que la superposición epigenética, como se ilustra por los gemelos monocigóticos con deficiencia discordante de IgA, añada complejidad etiológica.
La naturaleza heterogénea de la IDCV se confirma además después de que un estudio de asociación amplia del genoma identificó múltiples loci potenciales de susceptibilidad para IDCV. Trescientos sesenta y tres pacientes con IDCV se genotipificaron. Las asociaciones de polimorfismo de un solo nucleótido (SNP) y las variaciones en el número de copias se reconocieron y distinguieron los casos de IDCV de sujetos control. Las asociaciones más fuertes con IDCV se encontraron en el loci del gen del MCH y la desintegrina/metaloproteasa. Se asociaron 16 duplicaciones/eliminaciones de gen y muchas (~ 100) duplicaciones y eliminaciones intraexónicas únicas. Un total de aproximadamente 1000 SNP compuestos predijeron el fenotipo de IDCV. Los análisis de SNP revelaron genes asociados con fenotipos particulares, como la proteína 3 que interactúa con la proteína cinasa 3 activada por mitógenos (MAP3K7IP3) que se asoció de manera significativa con niveles bajos de la IgA. También se encontraron genes que se asociaron de manera significativa con el linfoma como PFTK1, HAVCR1, y KIAA0834. El gen CACNA1C (canal de calcio, dependiente de voltaje, tipo L, subunidad 1C alfa) fue común para pacientes con IDCV y enteropatía y pacientes con enfermedades intestinales inflamatorias.
En la definición de consenso actual de IDCV, el análisis genético molecular de los pacientes no es un requisito para conferir el diagnóstico. Sin embargo, a la luz de posibles terapias definitivas o de apoyo (por ejemplo, terapia de células madre y terapias con citocinas) que pueden administrarse a pacientes con defectos genéticos específicos, debe considerarse la posibilidad de buscar un diagnóstico molecular. Esto se aplica en especial a los pacientes que presentan características clínicas o de laboratorio inusuales en la IDCV. La evaluación de los familiares de pacientes con IDCV puede distinguir casos familiares de casos esporádicos.
DIAGNÓSTICO
Los médicos deben tener un alto índice de sospecha para deficiencia de anticuerpos en pacientes de todas las edades. Se deben considerar trastornos asociados a hipogammaglobulinemia adquirida en todos los pacientes con sospecha de deficiencia de anticuerpos. Estos incluyen medicamentos (uso prolongado de glucocorticoides, antiepilépticos, rituximab), malignidad (leucemia linfocítica crónica, linfomas), síndrome nefrótico, enteropatía perdedora de proteínas, linfangiectasias congénitas. Ver Tabla I para estos y una lista más completa de diagnósticos que deben excluirse antes de hacer una determinación de IDCV.
A propósito del uso de glucocorticoides, el uso diario de más de 20 mg por 14 días (o dosis >2 mg/kg en niños que pesan <10 kg) o dosis más bajas por periodos más prolongados (meses a años) pueden provocar hipogammaglobulinemia. También existe la posibilidad de que el uso de esteroides a dosis altas y por tiempo prolongado puede alterar la respuesta a vacunas. Aunque la hipogammaglobulinemia por el uso de esteroides sistémicos esta bien documentada, la respuesta alterada a vacunas es más teórica, hay poca evaluación formal prospectiva de las respuestas a vacunas en pacientes con terapia sistémica de esteroides. Un estudio encontró que no hubo efecto en la respuesta a la vacuna de la fiebre amarilla. En otro estudio, los esteroides inhalados no alteraron la respuesta a la vacuna de la influenza.
A la luz de la definición de IDCV mencionada de forma previa, los estudios mínimos de laboratorio que deben realizarse durante la evaluación incluyen medición de niveles de inmunoglobulinas séricas y respuesta a vacunas al menos a 1 antígeno dependiente de células T- y 1 independiente de células T. Para especificidad diagnóstica máxima, es esencial el análisis de citometría de flujo de linfocitos de circulación periférica para medir poblaciones de células T, B, y NK para excluir inmunodeficiencia combinada. La medición de los subtipos de células B puede ayudar a diferenciar IDCV de otros trastornos.
Inmunoglobulinas séricas
Se deben medir los 4 isotipos principales –IgG, IgM, IgA e IgE. Los niveles de IgG al nacimiento son altos debido a la transferencia de IgG materna durante la gestación. Los niveles caen a su nadir entre los 3 y los 6 meses y en adelante aumentan de manera constante. Por lo tanto, se deben utilizar rangos normales locales para la edad. Cuando sea posible se deben utilizar también los valores específicos para la población para considerar diferencias raciales o ambientales. Los valores normales por lo general se reportan como 2 DE por arriba o por debajo de la media o el intervalo entre la percetila 5 y 95. Ya que la distribución de inmunoglobulinas no es paramétrica, se prefiere el criterio por percentiles, sin embargo, esto no es regla en todos los laboratorios. Es importante reconocer que 2.5% a 5% de los sujetos normales se encuentran por debajo de lo esperado para su grupo etario.
Es común encontrar diferencias entre los laboratorios. Además, enfermedades concurrentes, cambios en fluidos u otros procesos pueden afectar el nivel de inmunoglobulinas. Por esto es que se requiere demostrar niveles bajos de inmunoglobulinas de manera persistente antes de iniciar la terapia de reemplazo con IgG. Sin embargo, la terapia con IgG no se debe retrasar si existe suficiente sospecha basada en otras características clínicas.
La cuantificación de las subclases de IgG no es relevante para el diagnóstico de IDCV. Medir el nivel de IgE no es necesario para el diagnóstico, pero un nivel elevado de la misma debe hacer considerar un diagnóstico alternativo. Cuando los niveles de IgM se encuentran normales o elevados en conjunto con IgG o IgA bajas, se debe considerar alguno de los síndromes hiper-IgM antes de establecer el diagnóstico de IDCV.
Evaluación de las respuestas a vacunas
La respuesta a vacunas se debe valorar en todos los pacientes excepto aquellos con niveles muy bajos o indetectables de IgG. Incluso con niveles muy bajos de IgG (100-200 mg/dl), se pueden encontrar niveles adecuados de IgG específica a vacunas y llevar a considerar hipogammaglobulinemia secundaria u otro diagnóstico. Por supuesto, esta evaluación debe realizarse previo al inicio de terapia de reemplazo de IgG. Algunos expertos no requieren medir la respuesta a vacunas en todos los pacientes. Por ejemplo, en un paciente con manifestaciones clínicas características que tienen niveles bajos de IgG e IgA y células B de memoria anormalmente bajas con infecciones sinopulmonares graves, el médico puede elegir obviar el mes necesario para evaluar la respuesta a vacunas a favor de iniciar de inmediato las infusiones de IgG para beneficio terapéutico. En otros pacientes, la detección de anticuerpos específicos para infecciones previas conocidas/documentadas (como sarampión y herpes simple) o para inmunizaciones previas quizá sea suficiente para descartar deficiencia primaria de anticuerpos. Estas decisiones dependen de cada caso. El consenso de los autores de este documento es que la respuesta a vacunas se debe medir en todos los pacientes excepto en casos en los que el médico juzgue que la morbilidad potencial de retrasar la terapia de reemplazo sea inaceptable.
La calidad de una respuesta de anticuerpos es compleja y comprende muchos aspectos de la función de anticuerpos incluidos la diversidad clonal, la avidez o afinidad de unión, la capacidad opsonizante o neutralizadora y la capacidad de desarrollo de memoria inmunológica. En la práctica clínica, la capacidad de un paciente de montar una respuesta de anticuerpos funcional se valora al medir los niveles séricos de anticuerpos IgG específicos en respuesta a antígenos de vacunas o infecciones documentadas y debe incluir respuestas dependientes de células T (a antígenos proteicos o glicoproteicos) e independientes de células T (a antígenos polisacáridos).
Las vacunas comunes disponibles en la mayoría de los países incluyen el toxoide diftérico y tetánico, Haemophilus influenzae tipo B y neumococo. Los primeros tres se componen de antígenos proteicos o polisacáridos acoplados a una proteína acarreadora (vacuna conjugada) y la medición de niveles de IgG específica dan información de respuesta dependiente de células T. La vacuna neumocócica puede ser conjugada (por ejemplo, Prevnar-13 en los Estados Unidos o Europa) o polisacárida pura (por ejemplo, Pneumovax). Las respuestas independientes de células T se evalúan al medir la respuesta IgG específica a antígenos polisacáridos puros contenidos en la vacuna neumocócica polisacárida. Otras vacunas de valor diagnóstico incluyen la del meningococo (conjugada y polisacárida) y la vacuna salmonella polisacárida pura. En ocasiones puede ser de utilidad la medición de anticuerpos para otras vacunas de rutina en la infancia, como sarampión, rubeola, parotiditis, polio, hepatitis B y varicela. También brinda información la valoración de la respuesta a patógenos infecciosos conocidos del paciente (virus de herpes simple, citomegalovirus, EBV).
El enfoque para la evaluación de las respuestas de anticuerpos funcionales a antígenos dependientes de células T es medir primero los niveles de IgG específica para varias vacunas. Si los niveles de anticuerpos específicos se encuentran bajos en la evaluación inicial, se realiza la inmunización y después se miden anticuerpos específicos 3 a 6 semanas (4 semanas a menudo se considera el estándar) después para valorar su producción. Las vacunas de toxoide tetánico y diftérico son las mas utilizadas para evaluar respuesta dependiente de células T en niños y adultos.
La evaluación de la respuesta de anticuerpos funcionales independiente de células T requiere medir niveles de IgG específica después de la inmunización ya que títulos elevados de anticuerpos antipolisacáridos de reactividad cruzada que ocurren de manera natural y correlacionan muy poco con actividad funcional por lo común están presentes previos a la inmunización. La vacuna neumocócica polisacárida es la utilizada de manera más común para valorar la respuesta independiente de células T y se puede utilizar en adultos y niños mayores de 12 meses. Estudios recientes demuestran respuestas normales de anticuerpos funcionales a Pneumovax en niños de 12 meses, lo que apoya su uso en la evalaución de respuestas independientes de células T incluso en niños más pequeños.
Se establecieron los niveles protectores de IgG específica para múltiples antígenos de vacunas proteicas y conjugadas. Ejemplos comunes incluyen el toxoide tetánico y diftérico (0.15 UI/mL) y el polisacárido de Haemophilus influenzae tipo B (HIB) (1 mcg/mL). Los niveles por debajo de estos umbrales se sugieren que indican respuestas específicas alteradas a estos antígenos, aunque esto no se estableció de manera formal. Algunos pacientes con IDCV que reciben la vacuna del tétanos tienen una respuesta “protectora” (por criterios de concentración) pero aun así necesitan el reemplazo de inmunoglobulinas para prevenir infecciones bacterianas.
Estudios de ensayos de inmunización que valoran la eficacia de la vacuna de neumococo conjugada sugieren que un título de 0.35 mcg/mL o más es protector contra enfermedad neumocócica invasiva (no otitis media, sinusitis o colonización nasal) en niños sanos. Aún no se desarrollan criterios específicos para el número o fracción de serotipos para los cuales un individuo responde posterior a la administración de vacuna neumocócica conjugada. Se estudian los anticuerpos específicos IgA e IgM para la vacuna neumocócica polisacárida, aunque estos no están disponibles en la practica rutinaria. En el futuro, estas respuestas específicas IgA e IgM quizá proporcionen una forma adicional para medir las respuestas de anticuerpos en la terapia con IgG y además caractericen los fenotipos de IDCV.
Se desarrollaron criterios para la interpretación de respuestas de anticuerpos específicos para antígenos de polisacáridos puros de neumococo. Aunque quizá se definan los niveles de anticuerpos protectores para un serotipo individual, existe tremenda variabilidad individual en las personas sanas con respecto los patrones de respuesta entre los serotipos. Después de la inmunización con vacuna de polisacáridos puros de neumococo, 1.3 mcg/mL de IgG específica se consideran niveles protectores contra enfermedad invasiva. De manera reciente, se propusieron criterios de consenso por un grupo de expertos en cuanto a la proporción de los tipos a los que un individuo responde y el cambio en los niveles antes y después de la inmunización. Se definieron 4 fenotipos de respuesta (resumidos en la Tabla V). Tenga en cuenta que estos criterios no incluyen los serotipos contenidos en las vacunas conjugadas neumocócicas si se vacunó de forma previa con estas (en los últimos 5 años) debido al efecto de cebado. Estos nuevos criterios aún no se validaron de manera formal. Muchos laboratorios europeos utilizan las vacunas Pneumovax o Typhum VI para evaluar las respuestas a polisacáridos.
También se debe señalar que medir sólo el nivel de anticuerpos no brinda información sobre la calidad de la respuesta inmune. Debe tenerse en cuenta que, en algunos individuos, los exámenes de laboratorio no siempre pueden definir de manera adecuada el deterioro de la producción de anticuerpos. Por ejemplo, algunos individuos con niveles “protectores” de IgG específica para agentes patógenos pueden sin embargo no estar protegidos en virtud de producir un anticuerpo con avidez o actividad opsonizante baja. Sin embargo, en la actualidad no existen criterios clínicos aceptados con respecto a la respuesta normal a vacunas basada en mediciones distintas de la concentración de anticuerpos específicos IgG en suero.
La medición de títulos de isohemaglutininas, anticuerpos que ocurren de manera natural de los isotipos IgM e IgG contra el antígeno polisacárido de grupos sanguíneos, puede ser una alternativa de análisis clínicamente relevante para evaluar la función de anticuerpos independiente de células T en pacientes jóvenes, o en los que ya se inició la terapia de IgG. Las vacunas contra la encefalitis por rabia o garrapata también pueden ser útiles para el diagnóstico en pacientes que ya reciben IgG y no recibieron estas vacunas de forma previa. También es posible utilizar vacunas estándar para evaluar la capacidad de respuesta en pacientes que reciben terapia de IgG (ver sección de Manifestaciones de laboratorio, más adelante), aunque se debe ajustar la interpretación de los resultados. Esto no se considera una práctica estándar. Están en desarrollo métodos alternativos con citometría de flujo para medir la activación de células B después de la inmunización.
TRATAMIENTO
Terapia de reemplazo con inmunoglobulina
Se puede administrar IgG por vía intravenosa o subcutánea y a intervalos variables para adaptarse a las necesidades específicas del paciente. Ambos tipos de preparaciones son eficaces, seguras para la infusión en el hogar, y están ampliamente disponibles, forman parte de la lista de medicamentos esenciales para los adultos y niños de la Organización Mundial de la Salud. Los pacientes requieren un seguimiento de infecciones bacterianas y niveles séricos de IgG debido a que cada individuo tiene un nivel de umbral único de IgG para prevenir las infecciones bacterianas.
Se desconoce la dosis de IgG requerida para un paciente individual, la mayoría de las guías nacionales e internacionales sugieren una dosis inicial de 0.4 a 0.5 g/kg/mes para la inmunoglobulina intravenosa (IVIG) y 0.4 a 0.6 g/kg/mes para la inmunoglobulina subcutánea (SCIG). Si hay bronquiectasias preexistentes, hay evidencia para el uso de 0.6 g/kg/mes. Algunos profesionales también recomiendan dosis más altas (0.6-0.8 g/kg/mes) para los pacientes con enteropatía o esplenomegalia. Las tasas más altas de infección respiratoria y los peores resultados se asocian con infradosificación de IgG y viceversa.
Las infusiones de IVIG se administran por lo general en intervalos de 3 o 4 semanas. Los eventos adversos tienden a asociarse con infusión rápida, infecciones agudas concurrentes, y pacientes no tratados de forma previa, cuando transcurrió un tiempo significativo entre las infusiones (>6 semanas), o cuando hay un cambio en el producto.
Las reacciones agudas típicas asociadas a la infusión de IVIG incluyen cefalea, náusea y vómito, rubor, urticaria, escalofríos, mialgias, artralgias, dolor abdominal y/o dolor de espalda; estos por lo general se resuelven con el tratamiento con antihistamínicos o acetaminofén o con AINE y disminución de la velocidad de infusión. Las reacciones tardías (fatiga, cefalea, mialgias) pueden ocurrir hasta 72 horas después de la infusión. La administración pre y posinfusión con los mismos medicamentos también con frecuencia puede aliviar estos eventos adversos tardíos menores. Para los efectos adversos agudos y tardíos moderados se pueden agregar corticoesteroides pre y posinfusión. Las reacciones anafilactoides graves, que ponen en riesgo la vida, son muy raras y se tratan de forma aguda con epinefrina, antihistamínicos y corticoesteroides. De manera ocasional, el cambio a otro producto de IVIG puede aliviar los efectos adversos.
Algunos pacientes con IDCV con niveles séricos ausentes de IgA (<7 mg/dL) pueden desarrollar anticuerpos IgG anti-IgA. Es posible que los niveles altos de estos anticuerpos puedan asociarse con reacciones anafilácticas a la IVIG. Sin embargo, tales reacciones son muy raras, y no es rutinario estudiar en pacientes deficientes de IgA con IDCV la presencia de tales anticuerpos antes de iniciar la terapia.
La dosis de SCIG en adultos varía de 100 a 200 mg/kg/semana y los intervalos de dosificación varían de aplicación diaria, dos veces por semana, una vez a la semana, o cada 2 semanas. La absorción de IgG administrada por vía subcutánea tarda de 3 a 7 días. Algunos profesionales prefieren iniciar la terapia con inmunoglobulina intravenosa hasta que el paciente está estable y luego realizar la transición a SCIG, mientras que otros inician con SCIG de manera directa. La IGIV y la SCIG también se pueden utilizar el mismo día, sobre todo si se desea administrar una dosis de carga al mismo tiempo que se desea instruir en la autoadministración de la SCIG. La terapia también se puede iniciar con SCIG de forma diaria para proporcionar un rápido incremento en los niveles de IgG, mientras se instruye a los padres o los pacientes en la administración. Con la dosificación semanal de SCIG, se alcanzan niveles estables de IgG después de aproximadamente 6 meses; el nivel estable puede alcanzarse de manera más rápida con 5 fusiones diarias de la dosis semanal seguida por infusiones semanales. Se puede utilizar SCIG en pacientes que tuvieron efectos adversos graves de forma previa con IVIG y en aquellos con títulos altos de anticuerpos IgG anti-IgA. Las reacciones sistémicas a SCIG son raras; son comunes las reacciones tisulares locales. Sin embargo, estas disminuyen con el tiempo. De manera reciente, se demostró que el uso de una nueva área de infusión (por ejemplo, al cambiar del abdomen a los muslos) incrementa la aparición de reacciones de tejidos locales.
La SCIG también se puede administrar junto con hialuronidasa. En esta técnica, se administra una solución de IgG al 10% por vía subcutánea posterior a la infusión de hialuronidasa humana recombinante en el mismo sitio. La enzima permite la infusión y la absorción de volúmenes mucho mayores en comparación con la técnica estándar. La SCIG con hialuronidasa se administra de acuerdo al mismo régimen de dosificación que la IVIG.
La IGIV se puede administrar en un centro de salud, mediante un servicio de infusión en el domicilio del paciente, o autoinfundirse por el paciente en su casa después del entrenamiento adecuado. La SCIG suele autoinfundirse en el hogar por el mismo paciente o un padre. Se probó la aceptación y la seguridad de los pacientes, se mejora la calidad de vida y puede haber ahorro de costos con SCIG, también. El método de empujar sin bomba se utiliza para la SCIG en Europa desde hace tiempo, ya que las bombas son caras y el ahorro de costos también se confirmó en Canadá. Los programas educativos en centros especializados, con el objetivo de que los pacientes deben ser capaces de autoinfundirse el medicamento y que los padres sean capaces de realizar infusiones en sus hijos, aumentaron el cumplimiento del tratamiento por los pacientes y los padres.
Las complicaciones debidas a la transmisión de agentes infecciosos, como la hepatitis B o la hepatitis C, son muy raras. Sin embargo, es importante continuar la monitorización de pacientes en tratamiento de reemplazo para la transmisión de agentes patógenos nuevos o desconocidos. Se debe realizar medición de la aspartato aminotransferasa (AST) y alanina aminotransferasa (ALT) una vez o dos veces al año; debe investigarse la elevación persistente. El suero puede conservarse para un análisis retrospectivo en el caso de sospecha futura de enfermedad de transmisión.
Se observan complicaciones renales en los pacientes que reciben IgIV. La mayoría de estas se asocian con productos que contienen sacarosa y en pacientes con enfermedad renal preexistente. Sin embargo, la lesión renal puede ocurrir en cualquier paciente con cualquier producto. También se debe monitorizar de manera regular el nitrógeno de urea en sangre (BUN) y/o creatinina en pacientes que reciben terapia de IgG. La hemólisis y los fenómenos tromboembólicos son complicaciones poco frecuentes pero importantes de la terapia con IgIV y SCIG. Estos requieren un seguimiento regular de los parámetros hematológicos y vigilancia para trombosis.
Inmunización
La eficacia de las vacunas comunes no se evaluó de manera formal en pacientes con IDCV. No son necesarios refuerzos de rutina de tétanos, difteria o neumococo para los individuos que reciben terapia de reemplazo de IgG debido a que estos anticuerpos están presentes en grandes cantidades en la IgG policlonal terapéutica. Las vacunas inactivadas se utilizan con menos frecuencia y no suponen ningún riesgo para los pacientes, pero se desconoce su eficacia. Debido a que la inmunidad celular se encuentra intacta en muchos pacientes con IDCV, y las vacunas inactivadas inducen inmunidad celular, estas pueden administrarse de acuerdo con las necesidades individuales del paciente. En particular, algunos inmunólogos recomiendan la administración rutinaria de la vacuna inactivada de la influenza.
La IgG terapéutica contiene cantidades significativas de anticuerpos neutralizantes para las vacunas de virus vivos usadas con más frecuencia como sarampión, parotiditis, rubéola, polio y varicela. Por lo tanto, la mayoría de estas vacunas se neutralizan y se vuelven ineficaces en pacientes que reciben IgG. Tenga en cuenta que algunas de estas vacunas, en especial la de virus vivos atenuados de la polio, puede causar la enfermedad en pacientes con IDCV si aún no se diagnosticaron o si no iniciaron la terapia de IgG; sólo las vacunas inactivadas o de subunidades pueden administrarse si se sospecha de IDCV. Tenga en cuenta también que la cantidad de anticuerpos contra estos agentes varía de un producto a otro o de un lote a otro y se aconseja tener precaución con relación a la exposición cuando los pacientes viven en o viajan a áreas donde estas enfermedades son comunes. La eficacia y la seguridad de vacunas de virus vivos menos utilizadas no se estudiaron en pacientes con IDCV y por lo general se consideran contraindicadas en estos pacientes. El riesgo de transmisión de agentes de las vacunas de rutina de virus vivos por lo general es bajo, y la IgG terapéutica es neutralizante para las vacunas de sarampión, parotiditis, rubéola (MMR) y de varicela, por lo que puede utilizarse de forma rutinaria en los familiares de pacientes con IDCV. La transmisión de la vacuna de la polio puede ocurrir a partir de los contactos familiares vacunados, y esto supone un riesgo para las personas con IDCV ya que la terapia de reemplazo de IgG puede no tener un efecto protector.
Tratamiento de las complicaciones
Rinosinusitis. Las infecciones recurrentes en el tracto respiratorio superior dan lugar a sinusitis crónica y pólipos nasales. Los pacientes con IDCV con sinusitis bacterias persistentes a pesar de la terapia de reemplazo adecuada con inmunoglobulina deben contar con estudios de imagen, consulta con un otorrinolaringólogo, extirpación de cualquier pólipo y posible restauración quirúrgica del drenaje de los senos. No se evaluó de manera formal la cirugía endoscópica funcional en el tratamiento de pacientes con deficiencia de anticuerpos, como la IDCV. Se pueden utilizar aseos nasales con solución salina de rutina para ayudar en la eliminación del moco. Además, la profilaxis con antibióticos puede ser necesaria en períodos de meses, o más.
En cuanto a la profilaxis con antibióticos para la rinosinusitis crónica o recurrente y/o la otitis media, no existen ensayos controlados en pacientes con deficiencia de anticuerpos. No existe un consenso entre los expertos de si el uso de antibióticos por periodos intermitentes o continuos o la rotación de antibióticos proporcionan una mejor protección en pacientes con IDCV. Muchos médicos expertos que tratan pacientes con inmunodeficiencia utilizan profilaxis con antibióticos para los pacientes con enfermedad sinusal crónica. Se pueden considerar varios agentes y regímenes. Los fármacos adecuados incluyen (pero no se limitan de manera necesaria a) amoxicilina, trimetoprim y macrólidos. Estos últimos pueden proporcionar efectos antiinflamatorios adicionales.
Bronquiectasias. Es esencial contar con una TAC de tórax y pruebas de función pulmonar basales para identificar bronquiectasias o cicatrices, evaluar la gravedad, y descubrir otras patologías (enfermedad intersticial, granulomas). Las bronquiectasias deben tratarse con medidas apropiadas, como fisioterapia y algunas veces antibióticos profilácticos, de acuerdo a la gravedad. Estudios recientes realizados en pacientes con bronquiectasias (excepto en fibrosis quística) sugieren que el uso profiláctico de azitromicina en pacientes con exacerbaciones frecuentes es útil por lo menos a modo de prueba. Se pueden tomar cultivos de esputo antes de iniciar la profilaxis con azitromicina para excluir micobacterias no tuberculosas y determinar la sensibilidad a la azitromicina. Los pacientes pueden requerir de seguimiento de problemas cardíacos o auditivos y los macrólidos se deben utilizar con precaución en pacientes con riesgo de intervalo Q-T prolongado. En bronquiectasias extremas, es útil la solución salina hipertónica al 7%, así como la higiene pulmonar. Los antibióticos aminoglucósidos nebulizados también pueden considerarse (observación personal de los autores). Los pacientes pueden beneficiarse del tratamiento conjunto con un especialista pulmonar.
Infecciones inusuales. Infecciones por Ureaplasma o Mycoplasma deben tratarse con un macrólido al cual el microorganismo es sensible. En el caso de infecciones urogenitales, puede ser útil para el tratamiento de la pareja del paciente. Mycoplasma en las articulaciones o en los pulmones puede requerir antibióticos intravenosos. No hay terapias eficaces para las infecciones por enterovirus causantes de meningoencefalitis. Puede ser útil la IVIG a dosis altas con medición de títulos de anticuerpos al serotipo infectante. La tasa de supervivencia es de 50%. De manera afortunada, estas infecciones no parecen ocurrir en pacientes que mantienen niveles relativamente altos de IgG (>800 mg/dl). Las infecciones por Giardia se tratan con tinidazol a dosis altas o metronidazol, con la adición de paromomicina para casos resistentes.
Citopenias autoinmunes. Para citopenias autoinmunes, los esteroides a dosis estándar (1-2 mg/kg de equivalente a prednisona al día en dosis divididas) suelen ser suficientes. Se pueden utilizar dosis más altas de IgG (1-2 g/kg/mes) para complementar el tratamiento con esteroides orales que se deben disminuir durante varias semanas o más. La globulina Antirhesus también puede ser eficaz. El rituximab a dosis estándar se utilizó con éxito para la PTI refractaria o recurrente y para AIHA. En algunos pacientes fue necesaria una dosis extra de rituximab. En algunos pacientes se produjeron infecciones graves posterior a la esplenectomía. Sin embargo, esto no se observó en todos los casos. La esplenectomía es curativa de PTI o AIHA en la IDCV y puede ser necesaria si fallan las otras líneas de tratamiento. Informes recientes indican que la esplenectomía no aumenta la mortalidad en la IDCV si se utiliza la sustitución adecuada de inmunoglobulina. Otros trastornos autoinmunes en pacientes con IDCV se tratan como en pacientes inmunocompetentes.
Enfermedad granulomatosa. El tratamiento de granulomas es empírico. Se encontró que los corticoesteroides, a dosis bajas durante períodos largos para evitar complicaciones relacionadas con su uso, resultan en la resolución a corto plazo en los sitios que se monitorizan de manera fácil mediante endoscopia o imagen. Agentes ahorradores de esteroides, tales como azatioprina, ciclosporina u otros, tienen éxito variable. El infliximab es exitoso para los granulomas de la piel, pero se recomienda precaución en vista del aumento del riesgo de infecciones piógenas o por micobacterias.
Enteropatía. Se debe realizar biopsia de la mucosa intestinal en pacientes con enteritis crónica. Aunque la patología es similar a la de la enfermedad celíaca, existen diferencias histológicas. A diferencia de la enfermedad celíaca, la enteropatía en la IDCV no responde a la eliminación del gluten. El reemplazo de IgG no suele mejorar la afectación gastrointestinal. De manera común, se utilizan agentes como el ácido 5- aminosalicílico y/o esteroides orales sin absorción como la budesonida. Los corticoesteroides como la prednisona pueden utilizarse en dosis bajas de 10 mg/día; dosis más altas pueden conducir a un riesgo significativo de infecciones oportunistas. Los inmunomoduladores, como la azatioprina o la 6-mercaptopurina, se pueden usar con seguridad ya que las dosis usadas (como para la enfermedad de Crohn) son bajas y no parecen afectar las pruebas estándar de función de células B y T. El infliximab se utilizó también con algún beneficio en la enteropatía grave, aunque su eficacia puede no ser de larga duración. El sobrecrecimiento bacteriano puede disminuir con antibióticos de amplio espectro (metronidazol, tinidizol o ciprofloxacino). Es importante tratar la deficiencia de vitaminas liposolubles, incluso en aquellos que no tienen enteropatía o malabsorción.
Enfermedad pulmonar intersticial. Esta complicación en la IDCV tiene una mortalidad elevada, por lo que es importante detectarla lo más pronto posible. Todos los pacientes deben tener al menos una tomografía computarizada de alta resolución al diagnóstico. Los que no tienen evidencia de enfermedad pueden monitorizarse de manera anual con espirometrías. La frecuencia de estudios de imagen de seguimiento en ausencia de cambios funcionales no está clara. La evidencia de enfermedad pulmonar intersticial u otra obliga a realizar pruebas de función pulmonar que incluyen la capacidad de difusión al menos de manera anual con imágenes de acuerdo a los cambios funcionales.
Es importante definir la histopatología de la enfermedad pulmonar para utilizar el tratamiento más eficaz. No hay estudios controlados que definan el tratamiento óptimo, pero una combinación de azatioprina y rituximab pareció ser eficaz en sujetos con infiltrados granulomatosos/linfocitarios en un estudio abierto pequeño. En las formas con una infiltración prominente de células T, se obtuvo éxito con corticoesteroides, con o sin ciclosporina. El tratamiento con anticuerpos anti-TNF se utilizó con éxito en casos aislados de enfermedad pulmonar intersticial compleja.
Linfoproliferación. Más de 30% de los pacientes con IDCV tiene esplenomegalia, ya sea palpable o en estudios de imagen, aunque los síntomas de hiperesplenismo suelen ser leves. Los pacientes con esplenomegalia aislada pueden no necesitar tratamiento. Del mismo modo, las adenomegalias persistentes deben hacer sospechar linfoma o síndrome linfoproliferativo autoinmune, pero no requieren tratamiento por sí solas. Los corticoesteroides por lo general conducen a la regresión de estos fenómenos, pero pueden reaparecer cuando se disminuyen los esteroides. Un aumento agudo de la adenopatía o esplenomegalia obliga a una evaluación para su posible transformación maligna.
Linfoma. Los médicos deben mantener un alto índice de sospecha para linfoma en pacientes con IDCV. El linfoma puede ser difícil de distinguir de la proliferación linfoide policlonal. El análisis clonal puede ser engañoso debido a que se demuestran poblaciones linfocitarias oligoclonales en biopsias sin considerar la histología. El tratamiento sigue los protocolos actuales para pacientes inmunocompetentes.
Terapia con células madre. Hasta ahora, el trasplante de médula ósea u otras formas de terapia de células madre hematopoyéticas (HSCT) no se considera que tengan un papel importante en el tratamiento de la IDCV, y la experiencia es limitada. Un estudio en pacientes gravemente enfermos con IDCV mostró que la HSCT puede tener éxito, pero la mortalidad relacionada con el procedimiento en los que recibieron HSCT fue significativa, igual a la de los que permanecen en lista de espera. De manera reciente, se reportó un estudio retrospectivo de 25 pacientes con IDCV que recibieron HSCT en 14 centros alrededor del mundo. La indicación para HSCT fue malignidad hematológica en 7 pacientes; 6 (83%) de ellos sobrevivieron. Los otros 18 pacientes tenían 1 o más de las siguientes condiciones refractarias a la terapia convencional: citopenias autoinmunes, infecciones respiratorias o gastrointestinales, enfermedad pulmonar intersticial/granulomatosa, y/o enteropatía autoinmune. Sólo 33% de estos pacientes sobrevivieron. De los 12 pacientes que sobrevivieron, la mitad logró descontinuar la terapia de IgG y la indicación de trasplante se resolvió en 11 de ellos (92%). Con la mejora de los predictores de laboratorio, será posible en un futuro próximo hacer una mejor evaluación del pronóstico y así trasplantar aquellos que parecen tener disminución considerable de la supervivencia.
Consideraciones especiales
Niños
El objetivo principal del tratamiento en niños con IDCV es disminuir la morbilidad y la mortalidad asociadas a las infecciones recurrentes. El consenso entre los inmunólogos pediatras es que la vigilancia clínica estrecha y la sustitución adecuada de IgG pueden extender la esperanza de vida de estos pacientes jóvenes para acercarse a la de la población general. La dosis óptima y el intervalo de la inmunoglobulina de reemplazo necesarios para lograr este objetivo se encuentran aún bajo investigación.
En un estudio multicéntrico, aleatorizado, doble ciego de 18 niños (y 25 adultos) con deficiencias de anticuerpos, en los pacientes que recibieron 800 mg/kg de inmunoglobulina intravenosa cada 4 semanas se redujo de manera significativa el número y la duración de las infecciones en comparación con los que recibieron 400 mg/kg cada 4 semanas. Estos hallazgos sugieren que, en niños, como en adultos, dosis más altas de IgG resultan en un menor número de infecciones. Se llegó a conclusiones similares en 2 metaanálisis de la incidencia de infección en relación con la dosificación de IGIV y SCIG.
Aunque las preocupaciones generales respecto a la terapia de IgG afectan a adultos y niños por igual, el volumen reducido de sangre y la función renal inmadura colocan a los recién nacidos y los lactantes en riesgo de desequilibrios hidroelectrolíticos. Para estos pacientes, la selección de los productos de IGIV con una mayor concentración de proteínas, osmolaridad baja y pH neutro constituye la mejor opción. En los niños, se requieren ajustes de dosis regulares durante períodos de crecimiento acelerado.
Las complicaciones en los niños pueden ser más frecuentes que en los adultos. Las infecciones recurrentes, la inflamación crónica, las deficiencias nutricionales crónicas y las alteraciones gastrointestinales asociadas pueden representar una amenaza para el crecimiento óptimo en los niños. En algunos niños con IDCV puede encontrarse hiperreactividad bronquial asociada a la sensibilización a alérgenos. Los niños con asma que tienen otras características que sugieren IDCV deben estudiarse para la deficiencia de anticuerpos. Aunque la IDCV no es común en pacientes con asma, otras formas más leves de deficiencia de anticuerpos pueden requerir terapia IgG. Como en los adultos, es importante distinguir el daño estructural temprano y las bronquiectasias de una enfermedad pulmonar intersticial. Muchos niños ya tienen bronquiectasias en el momento en que se diagnostican con IDCV. En una serie de 22 niños, las bronquiectasias estaban presentes en 7 casos (rango de edad, 2.5-15 años) y se detectaron antes del diagnóstico de IDCV en 5 niños. Se observaron resultados similares en otra cohorte pediátrica.
Para evitar daños en los órganos, la importancia de la detección de los miembros de la familia de niños con IDCV se destaca en un informe reciente que demostró que una proporción considerable presentó una historia clínica con síntomas sugestivos de inmunodeficiencia primaria o alteraciones en la inmunidad humoral como IDCV.
Embarazo. La dilución del plasma en el tercer trimestre del embarazo resulta en una reducción moderada de la IgG sérica. Al mismo tiempo, el feto recibe IgG materna por vía transplacentaria. Se aconseja incrementar la dosis de reemplazo de la IgG durante este periodo y durante el nacimiento. Las autoridades difieren en sus recomendaciones para el aumento de la dosis, en rangos que van de 10% a 50%. Las pacientes femeninas pueden tener la seguridad de que la SCIG se puede administrar en la pared abdominal de forma segura durante el embarazo. De acuerdo al índice de masa corporal, se pueden elegir sitios alternativos para su comodidad.
Viajes. Aunque muchos sitios web relacionados con la medicina del viajero proponen recomendaciones específicas para los pacientes inmunocomprometidos, éstas no aplican para pacientes con insuficiencia primaria de anticuerpos que reciben terapia adecuada de reemplazo con IgG. Los pacientes deben discutir sus planes de viaje con su médico especialista con anticipación. La evitación de agentes infecciosos para los cuales los pacientes con IDCV son susceptibles, tales como Giardia, Campylobacter y Salmonella transmitidas por el agua, deben evitarse al utilizar sólo agua limpia y evitar alimentos crudos en países donde estos patógenos son comunes. Se recomienda precaución en relación con los viajes a las zonas donde ciertas infecciones (por ejemplo, meningitis meningocócica) son endémicas y la protección de IgG puede no ser adecuada.
Apoyo. El objetivo del tratamiento es permitir a los pacientes vivir de una manera tan normal como sea posible, y que se hagan cargo de la enfermedad y el tratamiento. Consideraciones del estilo de vida (sueño, ejercicio, tabaquismo, consumo de drogas, etc.) deben enfatizarse con regularidad. Los niños deben ser alentados a jugar al aire libre con otros niños, ir a la escuela, y participar en deportes y otras actividades extracurriculares, en especial aquellas que promueven el ejercicio aeróbico. Puede haber circunstancias en las que la frecuencia de infecciones o la exposición a otros agentes irritantes puedan ser problemáticas para niños en guarderías o en la escuela. Consideraciones similares se aplican a ciertas ocupaciones y ambientes laborales para pacientes adultos. Las decisiones relativas a la asistencia o el trabajo deben hacerse sobre una base de caso por caso, con la participación de todos los involucrados. El objetivo debe ser promover la integración social tanto como sea posible.
La participación en grupos de apoyo (Tabla VI) proporciona información esencial relacionada con el trabajo, la educación, el seguro, y el acceso a la atención médica experta. Otros pacientes y familias ofrecen perspectivas y apoyo mutuo que no pueden obtenerse del personal médico. Tales grupos pueden ayudar con los problemas sociales, económicos, emocionales y psicológicos de la enfermedad crónica.
PRONÓSTICO
En el primer informe del Consejo de Investigación Médica del Reino Unido en 1979, la supervivencia de los pacientes con IDCV a 12 años del diagnóstico fue de 30%. A finales de la década de 1990, con el inicio de la terapia con inmunoglobulina intravenosa a dosis altas, la supervivencia a 20 años del diagnóstico fue de 64% para los varones y 67% para las mujeres, en comparación con 92% y 94% de la población general, de manera respectiva. Desde el año 2000, ya que la dosis estándar de reemplazo de IgG se incrementó de manera constante, cada vez más pacientes tienen niveles normales de IgG la mayor parte de sus vidas, lo que lleva a una supervivencia esperada global de 58% 45 años después del diagnóstico. En una cohorte italiana, la supervivencia global fue de 35% a los 40 años. Sin embargo, mientras que ninguno de los pacientes con cáncer sobrevivió más allá de 35 años después del diagnóstico, los pacientes sin malignidad tuvieron una supervivencia global de 65% a los 40 años. El pronóstico individual depende del fenotipo clínico del paciente. Los que no tienen complicaciones tienen una esperanza de vida casi normal. La supervivencia se ve disminuida en los pacientes con enteropatía inexplicable, enfermedad pulmonar crónica, linfoproliferación policlonal o citopenia.
Los datos obtenidos en dos grandes estudios de más 4 décadas mostraron que las causas de muerte incluyen insuficiencia respiratoria por enfermedad pulmonar crónica en alrededor de 35%, los linfomas representan 18%, y los cánceres de otro tipo 10% a 33%. La importancia de los cánceres distintos a los linfomas asociados a la IDCV se confirmó aún más por las observaciones de que los adenocarcinomas intestinales fueron la primera presentación clínica en algunos pacientes y que en cerca de 3% de los pacientes con IDCV ocurrió más de una neoplasia primaria distinta.
El reemplazo de IgG es el estándar de tratamiento en la IDCV y reduce las infecciones de manera significativa. Sin embargo, este tratamiento no ayuda a prevenir o tratar las complicaciones no infecciosas que surgen como los aspectos más difíciles del tratamiento del paciente. Los pacientes con IDCV que tuvieron infecciones como su única manifestación de inmunodeficiencia tienen una buena evolución, con una supervivencia parecida a la de controles de la misma edad. El seguimiento a largo plazo revela que los sujetos con IDCV con complicaciones inflamatorias tienen mayor morbilidad y mortalidad a pesar de la terapia de reemplazo de IgG.
ÁREAS DE ESTUDIO ADICIONAL
Definición
Es evidente a partir de esta obra y otras publicaciones que aún no existe un consenso total sobre la definición de la IDCV. Algunos grupos incluyen criterios clínicos en la definición, sin embargo, como para otros trastornos inmunes primarios, y al considerar las diversas manifestaciones de esta enfermedad, se concluye que el diagnóstico de IDCV debe basarse principalmente en los criterios de laboratorio. Es posible que los avances en las áreas de biomarcadores y genética proporcionarán nuevo material o un nuevo enfoque para el desarrollo de ese consenso.
Biomarcadores
El aspecto inmunológico y la clínica en IDCV pueden cambiar de manera gradual con el tiempo, incluso en pacientes que reciben tratamiento. Del mismo modo, la presentación clínica y de laboratorio al momento del diagnóstico puede depender del tiempo transcurrido desde el inicio de los síntomas, ya que pueden surgir complicaciones adicionales y las alteraciones inmunológicas pueden progresar después de las manifestaciones iniciales de la enfermedad. En particular, la función de células B podría disminuir de manera gradual o mejorar con el tiempo. Esto se observa de forma clara en la mayoría de los pacientes con hipogammaglobulinemia transitoria de la infancia, que para los 2 a 4 años tienen valores normales de IgG. Una minoría de estos niños desarrollan una forma de hipogammaglobulinemia indefinida persistente que puede no cumplir con los criterios diagnósticos de IDCV. Como se señaló de forma previa, otras formas de deficiencia de anticuerpos pueden progresar en gravedad, como sucede en los pacientes con deficiencia selectiva de IgA que desarrollan IDCV con el tiempo. Por lo tanto, las alteraciones inmunológicas deben evaluarse de manera periódica, como los niveles de inmunoglobulinas y las respuestas de anticuerpos. La evaluación de este último criterio en la mayoría de los pacientes se llevará a cabo antes de la terapia de reemplazo de IgG y habrá que tener en cuenta el calendario de vacunación distinto en muchos países, como la vacunación conjugada contra S pneumoniae durante la infancia, lo que puede complicar la evaluación de la respuesta a polisacáridos.
La posibilidad de medir las respuestas de anticuerpos IgM e IgA, en lugar de IgG específica, podría superar la dificultad de estudiar respuestas a la vacuna en pacientes que ya están en tratamiento con IgG. Los niveles de IgM e IgA antineumocócico polisacárido podrían ser útiles en la distinción entre los respondedores y no respondedores. Dichos ensayos también podrían ayudar a estratificar los pacientes con IDCV con respecto a la capacidad de las células B residuales para generar una respuesta de anticuerpos y el riesgo de desarrollar infecciones invasivas. Por lo tanto, podrían servir como marcadores de pronóstico en pacientes con IDCV. El estudio de la inmunidad de la mucosa a nivel tisular puede mejorar la comprensión de las alteraciones inmunológicas en pacientes con IDCV. Estos datos podrían proporcionar marcadores adicionales de pronóstico.
La fenotipificación de linfocitos por citometría de flujo y otros métodos parece que continuarán revelando detalles de las poblaciones de sangre periférica que pueden tener relevancia para la gravedad de la enfermedad, las complicaciones clínicas, y la progresión.
TRECS y KRECS como marcadores clínicos de IDCV. TRECs y KRECs son subproductos de recombinación del ADN nuclear creados durante la neogénesis de células T y B. El deterioro en el desarrollo de linfocitos B o T conduce a una reducción en la proporción de células T o B periféricas que contienen TREC o KREC. La cuantificación por PCR de TRECs y KRECs se utiliza para el tamizaje neonatal de inmunodeficiencia combinada grave y deficiencia de linfocitos B (agammaglobulinemia). Además del tamizaje del recién nacido, los TRECs y KRECs se pueden utilizar como marcadores clínicos de la gravedad y la progresión de diversas enfermedades de inmunodeficiencia primaria.
Como se discutió de forma previa, aunque la IDCV se considera una enfermedad con disfunción predominante de células B, muchos individuos también exhiben anormalidades importantes del desarrollo y la función de células T y sufren de complicaciones relacionadas con la deficiencia de células T, como infecciones oportunistas, enfermedades autoinmunes, y enfermedades malignas. Es un reto dibujar la línea entre la disfunción de las células T en la IDCV y la inmunodeficiencia combinada (CID) diagnosticada como IDCV. Por lo tanto, se desea encontrar nuevos marcadores para clasificar mejor la IDCV y distinguirla de la CID. La medición de TRECs y KRECs puede proporcionar marcadores clínicos útiles para distinguir CID de IDCV. En un reporte, se analizaron TRECs y KRECs en 37 pacientes con IDCV con terapia de reemplazo de IgG. Muchos pacientes en este estudio tuvieron infecciones oportunistas, lo que sugiere que la CID a menudo puede ser mal diagnosticada como IDCV.
En la base del número de copias de TREC y KREC, los pacientes se clasificaron en 4 grupos: A: TREC(+) KREC(+), B: TREC(+) KREC(-), C: TREC (-) KREC (+), y D: TREC(-) KREC(-). Se encontró correlación con la clasificación basada enTREC/KREC y los síntomas clínicos en cada grupo de pacientes. Los eventos acumulados de complicaciones (infecciones oportunistas, enfermedades autoinmunes, y malignidades) por 10 años/paciente fueron más altas en el grupo D, seguido por el grupo C, grupo B y grupo A. Los eventos en los grupos D y C fueron significativamente más altos que en el grupo A. La clasificación basada en TREC/KREC también correlacionó con el pronóstico. Un paciente en el grupo D murió de neumonía por Pneumocystis jirovecci, y otros 2 pacientes en el mismo grupo recibieron HSCT después de complicaciones debidas a enfermedad linfoproliferativa relacionada con el EBV. En contraste a los pacientes del grupo D, los pacientes del grupo A permanecieron relativamente sanos. Una explicación es que estos pacientes albergan defectos sólo en la diferenciación terminal de las células B, pero no en las células T. En los pacientes del grupo B, se observaron a menudos enfermedades autoinmunes, lo que sugiere que el balance entre las células T y B es importante en el desarrollo de enfermedades autoinmunes en la IDCV. Los pacientes del grupo C y D sufrieron una frecuencia elevada de infecciones oportunistas y malignidades, lo que sugiere que estos pacientes negativos para TREC tienen déficits funcionalmente importantes de células T. La HSCT puede considerar como un tratamiento para “curar” a los pacientes del grupo D, como se reporta en los casos de IDCV/CID graves, debido a que es pobre la supervivencia libre de eventos.
Genética
La variación genética puede estudiarse en relación a los síntomas clínicos (es decir, predominio de infección, predominio de inflamación o predominio autoinmune), en relación a la gravedad de la enfermedad (es decir, curso de la enfermedad, eficacia del tratamiento), y en relación a los parámetros inmunológicos (es decir, inmunofenotipo y/o función in vitro/in vivo). El genoma completo o la secuenciación del exoma pueden dar información de alteraciones genéticas causantes de enfermedades, así como de los genes o loci modificadores de enfermedad. Se necesitarán estudios de cohortes más grandes con secuenciación genómica y otros métodos de alto rendimiento (evaluación de las variaciones del número de copias y SNPs) para descubrir las (posiblemente) muchas causas de esta enfermedad y posibles dianas terapéuticas.
Tratamiento
¿Cuál es la mejor práctica para el seguimiento de los sujetos con ICV con el tiempo? Debido a la heterogeneidad de esta enfermedad, no existen reglas fijas, aparte de los seguimientos regulares y el seguimiento periódico de los niveles de IgG sérica. Paneles químicos completos y un recuento sanguíneo completo también son importantes para detectar problemas que pueden surgir con el tiempo (véase más arriba). Las mejores prácticas para el seguimiento de los sujetos para la enfermedad pulmonar fueron motivo de controversia, y no hay consenso actual. La importancia de la posible radiosensibilidad necesita estudiarse más en la IDCV. La resonancia magnética puede representar una técnica libre de radiación fiable para el diagnóstico y el seguimiento. También se debe prestar más atención al diagnóstico precoz de cánceres linfoides y no linfoides. Se necesitan datos prospectivos de cohortes grandes para definir mejor las estrategias más eficientes y rentables.
¿Cómo es posible individualizar el reemplazo de inmunoglobulina en términos de intervalos y dosis? Los sistemas de salud cambian de forma rápida en respuesta a las presiones económicas y preocupaciones sobre la calidad de la atención. El sistema de salud es en sí un factor determinante de la evolución del paciente. Elucidar los efectos del sistema de salud en los resultados del paciente requiere nuevos enfoques metodológicos para identificar lo que funciona en qué entorno y en qué condiciones. La investigación clínica personalizada presenta nuevos retos metodológicos ya que se hace hincapié en la respuesta individual y no en la población.
El grupo de Oxford propuso aumentar la dosis de inmunoglobulina de 0.15 g/kg/mes cuando los pacientes presentan una infección grave, infección persistente o 3 o más infecciones moderadas en un año. Otros factores que contribuyen a las infecciones deben evaluarse previo a aumentar estas dosis para un paciente específico. Otras opciones incluyen la reducción del intervalo entre las dosis de IgG con o sin aumento de la dosis mensual acumulada de IgG. La terapia de reemplazo en las inmunodeficiencias primarias no es una mera transferencia pasiva de anticuerpos de manera exclusiva para prevenir las infecciones recurrentes, sino que también tiene un papel activo en la modulación de la respuesta inflamatoria y regulación autoinmune por medio de las funciones de las células B o de otros tipos de células. Por consiguiente, se necesita una mejor comprensión de los efectos biológicos del reemplazo de IgG incluso si se administra a dosis más bajas que las utilizadas para la enfermedad inflamatoria.
No es posible en este momento proporcionar datos claros de los resultados del trasplante de células hematopoyéticas como un enfoque potencialmente curativo en pacientes con IDCV con un mal pronóstico. Al saber que la psicoterapia de apoyo y la eficacia de los fármacos antimicrobianos nuevos continuarán mejorando los resultados clínicos, es difícil aconsejar a los pacientes con IDCV someterse a HSCT. La elaboración de índices pronósticos y mejores herramientas de diagnóstico (por ejemplo, para los defectos de células del estroma) serán de suma importancia para la selección temprana de los pacientes adecuados y tomar mejores decisiones en el futuro.




Centro Regional de Alergia e Inmunología Clínica CRAIC, Hospital Universitario “Dr. José Eleuterio González” UANL, Monterrey, México
Dra. med. Sandra Nora González Díaz         Jefe y Profesor
Dr. Alfredo Arias Cruz                                 Profesor
Dr. Daniel Cantú Moreno                             Residente 1er Año

Dra. Alejandra Macías Weinmann                Profesor

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