martes, 31 de enero de 2017

Hallan un probiótico vinculado con la longevidad y develan sus mecanismos

En el célebre Canto a mí mismo, el poeta norteamericano Walt Whitman afirma: "Yo contengo multitudes". Whitman vivió en el siglo XIX, pero la ciencia de los siglos XX y XXI le dan la razón. Cada uno de nosotros contiene billones de minúsculos alquimistas en su tracto digestivo: una miríada de bacterias intestinales que se ocupan de innumerables procesos que nuestras propias células no pueden realizar.

Biofilms de diferentes cepas de Bacilus subtilis silvestres ("wild-type") desarrollados sobre un medio de cultivo sólido. Puede apreciarse la alta organización estructural de los biofilms que representan verdaderas comunidades ("ciudades") de microbios. Foto: Roberto Grau, investigador

Por su trascendencia en la salud, la "microbiota", como se conoce a este ecosistema que nos habita, despertó un enorme interés entre los investigadores y dio sustento al campo de los "probióticos", esos microorganismos que cuando llegan vivos al intestino tienen efectos beneficiosos.
Ahora, investigadores del Conicet y la Universidad Nacional de Rosario (UNR) realizaron un hallazgo singular: mostraron en un modelo de laboratorio que una bacteria probiótica llamada Bacillus subtilis, consumida desde hace miles de años por ciertos pueblos asiáticos, retardaría el envejecimiento y prolongaría la vida. Acaba de publicarse en Nature Communications.

El trabajo se hizo en un gusano llamado Caenorhabditis elegans, pero todo indica que podría abrir el camino para su aplicación en humanos.
"Hace años que venimos estudiando la biología molecular de esta bacteria -cuenta Roberto Grau, investigador independiente del Conicet en la Facultad de Ciencias Bioquímicas y Farmacéuticas de la UNR y director del estudio-. Ya se sabía que mejora las defensas inmunológicas. Para esta investigación nos preguntamos si, además de eso, en un individuo «normal» puede agregar un plus de salud y, en particular, de longevidad."
Según explica Grau, si uno deja de lado las muertes violentas, los individuos mueren por enfermedad o por el envejecimiento de órganos y tejidos.
Con un promedio global de varias décadas más que hace un par de siglos, se puede concluir que la ciencia tuvo éxito en combatir muchas enfermedades, pero aún queda como asignatura pendiente combatir el envejecimiento.
En su experimento, los investigadores pudieron comprobar que el probiótico alargaba la vida de C. elegans y que también retardaba su envejecimiento. Pero, además, desentrañaron las bases moleculares del mecanismo benéfico.
"Sabemos qué genes de la bacteria están implicados en regular genes del hospedador que llevan al aumento de la longevidad y encontramos que existe una correlación directa con los que se encuentran afectados en personas centenarias", dice Grau.
Si a esto se le suma la ventaja de que esta bacteria forma esporas (es decir, células en reposo altamente resistentes a los procesos industriales), crece aún más el interés del descubrimiento. "No requieren cadena de frío -explica-. Se pueden mantener en forma líquida o en polvo y agregarse a pastas, barritas de cereal, yerba mate o cualquier otro tipo de alimento o bebida. Podría llegar a los cuatro rincones del planeta sin problema."
Por su parte, Gabriela Perdigón, responsable del Centro de Referencia para Lactobacilos, que no participó del trabajo, se pregunta cuál puede ser la influencia de estas esporas "en un ecosistema tan complicado como el intestino. Tenemos que ser cautos", afirma.
Martín Vázquez, investigador del Conicet que estudia el microbioma humano y que tampoco intervino en el estudio, opina que los hallazgos son prometedores: "Todavía tengo mis dudas de que los probióticos normales, basados en organismos vivos, puedan superar la barrera del estómago, entre otras cosas porque tiene un pH bajísimo. Las esporas sí lo superan."
Los científicos de Rosario, mientras tanto, están preparando sus próximos pasos: además de seguir explorando los mecanismos moleculares de la bacteria y la relación que establece con su anfitrión, ya cuentan con un subsidio para desarrollar alimentos, bebidas y golosinas con este probiótico.


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