Datos procedentes de la Agencia Mundial Antidopaje revelan que los deportistas olímpicos con asma confirmada han obtenido sistemáticamente una proporción mayor de medallas que sus homólogos no asmáticos. Según Ken Fitch, de la Facultad Ciencias del Deporte de la Universidad de Australia Occidental, las pruebas indican que los deportistas de élite con asma no se hallan en desventaja por su afección médica.
Tras la decisión de no vetar a todos los deportistas rusos para Río 2016, es posible que el dopaje acapare una atención aún mayor de lo habitual en los próximos juegos. Dado que el asma es la afección médica más frecuente entre los deportistas olímpicos, Fitch ha recopilado directrices para los médicos sobre el tratamiento de los deportistas con asma.
“El Código Mundial Antidopaje establece ciertas restricciones sobre la prescripción de agonistas β2 inhalados, pero se pueden sortear sin poner en peligro el tratamiento de los deportistas de élite con asma”, escribe en la revista Breathe.
Señala también que parece existir una relación paradójica entre el ejercicio y el asma, de manera que el primero puede predisponer a padecer la segunda.
“Dicha relación paradójica entre el asma y el ejercicio puede considerarse casi perversa”, opina Fitch, en el sentido de que “los años de entrenamiento de resistencia pueden provocar lesiones en las vías respiratorias, hiperreactividad en estas y asma en deportistas sin antecedentes previos de esta afección”. Por tanto, señala, el asma se considera un “riesgo profesional” para los deportistas de resistencia de élite.
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