Cada vez es mayor el número de padres que utilizan leche de fórmula para alimentar a sus bebés, ya sea para cesar la lactancia materna o, sobre todo, para evitar el riesgo de alergias que pueden presentarse con la leche materna. Es el caso, entre otras, de la leche de fórmula hidrolizada, en la que se emplea el calor para romper las proteínas de la leche y, por tanto, se asocia a un menor riesgo para los bebés de alergia a la leche que, por ejemplo, las fórmulas convencionales. Es más; según la Agencia de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA), la leche de fórmula hidrolizada también presenta un menor riesgo de aparición de eczemas.
Sin embargo, un nuevo estudio dirigido por investigadores del Colegio Imperial de Londres (Reino Unido) indica que esto no es así. Es decir, que la leche de fórmula hidrolizada no tiene un menor riesgo de eczema o alergia a la leche que el resto de tipos de leche de fórmula.
Como explica Robert Boyle, director de esta investigación publicada en la revista «The BMJ», «a pesar de que los padres han sido informados de que las fórmulas de leche hidrolizada podrían reducir el riesgo de alergias a la leche y de eczemas, en nuestro estudio no hemos encontrado ninguna evidencia que afirme que esto es así».
Fórmulas hidrolizadas
Para llevar a cabo la investigación, los autores analizaron los datos de 37 ensayos clínicos llevados a cabo con más de 19.000 bebés con el objetivo de evaluar si la leche de fórmula hidrolizada se asocia, frente a las fórmulas convencionales, con un menor riesgo de alergia a la leche y de eczemas, muy especialmente en bebés de alto riesgo. Como destaca Robert Boyle, «nuestro estudio es el más completo y con evidencias más robustas de todos los realizados hasta la fecha».
Los resultados mostraron que la leche de fórmula hidrolizada no se asocia con una reducción del riesgo de eczemas, sibilancias o alergias alimentarias –incluida la alergia a la leche de la vaca–. O dicho de otro modo, las nuevas evidencias echan por tierra las alcanzadas en la mayoría de los estudios previos.
Y esto, ¿cómo puede ser así? Pues aun parcialmente, podría explicarse porque, como apuntan los autores, «hemos encontrando conflictos de intereses en la mayoría de los estudios, dado que había financiación por parte de los fabricantes de fórmulas infantiles».
Como refiere Robert Boyle, «no solo no hemos encontrado evidencias de un riesgo reducido con la fórmula hidrolizada. También hemos encontrado que son muy pocos los estudios llevados a cabo con una metodología adecuada y sin conflictos de intereses. Por ejemplo, en algunos estudios todos los bebés participantes fueron introducidos en la leche de fórmula ya desde su nacimiento o transcurridos unos pocos días. Una situación que pone en duda cuánto se hizo por promocionar la lactancia materna en estos trabajos».
¿Sesgo científico?
Tal es así que incluso es posible que, según indica Jo Leonardi-Bee, especialista en estadística y co-autora del estudio, «nuestros resultados no sean realmente representativos de todos los trabajos llevados a cabo en esta área. Nuestra investigación sugiere que hay un sesgo de publicación, pues algunos estudios que mostraron que la leche de fórmula en realidad no reduce el riesgo de alergias podrían no haber sido publicados».
Por tanto, concluye Jo Leonardi-Bee, «hemos de asegurarnos de que los futuros estudios están meticulosamente diseñados, para así garantizar que la información que ofrecemos a los padres está basada en una evidencia firme y sincera».
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