INTRODUCCIÓN
Las
vasculitis asociadas a anticuerpos citoplásmicos (AAV) incluye la granulomatosis
con poliangitis (GPA), anteriormente llamada granulomatosis de Wegener; la
poliangitis microscópica (MPA); y la granulomatosis eosinofílica con poliangitis
(EGPA), anteriormente el síndrome de Churg-Strauss. Estas 3 vasculitis
sistémicas primarias son enfermedades multisistémicas caracterizadas por
vasculitis necrotizante pauciinmune de vasos pequeños a medianos y una
asociación serológica detectable a los anticuerpos anticitoplasmáticos del neutrófilo
(ANCAs) en la mayoría de los casos. El cambio transformó el campo de las AAV en
los últimos años con la introducción de la nueva nomenclatura para estas
enfermedades, nuevos conocimientos sobre las bases genéticas de las AAV, y los
avances en la estrategia terapéutica, como el uso de biológicos. Este artículo
se centra en la comprensión actual del diagnóstico y el tratamiento de las AAV
y resalta las controversias existentes y las necesidades no satisfechas en el
cuidado de los pacientes con AAV. Debido a las diferencias en el fenotipo
clínico, la evolución de la enfermedad, y la positividad serológica, la EGPA se
discute por separado al final de este artículo.
CLASIFICACIÓN Y NOMENCLATURA
Los
criterios de clasificación de 1990 del Colegio Americano de Reumatología (ACR) para
las vasculitis sistémicas propusieron una serie de criterios destinados a
permitir la discriminación entre las diversas formas de vasculitis sistémicas.
En el momento que se crearon los criterios del ACR, la MPA no se reconocía como
una entidad distinta; por lo tanto, no se crearon criterios de clasificación para
la MPA. Como tal, los criterios del ACR para la GPA tienen un valor limitado en
diferenciar entre la GPA y la MPA. Estos criterios de clasificación se crearon
antes de que los ANCA estuvieran disponibles de forma amplia, por lo que los
ANCA, que tienen un papel indiscutible en el diagnóstico de la AAV, se excluyeron
de los criterios de clasificación.
A pesar
de una alta sensibilidad y especificidad, los criterios del ACR son de valor
limitado en las AAV, en especial para distinguir entre la MPA y la GPA, que
tienen ciertas diferencias clínicas e histológicas. La GPA se caracteriza por
una vasculitis necrotizante de vasos pequeños con inflamación granulomatosa
extravascular, que no está presente en la MPA. Aunque la afección pulmonar y
renal es común en las dos, GPA y MPA, el involucro granular de la vía aérea
superior e inferior se produce de manera exclusiva en la GPA. Manifestaciones
otorrinolaringológicas como la rinosinusitis, la otitis media serosa, y la
inflamación subglótica, están presentes en aproximadamente 90% de los pacientes
con GPA, lo que hace a éste el sistema más común involucrado en la GPA,
mientras que la glomerulonefritis es la manifestación más frecuente en la MPA.
Estas distinciones fenotípicas pueden conferir importantes diferencias
pronósticos y terapéuticas, que se analizan más adelante.
En
2012, la Conferencia de Consenso de Chapel Hill sobre la nomenclatura de las
Vasculitis Sistémica (CHCC) se convocó con el objetivo de redefinir los
síndromes de las vasculitis con nomenclatura que refleje la patogénesis
subyacente, las características patológicas y clínicas. La nosología de 2012 de
la CHCC eliminó los epónimos de la nomenclatura de las AAV y confirmó la
presencia de la inflamación granulomatosa en el tracto respiratorio como la
diferencia clave entre la GPA y la MPA. Esta nomenclatura no toma en cuenta la
especificidad de los antígenos ANCA, que algunos expertos creen que se deben
incluir junto con el fenotipo patoclínico en la clasificación de las AAVs.
Esfuerzos para crear criterios más amplios de clasificación y diagnóstico de
las AAV están en marcha con un estudio de observación internacional diseñado
para desarrollar y validar los criterios de clasificación y diagnóstico de las
vasculitis sistémicas primarias, que incluye las AAVs.
ANTICUERPOS ANTICITOPLÁSMICOS DEL NEUTRÓFILO
Detección
de anticuerpos anticitoplásmicos del neutrófilo
Los
ANCAs circulantes con diferentes patrones de inmunofluorescencia y
especificidad de antígeno caracterizan a la GPA y la MPA. Los ANCAs, que
demostraron patogenicidad en modelos animales, in vitro y ex vivo, son
también una herramienta de diagnóstico importante. Al hacer el diagnóstico de
las AAV, la utilidad de los ANCAs depende del entorno clínico y el ensayo
utilizado. Un patrón perinuclear (p-ANCA) o citoplásmico (c-ANCA) puede verse
por inmunofluorescencia indirecta; sin embargo, esta técnica se obstaculiza por
el potencial de interferencia por anticuerpos antinucleares y la interpretación
subjetiva. Una inmunofluorescencia positiva debe ser seguida por un ELISA para
ANCA, específicamente dirigido contra proteinasa-3 (PR3) o mieloperoxidasa
(MPO), que se asocian con GPA y MPA, de manera respectiva, en más de 80% de
casos. Nueva metodología para la detección de autoantígeno, que incluye ELISA de
nueva generación y tecnología multiplex, mejorará la detección de ANCA en el
futuro. El patrón C-ANCA con positividad para PR3 se pueden encontrar en 90% de
los pacientes con GPA activa, y la mayoría de los pacientes de MPA tienen
p-ANCA con MPO positiva. En el escenario clínico apropiado, sólo las
combinaciones de c-ANCA con PR3 o p-ANCA con MPO tienen un valor predictivo
positivo para el diagnóstico de GPA o MPA.
Un patrón
atípico de ANCA en inmunofluorescencia, múltiples autoantígenos positivos o
discordancia entre el patrón ANCA y la especificidad de antígeno deben alertar
a la sospecha de enfermedad inducida por drogas, en particular cocaína. El
autoanticuerpo más común en la enfermedad inducida por la cocaína, que puede
imitar la enfermedad sinusal destructiva de la GPA, se dirige contra la elastasa
de los neutrófilos humanos. Estos ANCA atípicos no se encuentra en pacientes
con AAV.
La
importancia clínica y patogénica de ANCA adicionales, aparte de la PR3 y MPO
disponible en el mercado, está bajo investigación en la AAV. Uno de estos
anticuerpos es la proteína 2 de membrana asociada al lisosoma humano (LAMP-2).
La LAMPS-2 se expresa junto con MPO y PR3 en los neutrófilos; sin embargo, a
diferencia de MPO y PR3, la LAMP-2 se expresa también en las células
endoteliales glomerulares, un sitio clave de lesiones en la AAV. Los
autoanticuerpos de LAMP-2 se reportaron de manera inicial estar presentes en
85% de los pacientes con AAVs no tratados, un hallazgo que se duplicó por los
mismos investigadores en una cohorte diferente de pacientes de AAV con
glomerulonefritis donde la positividad para LAMP-2 fue específica para AAV y
paralela a la actividad de la enfermedad. Otro grupo encontró LAMP-2 en sólo
20% de los pacientes con AAV, sin embargo, se acercó a la frecuencia en su
población control. Al tener en cuenta estos resultados contradictorios y la
falta de ensayos de calidad comercial, el valor de LAMP-2 en la detección de AAVs
continúa desconocido.
Implicaciones
de la especificidad del anticuerpo anticitoplasmáticos del neutrófilo
Hubo un
incremento en la apreciación de la distinción fenotípica entre pacientes con
AAV positivos para PR3 y MPO. Un reciente estudio de asociación del genoma ampliado
identificó subgrupos genéticos distintos de pacientes con AAV, determinados por
la especificidad antigénica de los ANCA y no del síndrome clínico; se
observaron diferentes correlaciones de HLA en los pacientes con PR3-ANCA y
MPO-ANCA. Además, la positividad para PR3 se asoció con los genes que codifican
para PR3 y α-1-antitripsina. Explorar estas asociaciones genéticas puede
permitir una mejor apreciación de las distinciones entre la patogénesis de la
enfermedad en función del subtipo del autoantígeno y posiblemente proporcionar
una plataforma para futuros marcadores genéticos para ayudar al diagnóstico.
También
existen diferencias pronósticas entre la positividad para PR3 y MPO. En
comparación con MPO-ANCA, PR3-ANCA se asocia con una mayor mortalidad (riesgo
relativo >3). Estudios adicionales identificaron la positividad de PR3 como
un predicho independiente de recaída de la enfermedad. En una cohorte de más de
500 pacientes con AAV y glomerulonefritis probada con biopsia, la especificidad
de PR3 confirió un riesgo 2 veces mayor de recaída en comparación con MPO. La
especificidad de los ANCA para PR3 se asoció de forma independiente con la
recaída, de manera independiente de la patología o la clasificación clínica al utilizar
las definiciones de la CHCC para AAV. Aquellos con PR3-ANCA y enfermedad renal
también pueden tener una más rápida disminución de la función renal en
comparación con los pacientes MPO-ANCA, aunque estos datos reflejaron deterioro
antes de la iniciación del tratamiento. Un análisis reciente de conglomerados
de aproximadamente 700 pacientes que participaron en ensayos de tratamiento
para AAV identificó 5 subgrupos de pacientes con AAV de acuerdo a diversas
variables clínicas y especificidad de los ANCA. Dos de estos subgrupos se
definieron por la afectación renal, con o sin positividad para PR3; los pacientes
en las AAV renales con el subgrupo PR3 tenían mayor riesgo de recaídas, pero
una tasa de mortalidad más baja que aquellos con enfermedad renal y sin PR3.
Mediciones
seriadas de anticuerpo anticitoplasmático del neutrófilo y la correlación con la
actividad de la enfermedad
Aunque
la detección de ANCA tiene importancia diagnóstica y pronóstica en las AAVs, la
utilidad de seriar las mediciones de los ANCA es menos certera. Existe una variabilidad
considerable en la literatura disponible que aborda el valor de seriar los
ANCA, con diferencias en la metodología de detección de los ANCA, los
intervalos de seguimiento, y las definiciones de actividad de la enfermedad, lo
que hace difícil sacar conclusiones definitivas. Cohortes observacionales no pudieron
mostrar una correlación definitiva entre los niveles de ANCA y la actividad de
la enfermedad o las agudizaciones. Un análisis longitudinal de 156 pacientes
con GPA que participaron en Estudio de Granulomatosis de Wegener con Etanercept
(WGET) mostró que los cambios en los ANCAs representaban menos de 10% de los
cambios en la actividad de la enfermedad; la recaída dentro de 1 año al
incrementar los títulos de PR3 se observó en sólo 40% de los pacientes.
Un metaanálisis
de 2012 que examinó el valor de las mediciones seriadas de los ANCA durante la
remisión para predecir la recaída incluyó 18 artículos que veían pacientes ya
fuera con el aumento en los títulos de ANCAs o ANCAs persistentemente
positivos. Al tratar de notar la heterogeneidad entre los estudios, los
investigadores encontraron que el aumento de ANCA o ANCA persistentemente
positivos se asociaron con agudizaciones (cocientes de probabilidad positivo de
2.84 y 1.97, de manera respectiva); sin embargo, concluyeron que los títulos de
ANCA por sí solos son insuficientes para tomar decisiones terapéuticas. La
persistencia de ANCA negativos en un paciente que de forma previa era positivo
para ANCA no garantiza la quiescencia de la enfermedad. En un estudio de 100
pacientes con AAV seguidos de manera prospectiva con ANCAs seriados, 13 de los
37 pacientes que recayeron fueron negativos para ANCA al momento de la recaída.
En el contexto clínico adecuado y con el apoyo de patología cuando esté
disponible, los ANCA son aún la piedra angular para el diagnóstico de las AAVs
pero no son suficientemente sensibles o específicos para el seguimiento de la
actividad de la enfermedad, la predicción de recaída, o para guiar el
tratamiento inmunosupresor. A nivel individual, en pacientes en los que se
estableció una relación entre el nivel de ANCA y la actividad de la enfermedad,
las pruebas seriadas de ANCA pueden tener un papel en el control de la
enfermedad y en la decisión terapéutica.
BIOPSIA DE TEJIDO
Las
biopsias guidas de tejido son importantes para definir el carácter y la extensión
del proceso inflamatorio en el diagnóstico de las AAVs. La confirmación
histológica de las AAV con biopsia de tejido se debe intentar siempre que sea
posible, pero el tratamiento no debe demorarse en un paciente crítico con alta
sospecha de enfermedad en el que el tejido no es accesible de manera fácil o
seguro. La presentación clínica individual debe dictar la ubicación de biopsia
con el objetivo general de llevar a cabo el procedimiento más seguro con el
mayor potencial de diagnóstico. La probabilidad del procedimiento para llegar
al diagnóstico varía en función de los sistemas de órganos en los que se tomaron
biopsias, sobre todo porque los cambios inflamatorios pueden ser irregulares y el
examen de grandes cantidades de tejido puede requerirse para hacer un
diagnóstico histopatológico. En conjunto con la información clínica y
serológica, la evidencia histológica de vasculitis necrotizante con inflamación
granulomatosa se utiliza para diferenciar GPA de MPA.
Aunque
la enfermedad de la vía aérea superior se observó en tres cuartas partes de los
pacientes con GPA al inicio de la enfermedad, la biopsia de tejido de estas
regiones tiene baja probabilidad de diagnóstico para identificar la clásica patología
de vasculitis necrotizante con inflamación granulomatosa. Un estudio señaló vasculitis
necrotizante con granulomatosis extravascular concurrente en sólo 16% de las
biopsias de la vía respiratoria superior. Otros estudios encontraron campo
probable de diagnóstico en las biopsias endonasales mínimamente invasivas para
acercarse a 50%, en especial en la enfermedad otorrinolaringóloga localizada o
temprana, aunque esto depende de la ubicación, la profundidad y el número de
muestras de biopsias. En la práctica de rutina, sin embargo, incluso cuando se
realiza por un cirujano experimentado, las biopsias de las vías respiratorias
superiores rara vez son diagnósticas.
En
pacientes con evidencia de afectación renal de acuerdo al examen de orina o la depuración
de creatinina, la biopsia de riñón es aún el estándar de oro para el diagnóstico
de glomerulonefritis. La biopsia de riñón tiene una alta probabilidad diagnóstica,
con grados variados de glomerulonefritis necrotizante segmental pauciinmune en más
de 80% de especímenes. La histopatología renal también tiene implicaciones pronósticas,
de acuerdo con el sistema de clasificación de 2010 de las lesiones
glomerulares, con esclerosis y atrofia tubular correlacionadas con la
progresión a la fase renal terminal.
La
afectación pulmonar se produce en aproximadamente 85% de pacientes con AAV. Las
lesiones pulmonares en la GPA son nódulos comunes y cambios cavitarios,
mientras que en los pacientes con MPA se presentan con más frecuencia con infiltrados
pulmonares y hemorragia alveolar difusa. La biopsia guiada de un parénquima
pulmonar anormal por radiografía vía toracoscopía o biopsia pulmonar abierta
suele ser de alta probabilidad para el diagnóstico de AAV. La eficacia de la
biopsia transbronquial para establecer el diagnóstico de la vasculitis pulmonar
es menor de 10%, y un espécimen transbronquial negativo no debe excluir el
diagnóstico de AAV. Los especímenes transbronquiales pueden utilizarse para
excluir infección o neoplasia, y el lavado bronquial alveolar es útil para
confirmar la hemorragia alveolar.
TRATAMIENTO
Perspectiva
histórica
Las últimas
décadas vieron grandes avances terapéuticos en el tratamiento de AAV. En primer
lugar, el reconocimiento de que un régimen de ciclofosfamida oral (CYC) y dosis
altas de corticoesteroides diarios fueron eficaces para inducir la remisión en
la gran mayoría de los pacientes con AAV, para transformarse de una enfermedad
uniformemente fatal a una enfermedad crónica recidivante con una mortalidad
reducida de manera drástica de 25% a 5 años. Aunque la información inicial que
apoya el uso de CYC refleja la experiencia de médicos en el Instituto Nacional
de Salud que atienden a una cohorte de pacientes con GPA, tendencias similares
son evidentes en la MPA. Se hicieron avances en la identificación de varios
agentes inmunosupresores con un perfil de seguridad más favorable que la CYC, que
pueden usarse como mantenimiento de la remisión; más adelante se discuten múltiples
ensayos aleatorios que compararon los regímenes de mantenimiento (Tabla 1). En
un esfuerzo por minimizar la toxicidad relacionada a CYC, existía la visión
adicional de que algunos pacientes podrían tratarse con éxito con regímenes
libres de CYC. La última década vio el último gran avance en el tratamiento de
AAV surgido de la búsqueda de terapias más dirigidas, con colaboraciones metacéntricas
que investigan el uso de varias terapias biológicas. Al orientarse a las
células B con el rituximab (RTX), el anticuerpo monoclonal anti-CD-20, demostró
ser una terapia efectiva para inducir la remisión y el mantenimiento en las AAVs
graves. En 2011, el RTX se convirtió en la primera terapia aprobada por la
Administración de Alimentos y Medicamentos para GPA y MPA.
Principios
del tratamiento
Como
las terapias de las AAV evolucionan, varios principios fundamentales de
tratamiento continúan como guía del tratamiento del paciente. En primer lugar,
los pacientes deben estratificarse por la gravedad de la enfermedad con el
tratamiento hecho a la medida de acuerdo a la gravedad de la enfermedad. La enfermedad
grave, definida como manifestaciones que amenazan la vida u órganos, incluyen
características tales como glomerulonefritis, hemorragia pulmonar, isquemia mesentérica,
escleritis e involucro nervioso sistémico y de manera típica requiere de una
terapia más intensa. La enfermedad limitada que abarca toda manifestación que
no amenaza la vida o un órgano, incluye enfermedad renal o pulmonar leve, puede
no requerir de inmunosupresión potente como una enfermedad grave. De manera
similar, las agudizaciones o recaídas deben caracterizarse como limitadas o
graves de acuerdo a los sistemas de órganos involucrados, y esta distinción
debe tomarse en cuenta para la elección de tratamiento.
El
paradigma del tratamiento se conceptualiza en 2 componentes, a saber,
inducción a la remisión seguida por terapia de mantenimiento. Este principio
surgió del reconocimiento de la toxicidad de la CYC y el deseo de minimizar y/o
evitar la exposición a CYC si es posible. Los corticoesteroides persisten como
parte de todos los regímenes de inducción en la enfermedad activa o recurrente
y por lo general se destetan una vez que se logra la remisión. Algunos
pacientes se mantienen en dosis bajas de corticoesteroides durante el período
de mantenimiento, aunque en la mayoría de los centros, el objetivo es la
interrupción completa después de la inducción a la remisión. El régimen óptimo de
destete y la duración del tratamiento con glucocorticoide no están establecidos.
Una vez
que se induce la remisión, se deben realizar evaluaciones clínicas
estructuradas con análisis de orina y pruebas básicas de laboratorio de manera periódica
para supervisar la participación de nuevos órganos involucrados, la respuesta
al tratamiento, y la toxicidad de los medicamentos. La recaída es común en las AAV,
sobre todo después de la interrupción de la inmunosupresión. La duración óptima
de la terapia de mantenimiento es desconocida. Cercanas a 55% en algunos
estudios, las tasas de recaída son más altas en los primeros años después del
diagnóstico; por lo tanto, el mantenimiento de la inmunosupresión por lo general
se continúa durante aproximadamente 2 años en la mayoría de los pacientes. La
duración del tratamiento de mantenimiento debe individualizarse y equilibrar el
riesgo individual de recaída con la morbilidad del tratamiento. La principal
causa de muerte en el primer año de diagnóstico de AAV es infección, lo que
representa 48% de las muertes en comparación con 19% de las muertes por la
vasculitis activa, por lo que el riesgo de inmunosupresión no es trivial.
Los
daños que pueden ser las secuelas de tanta actividad de la enfermedad previa
como de la toxicidad relacionada con el tratamiento, ocurren con frecuencia en las
AAVs. El tratamiento debe dirigirse para evitar la acumulación de daño
permanente al mismo tiempo que se asegura que el tratamiento inmunosupresor se dirija
sólo hacia las manifestaciones de la enfermedad activa, no las reflejadas por
daño previo. Se carece de biomarcadores confiables que puedan distinguir de una
enfermedad activa del daño o infección, recaída probable o predecir la
respuesta al tratamiento en las AAVs. De manera ideal, la terapia debe
individualizarse según la historia del paciente, las comorbilidades, la gravedad
de la enfermedad, y el patrón de afectación de órganos.
Terapia de
inducción
Enfermedad
grave
Como se
discutió de forma previa, la CYC en combinación con dosis altas de corticoesteroides
se consideró durante mucho tiempo el estándar de cuidado para el tratamiento de
inducción a la remisión en las AAVs graves.
La remisión completa es alcanzable en más de 75% de los pacientes tratados con
CYC oral en dosis de 2 mg/kg/d (con dosis ajustadas para la edad avanzada y la
insuficiencia renal). La morbilidad, que incluye la cistitis hemorrágica, la enfermedad
maligna, y la infertilidad relacionada con el tratamiento, ocurre en 50% de los
pacientes y se relaciona con dosis acumulativas. En un intento de minimizar la
exposición a CYC, se investigó el uso de CYC en pulsos intravenosos (IV-CYC) en
los ensayos de CYCLOPS (ciclofosfamida oral en pulsos versus diaria para la
inducción a la remisión en vasculitis asociada a anticuerpos anticitoplásmicos
de neutrófilos). En este estudio que comparó CYC oral diaria a IV-CYC en pulsos
(15 mg/kg cada 2-3 semanas) en AAVs de diagnóstico reciente con afectación
renal, no hubo diferencias en el tiempo hacia la remisión o en las tasas de
remisión entre los 2 grupos de tratamiento. Los pacientes tratados con IV-CYC
recibieron dosis acumulativas más bajas de CYC y tenían un tercio menos de apariciones
de leucopenia. Aunque este estudio inicial no se diseñó para detectar una
diferencia en las tasas de recaída, el seguimiento a largo plazo de los
participantes en el estudio sugiere una mayor tasa de recaída en los tratados
con IV-CYC. En consecuencia, los regímenes de CYC son similares en su capacidad
para inducir la remisión con posiblemente tasas más altas de recaída con
IV-CYC, que deben equilibrarse con tasas mayores de leucopenia y la infección
potencial que en regímenes orales diarios. Decidir entre la ruta de CYC de
administración necesita ser una decisión individualizada entre el paciente y el
médico tratante.
Los
linfocitos B están implicados en la patogénesis de las AAVs, causan elevación
de las células plasmáticas productoras de autoanticuerpos, contribuyen a la
producción local de citocinas, al actuar como células presentadoras de
antígeno, y por medio de la vía coestimuladora de células T. La orientación
específica hacia los linfocitos B con RTX demostró ser una estrategia eficaz de
tratamiento en las AAV graves. Dos ensayos aleatorios, que incluyeron pacientes
con AAVs graves de diagnósticos recientes y recidivantes demostraron que el RTX
no fue inferior a la CYC para la inducción a la remisión. En el estudio doble
ciego, doble falso, aleatorizado y controlado con rituximab para el estudio
Vasculitis Asociada a ANCA (RAVE), un solo curso de RTX (375 mg/m2
semanal durante 4 semanas) se comparó con CYC seguido de azatioprina (AZA) en
197 pacientes con AAV; todos los pacientes recibieron dosis altas de corticoesteroides
IV en el comienzo del régimen de inducción. Los pacientes con creatinina sérica
mayor de 4 mg/dL o hemorragia alveolar que requirieron de soporte ventilatorio
mecánico se excluyeron del RAVE. El criterio principal de valoración de la
remisión completa y una disminución de prednisona a los 6 meses se logró en 64%
de los pacientes que recibieron RTX en comparación con 53% de los que
recibieron CYC, que satisfacen los criterios de no inferioridad con tasas
similares de agudizaciones y eventos adversos graves observados en ambos
grupos. En el grupo de pacientes con recaídas al momento de la inclusión del
estudio, el RTX parecía superior a CYC en la inducción a la remisión.
Publicado
al mismo tiempo que el RAVE, el estudio de Rituximab frente a Ciclofosfamida en
Vasculitis Renal Asociada a ANCA (RITUXIVAS) fue un ensayo abierto de AAV de
diagnóstico reciente con afectación renal. Los pacientes se aleatorizaron 3: 1
para recibir RTX (375 mg semanales/m2 para 4 semanas), además de 2
dosis de IV-CYC o pulsos IV-CYC junto con corticoesteroides en ambos grupos. A
los 12 meses, 76% de los pacientes en el grupo de RTX-CYC y 82% de los
pacientes tratados sólo con CYC, lograron una remisión sostenida. Como RAVE,
RITUXIVAS concluyó que un régimen basado en RT no fue inferior al régimen
estándar de inducción de CYC, con tasas similares de eventos adversos. Con
estos estudios, que demuestran la eficacia del RTX como terapia de inducción, hubo
un uso creciente del RTX como terapia inicial en las AAV, en especial en
pacientes con preocupaciones acerca de la infertilidad o malignidad. Debido a
que aquellos con disfunción renal grave e insuficiencia respiratoria se excluyeron
de RAVE, y RITUXIVAS utilizó RTX en combinación con ciclofosfamida, la eficacia
del RTX sólo en estos pacientes críticamente enfermos no está bien estudiada.
El
intercambio de plasma, junto con la terapia de inducción estándar, se utilizó
en pacientes con enfermedad renal grave y/o hemorragia alveolar. Los datos
sugieren que la plasmaféresis puede mejorar la recuperación renal en los
pacientes con enfermedad renal grave (creatinina >5.8 mg/dl) o dependientes de
diálisis sin ningún beneficio de mortalidad global. El ensayo MEPEX (ensayo
aleatorizado de plasmaféresis o metilprednisolona a dosis altas como terapia
adyuvante para la vasculitis renal grave) fue un estudio abierto de 1 g de
metilprednisolona en pulsos al día durante 3 días en comparación con 7 sesiones
de intercambio de plasma para AAVs de diagnóstico reciente con enfermedad renal
grave, donde todos los pacientes recibieron corticoesteroides orales y CYC. A
los 3 meses, 69% de los tratados con plasmaféresis en comparación con 49% de
los tratados con metilprednisolona estaban vivos e independientes de diálisis.
No se realizaron ensayos controlados de hemorragia alveolar difusa tratada con plasmaféresis,
aunque los datos retrospectivos sugieren que puede haber un beneficio. Para
responder de manera definitiva más preguntas sobre el papel del intercambio de
plasma en AAV con hemorragia alveolar y/o enfermedad renal grave, el Cambio de
Plasma y Glucocorticoides para el tratamiento de Vasculitis asociada a
ANCA-(PEXIVAS) es un estudio controlado, aleatorizado internacional, en curso
actualmente, que evalúa el intercambio de plasma y 2 regímenes de glucocorticoides
orales.
Enfermedad
limitada
El
metotrexato (MTX) se puede utilizar para inducir la remisión en las AAVs
limitadas como se demuestra en un estudio abierto, aleatorizado que comparó MTX
a CYC. El NORAM (ensayo aleatorizado de ciclofosfamida versus metrotexte para la
inducción a la remisión en vasculitis sistémica temprana asociada a anticuerpos
anticitoplasmáticos de los neutrófilos) es un estudio aleatorizado con
pacientes de diagnóstico reciente limitado de AAVs, que incluyó pacientes con enfermedad
renal leve, a MTX (15 a 25 mg semanales) o CYC oral. El criterio principal de
valoración de la remisión a los 6 meses se logró en 90% de los pacientes
tratados con MTX y 94% de los pacientes tratados con ciclofosfamida. A los
pacientes que recibieron MTX les tomó más tiempo lograr la remisión. A los 18
meses, se observaron mayores tasas de recaída en aquellos tratados con MTX en
comparación con CYC, aunque la mayoría de las recaídas se produjo después de
que la terapia se destetó. La observación de las tasas altas de recaída después
de suspender el tratamiento dio lugar a la continuación estándar de la
inmunosupresión de mantenimiento durante más de 12 meses en la mayoría de los
pacientes. El seguimiento de estos pacientes con una mediana de 6 años después
de la terapia de inducción reveló que los pacientes tratados de manera inicial
con MTX tuvieron menores tasas libres de recaída y se trataron con terapia
inmunosupresora por un período de tiempo más largo que los del grupo CYC.
Terapia
de mantenimiento
La AZA
y el MTX son los agentes inmunosupresores convencionales principales utilizados
para el mantenimiento de la remisión en AAV. El CYCAZAREM (un ensayo aleatorizado
de terapia de mantenimiento para la vasculitis asociada a anticuerpos
anticitoplasmáticos de los neutrófilos) es un ensayo que asignó al azar a 155
pacientes con diagnóstico reciente de AAV que alcanzaron la remisión con CYC
oral para continuar el tratamiento con CYC a una dosis más baja o cambiar a
AZA. Todos los pacientes se colocaron con AZA a los 12 meses. El objetivo
primario de este estudio fue la tasa de recaídas a los 18 meses, que no fue
significativamente diferente entre los 2 grupos de tratamiento ni hubo una
diferencia en los efectos adversos observados. El WEGENT (azatioprina o
metotrexato para el mantenimiento de vasculitis asociada a ANCA) fue un ensayo
prospectivo, abierto de mantenimiento que comparó MTX a AZA en 159 pacientes de
AAV, todos los cuales recibieron IV-CYC para inducción. El objetivo primario de
este ensayo fue el requerimiento de suspender el tratamiento por eventos
adversos, con la hipótesis de que el MTX es tolerado mejor que la AZA. Las
tasas de eventos adversos y las tasas de recaída fueron similares entre ambos
grupos de pacientes; similar a resultados previos, la mayoría de las recaídas
en este ensayo se produjo después de la interrupción de la terapia de
mantenimiento. Por lo tanto, el MTX y la AZA parecen agentes similares de
mantenimiento, eficaces y seguros en la AAV. Dada la depuración renal del MTX, debe
evitarse el uso del MTX en pacientes con daño renal permanente y depuración de
creatinina disminuida, y la AZA es probablemente una opción más segura en estos
pacientes. Del mismo modo, el MTX es un teratógeno conocido, lo que hace de la
AZA una mejor opción en la mujer en edad fértil.
La leflunomida
(LEF) es un agente de mantenimiento alternativo en la AAV. Un ensayo que
comparó LEF (30 mg diarios) al MTX se terminó antes de tiempo debido a una
mayor incidencia de las principales recaídas en el brazo del MTX, aunque los
pacientes en el brazo de la LEF experimentaron una tasa significativamente
mayor de eventos adversos. Las tasas altas de eventos adversos y la
interrupción de la terapia debido a la intolerancia limitan el uso de la LEF
como terapia de mantenimiento de primera línea.
Con la
hipótesis de que el mofetil micofenolato (MMF) sería más eficaz que la AZA en
la prevención de recaídas, el IMPROVE (Micofenolato mofetilo frente a
azatioprina para el mantenimiento de la remisión en la vasculitis asociados a anticuerpos
anticitoplasmáticos de los neutrófilos) es un ensayo que asignó al azar a 154
pacientes con AAV de diagnóstico reciente con MMF (2,000 mg diarios) y AZA (2
mg/kg al día) después de que se indujo la remisión con CYC. Con una mediana de
seguimiento de 36 meses, las tasas de recaída fueron mayores en el grupo de
tratamiento de MMF, con una tasa de 1.69 y sin diferencias en los eventos
adversos graves. No se realizaron comparaciones cabeza a cabeza de MMF y MTX.
Debido a que el MMF es menos eficaz que la AZA en la prevención de la recaída,
no se utiliza de manera rutinaria como terapia de mantenimiento de primera
línea en la AAV, aunque puede tener un papel en el tratamiento de pacientes con
enfermedad refractaria o aquellos intolerantes de otros agentes.
Se sugiere
que la colonización bacteriana, como ser portador nasal de Staphylococcus aureus, desempeña un papel en la inducción de la
enfermedad y la recaída en GPA. El papel de la terapia antiestafilocóccica con
trimetoprim-sulfametoxazol (TMP-SMX) se investigó como un agente adyuvante para
el mantenimiento de la remisión, en un estudio doble ciego de 81 pacientes,
estratificados por afectación renal, que se asignaron al azar a TMP-SMX (800
mg/160 mg dos veces al día) o placebo. A los 24 meses, 82% de pacientes
tratados con TMP-SMX estaban en remisión en comparación con 60% del grupo
placebo con un riesgo relativo de recaída para TMP-SMX de 0.4, aunque el TMP-SMX
se interrumpió en 20% de los pacientes debido a intolerancia. El beneficio del
TMP-SMX parecía más evidente en los pacientes con enfermedad de las vías
respiratorias superiores. Las dosis de tratamiento de TMP-SMX se pueden
considerar una terapia de mantenimiento alternativa para los pacientes con GPA
con enfermedad de la vía aérea superior localizada leve o un tratamiento
adyuvante en aquellos con otros agentes inmunosupresores para reducir el riesgo
de recaída.
El WGET
fue el primer ensayo clínico en el que un producto biológico se evaluó como
tratamiento de la vasculitis y se basó en datos experimentales que sugieren que
el factor de necrosis tumoral (TNF-α) puede ser un mediador inflamatorio importante
en la GPA. El WGET seleccionó al azar a 180 pacientes con GPA para recibir
etanercept, un agente anti-FNT o placebo, además de la terapia estándar para el
mantenimiento de la remisión. Los pacientes con enfermedad limitada recibieron
MTX como terapia estándar y aquellos con enfermedad grave al inicio del estudio
les dieron CYC. No hubo diferencias en las tasas de remisión sostenida en los
que recibieron etanercept en comparación con el placebo, y las agudizaciones fueron
comunes en ambos grupos. El WGET concluyó que el etanercept no fue eficaz para
el mantenimiento de la remisión en la GPA. Además, 6 pacientes en el grupo de
etanercept desarrollaron tumores malignos sólidos en comparación con ninguna malignidad
encontrada en el grupo placebo. Todos los pacientes que desarrollaron tumores
malignos recibieron CYC de forma previa; se desconoce si el bloqueo del FNT
tuvo un efecto aditivo sobre el riesgo de malignidad en la AAV. Dada la
información del WGET, sin embargo, el tratamiento anti-FNT-α no tiene un papel
en el tratamiento de rutina de la AAV.
El RTX
es un tratamiento de mantenimiento eficaz para las AAV. Un seguimiento del RAVE
informó que 48% y 39% de los pacientes que recibieron el curso único de RTX se
mantuvieron en remisión completa a los 12 y 18 meses, de manera respectiva, en
comparación con 39% y 33% de los del grupo de la CYC, de nuevo reuniendo los
criterios de no inferioridad; el RTX de nuevo parecía superior en aquellos con
enfermedad recurrente sin diferencia en los eventos adversos entre los grupos
observados. Estos datos sugieren que, dada la duración prolongada de sus
efectos biológicos, un solo curso de RTX tiene seguridad y eficacia comparable a
la terapia inmunosupresora convencional continua de inducción a la remisión y
mantenimiento hasta por 18 meses. Además, el RTX demostró eficacia para el
tratamiento de agudizaciones graves de la enfermedad sin importar el historial
de tratamiento.
La
dosis ideal y la frecuencia de administración del mantenimiento del RTX aún se
desconocen. Un estudio de observación de experiencia de una década de la
Clínica Mayo con tratamiento repetido de RTX en GPA refractaria sugiere
utilidad en la combinación de la reconstitución de linfocitos B y el nivel de
ANCA para predecir recaídas. En esta cohorte de pacientes que recaen de manera crónica,
todas las recaídas observadas ocurrieron después de la reconstitución de las células
B y se acompañaron de forma temporal de aumento en los niveles de PR3 (excepto
en 1 paciente quien fue negativo para ANCA) lo que sugiere que el retratamiento
con RTX puede individualizarse. Otras investigaciones mostraron la eficacia del
enfoque de repetir el tratamiento preventivo con RTX. Un estudio que comparó el
mantenimiento con RTX a una dosis fija e intervalos (1 g cada 6 meses) para los
pacientes tratados en el momento de la recaída encontró tasas reducidas de recaída
y períodos más largos de remisión en el grupo del tratamiento preventivo sin un
aumento de los eventos adversos durante el periodo observado. Un ensayo que
compara 2 regímenes de mantenimiento basados en RTX, 1 basado en la reconstitución de los linfocitos
B y el aumento de ANCA y el otro una estrategia de retratamiento a intervalos fijos
cada 6 meses, está en curso.
No hay
estudios controlados de RTX de manera expresa para manifestaciones limitadas de
la enfermedad. Como se señaló de forma previa, la participación de las vías
respiratorias superiores se presenta con frecuencia en la GPA y es un factor de
riesgo independiente de recaída de la enfermedad. Además, la enfermedad otorrinolaringológica
persistente, es común y puede conducir a la acumulación de daño permanente,
tales como el colapso del puente nasal, la pérdida de la audición, y la
estenosis subglótica, lo que hace que sea crucial el tratamiento de estas
manifestaciones de la enfermedad. La eficacia de RTX para la granulomatosis en
comparación con las manifestaciones vasculíticas de la GPA se debate, con varias
series de casos con resultados conflictivos. En la cohorte observacional más
grande reportada que vio sólo a RTX para manifestaciones de otorrinolaringología
de GPA, los pacientes a los que se les dio RTX para enfermedad otorrinolaringológica
activa tuvieron 10 veces menos probabilidades de tener una enfermedad de otorrinolaringología
activa en comparación con pacientes tratados con otras terapias; los resultados
de este estudio retrospectivo sugieren que el RTX puede ser una terapia útil
para la enfermedad otorrinolaringológica granulomatosa en la GPA.
TRATAMIENTO DE COMORBILIDADES
El
cuidado de pacientes con AAV debe incluir el tratamiento de las comorbilidades
que se sabe que se asocian con las AAV. Los eventos tromboembólicos se producen
con mayor frecuencia en las AAV. Se observó por primera vez en la cohorte WGET
y se confirmó de manera posterior en otras cohortes de AAV. Los pacientes con
AAV tienen una tasa de tromboembolismo que es aproximadamente 20 veces mayor
que la de la población general y no se asocia con anticuerpos antifosfolípidos
o de otros estados protrombóticos. Los médicos que atienden a pacientes
de AAV deben estar conscientes de este riesgo trombótico, que se intensifica
durante los períodos de actividad de la enfermedad, y la detección temprana de
la trombosis venosa profunda o embolia pulmonar puede ser necesaria en el
contexto clínico apropiado.
Los
pacientes con AAV también demuestran riesgo de aterosclerosis acelerada y
aumento de la morbilidad cardiovascular. Los pacientes con AAV aumentan las
tasas de placas carotídeas y rigidez aórtica en comparación con controles de la
misma edad, y de manera más importante, una incidencia 2 a 4 veces mayor de infarto
de miocardio y embolia. Dentro de los primeros 5 años del diagnóstico de AAV,
aproximadamente 15% de los pacientes experimentan un evento cardiovascular;
aquellos con PR3 en comparación con MPO o negativos para ANCA pueden estar en
riesgo ligeramente menor de morbilidad cardiovascular. No se sabe si este
riesgo cardiovascular puede mitigarse con el tratamiento temprano de AAV ya que
la carga inflamatoria prolongada puede desempeñar un papel en el desarrollo de
la enfermedad aterosclerótica. La enfermedad cardiovascular es la principal
causa de mortalidad en las AAVs después del primer año y representa una cuarta
parte de las muertes. El tratamiento de factores de riesgo cardiovascular, como
la hipertensión, que se produce en aproximadamente 40% de los pacientes con AAV
vistos en el seguimiento a largo plazo, y la diabetes, que ocurre en
aproximadamente el 10% de los pacientes, es crítico.
En
comparación con la población general, los pacientes con AAV tienen una mayor incidencia
de neoplasias malignas que se relacionan con la enfermedad subyacente y a su
tratamiento. La CYC se asocia con un riesgo relacionado con la dosis a cáncer
uroepitelial y de vejiga y malignidades hematológicas; sin embargo, no se
conoce la dosis umbral en la que este riesgo inicia. Los pacientes tratados con
ciclofosfamida oral, tienen un mayor riesgo de cáncer de vejiga en comparación
con los que reciben IV-CYC; cohortes históricas estiman la incidencia de cáncer
de vejiga en los tratados con ciclofosfamida oral cercana a 5% a los 10 años.
No sé sabe si el tratamiento con inhibidores de FNT tiene un efecto aditivo
sobre la malignidad en pacientes tratados de forma previa con CYC, como se
observó en WGET. Con los cursos más cortos de CYC y un mayor uso de pulsos de
IV-CYC, disminuyó la incidencia de estos tumores malignos. Estudios más
recientes sugieren una relación de incidencia estandarizada de cáncer en la AAV
de 1.6 a 2.0 en comparación con la población general y, posiblemente, un riesgo
mayor en GPA que en MPA. Un análisis de 535 pacientes con AAV encontró que
la tasa excesiva de cáncer en la AAVs en su mayoría se debió a cáncer cutáneo
diferente al melanoma, aunque el cáncer de vejiga, la leucemia y el linfoma
fueron se observaron.
CONSIDERACIONES FUTURAS
A pesar
de los grandes avances terapéuticos en la AAV, persiste una necesidad de
tratamientos que sean menos tóxicos, para prevenir la acumulación de daños
relacionados con el tratamiento, y aquellos que sean eficaces en el mantenimiento
de la remisión y prevención de la recaída. Las estrategias futuras de
tratamiento probablemente se centrarán en agentes destinados a los elementos
del sistema inmune innato y adaptativo que se cree que participan en la
patogénesis de AAV. La activación del complemento, en particular por medio de
la vía alterna, se implicó en la patogénesis de la AAV, con estudios en múridos
y humanos que sugieren que el componente de la ruta común C5a desempeña un rol
clave; un inhibidor de C5a está en estudio actualmente en la AAV con involucro
renal. Las células B y T desempeñan un papel en la patogénesis de la AAV y en
la propagación de la enfermedad. Las terapias biológicas dirigidas a factores
de supervivencia de las células B y la coestimulación de células T también
están en estudio para el mantenimiento de las AAV. Una mejor comprensión de los
mecanismos moleculares de la enfermedad, así como una mayor apreciación de
subgrupos genéticos y fenotípicos de la AAV deben guiar el camino para un mejor
tratamiento hecho a la medida para los pacientes con AAV.
GRANULOMATOSIS EOSINOFÍLICA CON POLIANGITIS
Características
clínicas
La EGPA
se presenta de manera común con asma/rinitis alergia, infiltrados pulmonares y
eosinofilia periférica. El asma es una característica cardinal de la EGPA, y el
desarrollo de asma y atopia a menudo preceden a las manifestaciones de
vasculitis francas por varios años. La fase vasculítica de la EGPA, que de
manera más común afecta a la piel y el sistema nervioso periférico con
mononeuritis múltiple que ocurre en hasta 75% de los pacientes, representa una
fase distintiva de la enfermedad. Tanto la inflamación vascular como la infiltración
eosinofílica en el tejido contribuyen a las características clínicas y el daño
de órganos en la EGPA.
Anticuerpo anticitoplasmáticos del neutrófilo
Aunque
la clasificación CHCC de 2012 clasifica a la EGPA como 1 de las AAV,
aproximadamente sólo la mitad de los pacientes con EGPA son positivos para ANCA.
Cuando están presentes, los ANCA se dirigen contra la MPO en 75% de los casos.
Aunque existe solapamiento significativo, la EGPA se puede dividir entre dos fenotipos
distintos según la positividad de los ANCA. La EGPA positiva para ANCA se asocia
de forma más común a manifestaciones vasculíticas, como glomerulonefritis,
mononeuritis y hemorragia pulmonar. La EGPA positiva para ANCA tiene más manifestaciones
de vía aérea superior que los pacientes negativos para ANCA y está en mayor
riesgo de recaída, en comparación a los que se ve en pacientes con GPA con enfermedad
de vía aérea superior. En contraste, la EGPA negativa para ANCA se asoció con
mayor riesgo de involucro cardiaco e infiltración eonsinófilica del tracto
gastrointestinal.
Biopsia
de tejidos
Al
igual que en los otras AAVs, el tejido debe solicitarse cuando sea posible para
apoyar el diagnóstico de EGPA. La vasculitis necrotizante de vasos pequeños,
granulomas extravasculares e infiltración eonsinófilica pueden ser parte
del espectro histopatológico de la EGPA; sin embargo, esta tríada de hallazgos
rara vez coexiste en la misma muestra de biopsia. La demostración de vasculitis
o granuloma puede ser idéntica a los hallazgos patológicos en MPA o GPA, por lo
que la consideración del contexto clínico es importante en la diferenciación de
EGPA de las otras AAVs. Al igual que en las otras AAV, en aquellas con
evidencia de afectación renal, la biopsia renal es de alta probabilidad diagnóstica,
mientras que es baja la probabilidad de diagnóstico de la biopsia de vía aérea
superior. La frecuencia alta de afectación nerviosa en la EGPA hace de este un
destino atractivo para tomar biopsia; la vasculitis epineural con eosinofilia
está presente en más de 50% de las biopsias realizadas de nervios
periféricos.
Tratamiento
El
tratamiento de la EGPA en gran medida se dirige por los órganos y sistemas
afectados y la gravedad de la enfermedad vasculítica. El Grupo de estudio Francés
de Vasculitis ideó un sistema de puntuación, la puntuación de 5 factores (FFS),
para cuantificar la actividad de la enfermedad y la gravedad de la EGPA y la
toma de decisiones del tratamiento inicial. En la primera iteración de la FFS,
1 punto se dio por la presencia de cada uno de estos 5 factores: afección
cardiaca, isquemia intestinal, insuficiencia renal, proteinuria, y enfermedad
del sistema nervioso central (SNC). Los pacientes con más de 2 de estas
manifestaciones tenían una puntuación de 2. Una versión más reciente de FFS
incluye la edad de 65 años y ausencia de enfermedad otorrinolaringológica como
características pronósticas pobres, y la proteinuria y la enfermedad del SNC se
retiraron de la escala. Debido a que la FFS se asocia con mal pronóstico y
mortalidad, esta puntuación, además del juicio clínico puede ayudar a guiar las
decisiones terapéuticas.
Los corticoesteroides
sistémicos son el pilar de la terapia para EGPA, aunque la dosis inicial y el
destete no están estandarizados y se basan en la presentación individual. En
pacientes con enfermedad no grave (FFS 0), los corticoesteroides solos a menudo
pueden utilizarse. Un estudio abierto de 72 pacientes con EGPA sin factores de
mal pronóstico demostró que 93% de los pacientes alcanzaron la remisión con corticoesteroides
sistémicos solos; sin embargo, un tercio de los pacientes recayeron y
requirieron agentes inmunosupresores adicionales y 80% de los pacientes
requirieron dosis bajas de esteroides para mantener remisión.
En
general, el enfoque del tratamiento de la EGPA paralelo al tratamiento de la
GPA y la MPA en cuanto a la elección del tratamiento inicial debe adaptarse a
la gravedad de la enfermedad, el patrón del involucro de órganos, y las
comorbilidades de los pacientes, con un enfoque de disminuir la potencia
del inmunosupresores una vez que se indujo la remisión. La CYC además de los glucocorticoides
se recomienda para su uso en pacientes con manifestaciones graves de enfermedad
(FFS 2 o FFS 1 con involucro del SNC o afección cardiaca). Algunos expertos
también abogan por el uso de la CYC como tratamiento inicial cuando hay
participación vasculítica intensa del sistema nervioso periférico, como una
mononeuritis múltiple. El tratamiento con CYC reduce de manera sustancial la mortalidad
en estos pacientes con mal pronóstico. No hay estudios de CYC oral versus
IV-CYC en EGPA o datos sobre la duración óptima del tratamiento con CYC, por lo
que en la práctica se suele extrapolar desde el tratamiento de las otras
AAVs. Del mismo modo, la AZA o el MTX se pueden utilizar como terapia de
inducción en lugar de CYC en pacientes con gravedad leve a moderada de la
enfermedad, aunque de nuevo hay pocos datos en la EGPA para apoyar esta
práctica. Las cohortes observacionales también apoyan el uso de la AZA como
terapia de mantenimiento o en aquellos con recaídas. Hay series pequeñas de
EGPA refractarias tratadas con RTX con mejoría en la actividad de la enfermedad
en pacientes positivos y negativos para ANCA, aunque no existe información
controlada.
Prometedoras
terapias futuras para la EGPA tienen como diana la vía involucrada en la patogénesis
de la enfermedad. Una respuesta inmune de células T tipo Th2 cooperadoras se
implicó en la patogénesis de la enfermedad con niveles altos de interleucina 5
(IL-5) que conducen a la eosinofilia obligatoria en la EGPA. Un anticuerpo
monoclonal antagonista de la IL-5, mepolizumab, que se utiliza en síndromes
hipereosinofílicos, se investigó en la EGPA. La experiencia de estudios abiertos
con mepolizumab en la EGPA sugiere seguridad y un efecto economizador de
esteroides con un ensayo controlado más grande en curso.
Current Landscape of Antineutrophil Cytoplasmic Antibody-Associated Vasculitis
Classification, Diagnosis, and Treatment
Centro
Regional de Alergia e Inmunología Clínica CRAIC, Hospital
Universitario “Dr. José Eleuterio González” UANL, Monterrey,
México
Dra.
med. Sandra Nora González Díaz Jefe
y Profesor
Dr.
Alfredo Arias Cruz Profesor
Dra.
Bárbara Elizondo Villarreal Residente
2° Año
Dra.
Alejandra Macías Weinmann Profesor
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