En un comunicado, la especialista recordó que los investigadores tienen varias teorías por este incremento, pero aún no existe una explicación definitiva, a pesar de estudios realizados para descubrir métodos más eficaces contra la alergia.
Hartz destacó la “hipótesis de la higiene”, donde el modo de vida llevado por la gente en los países desarrollados puede influir en las alergias infantiles, entre ellas la sensibilidad al cacahuate.
En este mismo sentido, la doctora explicó que los recién nacidos en los países en vías de desarrollo poseen en menor grado las alergias que los nacidos en países desarrollados.
Sin embargo, cuando una familia de un país en vías de desarrollo cambia su residencia a una nación más desarrollada, la incidencia de sus hijos a las alergias infantiles aumenta.
La hipótesis asume que los niños expuestos a temprana edad a microbios y ciertas infecciones desarrollan mejor sus sistemas inmunitarios, el cual los prepara para diferenciar entre las sustancias inocuas y las nocivas.
“Ciertos microbios educan al sistema inmunitario a no reaccionar de forma exagerada, por ello los niños que crecen en granjas o los que tienen cierto tipo de mascotas son menos proclives a desarrollar alergias que otros pequeños”, dijo la especialista.
“Es necesario investigar más para entender exactamente cómo la exposición infantil a los microbios podría ayudar a prevenir alergias”, agregó.
Cerca del 20 por ciento de las personas que desarrollan una alergia al cacahuate a una edad temprana disminuye al paso del tiempo, mientras que el resto mantiene alguna sensibilidad al maní durante toda su vida y la gravedad de los síntomas depende de cada persona.
Muchos niños que padecen esta alergia también llegan a desarrollar otra con los frutos secos, los cuales pueden tener contaminación cruzada o confundirse con el cacahuate, razón por la que se suele pedir a los niños con alergia al maní, evitar los frutos secos.
Diversos estudios recomiendan como tratamientos para combatir las alergias al cacahuate la aplicación de una pequeña dosis, en un inicio y un aumento progresivo, de la proteína de maní en los niños afectados, así como el uso de un parche colocado en la piel.
El objetivo es que los niños disminuyan su sensibilidad al cacahuate para que cuando estén expuestos a una pequeña cantidad no presenten anafilaxia o esofagitis eosinofílica, que es el resultado de la acumulación de un tipo de glóbulos blancos llamados eosinófilos en el revestimiento del esófago, lo que dificulta la deglución.
Por ello, Hartz recomendó evitar el cacahuate y portar siempre una dosis inyectable del medicamento epinefrina para aplicarlo como un método de emergencia ante la eventualidad de una exposición accidental a la semilla.
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