El pediatra gastroenterólogo Christian Boggio Marzet, coordinador del grupo de trabajo de Gastroenterología y Nutrición Pediátrica del Hospital Pirovano, explicó que "una reciente encuesta que involucró a médicos pediatras arrojó que el 96% coincide en que la APLV no tratada correctamente puede ocasionar consecuencias a largo plazo en el bebé".
La alergia a la proteína de la leche de vaca (APLV) es una condición que afecta a uno de cada 40 recién nacidos y que si no es tratada de manera precoz puede ocasionar consecuencias a largo plazo en los niños.
La APLV se presenta mayoritariamente durante el primer año de vida y luego, con menor frecuencia, va disminuyendo conforme a la edad de los pacientes.
Especialistas en pediatria y en alergias alimentarias reunidos en el 5to Simposio Internacional sobre Alergias Alimentarias, actividad auspiciada por la Facultad de Medicina de la Universidad del Salvador (USAL) destacaron la importancia de "un diagnóstico y tratamiento temprano" de esta condición que es "una de las alergias más comunes de la infancia".
Pese a su alta prevalencia, la APLV suele debutar con síntomas inmediatos o tardíos, y muchas veces se confunde con otras afecciones, lo que atenta contra la velocidad de su diagnóstico.
Generalmente se manifiestan con dos o más de los siguientes síntomas: gastrointestinales (vómitos, diarreas, náuseas, cólicos, en el 60 % de los casos), dermatológicos (erupciones cutáneas, urticaria, 50 %), respiratorios (3 de cada 10), y otros síntomas menos frecuentes como rechazo alimentario, llanto inconsolable, anafilaxia, inestabilidad y falla de crecimiento.
Se estima que, en promedio, se demora un año en alcanzar un diagnóstico preciso de la APLV y este retraso puede impactar desfavorablemente en el crecimiento normal del niño, con consecuencias como bajo peso (1 de cada 5 chicos) o baja talla (14% de los afectados).
El pediatra gastroenterólogo Christian Boggio Marzet, coordinador del grupo de trabajo de Gastroenterología y Nutrición Pediátrica del Hospital Pirovano, explicó que "una reciente encuesta que involucró a médicos pediatras arrojó que el 96% coincide en que la APLV no tratada correctamente puede ocasionar consecuencias a largo plazo en el bebé".
"Incluso la mayoría de los médicos coincidió en que el fallo en la dieta de exclusión (que consiste en los alimentos que se restringen, tanto en la dieta del niño como de la madre) es una de las principales causas del retraso en el diagnóstico de la afección", explicó Boggio Marzet.
Por su parte, el pediatra gastroenterólogo brasileño Mario Vieira subrayó que "la prevalencia de la APLV va en aumento" y advirtió que "los casos que se presentan son cada vez más graves". "Sus manifestaciones clínicas son variadas y el diagnóstico diferencial incluye diversas enfermedades.
Por lo tanto, la sospecha diagnóstica debe ser siempre considerada para evitar complicaciones como la desnutrición y evitar exámenes y tratamientos innecesarios", dijo Vieira, quien es miembro del Centro de Gastroenterología Pediátrica del Hospital Pequeño Príncipe de Curitiba.
El especialista brasileño destacó que "un diagnóstico precoz permite disminuir la posibilidad de utilizar drogas innecesarias y con riesgos potenciales, una menor ansiedad de las mamás y de todo el grupo familiar, una reducción en el riesgo de interrumpir la lactancia materna y una mayor posibilidad de prevenir alteraciones nutricionales y de asegurar un desarrollo en peso y altura".
El diagnóstico de la alergia a la proteína de la leche de vaca se basa en 3 pilares: a) la evaluación clínica y el análisis de la historia clínica del paciente; b) la eliminación inmediata de la leche de vaca en su alimentación (dieta de exclusión) y c) el "desafío alimentario", que consiste en administrarle al niño alimentos ricos en proteína de leche de vaca para confirmar si se produce o no una reacción alérgica.
Paralelamente, el profesional lleva a cabo estudios para detectar anticuerpos IgE en sangre que manifiestan la presencia de la alergia, una prueba cutánea y otros test de alergia.
El análisis en conjunto del paciente y de todos estos indicadores le permitirán al médico especialista sospechar y diagnosticar la presencia de un cuadro de APLV.
A su vez, el pediatra especialista en alergia e inmunologia Jorge Martínez, docente de la Universidad del Salvador, explicó que "para llegar al diagnóstico de la APLV la primera herramienta es el interrogatorio".
"Debemos estar atentos a signos y síntomas iniciales de esta enfermedad. En los primeros meses de vida la irritabilidad y los cólicos pueden ser un primer indicio, pero luego suelen presentarse otros síntomas más característicos como los digestivos o las reacciones cutáneas", indicó Martínez.
El tratamiento de esta condición se focaliza en evitar el alergeno presente en la leche de vaca, por lo que se deberá restringir todo derivado de los lácteos y aquellos productos que en su formulación contengan la proteína, como caldos deshidratados, grasa animal, caseína, aditivos espesantes, lactoalbúmina, fosfato de lactoalbúmina, lactoglobulina, lactosa, crema, suero lácteo y turrón.
Otros productos que pueden contener de manera "oculta" la PLV son: puré y sopas, fiambres, embutidos, frituras y tortillas no elaboradas en casa, postres, picadillos y patés, productos de panadería, cereales enriquecidos, algunas margarinas, aderezos de ensaladas, mayonesas y pastas rellenas. En contrapartida, el médico le indicará a la mamá su reemplazo mediante fórmulas infantiles hipoalergénicas especiales, tanto en base a aminoácidos o a base de hidrolizados extensos de proteínas, que se indican según el tipo y la severidad de los síntomas que presenta el niño.
Un elemento importante que muchas veces se presta a confusión es la diferencia entre la adquisición de tolerancia y la mejoría de los síntomas de la APLV. En ese sentido, Boggio Marzet aclaró que "la tolerancia es la capacidad que tiene el organismo para poder reconocer al antígeno como propio y digerirlo sin generar reacciones adversas".
El especialista indicó que "generalmente se produce luego de un tiempo de tratamiento mediante la dieta de exclusión" y añadió que "habitualmente vemos que se alcanza al año de vida en 1 de cadas 2 bebés y a los 3 años en casi el 90 por ciento de los niños". No obstante aclaró que "muchas veces el chico mejora clínicamente sin haber adquirido esa tolerancia, lo cual médicamente es muy distinto e incluye otro tipo de abordaje".
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