viernes, 5 de abril de 2019

El microbioma de la nariz

Introducción del microbioma
El cuerpo humano alberga de 10 a 100 billones de microorganismos, que superan de forma amplia la cantidad de células humanas. Los microbios y sus genomas ubicados dentro de un área particular se definen como el microbioma. Los microbios se pueden encontrar en todos los diferentes tipos de huésped, tales como plantas, animales y humanos. Las investigaciones sobre el microbioma humano surgieron a finales del año 2000 con el lanzamiento del Proyecto del Microbioma Humano. Este proyecto se orientó a identificar y caracterizar los microorganismos ubicados en superficies expuestas al medio ambiente. Se sugirió que el microbioma humano desempeña un rol importante en el desarrollo de enfermedad y la salud general del huésped. La disfunción o desequilibrio de la composición microbiana (disbiosis) puede afectar de manera potencial condiciones inflamatorias, como la enfermedad inflamatoria intestinal, la obesidad, y la enfermedad alérgica.

En los humanos, las comunidades bacterianas viven en áreas con exposición externa como la piel, el tracto gastrointestinal, la boca, las vías respiratorias superiores, y los pulmones. Las células humanas poseen aproximadamente 21,000 genes que codifican proteínas, mientras que el microbioma humano abarca al menos 3 millones de genes que codifican proteínas. Las proteínas producidas por microbios pueden interactuar con las células humanas y de manera potencial funcionar en la alteración de la barrera de protección al ambiente exterior. La microbiota, que es la comunidad de hongos, parásitos, virus y bacterias, puede aumentar la función de barrera de la mucosa mediante la exclusión de patógenos y la activación del sistema inmunitario innato y adaptativo. En el tracto gastrointestinal, los microorganismos desempeñan un rol en la regulación de las células T y las células dendríticas. Aún no se determina si ocurre una modulación inmune similar en la nariz. La inmunidad del tracto respiratorio quizá se conecte a las actividades inmunomoduladoras observadas en el tracto gastrointestinal por medio de la hipótesis del sistema inmune común de las mucosas. Esta hipótesis sugiere que los antígenos en el tracto gastrointestinal estimulan las células linfoides locales, que pueden migrar a otros sitios submucosos en las vías respiratorias superior e inferior. Se cree que los antígenos se recolectan por las placas de Peyer y se entregan a las células presentadoras de antígeno. Las células T y B no expuestas se vuelven sensibilizadas a los antígenos ubicados en las placas de Peyer y migran al torrente sanguíneo para distribuirse en los tractos intestinal, urinario y respiratorio. Esta revisión se enfoca principalmente en el microbioma nasal y su impacto en rinitis alérgica (RA). Debido a los datos limitados sobre la relación de la rinitis alérgica y el microbioma nasal, se discute de forma breve la influencia del microbioma nasal en la rinosinusitis crónica (RSC). Esta revisión también aborda el papel potencial de las intervenciones terapéuticas con probióticos para estas enfermedades respiratorias (Tabla 1).
Las hipótesis de la higiene, la biodiversidad y la microflora
La hipótesis de higiene relacionada con la alergia se originó en Canadá durante los años setenta. Gerrard et al observaron una prevalencia disminuida de enfermedad alérgica en la comunidad Metis en el norte de Saskatchewan comparado con la población caucásica en el centro Saskatchewan. En 1989, Strachan propuso la hipótesis de la higiene mientras observaba una asociación inversa entre la enfermedad alérgica y los niños con familias más grandes. Este estudio sugirió que el contacto antihigiénico por medio de hermanos mayores puede permitir la protección contra la rinitis alérgica. La hipótesis de la higiene se apoyó por un estudio observacional basado en autorreportes realizado en niños de 9 a 11 años de Alemania Oriental y Occidental. La sensibilización atópica y la rinitis alérgica fueron mayores de forma significativa en los niños de Alemania Occidental comparado con Alemania Oriental. Las condiciones de vida menos higiénicas en la primera infancia quizá permitieron la transmisión de infecciones que se cree previnieron el desarrollo de enfermedades alérgicas. Este concepto se reforzó al examinar la relación de las condiciones de vida rural y las enfermedades atópicas. La exposición temprana en la vida a entornos agrícolas se asoció con disminución de la frecuencia atópica en los niños. A medida que surgieron artículos e ideas nuevos, la hipótesis de la higiene se actualizó para sugerir que las células T cooperadoras tipo 1 (Th1) quizá tenían estimulación reducida con las condiciones de vida higiénica, lo que de forma potencial conduciría a un desequilibrio de las células T cooperadoras tipo 2 (Th2). La hipótesis de la higiene todavía se discute a menudo en el contexto del desarrollo de enfermedad alérgica y atopia.
La hipótesis de la biodiversidad es un concepto más reciente hecho popular en gran parte por el Proyecto del Microbioma Humano. La hipótesis de la biodiversidad sugiere la importancia de la variedad microbiana durante el desarrollo humano para permitir un microbioma enriquecido y diverso. Esta noción no refuta ni contradice de forma directa la hipótesis de la higiene, sino que se basa en el concepto original de bebés sin exposición a contactos ambientales críticos. La evidencia reciente indica que el asma en los niños puede asociarse con disminución en la diversidad del microbioma nasal. Depner et al analizaron la diversidad bacteriana de 68 hisopados nasales y 327 faríngeos de niños de 6 a 12 años. Este estudio observó una asociación de asma en niños con disminución de la diversidad bacteriana nasal. Asimismo, un estudio en Suecia demostró que el aumento de la biodiversidad en el intestino se asoció con protección de enfermedades alérgicas en la vida temprana. La hipótesis de la biodiversidad se centra sobre todo en la interacción del microbioma intestinal debido a la diversidad y la cantidad de microorganismos encontrados en el tracto gastrointestinal.
La hipótesis de la microflora amplía los conceptos de ambas hipótesis de la higiene y la biodiversidad. La hipótesis de la microflora propone una posible interrupción de la inmunidad debido a la interacción con una microbiota disbiótica. La microbiota en el intestino puede funcionar en un rol modulador del sistema inmunitario. La evidencia que apoya este concepto examina el uso de antibióticos en niños pequeños y el desarrollo de la enfermedad alérgica. El Estudio Internacional de Asma y Alergias en la Infancia realizó un estudio basado en encuestas que abarcó 29 países para observar el desarrollo de enfermedades alérgicas en niños de 6 a 7 años. Foliaki et al reportaron que el uso de antibióticos dentro de 1 año de nacimiento se asoció con un riesgo aumentado de síntomas de asma, eccema y rinoconjuntivitis. Aunque se sugirieron varias hipótesis, el mecanismo exacto de cómo funciona el microbioma en el desarrollo de enfermedades alérgicas aún no se comprende en su totalidad.
Microbioma de la nariz en individuos sanos
La cavidad nasal es una interfase importante de contacto para el ambiente externo. Durante la inspiración, las vías respiratorias se exponen a contaminantes, aeroalérgenos, microbios y esporas de hongos. El tracto respiratorio humano se organiza en 2 secciones distintas: la vía respiratoria superior (VRS) y la vía respiratoria inferior. El tracto respiratorio superior abarca las fosas nasales anteriores, el vestíbulo, el cornete inferior, el cornete medio, el cornete superior, los senos nasales, la nasofaringe y la sección de la laringe ubicada sobre la cuerda vocal. La nariz está habitada por una gran variedad de bacterias que son patógenas e inofensivas. Esta naturaleza diversa puede ser atribuible a factores localizados (temperatura y humedad) y la posición en el tracto respiratorio. Yan et al observaron que las fosas nasales anteriores tuvieron niveles disminuidos de la biodiversidad del microbioma en comparación con el meato medio y los senos paranasales esfenoetmoidales. Sin embargo, no se observaron diferencias significativas en la biodiversidad entre el meato medio y los recesos esfenoetmoidales que difieren en la ubicación, pero ambos tienen epitelio columnar seudoestratificado ciliado. En contraste, las fosas nasales anteriores se cubren con epitelio escamoso queratinizado y glándulas sebáceas que producen sebo,  y esto puede tener un impacto en la diversidad bacteriana. Sin embargo, un estudio reciente no detectó diferencias significativas en la diversidad bacteriana del meato medio, el cornete inferior y las fosas nasales anteriores de individuos sanos.
El microbioma de las fosas nasales anteriores en adultos sanos se observó dominado por 3 filos: Actinobacterias, Firmicutes y Proteobacterai. En 2014, Zhou et examinaron las fosas nasales anteriores de 236 adultos sanos, con un hisopo nasal. Las fosas nasales anteriores pueden en general clasificarse además en 4 perfiles distintos de género por medio de una abundancia de Staphylococcus, Propionibacterium, Corynebacterium o Moraxella. El meato medio se examinó por Ramakrishnan et al en 28 adultos sanos. Estas áreas poseían comunidades bacterianas ricas diversas, donde los microorganismos más abundantes fueron Staphylococcus aureus, Staphylococcus epidermidis yPropionibacterium acnes. El microbioma nasal el adulto en individuos sanos se caracterizó mejor que en los estados de enfermedad. El tiempo y los estados de desarrollo del microbioma nasal requieren mayor investigación.
Antes se creía que los recién nacidos estaban libres por completo de microorganismos en el útero, y que el desarrollo del microbioma empezaba al salir del vientre. Esta creencia cambió en la década pasada. Jiménez et al demostraron que el tratamiento oral de ratas embarazadas con bacterias etiquetadas de forma genética resultó en la trasferencia de bacterias al meconio de la descendencia. Esto se apoyó en humanos por Rautava et al, quienes demostraron que el consumo de probióticos durante el embarazo alteraba los genes del receptor tipo Toll en el meconio de los neonatos en comparación con los controles. Estos estudios sugieren que la colonización del intestino comienza antes del nacimiento. Los factores típicos que pueden afectar el desarrollo del microbioma incluyen el modo de nacimiento, la lactancia materna, las exposiciones ambientales, los antibióticos y la inhalación de humo.
El desarrollo del microbioma nasal puede comenzar antes del parto; los microorganismos pueden detectarse en el tejido nasofaríngeo de los recién nacidos sanos minutos después del nacimiento, de manera independiente del modo de nacimiento.. Biesbroek et al también examinaron las VRS de 60 bebés sanos a 1.5, 6, 12 y 24 meses después del nacimiento. Se identificaron ocho perfiles de microbiota a partir del hisopado nasofaríngeo, donde el más temprano detectado fue a los 1.5 meses de edad. Biesbroek et al también observaron que la colonización temprana de Moraxella y Corynebacterium en combinación con Dolosigranulum se asoció con la estabilidad en el perfil de la microbiota. En el año 2015, un estudio prospectivo similar identificó perfiles distintos en la microbiota nasal dentro de los primeros 3 meses de vida cuando analizaron hisopados nasales de 48 bebés sanos cada dos semanas. Mika et al también observaron diferencias estacionales en los perfiles de la microbiota, con aumentos de Corynebacterium y Pasteurellaceae en los meses de verano e invierno, de manera respectiva. Ambos estudios observaron una abundancia elevada de forma relativa de Staphylococcus y Corynebacterium en la microbiota nasal durante vida temprana. Ambas especies bacterianas son colonizadores comunes de la leche materna y la piel humana adulta. Esto sugiere que el contacto con la piel y la lactancia materna pueden ayudar a dar forma a la microbiota nasal.
La rinitis alérgica y el microbioma de la nariz
La rinitis alérgica es una enfermedad inflamatoria de la cavidad nasal mediada por inmunoglobulina IgE que produce síntomas como estornudos, rinorrea y congestión nasal. En Canadá, la rinitis alérgica afecta a aproximadamente 25% de la población, y su prevalencia se incrementa de manera global. La rinitis alérgica demostró tener un impacto negativo en la vida social, el sueño y la productividad. La rinitis alérgica se puede dividir en 2 subcategorías amplias: rinitis alérgica perenne y RA estacional. La rinitis alérgica perenne se caracteriza por síntomas durante todo el año. Los alérgenos comunes incluyen ácaros del polvo casero, caspa de perros y gatos, mohos y hongo. La rinitis alérgica estacional responde de forma sintomática a pólenes ambientales (pasto, árboles, malezas), y los síntomas nasales correlacionan con las estaciones específicas de polen. El microbioma nasal puede de manera potencial funcionar en un papel importante en la barrera de protección de la rinitis alérgica y la regulación inmune de respuestas localizadas.
Un número limitado de estudios trataron de caracterizar el microbioma nasal de pacientes con rinitis alérgica. Un estudio reciente evaluó el microbioma sinonasal durante el cambio de las estaciones de polen. Choi et al examinaron a 20 participantes con rinitis alérgica estacional y19 individuos no alérgicos con hisopos guiados por endoscopio del meato medio y el vestíbulo antes y durante la temporada de polen. Los participantes con rinitis alérgica estacional tuvieron diversidad bacteriana incrementada dentro de la temporada de polen y una correlación positiva con eosinófilos nasales incrementados en el meato medio comparado con los participantes no alérgicos. Antes de la temporada de polen, los grupos de estudio no mostraron diferencias significativas. Del mismo modo, no se observaron cambios en la biodiversidad en los participantes antes y durante la temporada de polen. Estos resultados son contrarios a lo esperado, ya que la diversidad bacteriana incrementada a menudo se asocia con una microbioma sano, según lo sugerido por las hipótesis de la biodiversidad y la microflora. Asimismo, Lal et al compararon el microbioma del meato medio y el meato inferior en participantes sanos, con rinitis alérgica y rinosinusitis crónica.. Este estudio no reprodujo una biodiversidad alterada en los participantes con rinitis alérgica. Esto puede ser un resultado de un tamaño pequeño de la muestra y la realización de su estudio fuera de la temporada de polen. Ruokolainen et al examinaron la prevalencia de la enfermedad alérgica junto con la microbiota de la piel y de la nariz en 180 niños, de 7 a 11 años, de Karelia finlandesa y rusa, que tienen características climáticas y geográficas idénticas de forma relativa. La Karelia rusa es principalmente un entorno rural, mientras que la Karelia finlandesa es más de un área modernizada. La rinitis alérgica, el eccema atópico, la sensibilización atópica, el asma y rinitis se incrementaron 3 a 10 veces más común en los niños de la Karelia finlandesa. Las poblaciones de bacterias y hongos en la mucosa nasal tuvieron un aumento mayor de forma significativa en los participantes en Rusia comparados con los de Finlandia. Estos datos sugieren que la exposición temprana en la vida a microbios ambientales puede influir en el desarrollo de las enfermedades alérgicas. El mecanismo de la disbiosis para la rinitis alérgica no es concluyente en la actualidad.
Disfunción del microbioma nasal en la rinosinusitis crónica (RSC)
La rinosinusitis crónica se define como una enfermedad inflamatoria de la cavidad nasal y los senos paranasales, con síntomas sinonasales por 12 semanas o más. La congestión, rinorrea, la pérdida del olfato y la presión en el área sinusal son ejemplos comunes de los síntomas de la rinosinusitis crónica. La RSC se puede clasificar además en RSC con o sin pólipos nasales, que pueden expresar diferentes características inmunológicas. Tanto la inflamación predominante por Th1 y la inflamación predominante por Th2 se caracterizan en forma común en RSC sin pólipos nasales y RSC con pólipos nasales, de manera respectiva. La RSC afecta de 3% a 5% ​​de la población en Canadá y 12.5% en los Estados Unidos. La RSC puede reducir la calidad de vida en pacientes al disminuir la productividad y el sueño. Las intervenciones terapéuticas típicas para la rinosinusitis crónica incluyen regímenes de corticoesteroides nasales y orales junto con la consideración hacia antibióticos e irrigación nasal. Los pacientes que no responden a los medicamentos pueden requerir intervención quirúrgica para limpiar el tejido inflamado y el moco de la cavidad sinonasal.
Se investigó la relación entre la rinosinusitis crónica y el microbioma nasal para entender cuáles microorganismos pueden influir en la RSC. No se observó un patrón consistente de un microbioma específico en todos los pacientes con RSC. Sin embargo, la disbiosis o la biodiversidad disminuida de las especies de bacterias pueden desempeñar un papel en la gravedad de la enfermedad. Una especie bacteriana que funciona de manera potencial en el desarrollo de la RSC es el S.aureus. El S.aureus es una bacteria gram-positiva que de manera potencial puede ser patógena o comensal. La colonización de la cavidad nasal y de los senos paranasales con S. Aureus puede asociarse con la presencia de pólipos nasales o la gravedad de la rinosinusitis crónica. Sin embargo, el S aureus no se observa en los microbiomas nasales o sinonasales de todos los individuos que padecen RSC. Los pacientes con rinosinusitis crónica tienen una tasa amplia de detección de S. aureus, que va de 15% a 70%, que puede ser causada por la variación en la gravedad de la enfermedad y el fenotipo de pólipo nasal. Esta varianza fue evidente en un estudio realizado por Zhang et al, quienes examinaron los niveles de S. aureus y Pseudomonas aeruginosa en 376 participantes adultos con rinosinusitis crónica mediante cultivos de hisopado sinusal guidos por endoscopía. Los participantes colonizados con S. aureus tenían 1.9 veces más probabilidades de poseer pólipos nasales en comparación con los participantes colonizados con Pseudomona aeruginosa. En 2014, Choi et al realizaron un análisis metagenómico en muestras de lavado nasal de 3 grupos: rinosinusitis crónica con pólipos nasales (n = 5), sin pólipos nasales (n = 3) y controles sin RSC (n = 3).. Los participantes con RSC tenían diversidad bacteriana disminuida mientras que tenían una abundancia más grande de bacterias en comparación con los controles sin rinosinusitis crónica. Choi et al también reportaron que S.. aureus se incrementó de forma significativa en los participantes con rinosinusitis crónica con pólipos nasales en comparación con los participantes con RSC sin pólipos nasales. Feazel et al también observaron una cantidad incrementada de S. aureus y diversidad microbiana más baja en los participantes con rinosinusitis crónica y en los participantes con la comorbilidad de asma. El S. aureus también se sugirió que funciona en el desarrollo de pólipos nasales en la rinosinusitis crónica. Se observó abundancia incrementada de S. aureus en los participantes con rinosinusitis crónica con pólipos nasales en comparación con los participantes con RSC sin pólipos nasales. Sin embargo, un estudio reciente no observó una diferencia en la composición bacteriana de las fosas nasales o senos maxilares en 23 participantes con rinosinusitis crónica con pólipos nasales comparados con 19 participantes con RSC sin pólipos nasales. El microbioma de la nariz puede ser relevante de forma clínica en la rinosinusitis crónica, y el S. aureus puede tener un papel funcional en el desarrollo de la rinosinusitis crónica.
Intervenciones con probióticos
Los probióticos se definen por la Organización Mundial de la Salud como “microorganismos vivos que cuando se administran en cantidades adecuadas pueden ser beneficiosos para la salud en el huésped”. El uso de los probióticos en la historia gira en torno de las propiedades beneficiosas de la leche fermentada. A principios de 1900, Elie Metchnikoff sugirió la ventaja positiva de las bacterias en la leche fermentada y los beneficios potenciales para la salud para los humanos. Los probióticos se pueden sugerir por los médicos como una parte del plan de tratamiento para las enfermedades gastrointestinales como el síndrome de colon irritable, la diarrea y la infección por Clostridium difficile. A principios de los 2000s, Kalliomaki et al examinaron el papel del Lactobacillus rhamnosus en la prevención de la enfermedad atópica. En un estudio doble ciego, aleatorizado, controlado con placebo, un total de 84 madres que recibieron que recibieron placebo y 77 Lactobacillus rhamnosus, quienes tenían al menos un pariente de primer grado con enfermedad atópica, se trataron durante 2 a 4 semanas antes de la fecha esperada del parto. Los bebés también se trataron durante 6 meses después del nacimiento con el tratamiento correspondiente. La frecuencia de eccema atópico a los 2 años en el grupo que recibió probióticos se redujo a la mitad en comparación con el grupo placebo. Una limitación de este estudio incluye las exposiciones ambientales, que no se reportaron. El uso de probióticos como tratamiento para la enfermedad atópica es todavía muy controvertido.
Probióticos en la rinitis alérgica perenne y estacional
Los tratamientos con probióticos pueden ser beneficioso de forma clínica para los individuos que padecen rinitis alérgica (RA). Un área común de la investigación de probióticos se enfocó en tratar la rinitis alérgica inducida por el ácaro del polvo de casa. Ishida et al realizaron un estudio doble ciego, aleatorizado, controlado con placebo que involucró 49 participantes con rinitis alérgica perenne (RAP) que recibieron Lactobacillus acidophilus 92 en leche fermentada o leche sin bacterias ácido-lácticas. Reportaron que la administración de L acidophilus 92 mejoró de forma significativa la puntuación de los síntomas nasales en los participantes con RAP. Un estudio separado de 12 semanas, doble ciego, controlado con placebo, aleatorizó 60 niños con RAP (edades 6-13) en 2 grupos: levocetirizina con placebo y levocetirizina con Lactobacillus paracasei (L paracasei). El análisis indicó mejoría en los cuestionarios de calidad de vida de la rinoconjuntivitis pediátrica y una mejora significativa en el prurito y los estornudos en el grupo L. paracaseien comparación con el grupo placebo. Se examinó la combinación de la terapia de probiótico con los tratamientos estándar de RA para inmunoterapia subcutánea (ITSC) específica para ácaro del polvo casero. Xu et al examinaron esta opción terapéutica al comparar 4 brazos de tratamiento: placebo, Clostridium butyricum, ITSC e ITSC con C butyricum. Después de 6 meses, los grupos ITSC e ITSC con C. butyricum se trataron con placebo (solución salina) en lugar del extracto de ácaro hasta el final del estudio. Los síntomas nasales se redujeron de forma marcada en la ITSC y la ITSC con C butyricum en comparación con el placebo. Además, la terapia combinada mejoró la eficacia de la ITSC al mejorar las puntuaciones de los síntomas nasales, lo que disminuyó la IgE específica y las citocinas Th2. Los probióticos como un tratamiento complementario para la RAP parecen ser un concepto prometedor, pero muchas preguntas permanecen sin respuesta, como la dosis y la duración del tratamiento.
Las intervenciones de probióticos para la RA estacional mostraron algunas promesas para el alivio de los síntomas clínicos. En un estudio doble ciego, aleatorizado y controlado con placebo durante la temporada de polen de pasto, 10 participantes que sufrían de RA inducida por polen de pasto se trataron conBifidobacterium lactis por vía oral durante un período de 8 semanas. En comparación con el placebo, las puntuaciones totales de los síntomas nasales mejoraron de forma significativa, mientras que la interleucina (IL)-5, la IL-13, y el factor de necrosis tumoral alfa disminuyeron de forma significativa. Asimismo, Dennis-Wall et al reportaron una mejora en la puntuación de los mini cuestionarios de calidad de vida de rinoconjuntivitis en individuos tratados con probióticos (Lactobacillus gasseri, Bifidobacterium bifidum, Bifidobacterium longum) en comparación con placebo en un periodo de 8 semanas durante la primavera. Similar a la RAP, la terapia de combinación de inmunoterapia sublingual (ITSL) y probióticos se examinó para RA estacional. Se realizó un estudio prospectivo de 5 meses, doble ciego, aleatorizado, controlado con placebo en 100 niños (edades 5-12 años) para examinar la eficacia de los comprimidos de ITSL 300 IR (índice de reactividad) de 5 pastos administrados con vitamina D, placebo o L rhamnosus, y un grupo de control que no recibió ITSL. Jerzynska et al observaron una disminución en la puntuación medicación-síntomas en todos los grupos tratados con ITSL. También demostraron un aumento significativo de células CD4+CD25+Fox3+ en los niños que recibieron ITSL con L rhamnosus en comparación con niños tratados con ITSL y vitamina D. Una revisión sistémica de los probióticos en el tratamiento de la RA por Güvenç et al concluyó que la evidencia significativa sugiere efectos beneficiosos clínicos e inmunológicos de los probióticos. Los ensayos clínicos con probióticos descritos de forma previa se basaron en la dosificación oral, y es escasa la investigación sobre probióticos nasales directos. La modulación del microbioma intestinal puede ser más complicada debido que las especies de probióticos deben sobrevivir a la acidez alta del ácido gástrico en el estómago.
Rinosinusitis crónica y probióticos
Los tratamientos con probióticos se sugieren como una opción para la RSC; sin embargo, la literatura reciente sobre la terapia con probióticos no apoya este concepto. No se observaron mejoras clínicas significativas en las puntuaciones de la calidad de vida durante un ensayo doble ciego, aleatorizado, controlado con placebo, que usó una intervención oral de L rhamnosus a 77 participantes con RSC. El impacto de la administración de probióticos de forma directa al sitio de acción de la RSC está en investigación en la actualidad. En 2016, Mårtensson et al examinaron el perfil de seguridad de la aplicación de bacterias del ácido láctico de la abeja (HLAB) de forma directa en la cavidad nasal, con un aerosol. Esta administración de tratamiento tópico no produjo ningún síntoma ni cambio en los biomarcadores inflamatorios de la cavidad nasal, y no alteró las bacterias comensales. Esto sugiere que la administración nasal de probióticos HLAB es segura y bien tolerada. Sin embargo, la administración nasal de HLAB en 21 participantes de RSC con pólipos nasales no redujo los síntomas nasales o los marcadores inflamatorios. El tratamiento de la rinosinusitis crónica con probióticos no se recomienda en la actualidad.
Conclusiones
El microbioma es una comunidad compleja de microorganismos que puede actuar en una relación simbiótica similar a un órgano sano en el cuerpo. En el microbioma nasal pueden influir varios factores ambientales, como la localización geográfica, el tipo de nacimiento y la higiene. La disbiosis se asocia a riesgo incrementado de enfermedades como la enfermedad inflamatoria intestinal, la obesidad y las alergias. El papel del microbioma nasal en la rinitis alérgica y la rinosinusitis crónica requiere más evidencia para comprender por completo los mecanismos que pueden estar involucrados. Además, se requiere más evidencia para diferenciar el microbioma de pacientes con rinitis alérgica y los controles sanos. Los tratamientos con probióticos mostraron cierta promesa, pero el mecanismo de acción no se entiende bien. Los estudios futuros deben continuar para examinar el microbioma nasal para determinar si se requerirá el tratamiento individualizado para aminorar la disbiosis y los síntomas nasales. Se requieren estudios más grandes para determinar la verdadera eficacia detrás de los tratamientos con probióticos y examinar los probióticos nasales como una posible técnica para reducir los síntomas clínicos de la RA, la RSC y otras enfermedades respiratorias. Las terapias de combinación mostraron algún beneficio para el tratamiento de la rinitis alérgica, pero se requiere evidencia adicional. Además, una combinación de probióticos e inmunoterapia quizá sea un enfoque más práctico para ayudar a mejorar la eficacia de los tratamientos actuales en el mercado y permitir de manera potencial una mejor atención para las enfermedades alérgicas.

The microbiome of the nose

Centro Regional de Alergia e Inmunología Clínica CRAIC, Hospital Universitario “Dr. José Eleuterio González” UANL, Monterrey, México
Dra. Med. Sandra Nora González Díaz         Jefe y Profesor
Dr. José Ignacio Canseco Villarreal             Profesor
Dra. Ligia Libeth Carrasco Díaz                   Residente 1er Año
Dra. Alejandra Macías Weinmann                Profesor

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