domingo, 27 de agosto de 2017

Cómo lograr a través de la dieta manejar y prevenir el ojo seco y la alergia ocular

Un régimen rico en ácidos grasos esenciales colabora en los procesos inflamatorios de la superficie ocular.

Por Alejandro Aguilar, doctor en Medicina Especialista en enfermedades de superficie ocular, fundador y ex presidente de la sociedad Argentina de superficie ocular (MN 71395).

El ojo seco y la alergia ocular comparten varios puntos en común, entre ellos que afectan la superficie externa del ojo, pueden provocar síntomas que alteran la calidad de vida y producen inflamación.

Se estima que en general, el ojo seco ocupa un 40% de las consultas oftalmológicas y las manifestaciones alérgicas un 22%. Estos porcentajes están influenciados por la acción de cambios ambientales naturales y artificiales y por la contaminación ambiental.
Independientemente de los medicamentos antiinflamatorios específicos utilizados para el ojo seco y la alergia, llevar una “dieta antiinflamatoria”, rica en ácidos grasos esenciales, resulta de invalorable ayuda para el manejo de los procesos inflamatorios de la superficie ocular.

La incorporación a través de la ingesta de alimentos ricos en ácidos grasos esenciales de la familia del Omega-3, en particular sus fracciones EPA y DHA, contribuye a controlar el curso evolutivo de procesos inflamatorios existentes y evitar la génesis de nuevos.
El organismo es capaz de sintetizar los lípidos necesarios para su funcionamiento, con excepción de ácidos grasos poliinsaturados de las familias del ácido α-linoleico u Omega-3 y del ácido linoleico u Omega-6. De la incapacidad del organismo de producir estos compuestos, resulta imprescindible que sean incorporados a través de la dieta, de allí el concepto de ácidos grasos esenciales.
Numerosas investigaciones de los últimos años han determinado que el déficit de estos ácidos grasos esenciales, fundamentalmente ligados a la disminución del Omega-3 y al aumento del Omega-6, puede alterar y cronificar el curso de enfermedades autoinmunes e inflamatorias. De esta manera, resulta indispensable el mantener un equilibrio entre ambos, a expensas del aumento del Omega-3. La dieta típica tiene entre unas 20-25 veces más contenido de Omega-6 que de Omega 3, lo que facilita la activación y cronicidad de procesos inflamatorios y autoinmunes sobre la superficie ocular. Estudios realizados por la Escuela de Salud pública de la Universidad de Harvard sobre más de 32.000 voluntarios sanos demostraron que la ingesta de mayoresconcentraciones de Omega-3 que de Omega-6 disminuyeron considerablemente el riesgo de desarrollar patologías de la superficie ocularcomo el ojo seco.
Una vez ingeridos a través de los alimentos, estos ácidos grasos sufren cambios químicos inducidos por el metabolismo. De esta manera, el ácido Omega-6 es convertido en ácido araquidónico y por el contrario, el ácido Omega-3 en ácido eicosapentanoico.
La presencia de ácido araquidónico favorece e induce la respuesta inflamatoria del tejido ocular, por el contrario, la del ácido eicosapentanoico la bloqueaTeniendo en cuenta estas consideraciones, al incrementar la presencia en sangre de ácido eicosapentanoico a través de la incorporación de Omega-3, se reduce competitivamente la presencia de ácido araquidónico, con lo que se logra disminuir el proceso inflamatorio y regular la actividad inmunológica.
Los alimentos con más contenido en Omega 3 son el pescado y el marisco; especialmente los de sangre azul: la anchoa, el salmón, la sardina, los arenques, el atún, la caballa, la palometa, la trucha.
Dentro del reino vegetal las semillas de chía, calabaza y lino aportan buenas cantidades de Omega 3, así como también el aceite de oliva, sin embargo el Omega 3 de origen animal, parecería cumplir mejor el objetivo como antiinflamatorio.

Fuente: http://tn.com.ar/salud

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