sábado, 24 de enero de 2015

Lupus eritematoso sistémico

Introducción
El lupus eritematoso sistémico es una enfermedad desafiante para su evaluación y tratamiento. El progreso en el entendimiento de su etiopatogenia es notable. En este seminario se provee una actualización de sus presentaciones clínicas y el tratamiento convencional. Además se revisan algunos de los múltiples estudios publicados en la última década que utilizaron medicamentos biológicos, el desarrollo de los cuales se basa en el incremento del entendimiento de las causas de esta enfermedad. Sin embargo, el éxito en el tratamiento del lupus eritematoso sistémico con estrategias biológicas es menos impresionante que el de la artritis reumatoide. Esta diferencia se atribuye a la complejidad de esta enfermedad y los diversos mecanismos que contribuyen a su expresión clínica. Este reto extra hace más demandante el trabajo de los científicos, que buscan entender mejor la enfermedad, y a los clínicos que tratan a los pacientes.

Epidemiología
La incidencia y la prevalencia del lupus eritematoso sistémico parecen ir en incremento, probablemente tanto por la identificación de casos leves como por el incremento en la supervivencia. En 2007, una revisión subrayó la variabilidad geográfica en la incidencia y la prevalencia de la enfermedad. En la población de EUA, la incidencia en todas las razas fue 5.1 por 100,000 por año y la prevalencia fue 52.2 por 100,000, con cifras comparativas en el Reino Unido de 3.8 y 26.2, y 2.9 y 28.4 en Japón, de manera respectiva. Estas cifras son substancialmente altas en algunas poblaciones étnicas, de forma notable en individuos de descendencia afroamericana o afrocaribeña. El lupus eritematoso sistémico afecta a mujeres en edad reproductiva, con una proporción de hombre mujer de 9:1. Este predominio del género femenino es menor en las poblaciones de jóvenes y adultos mayores con proporciones de 2-6:1 y 3-8:1, respectivamente, en estos grupos etarios. Esta diferencia se piensa que refleja el efecto de las hormonas sexuales femeninas en aspectos del sistema inmunológico.
En vista de la rareza relativa del lupus eritematoso sistémico en los hombres y los pacientes jóvenes, los investigadores de muchos estudios en los últimos 20 años consideraron si esta enfermedad tiene un perfil clínico o serológico particular en estos pacientes. Aunque los hallazgos del proyecto Euro-lupus – un estudio de cohorte prospectivo de 1000 pacientes con lupus seguido desde 1991 – mostró una tasa mayor de serositis y una tasa menor de artritis en hombres que en mujeres, una revisión de 500 pacientes seguidos por 30 años demostró muy pocas diferencias entre géneros. En los niños, sin embargo, la evidencia consistente sugiere un riesgo significativo alto de nefritis lúpica, y probablemente mayor mortalidad, que en los pacientes que desarrollan la enfermedad en la edad adulta. Estos hallazgos atraen la atención a la necesidad del monitoreo estrecho y tratamiento más intenso, de forma particular en referencia al riesgo de la nefritis lúpica, para estos pacientes, que son susceptibles a una mayor acumulación de daño como resultado de la enfermedad inflamatoria agresiva.
El proyecto Euro-lupus ofrece ideas valiosas de la epidemiología y las manifestaciones clínicas del lupus eritematoso sistémico. Casi la mitad (48%) de los pacientes se presentaron con artritis y un tercio tenían erupción malar. La nefropatía activa se detectó en 28% de los pacientes. La presencia de anticuerpos anti doble cadena ADN es un predicho de nefritis (riesgo relativo 1.79) y de anemia hemolítica (2.49), el anticoagulante lúpico predijo el síndrome antifosfolípido (1.2 – 1.53). La sobrevivencia a 10 años fue de 92% que es significativamente mejor que las tasas de mortalidad reportadas más temprano en el siglo XX. La actividad de la enfermedad y las infecciones (28.9% cada una) fueron causas principales de mortalidad en los primeros 5 años del seguimiento. La trombosis (26.1%) fue la causa de muerte más común durante los últimos 5 años del estudio.
El riesgo de mortalidad disminuyó de manera substancial en las últimas décadas. En una cohorte de 1241 pacientes con lupus de una clínica en Toronto, la tasa estandarizada de mortalidad cambió de 12.60 en los años 70, a 3.46 en la última década. A pesar de la disminución en la tasa de mortalidad, los pacientes con lupus eritematoso sistémico tienen un riesgo de mortalidad mayor que el de la población general, de forma particular en los pacientes con menor edad al inicio de la enfermedad. Además, en los países desarrollados con un producto interno bruto alto, la supervivencia es mayor, porque tiene mejor acceso a servicios de salud, mejor nivel educacional, disponibilidad de médicos, y apego al tratamiento.
De forma clara el pronóstico del lupus eritematoso sistémico depende en más que sólo el desarrollo de nuevos medicamentos. Además, en algunos países no está disponible el financiamiento para estos medicamentos. Algunas diferencias en el pronóstico son evidentes en términos de origen étnico. En la cohorte de Lupus del Hospital Universitario, Londres, Reino Unido, los pacientes negros con enfermedad renal tenían más probabilidad de desarrollar falla renal en comparación con los pacientes blancos, en los que las razones no tienen nada que ver con el aspecto económico ya que la atención médica es gratis en el Servicio Nacional de Salud del Reino Unido. En estudios similares en los Estados Unidos los factores genéticos y económicos no se pudieron separar.
Criterios revisados de clasificación
Desde la publicación del último seminario de lupus eritematoso sistémico en la revista The Lancet en 2007, un desarrollo importante fue la publicación de los criterios de clasificación clínica de Las Clínicas de Colaboración Internacionales de Lupus Sistémico (SLICC) en 2012. Esta clasificación buscó racionalizar los criterios clínicos y proporcionó una modesta expansión en las alteraciones reconocidas de laboratorio. La nefritis comprobada por biopsia compatible con lupus eritematoso en la presencia de anticuerpos antinucleares o anti doble cadena ADN en ausencia de otras características de lupus se considera suficiente para diagnosticar a un paciente con lupus. Los síntomas y las alteraciones en los exámenes de laboratorio son acumulativos y no necesitan estar presentes al mismo tiempo.
Patogenia
El lupus eritematoso sistémico es una enfermedad multifactorial con evidencia de susceptibilidad genética, efectos ambientales, y alteraciones tanto en la inmunidad innata como en la adaptativa manifestadas por alteraciones en la eliminación de las células apoptóticas, citocinas, inmunidad de células B, y transmisión de señales de células T. aunque se publicó una revisión detallada de la patogenia del lupus, los autores resumieron de manera breve algunos desarrollos importantes.
Las deficiencias en los componentes de la cascada del complemento son bien conocidas y predisponen el desarrollo del lupus eritematoso sistémico. Sin embargo, más de 28 lugares de susceptibilidad de enfermedades se confirmaron. Algunos de los lugares más fuertemente asociados de riesgo identificados por medio de estudios de asociación genómica son ITGAM, FcγR, PRDM1-ATG5, y TNFAIP3. Aún se desconoce si estos lugares ayudarán a la identificación de vías inflamatorias adicionales implicadas en esta enfermedad que se traducirán en blancos terapéuticos nuevos.
El lupus se asocia fuertemente con los defectos en el aclaramiento apoptótico. Los eventos iniciales pueden variar, pero el desecho apoptótico excesivo consecuente tiene un efecto patogénico importante. Las células apoptóticas tempranas expresan señales de “cómeme” – es decir, proteínas de superficie celular como la fosfatidilserina que promueven a las células inmunológicas circulantes para engullir estas células. También expresan células de “encuéntrame” para atraer macrófagos y células dendríticas. El fracaso de los fagocitos para remover el material apoptótico de forma eficiente lleva a la captura de fragmentos de las partículas nucleares por las células presentadoras de antígenos, y por medio de interacciones con células T y B finalmente al desarrollo de los anticuerpos antinucleares que son típicos de la enfermedad.
Existen moléculas de puente entre las células apoptóticas y los fagocitos. Una concentración elevada de molécula, MFG-E8, se reporta en algunos pacientes con lupus eritematoso sistémico de inicio en la infancia y en el adulto. El exceso de MFG-E8 puede tener un efecto inverso en la inmersión de las células apoptóticas.
Los estudios muestran una activación intensa de células B policlonales en los pacientes con lupus eritematoso sistémico. Hay un cambio de población hacia células B más inmaduras que es dependiente de la actividad de la enfermedad. Las alteraciones en las células B de memoria en la sangre periférica en los pacientes con lupus incluyen incremento en las células de memoria post cambio CD27+/IgD- que son menos susceptibles a la inmunosupresión, y las células B de memoria CD27-/IgD- que se incrementan y se asocian con la actividad de la enfermedad y con el lupus renal. Se reportó en pacientes con lupus una población de células B reguladoras CD19+/CD24 (alto)/CD38 (alto) que secretan interleucina 10 que carecen de funcionalidad.
Las células T regulan las respuestas de células B e infiltran los tejidos blanco y causan daño. Las células en los pacientes con lupus tienen propiedades de células activadas/efectoras y son algo anérgicas. Los estudios muestras defectos en la transmisión de señales temprana e intermedia, la adhesión y la coestimulación, la transcripción génica, y la división alternativa que implican la disfunción de células T en la patogénesis de la enfermedad.
El estimulador de linfocitos B (BLys), la interleucina 6, la interleucina 17, la interleucina 18, los interferones tipo I, y el factor de necrosis tumoral α (TNFα) son citocinas involucradas en el proceso inflamatorio y el daño tisular en los pacientes con lupus. El conocimiento creciente de etas citocinas provee una oportunidad para sus aplicaciones clínicas.
Factores ambientales y hormonales
La luz ultravioleta es el desencadenante ambiental mejor descrito del lupus eritematoso sistémico. Tanto la exposición a rayos ultravioleta A2 y ultravioleta B, incluso a través de los bronceadores solares cosméticos, puede exacerbar la enfermedad cutánea en los pacientes con la enfermedad. Sin embargo, la eliminación consecuente de la luz solar puede llevar a una deficiencia de vitamina D, que se relaciona de manera inversa con la actividad de la enfermedad. Por lo tanto la evaluación periódica y el remplazo son necesarios para los pacientes con deficiencia de vitamina D.
De manera patológica, el efecto de los rayos ultravioleta B en la inducción de la apoptosis parece ser dependiente de la dosis, con exposición a dosis intermedias y altas asociadas con la liberación de autoantígeno y con la producción de citocinas. Otros compuestos orgánicos e inorgánicos como el polvo de sílice, los solventes orgánicos y el petróleo pueden tener un papel en el desarrollo del lupus eritematoso sistémico. El Panel 2 destaca los factores desencadenantes de esta enfermedad.
Una adición reciente a la lista de causas iatrogénicas (notablemente hidralazina y penicilamina D) de lupus o una enfermedad tipo lupus son los inhibidores del TNFα. Existen diferencias, sin embargo, entre el lupus clásico inducido por medicamentos y el lupus inducido por antiTNFα. En particular, los anticuerpos anti doble cadena ADN y la hipocomplementemia son más comunes en el lupus inducido por anti TNFα. A pesar de los hallazgos comunes de anticuerpos antinucleares positivos en los pacientes con inhibidores TNF, la rareza del lupus inducido por anti TNF se ejemplifica por datos de la Sociedad Británica para el Registro de Biológicos de Reumatología. De 11394 pacientes que recibieron anti TNFα, sólo 40 desarrollaron características tipo lupus, en los que la erupción cutánea fue el síntoma más común.
La incidencia del lupus eritematoso sistémico es bien conocida que se incrementa después de la pubertad y disminuye después de la menopausia, y la gravedad de la enfermedad varía con el embarazo y el ciclo menstrual. En una cohorte de 238308 mujeres seguidas de forma prospectiva entre 1976 y 2003, los factores como la menarquia temprana, el uso de anticonceptivos orales, la menopausia temprana, la menopausia quirúrgica y el uso postmenopáusico de hormonas se asociaron con un incremento en el riesgo de lupus eritematoso sistémico. El uso de remplazo hormonal combinado en 351 mujeres menopáusicas se asoció con un pequeño riesgo de incrementar las exacerbaciones leves a moderadas.
Riesgo cardiovascular
El reconocimiento de que la ateroesclerosis está ligada muy de cerca con el sistema inmunológico se refleja en la asociación bien descrita de muchas enfermedades crónicas inflamatorias con una predilección para incrementar la aterogénesis. El lupus eritematoso sistémico no es una excepción. La prevalencia varía acorde a la población en estudio, con estimados que van de 6% a 10%. Sin embargo, es más contundente que en las mujeres entre 34 y 44 años con lupus, el riesgo de infarto del miocardio se incrementa 50 veces, comparado con la población general de la misma edad y el mismo género. Los eventos vasculares, de forma no sorpresiva, contribuyen de manera sustancial al incremento en la mortalidad en los pacientes con lupus eritematoso sistémico. En un estudio de 208 pacientes con esta enfermedad, seguidos en un periodo de 12 años, 48 murieron a una edad media de 62 años. La enfermedad cardiovascular fue la causa principal de mortalidad en esta cohorte (48%). Muchos estudios muestran que la ateroesclerosis subclínica está presente en una proporción grande de los pacientes con lupus eritematoso sistémico, en que se utilizaron medidas subrogadas como el grosor de la carótida íntima media, y con tasas altas de disfunción endotelial evaluadas por el flujo mediado por vasodilatación.
Los mecanismos subyacentes de este riesgo incrementado no se comprenden de manera completa. Los factores de riesgo vascular tradicionales tienen un papel, pero no explican de forma total el exceso en la tasa de eventos. Se sugieren muchas teorías, que se concentran en vías inmunológicas aberrantes, algunas con reportes conflictivos. Algunas de estas teorías incluyen el exceso en la activación de los monocitos, la presencia de anticuerpos antifosfolípidos, la desregulación del sistema del complemento, el estrés oxidativo (homocisteína, paraoxonasa), y anticuerpos variables (a células endoteliales, HDL anti aterogénico, antilipoproteína lipasa, LDL oxidativa, proteína C reactiva, etc.). Se sugieren muchas citocinas como mediadores teóricos de aterogénesis (TNFα, interferón γ, interleucina 17, adiponectina). El interferón α es un candidato atractivo debido a su asociación con el lupus eritematoso sistémico y su rol como mediador de la reparación vascular aberrante. El mecanismo propuesto es la represión del factor proangiogénico antagonista del receptor interleucina 1. La actividad aumentada del interferón sérico tipo 1 se asocia con una disminución de la función endotelial y la gravedad de la calcificación coronaria en los pacientes con lupus.
Aunque las diferencias en  los factores cardiovasculares tradicionales de riesgo por sí solos no cuentan por el riesgo incrementado en los pacientes con lupus eritematoso sistémico, la evaluación de los factores modificables es una necesidad clara. Por lo tanto, alentar a los pacientes para dejar de fumar, y optimizar su presión arterial, perfil de lípidos y el control de la actividad de la enfermedad son esenciales para disminuir la morbilidad cardiovascular. Con referencia específica para los agentes terapéuticos utilizados para el control de la actividad de la enfermedad en el lupus eritematoso sistémico, la evidencia teórica apoya el papel de la hidroxicloroquina debido a sus propiedades antitrombóticas y modificadoras de lípidos. Además, el mofetil micofenolato puede conferir protección de la enfermedad vascular, aunque la información es conflictiva. Por lo tanto, hasta que se tenga más evidencia específica para la enfermedad la mejor estrategia para minimizar el riesgo de enfermedad cardiovascular es tratar la enfermedad activa mientras se monitorizan los factores tradicionales de riesgo vascular.
Nefritis lúpica
Los grupos del Colegio Americano de Reumatología (ACR) y la Liga Europea contra el Reumatismo (EULAR) publicaron guías revisadas para la evaluación y el tratamiento de la nefritis lúpica. Las guías previas ACR, publicadas en 1999, recomendaron  el uso de glucocorticoesteroides y ciclofosfamida como terapia de inducción para la nefritis lúpica proliferativa. El mofetil micofenolato no estaba disponible de forma amplia en ese momento. Desde entonces varios estudios muestran no inferioridad de este medicamento en comparación con la ciclofosfamida para el tratamiento de inducción de la nefritis lúpica. Más aún, puede ser un abordaje terapéutico superior en poblaciones particulares, como los afroamericanos. Por lo tanto los grupos del ACR y la EULAR favorecen ahora el uso de cualquiera de los como estrategias de inducción para la nefritis lúpica.
El régimen Euro-lupus (seis pulsos de ciclofosfamida intravenosa cada 2 semanas a una dosis de 500 mg) provee la oportunidad para tratar a los pacientes con nefritis lúpica de forma efectiva con dosis más bajas de ciclofosfamida y un riesgo reducido de infección. Muchos centros lo utilizan ahora en lugar del régimen viejo recomendado por los Institutos Nacionales de Salud de los Estados Unidos (ciclofosfamida intravenosa mensual 750 mg/m2 de superficie corporal por 6 meses, seguida de ciclofosfamida intravenosa cada 3 meses por 2 años).
Otras recomendaciones incluyen el uso de bloqueadores del sistema renina-angiotensina- aldosterona (RAAS) para tratar la proteinuria y la hipertensión, y el uso de la hidroxicloroquina. Los pacientes que reciben hidroxicloroquina tienen tasas más altas de respuesta renal, menos recaídas, y una reducción del devengo del daño renal en comparación con los que no recibieron hidroxicloroquina. El control de los factores de riesgo cardiovascular debe tratarse de forma similar a los pacientes que no tienen lupus.
La azatioprina puede considerarse para los casos más leves de la enfermedad de acuerdo a los resultados de la biopsia. Si las estrategias de inducción de la nefritis lúpica no son efectivas, se sugiere el cambio a otro agente o al rituximab. Aunque el mofetil micofenolato o la azatioprina pueden utilizarse para mantener la remisión, existen algunas sugerencias de que el mofetil micofenolato sea más efectivo.
Lupus SNC
La patogénesis del lupus neuropsiquiátrico es multifactorial, probablemente varía entre individuos, e involucra autoanticuerpos, complejos inmunológicos, y citocinas. Se reportaron veinte autoanticuerpos detectados en el suero o en el líquido cerebroespinal de los pacientes con lupus neuropsiquiátrico. Se categorizaron en autoanticuerpos específicos del cerebro (n=11) y sistémicos (nueve). Los autoanticuerpos específicos del cerebro incluyen aquellos con unión neuronal, reactivos al cerebro (BRAA), receptor de N-metil-d- aspartato (NMDA), gangliosido, proteína 2 asociada a microtúbulo (MAP-2), neurofilamento,  proteínas acídicas fibrilares gliales. Los autoanticuerpos más comunes en los pacientes con lupus neuropsiquiátrico, sin embargo, son los anticuerpos anticardiolipina. Estos anticuerpos se correlacionaron con discapacidad cognitiva, depresión, psicosis, corea, convulsiones y migraña. Es todo un reto distinguir las características de un lupus SNC de los del síndrome antifosfolípido.
Síndrome antifosfolípido
El síndrome antifosfolípido puede ser primario o secundario. Se caracteriza por una trombosis venosa o arterial recurrente o morbilidad del embarazo, y la presencia persistente de anticuerpos antifosfolípido. Aunque 30-40% de los pacientes con lupus tiene anticuerpos antifosfolípidos, el síndrome antifosfolípido complica sólo 10-15% de los casos de lupus eritematoso sistémico. Cerca de 40 anticuerpos antifosfolípido se describieron hasta ahora, pero solo tres se utilizan para la confirmación del diagnóstico. La positividad triple del anticoagulante lúpico, los anticuerpos anticardiolipina, y los anticuerpos anti-β2- glicoproteína (por lo menos uno debe estar positivo para el diagnóstico de síndrome antifosfolípido en dos o más ocasiones con 12 semanas de diferencia) tiene una asociación fuerte con los síntomas clínicos de este síndrome. El interés reciente se centra en los mecanismos trombogénicos de los anticuerpos antifosfolípido, con interés particular en la β2-glicoproteína.
El síndrome antifosfolípido tiene un rango amplio de características clínicas, que dependen del sitio de la trombosis. La evidencia creciente sugiere que la ateroesclerosis puede ocurrir de forma temprana en estos pacientes. En una cohorte de 49 pacientes con síndrome antifosfolípido primario (edad media 37 años), los investigadores detectaron ateroesclerosis subclínica prematura, medida por el grosos de la íntima media carotídea.
El abordaje terapéutico del síndrome antifosfolípido se basa en la modificación de los factores de riesgo general de la trombosis y el uso de agentes antiplaquetarios y anticoagulantes, de forma notable la heparina o warfarina. Sin embargo, un ensayo que compara el rivaroxaban (un inhibidor del factor Xa) y la warfarina en los pacientes con síndrome antifosfolípido trombótico está en progreso. El rivaroxaban tiene algunas interacciones medicamentosas reportadas, no tiene interacciones con alimentos o con alcohol, y no necesita de monitoreo de rutina debido a una correlación dosis respuesta predecible. También existe algo de evidencia para el uso de las estatinas, la hidroxicloroquina y el rituximab para el tratamiento de los pacientes con síndrome antifosfolípido.
Las estatinas son una adición muy atractiva para el régimen medicamentoso utilizado para el tratamiento de este síndrome. Estas modulan los mecanismos proinflamatorios de las GTPasas pequeñas y las proteínas sin inhibición completa de estas vías cruciales de transmisión de señales. Los estudios muestran los efectos benéficos de las estatinas en los pacientes con el síndrome antifosfolípido.
Los efectos antitrombóticos de la hidroxicloroquina se cree se relacionan a la inhibición de la agregación plaquetaria y a la liberación de ácido araquidónico de las plaquetas estimuladas y los efectos adicionales en la supresión de la actividad de la enfermedad y la modificación del perfil lipídico. En un estudio de 90 pacientes con lupus eritematoso sistémico que tenían anticuerpos antifosfolípido, el uso de la hidroxicloroquina se asoció con probabilidades significativamente menores de tener positividad persistente de anticuerpos anticoagulantes o anticardiolipina (>40 U) o ambos.
Por último, un resumen de 21 reportes de casos en el uso de rituximab en pacientes con síndrome antifosfolípido mostró un efecto benéfico en 19 casos. Las concentraciones de los anticuerpos antifosfolípido disminuyeron de forma significativa en 10 de 12 casos. En una cohorte de 32 pacientes con lupus eritematoso sistémico que recibieron rituximab, se notaron resultados interesantes en relación a los anticuerpos anticardiolipina después de la eliminación de células B. Siete pacientes resultaron positivos para los anticuerpos anticardiolipina IgG antes del tratamiento, seis de los cuales alcanzaron concentraciones no detectables 6 a 9 meses después de la terapia de eliminación de células B.
Embarazo
De forma previa, las mujeres con lupus, en especial nefritis lúpica, se aconsejaban en contra de considerar embarazarse. El lupus no afecta la fertilidad, pero la contracepción y la planeación del embarazo tienen gran importancia en el cuidado de rutina de los pacientes con lupus. Muchas mujeres embarazadas con lupus activo desarrollarán complicaciones como parto pretérmino y preclampsia. Un tercio de los embarazos con lupus resultarán en cesárea. Un factor mayor ligado a estas complicaciones es la actividad incrementada del lupus al momento de la concepción y la presencia de daño asociado con lupus eritematoso sistémico antes de la concepción.
Por lo tanto la meta para el tiempo de embarazarse es cuando existe actividad mínima de la enfermedad. El consejo preembarazo incluye la información acerca del riesgo de las complicaciones, y la planeación del cuidado prenatal. Las pacientes deben de manera ideal tener seguimiento en clínicas obstétricas de alto riesgo, con una contribución multidisciplinaria para optimizar los pronósticos del feto y de la madre. La continuación de la hidroxicloroquina y los esteroides a dosis bajas parece ser segura durante el embarazo y puede prevenir las exacerbaciones de la enfermedad. La azatioprina también puede considerarse en las pacientes con lupus eritematoso sistémico activo durante el embarazo. Las pacientes con síndrome antifosfolípido secundario deben además recibir anticoagulación.
Las pacientes con nefritis lúpica tienen en particular mayor riesgo durante el embarazo. Una exacerbación de la enfermedad es más probable si la enfermedad está activa al momento de la concepción. La nefritis lúpica clase III y IV se asocia más con más frecuencia con hipertensión y preclamsia que las clases II y V. En las pacientes con enfermedad renal establecida, en particular con una concentración de creatinina antes del embarazo mayor a 200 mmol/L, están ausentes las adaptaciones fisiológicas, como un flujo sanguíneo renal y la tasa de filtración glomerular incrementados, que pueden ocurrir durante el embarazo. Este factor pone a las mujeres en un riesgo incrementado de daño renal como resultado del embarazo. Debido a que la hipertensión es un factor de riesgo para la muerte fetal en las pacientes con nefritis lúpica, el control de la presión arterial es importante. Los niveles seguros de presión arterial, sin embargo, aún no se establecen.
Las mujeres que poseen anticuerpos para Ro (SSA) necesitan monitoreo adicional. Estos anticuerpos pueden cruzar la placenta en aproximadamente 12 semanas de edad gestacional. Pueden causar el síndrome de lupus neonatal, que incluye involucro cardiaco (bloqueo cardiaco, que con frecuencia es permanente), erupción cutánea, y alteraciones de los exámenes de laboratorio. La prevalencia de bloqueo cardiaco completo en los recién nacidos de mujeres con enfermedad del tejido conectivo y presencia de anticuerpos anti Ro es baja, entre 0% y 2%. Sin embargo, la probabilidad de dar a luz a un segundo niño afectado es mayor en las madres que tuvieron dificultades en embarazos previos en comparación con las que no los tuvieron.
La actividad de la enfermedad puede evaluarse en el embarazo con el  Grupo de Evaluación del Lupus de las Islas Británicas 2004-Índice de embarazo (BILAG) o uno de los índices de calificación globales como el de las Clínicas Internacionales de Colaboración de Lupus Sistémico SLICC-2000. Es crucial con cualquier índice utilizado para asegurar que las anormalidades se registran, como la proteinuria, que se atribuyen de forma genuina al lupus activo y no al embarazo.
Nuevos tratamientos
La tabla resume el abordaje genera para el tratamiento del lupus eritematoso sistémico, y el panel 3 de medicamentos utilizados de forma más común. Se enfocará en los nuevos desarrollos en el tratamiento del lupus.
De forma creciente, los pacientes con lupus que no responden a medicamentos inmunosupresores convencionales son considerados para recibir terapias biológicas dirigidas que apuntan hacia citocinas, linfocitos B y T y factores activadores de células B. El bloqueo de los linfocitos B es de interés particular ya que los autoanticuerpos del lupus tienen un papel importante en la fisiopatología de la enfermedad. Las células B se desarrollan de las células madre hematopoyéticas a células pro-B y pre-B en la médula ósea. Estas maduran a células B inmaduras, transicionales y maduras activadas y por último en células de memoria y plasmáticas en la periferia.
El CD20 es un antígeno específico de linfocito B que se expresa por células pre-B y células B maduras. Tiene un papel en la regulación del inicio del ciclo celular y la diferenciación del linaje de las células B. El rituximab es un anticuerpo IgG1 monoclonal quimérico de CD20 que causa la disminución de células B y dura de 6 a 12 meses y está mediado por citotoxicidad dependiente del complemento, toxicidad celular dependiente de anticuerpos, e inducción de apoptosis. El rituximab está autorizado para su uso en el tratamiento de linfoma no Hodgkin, artritis reumatoide, y vasculitis, existen reportes y registros de casos del uso de rituximab en los pacientes con lupus eritematoso sistémico con enfermedad refractaria a los tratamientos estándar. Sin embargo, dos ensayos clínicos mayores no alcanzaron sus puntos finales.
El ensayo EXPLORER evaluó el rituximab en 257 pacientes con lupus eritematoso sistémico moderado y grave. Los pacientes recibían metotrexate, azatioprina o mofetil micofenolato, y 57% eran dependientes de esteroide. El objetivo primario era alcanzar y mantener la respuesta clínica (escalas BILAG C o mejor en todas las ocho escalas de sistemas de órganos a la semana 24 y el mantenimiento sin exacerbaciones moderadas o graves a la semana 52). Aunque los objetivos primarios y secundarios no se alcanzaron, los efectos benéficos se observaron en pacientes hispanos y afroamericanos.
El ensayo LUNAR, un ensayo aleatorizado doble ciego controlado con placebo, se llevó a cabo en 144 pacientes con nefritis lúpica clases III o IV tratados de forma concomitante con mofetil micofenolato y corticoesteroides. El objetivo primario (superioridad del rituximab) no se alcanzó. Las razones por las que los estudios EXPLORER y LUNAR no alcanzaron sus objetivos son conjeturas pero la gran cantidad de esteroides e inmunosupresores concomitantes probablemente tomaron parte.
En general, el rituximab se utiliza cuando los medicamentos convencionales probaron ser inefectivos. Sin embargo, Pepper y colaboradores propusieron el uso de este medicamento al momento del diagnóstico de la nefritis lúpica, con el objetivo de evitar los esteroides orales. Un estudio pequeño utilizó controles (3:1) que se trataron de forma convencional. Los pacientes recibieron azatioprina (Pepper y colaboradores utilizaron mofetil micofenolato después del rituximab [1g intravenoso dos dosis, con dos semanas de diferencia]) y, otra vez, el objetivo fue minimizar la prescripción de esteroides. La reducción media de la escala global BILAG para los pacientes con disminución de células B fue de 12.0 puntos comparada con 13.2 puntos en los pacientes tratados de forma convencional (no diferencia significativa). Las dosis acumulativas medias de prednisolona a los 6 meses fueron 1287.3 mg para los pacientes con disminución de células B en comparación con 2834.6mg en el grupo control.
Condon y colaboradores reportaron el efecto del rituximab como un agente ahorrador de esteroide en 50 pacientes con nefritis lúpica seguidos por 2 años. Los pacientes recibieron dos dosis de 1 gr de rituximab y metilprednisolona (ambos intravenosos) al diagnóstico y seguido por mofetil micofenolato. Este ensayo mostró resultados alentadores. Con este régimen sólo dos de los 50 pacientes necesitaron esteroides orales regulares en el seguimiento, la mejoría histológica se observó en nueve de 13 biopsias repetidas para la proteinuria persistente. Cabe destacar que a pesar de los resultados de los ensayos EXPLORER y LUNAR, tanto las guías ACR y EULAR sugieren considerar el rituximab para los pacientes con nefritis lúpica refractaria a las terapias convencionales.
BLys (o factora activador de células B, BAFF) es una citocina de la familia TNF. Se une a tres receptores en la superficie del linfocito B: receptor BLyS 3 (BR3), activador transmembrana 1 y el lingando interactor calcio modulador y ciclofilina (TACI), y el antígeno de maduración de células B (BCMA). La supresión de la unión de BLYs a BR3 causa apoptosis e inhibición de la maduración de las células B. El belimumab es un anticuerpo humano monoclonal que inactiva el BLyS. Está aprobado en Canadá y EUA, y es el primer medicamento biológico aprobado para el tratamiento de los pacientes con lupus eritematoso sistémico con anticuerpos positivos que tienen enfermedad activa a pesar del tratamiento con medicamentos convencionales.
Dos ensayos apoyan la eficacia del belimumab en este escenario. Tanto el BLISS-52 y el BLISS-76 alcanzaron sus objetivos primarios con una dosis de belimumab de 10 mg/kg. En el BLISS-52, 1 mg/kg también fue efectivo. Los pacientes tenían principalmente manifestaciones cutáneas y articulares, pero también estaban presentes otras características ocasionales como pleuresía; sin embargo, los pacientes con enfermedad renal activa o involucro de SNC se excluyeron. Las poblaciones estudiadas en estos dos ensayos difirieron: el BLISS-52 reclutó pacientes de América Latina, el área de Asia-Pacífico y del este de Europa, mientras el BLISS-76 reclutó pacientes de Norte América y América Central y Europa. Muchos de los pacientes utilizaban esteroides (67 – 71% de los pacientes tomaron prednisona >7.5 mg en el BLISS-52, y 44-48% en el BLISS-76) y algunos también tomaron medicamentos inmunosupresores. El éxito del belimumab alienta a otros estudios de moléculas que bloquean los factores activadores de células B.
El atacicept es otro agente que bloquea la interacción entre el BLyS y el APRIL (ligando de inducción de proliferación) y sus receptores. El APRIL tiene una función similar al BLyS. El atacicept es una proteína recombinante fusión del receptor Ig que se une al BLyS y al APRIL. Suprime la diferenciación y la supervivencia de las células B productoras de anticuerpos. El atacicept con el mofetil micofenolato se utilizó en un ensayo de nefritis lúpica que se detuvo después del enrolamiento de seis pacientes debido a infecciones graves. El análisis detallado de estas infecciones probó que se debieron a hipogamaglobulinemia inducida por el mofetil micofenolato antes de dar el atacicept. La eficacia del atacicept no se evaluó. Los resultados preliminares de un ensayo mayor en el lupus no renal indican que el atacicept puede ser efectivo en la prevención de la exacerbación de la enfermedad. Los resultados finales siguen en espera.
El CD22 es una sialoglicoproteína transmembrana específica de linfocitos B. Se encuentra a su mayor concentración en la superficie de células B maduras IgM+/IgD+ y está ausente en las células de memoria y células plasmáticas. Las funciones del CD22 por medio del complejo receptor de células  B (BCR) por fosforilación de tres motivos inhibitorios basados en tirosina en su parte intracelular. La fosforilación inicia el reclutamiento de las moléculas de tirosina fosfatasa 1 que inhiben la transmisión de señales BCR. El epratuzumab es un anticuerpo monoclonal humanizado IgG1anti-CD22. El tratamiento con epratuzumab causa una disminución en la cuenta de linfocitos B periféricos en los pacientes con lupus. Un ensayo clínico abierto del epratuzumab en 14 pacientes con lupus eritematoso sistémico activo moderado que se llevó a cabo en 2008, mostró que el epratuzumab fue bien tolerado y mejoró las escalas BILAG por más de 50% en 77% de los pacientes a la semana 6, y en todos los pacientes en algún punto durante el periodo de estudio. Un estudio fase IIb del epratuzumab en 227 pacientes con lupus moderado a grave mostró que los pacientes tuvieron una reducción de síntomas o ausencia de enfermedad activa en sistemas corporales específicos, especialmente los sistemas cardiorrespiratorio y neuropsiquiátrico.
Las células T también se sugieren como un agente terapéutico en el lupus eritematoso sistémico. El abatacept es un medicamento biológico que bloquea la coestimulación de las células T. Es una proteína fusión que consiste del antígeno 4 asociado a linfocitos T (CTLA-4) y la porción Fc modificada de la inmunoglobulina humana. Para activarse los linfocitos T requieren dos señales: la señal 1 antígeno específica y la señal 2 coestimulatoria. El CTLA-4 tiene una parte en la inhibición de la coestimulación; por medio de su unión con el CD80/86, causa inhibición de la activación de células T. En un ensayo doble ciego controlado por placebo del abatacept en pacientes con lupus que no pone en peligro la vida, se estudiaron 18 pacientes. El objetivo primario fue la proporción de exacerbaciones nuevas después del destete de las dosis de esteroide. El estudio no cumplió con su objetivo primario, pero las diferencias del tratamiento fueron evidentes en los pacientes con síntomas de poliartritis en los análisis post hoc. Diecinueve punto cuatro por ciento de los pacientes en el estudio resultaron negativos para anticuerpos antinucleares y ADN doble cadena, lo que fue substancialmente mayor que en las cohortes de lupus en general.
El sifalimumab, un anticuerpo monoclonal anti interferón α, se une y neutraliza la mayoría de los subtipos de interferón α. Previene la transmisión de señales por medio del receptor de interferón tipo 1. Dos estudios doble ciego aleatorizados mostraron su seguridad, y los resultados apoyan el desarrollo clínico continuo de estrategias dirigidas al interferón α para el tratamiento del lupus eritematoso sistémico. Otras moléculas antiinterferón α que se sometieron a pruebas en estudios fase 2 son el rontalizumab, AGS-009, MEDI-546, y el quinoide interferón α. El panel 4 resume los agentes biológicos ya disponibles o potencialmente disponibles para su uso en el tratamiento del lupus eritematoso sistémico.
Afrontando la enfermedad y la calidad de vida
El tratamiento no farmacológico del lupus eritematoso sistémico es también importante. Los efectos psicológicos del lupus incluyen depresión, fatiga, estrés psicológico y dificultad para afrontar las emociones. Un estudio de 120 pacientes con esta enfermedad mostró que el tratamiento de la depresión, y la consideración del estrés y el insomnio, redujo la fatiga. De 154 pacientes  con lupus australianos y del Reino Unido, 26% tenían depresión clínica. La depresión los mecanismos insuficientes para afrontar problemas imposibilitan la habilidad para tratar de forma efectiva esta enfermedad. Algunos estudios indican la pobre satisfacción con el apoyo social, el pobre entendimiento y los contactos poco satisfactorios con el médico o poca información sobre la enfermedad. De forma ideal, los pacientes con lupus deben evaluarse de forma regular para depresión, y deben referirse a los servicio de psicología o recibir intervención médica. Contactar al paciente con grupos de apoyo o sociedades disponibles en la localidad puede disminuir la frustración de buscar en fuentes poco confiables en internet.
Un programa de entrenamiento cardiovascular supervisado en los pacientes con lupus mejora de manera sustancial la tolerancia al ejercicio, la capacidad aeróbica, la depresión y la calidad de vida. Un estudio de 60 pacientes que participaron en un protocolo de entrenamiento en una caminadora mostró que el grupo de entrenamiento presentó un incremento significativo en su capacidad aeróbica, medido en su umbral anaeróbico, y mejoría en escalas de depresión y calidad de vida. El ejercicio físico supervisado también mejoró la función endotelial y la capacidad aeróbica sin empeorar la actividad de la enfermedad en los pacientes con lupus eritematoso sistémico.
Conclusión
El entendimiento de la patogénesis del lupus está en aumento. De manera alentadora, este conocimiento se aplica en la práctica clínica con mejorías en la clasificación, una mejor apreciación de las características del lupus y sus complicaciones, y el desarrollo de nuevos medicamentos. Existe un mejor entendimiento de la importancia de otros aspectos del tratamiento del lupus como la calidad de vida, la salud mental, la prevención de las complicaciones como la ateroesclerosis, y la morbilidad del embarazo, y participan de forma importante en la práctica del día a día. A pesar de la complejidad y la diversidad de esta enfermedad existe esperanza para estos pacientes. Los agentes nuevos prometedores dirigidos a los diferentes mecanismos ya están en uso o en desarrollo.


Larissa Lisnevskaia, MD, Grainne Murphy, PhD, Prof David Isenberg, MD. Systemic lupus erythematosus. The Lancet Volume 384, No. 9957, p1878–1888, 22 November 2014. Published Online: 29 May 2014

Centro Regional de Alergia e Inmunología Clínica CRAIC, Hospital Universitario “Dr. José Eleuterio González” UANL, Monterrey, México

Dra. med. Sandra Nora González Díaz         Jefe y Profesor
Dr. José Antonio Buenfil López                    Profesor
Dr. Rafael Pérez Vanzzini                            Residente 2° Año

Dra. Alejandra Macías Weinmann                 Profesor

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