Neumólogos pediátricos y de adultos proponen un circuito asistencial conjunto para adolescentes asmáticos
Julio Ancochea, jefe del Servicio de Neumología del Hospital Universitario de La Princesa |
“Existe una relación entre las neumopatías infantiles, especialmente las que tienen que ver con la prematuridad, y el desarrollo en la vida adulta de enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC)”. Así lo ha afirmado Julio Ancochea, jefe del Servicio de Neumología del Hospital Universitario de La Princesa, en la mesa sobre Neumología Pediátrica celebrada en el XXI Congreso de Neumomadrid, la Sociedad Madrileña de Neumología y Cirugía Torácica, que reúne estos días a medio millar de neumólogos, cirujanos torácicos, médicos de Atención Primaria, personal de Enfermería y otros profesionales sanitarios.
En opinión de Ancochea, esta relación “abre una estimulante posibilidad de colaboración en investigación e intervención sanitaria. Es necesario conocer el impacto de la prematuridad en la función pulmonar del futuro adulto y los posibles beneficios de actuar de forma precoz sobre esta población de riesgo”. En este sentido, ha señalado que, según la revisión de la literatura científica que hay al respecto, “los recién nacidos prematuros, y sobre todo aquellos que tienen displasia broncopulmonar, tienen más riesgo de presentar episodios de sibilancias de repetición y mayor riesgo de asma, y la evolución del asma puede condicionar la aparición de EPOC en la vida adulta”.
“Las infecciones respiratorias en lactantes sanos por virus respiratorio sincitial (VRS) y por rinovirus, especialmente en poblaciones de riesgo como los prematuros, condicionan una reducción de la función pulmonar a corto, medio y, muy probablemente, a largo plazo. Estas infecciones, junto con otros factores epigenéticos, son modulables, previsibles y en gran medida evitables con políticas de mejora de la salud en la infancia, y su efecto puede tener un impacto medible en la edad adulta”, ha explicado.
De hecho, dado que entre el 25 y el 30 por ciento de los pacientes con EPOC no son fumadores, en estos casos ganan peso factores de riesgo como el desarrollo de los pulmones y la aparición de infecciones respiratorias en la infancia. Por ello, Ancochea recomienda “realizar planes de colaboración que involucren a investigadores de la salud, tanto neonatal como pediátrica, con investigadores en Neumología de adultos y epidemiólogos para desarrollar acciones de investigación e intervención sanitaria que evidencien el impacto de la salud infantil en las enfermedades evolutivas respiratorias de la vida adulta”.
La transición del niño asmático a la adolescencia y la edad adulta
Durante la mesa de Pediatría también se ha destacado la “complicada” transición del niño con asma de difícil control a la adolescencia y a la etapa adulta. “El problema de esta transición es la propia adolescencia, que es una etapa de la vida completamente distinta a la infancia y a la edad adulta. Hasta este momento, el control de la medicación, de la sintomatología y de las revisiones del niño lo llevaban los padres, pero cuando ya es adolescente se da cuenta de que es él mismo quien tiene que saber si se encuentra mal, quien tiene que decidir si toma o no la medicación y quien tiene que acordarse de tomarla, porque no aprueba que sus padres estén encima de él. A la vez, tampoco quiere que sus compañeros, que son sus iguales y su referente, sepan que tiene una enfermedad”, ha comentado Elena Alonso, de la Unidad de Neumología Infantil y Trastornos del Sueño del Servicio de Pediatría del Hospital Universitario Rey Juan Carlos de Móstoles.
“Además, el neumólogo pediátrico que le ha seguido desaparece y aparece el neumólogo de adultos, al que no conoce de nada y trabaja de forma completamente diferente. Es una época complicada, no tanto por la medicación, sino por la propia edad”, ha añadido. Debido a todos estos cambios, los especialistas proponen un circuito asistencial conjunto, en el que la última consulta en Pediatría y la primera en Neumología del adulto sean llevadas a cabo por el pediatra y el neumólogo a la vez. “Las consultas conjuntas, que ya se hacen en las unidades de fibrosis quística, serían lo ideal. Habitualmente, el pediatra se encarga de darle al neumólogo de adultos toda la información y le presenta al paciente, pero lo hace por buena voluntad, no porque esté protocolizado”, ha comentado Alonso.
Posteriormente, y siguiendo esta línea, Antolín López Viña, jefe del Servicio de Neumología del Hospital Universitario Puerta de Hierro, ha recomendado que las primeras revisiones con el neumólogo de adultos se hagan con el adolescente solo, sin la presencia de sus padres, y que se fijen objetivos y pactos con el joven para que se involucre en el abordaje de su enfermedad.
De hecho, dado que entre el 25 y el 30 por ciento de los pacientes con EPOC no son fumadores, en estos casos ganan peso factores de riesgo como el desarrollo de los pulmones y la aparición de infecciones respiratorias en la infancia. Por ello, Ancochea recomienda “realizar planes de colaboración que involucren a investigadores de la salud, tanto neonatal como pediátrica, con investigadores en Neumología de adultos y epidemiólogos para desarrollar acciones de investigación e intervención sanitaria que evidencien el impacto de la salud infantil en las enfermedades evolutivas respiratorias de la vida adulta”.
La transición del niño asmático a la adolescencia y la edad adulta
Durante la mesa de Pediatría también se ha destacado la “complicada” transición del niño con asma de difícil control a la adolescencia y a la etapa adulta. “El problema de esta transición es la propia adolescencia, que es una etapa de la vida completamente distinta a la infancia y a la edad adulta. Hasta este momento, el control de la medicación, de la sintomatología y de las revisiones del niño lo llevaban los padres, pero cuando ya es adolescente se da cuenta de que es él mismo quien tiene que saber si se encuentra mal, quien tiene que decidir si toma o no la medicación y quien tiene que acordarse de tomarla, porque no aprueba que sus padres estén encima de él. A la vez, tampoco quiere que sus compañeros, que son sus iguales y su referente, sepan que tiene una enfermedad”, ha comentado Elena Alonso, de la Unidad de Neumología Infantil y Trastornos del Sueño del Servicio de Pediatría del Hospital Universitario Rey Juan Carlos de Móstoles.
“Además, el neumólogo pediátrico que le ha seguido desaparece y aparece el neumólogo de adultos, al que no conoce de nada y trabaja de forma completamente diferente. Es una época complicada, no tanto por la medicación, sino por la propia edad”, ha añadido. Debido a todos estos cambios, los especialistas proponen un circuito asistencial conjunto, en el que la última consulta en Pediatría y la primera en Neumología del adulto sean llevadas a cabo por el pediatra y el neumólogo a la vez. “Las consultas conjuntas, que ya se hacen en las unidades de fibrosis quística, serían lo ideal. Habitualmente, el pediatra se encarga de darle al neumólogo de adultos toda la información y le presenta al paciente, pero lo hace por buena voluntad, no porque esté protocolizado”, ha comentado Alonso.
Posteriormente, y siguiendo esta línea, Antolín López Viña, jefe del Servicio de Neumología del Hospital Universitario Puerta de Hierro, ha recomendado que las primeras revisiones con el neumólogo de adultos se hagan con el adolescente solo, sin la presencia de sus padres, y que se fijen objetivos y pactos con el joven para que se involucre en el abordaje de su enfermedad.
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