- El asma, la rinitis o la dermatitis son algunas de las enfermedades inflamatorias tipo 2 más comunes.
- La rinitis, una de las más comunes, afecta al 25-30% de la población en países desarrollados.
- Expertos abordan los problemas del desconocimiento de la inflamación tipo 2
Virginia Rodríguez es alergóloga del C.H. Universitario de Santiago de Compostela |
Enfermedades como el asma, la dermatitis o la rinitis son cada vez más frecuentes en nuestra sociedad. Este tipo de patologías se enmarcan dentro de lo que se conoce como enfermedades inflamatorias tipo 2, que se caracterizan por una respuesta exagerada del sistema inmunitario. Para hablarnos de estas enfermedades, charlamos con la Dra. Virginia Rodríguez Vázquez, Alergóloga del C.H. Universitario de Santiago de Compostela, y coordinadora de la Comisión de relación con asociaciones de pacientes de la SEAIC (Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica) y de la escuela de pacientes www.soyexpertoenalergia.es
¿Qué es exactamente una enfermedad inflamatoria tipo 2?
Las enfermedades inflamatorias tipo 2 son un grupo heterogéneo de enfermedades que comparten el mismo mecanismo inflamatorio, producido por una respuesta exagerada del sistema inmunitario. La presentación clínica puede ser en la vía respiratoria, con enfermedades como el asma, la rinitis y la poliposis; en el tubo digestivo, como la esofagitis eosinofílica; o en la piel, como la dermatitis atópica. Es frecuente además que coexistan varias de estas enfermedades en el mismo paciente.
¿A cuánta gente afectan?
Los datos de prevalencia de estas enfermedades son variables, con diferencias en su frecuencia de presentación. Desde la rinitis, que afecta al 25-30% de la población en países desarrollados, a enfermedades como la esofagitis eosinofílica, desconocida hasta hace unas décadas y que ahora al menos sabemos que afecta a 50 de cada 100.000 habitantes.
¿Qué las causa?
Existe una base genética que predispone a desarrollar estas enfermedades sobre la que actúan factores desencadenantes externos. En muchos casos, el desencadenante es una sustancia no nociva, como un polen o un alimento, la que produce una sensibilización, es decir, una respuesta del sistema inmunitario específica, que en sucesivas exposiciones desarrollar la inflamación y perpetúa la enfermedad. Otros desencadenantes inflamatorios, como infecciones o agresiones externas, puede estar también involucrados en la evolución de la enfermedad.
¿Son enfermedades crónicas? ¿Cómo se tratan?
Las enfermedades inflamatorias tipo 2 son crónicas, con exacerbaciones en su evolución y muchas veces con difícil control. Los tratamientos que empleamos en estas enfermedades son de diferentes grupos farmacológicos, y con actuación en diferentes dianas de la reacción inflamatoria. Por eso, por compartir el mismo mecanismo, puede ocurrir que un mismo fármaco pueda ser eficaz en diferentes enfermedades. El objetivo de los tratamientos es mejorar no solo los síntomas, sino la inflamación que subyace en estos procesos.
En el manejo de estas enfermedades es fundamental que el paciente tenga un papel activo, que conozca su enfermedad y cómo tratarla, cómo actuar en caso de agudizaciones y que sea responsable con los consejos y pautas de tratamiento indicadas. La mejoría del control de la enfermedad produce una mejor calidad de vida en el paciente y sus familiares.
"Aproximadamente la mitad de los pacientes con rinusinusitis crónica con poliposis tienen asma, y con frecuencia mal controlada”
Las personas con una enfermedad inflamatoria de tipo 2 tienen un mayor riesgo de desarrollar otras patologías del mismo tipo. ¿En qué proporción? ¿Cuáles son estas ‘comorbilidades’ más comunes?
Un rasgo característico de estas enfermedades es que se presenten asociadas en el mismo paciente, e incluso pueden aparecer con diferente intensidad en distintas etapas de la vida. Tener una enfermedad inflamatoria tipo 2 es un ‘factor de riesgo’ para desarrollar otras enfermedades de este tipo, lo que conocemos como comorbilidades. Es muy frecuente entre enfermedades de la vía respiratoria, y así, más del 80% de los pacientes con asma alérgica tiene rinitis acompañante, y aproximadamente la mitad de los pacientes con rinusinusitis crónica con poliposis tienen asma y con frecuencia mal controlada. Pero también hay asociaciones entre patologías inflamatorias tipo 2 que afectan a diferentes órganos del cuerpo, como el asma y la dermatitis atópica, especialmente cuando hay mayor intensidad de estas enfermedades.
En caso de comorbilidad, ¿quién os trata? ¿Tienen que ir a especialistas distintos?
Dependiendo de en qué momento aparezcan los síntomas o cuál predomine, los pacientes son remitidos a diferentes especialidades, y lo frecuente es que hayan acudido a varias consultas diferentes a lo largo de su vida. Un paciente alérgico puede evolucionar en su manifestación, lo que conocemos como ‘marcha atópica’; en la primera infancia comienza con dermatitis atópica, posteriormente padece alergia alimentaria y, finalmente, presenta una alergia respiratoria con rinitis y asma.
Es recomendable, por tanto, hacer un seguimiento a estos pacientes y estar alerta a nuevos síntomas y, en este sentido, el alergólogo tiene una formación que le capacita para un abordaje de estas enfermedades en su conjunto para establecer medidas preventivas y terapéuticas. El manejo de estos pacientes debe estar integrado y en ocasiones ser multidisciplinar, implicando la coordinación de diferentes profesionales sanitarios.
¿Cómo suele ser la calidad de vida de estos pacientes, sobre todo las de los que padecen varias?
Estas enfermedades tienen en común que son crónicas, con agudizaciones no siempre predecibles, y con frecuencia con un control deficiente, que hacen que sean patologías que producen un importante impacto en quienes lo padecen, tanto a nivel físico y emocional, con afectación de su calidad de vida, y la de su entorno. Limitaciones para las actividades deportivas o de ocio, problemas en la escolarización, afectación de la calidad del sueño o el rendimiento… son problemas frecuentes e incluso limitantes en el día a día de estos pacientes.
Aseguráis que muchas de estas enfermedades están infradiagnosticadas. ¿A qué se debe?
Algunas de estas enfermedades producen síntomas más característicos o visibles (como el asma), y es más rápida la remisión del paciente a consulta del especialista, a la realización de pruebas, a la identificar el alérgeno responsable y al tratamiento. Sin embargo, en otras, la presentación clínica no es típica, ni exclusiva de la enfermedad, por lo que el diagnóstico puede ser más complejo, produciéndose retrasos o diagnósticos erróneos. El conocimiento de estas enfermedades, especialmente las menos frecuentes como la esofagitis eosinofílica, tanto por pacientes como profesionales de la salud, facilitará el reconocimiento de los síntomas, y permitirá en etapas más tempranas el manejo más adecuado.
¿Cómo han influido -o está influyendo- la pandemia en estos pacientes?
La atención de estos pacientes es habitualmente en consultas ambulatorias, y en este periodo, según la presión asistencial por la Covid-19 en el área asistencial, han podido producirse cancelaciones o retrasos en los estudios, que se han ido recuperando en cuanto la situación se ha ido normalizado. En esta situación, las nuevas tecnologías pueden aportar una gran ayuda para mantener la atención del paciente, mejorar el control (con el uso de apps), y facilitar la educación sanitaria
¿Qué reivindican tanto los pacientes como los profesionales?
Divulgar el conocimiento de estas enfermedades entre profesionales y pacientes, y dar visibilidad al impacto que producen en quienes lo padecen.
Fuente: https://www.20minutos.es/
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