1. Introducción
Los macrófagos desempeñan un papel fundamental en el sistema inmune innato al controlar la fagocitosis, la destrucción bacteriana, la producción de citocinas y la presentación de antígenos a las células T vírgenes para el desarrollo de la respuesta inmune adaptativa. Metchnikoff identificó por primera vez los macrófagos en 1883, cuando observó que las células mononucleares fagocíticas podían matar bacterias. Después de eso, Mackaness introdujo la noción de activación de macrófagos a principios de la década de 1960, al investigar la respuesta del huésped a la infección por Listeria. Después, la activación de los macrófagos se asoció al fenotipo de células T cooperadoras tipo 1 (Th1), por primera vez por Nathan, lo que demuestra que la exposición de los macrófagos al efecto antimicrobiano induce la producción de interferón gamma (IFN-γ) y la respuesta Th1.
Los macrófagos residentes en los tejidos exhiben perfiles y características transcripcionales específicas, que dependen del tejido específico en el que residen, como las células microgliales en el cerebro, las células de Kupffer en el hígado, los macrófagos alveolares en los pulmones, los osteoclastos en el hueso y los macrófagos de la pulpa roja en el bazo. Es posible reconocer los macrófagos establecidos de forma “prenatal” y “posnatal”. Los primeros, los macrófagos primitivos, aparecen en el saco vitelino alrededor del séptimo día embrionario y se diseminan después del establecimiento de la circulación sanguínea, a través de los tejidos embrionarios. Estos macrófagos se mantienen de forma cuantitativa en la edad adulta mediante la longevidad o la autorrenovación limitada. Los macrófagos “posnatales” se derivan de los monocitos circulantes, lo que puede dar lugar a macrófagos en los órganos, de vida corta, que no se autorrenuevan y residentes en los tejidos. Durante la inflamación, los monocitos se reclutan a sitios inflamados y tejidos linfoides, donde se diferencian en macrófagos, y desempeñan un papel importante durante el inicio y la resolución de los procesos inflamatorios. De hecho, aunque de manera inicial se pensó que los macrófagos sólo promovían la inflamación, más tarde se evaluó que estas células también desempeñan un papel para resolver la inflamación. Los macrófagos pueden secretar factores que promueven la supervivencia, la reparación, la proliferación de los hepatocitos y las neuronas, y la regeneración del músculo esquelético. Sobre estas bases, se propuso el paradigma de M1 y M2, que sugiere los efectos benéficos o perjudiciales de los macrófagos, de acuerdo con su estado de activación, el cual, a su vez, se determina por el microambiente del tejido ocupado. Cabe destacar que el fracaso de la resolución de la inflamación podría conducir a enfermedades autoinmunes inflamatorias crónicas, como la artritis reumatoide (AR), la colitis o el asma, que se asocian a daños irreversibles en los tejidos y una morbilidad significativa. En este contexto, la comprensión de los mecanismos moleculares que impulsan la polarización de los macrófagos hacia un fenotipo antiinflamatorio y/o inmunorregulador podría abrir nuevas perspectivas y estrategias terapéuticas para las enfermedades autoinmunes. Sin embargo, persisten preguntas importantes sobre cómo relacionar la plasticidad de los macrófagos en la mediación de los procesos inflamatorios.
El objetivo de esta revisión es describir el origen y la función de los macrófagos, su diferenciación en diferentes subconjuntos y su posible papel como células reguladoras, para controlar la inmunidad innata y adaptativa.
2. El sistema de fagocitos mononucleares medulares
El sistema fagocítico mononuclear (SFM), que se origina en las células progenitoras de la médula ósea, se compone de monocitos, macrófagos y células dendríticas (CD); estas células se caracterizan por superposiciones fenotípicas y funcionales. Este sistema desempeña funciones fisiológicas y patológicas, en las cuales los monocitos de sangre periférica se mueven a los tejidos donde se diferencian en macrófagos maduros o células dendríticas. Los monocitos surgen de las células progenitoras mieloides (CPM) comunes de la médula ósea. El proceso de diferenciación de los monocitos se impulsa por diferentes citocinas, principalmente el factor estimulante de colonias de granulocitos y macrófagos (GM-CSF) y el factor estimulante de colonias de macrófagos (M-CSF). El GM-CSF induce la diferenciación de los monocitos en células dendríticas y, bajo la influencia del M-CSF y el GM-CSF, los monocitos se convierten en macrófagos.
3. Monocitos
El término monocito identifica una célula sanguínea del linaje del SMF, que antes se conocía como agranulocito. Estas células son las células de mayor tamaño en el SMF, y contienen un núcleo típico en forma de herradura en su citoplasma. Los monocitos corresponden a 10% de los leucocitos en la sangre humana. De manera fisiológica, los monocitos circulan en la sangre, la médula ósea y el bazo. En la médula ósea, los monocitos se derivan de las células madre mielomonocíticas, que dan lugar a precursores más directos como los monoblastos y los promonocitos. Estas células pueden proliferar y diferenciarse hacia subconjuntos de monocitos. Los monocitos se conocen de forma tradicional como la segunda línea de células de defensa, después de los neutrófilos, en el sistema inmune innato. En los primeros estudios, se identificaron en función de la morfología y su adherencia al vidrio y, en hematología clínica, en las propiedades físicas de estas células, que incluía la dispersión de la luz. En el bazo, los monocitos se caracterizan por marcadores específicos, que incluyen CD11balto y (CD90, B220, CD49b, NK1.1, Ly-6G, F4/80, I-Ab, CD11c)bajo. Sobre estas bases, los monocitos humanos se dividen en tres poblaciones fenotípicas y con funciones distintas según las diferencias en la expresión de CD14 y CD16 que codifican para el receptor de lipopolisacárido y el receptor de gamma FC de baja afinidad (FCGR3), de manera respectiva. Los monocitos clásicos (CD14++ CD16−) representan entre 80 y 90% de los monocitos sanguíneos humanos, los monocitos intermedios (CD14+ CD16+) comprenden 2 a 5% y los monocitos no clásicos (CD14− CD16++) representan hasta 10% restante. El Comité de Nomenclatura de la Unión Internacional de Sociedades Inmunológicas (Berlín, Alemania) aprobó hace poco una nueva nomenclatura de monocitos en humanos en consecuencia. Los subconjuntos de monocitos clásicos e intermedios muestran propiedades inflamatorias, mientras que el subconjunto de monocitos no clásicos demuestra el comportamiento de patrullaje a lo largo de las paredes de los vasos sanguíneos, que responden a la infección viral. El número de monocitos sanguíneos circulantes puede aumentar de forma predominante en minutos por estrés o ejercicio previo a un rápido retorno a los niveles basales. En la inflamación, los monocitos en respuesta a estímulos proinflamatorios se mueven a sitios inflamados y tejidos linfoides. Los monocitos neutralizan patógenos y moléculas tóxicas, engullen células muertas, dañadas y exógenas, secretan citocinas y se diferencian en macrófagos y células dendríticas.
4. Origen y definición de macrófagos
Los macrófagos son células grandes presentes en todos los tejidos. Pueden eliminar los desechos celulares y los patógenos, presentar antígenos a las células T y producir citocinas para alertar a las células sobre el daño continuo y luego promover la curación de los tejidos. En la actualidad, se definen a los macrófagos por su función (fagocitosis, inmunidad), marcadores específicos (F4/80, CD64, MertK), morfología (inclusiones de fagosomas) y ubicación en tejidos específicos. Además, los macrófagos son células muy plásticas y dinámicas. Cuando se activan, la morfología de los macrófagos y la expresión de proteínas pueden cambiar de forma rápida, y estas células pueden migrar a sitios de inflamación. Estudios recientes demuestran que los macrófagos pueden desarrollarse a partir de precursores de leucocitos embrionarios sin la necesidad de un intermediario de monocitos, como se ilustra para algunos grupos de macrófagos residentes en tejidos. Los macrófagos derivados de la médula ósea pueden infiltrarse en la mayoría de los tejidos, lo que contribuye al mantenimiento del conjunto de macrófagos. Estas células pueden afectarse por estímulos microambientales circundantes y señales responsables de su polarización fenotípica.
5. Función de los macrófagos
Durante la inflamación, el microambiente se caracteriza por mediadores inflamatorios que se secretan por diferentes poblaciones de linfocitos infiltrados y células parenquimatosas residentes en los tejidos. La interacción entre estas células y las moléculas que se secretan puede inducir un fenotipo específico de macrófagos y, en consecuencia, puede influir en sus funciones. La inflamación comienza con un papel protector, con el objetivo de eliminar los patógenos, promover la reparación de tejidos/cicatrización de heridas y establecer la memoria, para una respuesta inmune futura más rápida y específica. Después de la llegada de los neutrófilos polimorfonucleares (PMN), en el caso de la inflamación no específica, o los eosinófilos, en respuesta a los alérgenos, los macrófagos eliminan los microorganismos por medio de mecanismos de muerte intracelular y/o extracelular. Durante la fase de resolución, los PMN y los eosinófilos se reemplazan por macrófagos fagocíticos. El principal determinante de este cambio, entre PMN y macrófagos, es la interacción entre la interleucina (IL)-6 con su receptor. Esta interacción induce un cambio de quimiocinas, que suprime los reclutamientos de PMN y promueve la entrada de monocitos. Además, los macrófagos pueden desempeñar un papel activo durante la eliminación de las células muertas. La muerte celular local ocurre de muchas maneras, que incluye autofagia, excitotoxicidad, piroptosis, necrosis, necroptosis y apoptosis mediada por caspasas. Una vez que los leucocitos están cerca del final de su vida, liberan quimioatrayentes, que indican su paradero a los fagocitos mononucleares. Las células apoptóticas expresan o pierden antígenos que facilitan su reconocimiento y eliminación rápidos por parte de los macrófagos. De hecho, las células apoptóticas pierden CD31 y CD47, que desempeñan un papel repelente para los fagocitos y aumentan los fosfolípidos, los nucleótidos y las fosfatidilserinas, que promueven la fagocitosis. Los macrófagos también desempeñan un papel central tanto en la inmunidad adaptativa como en la innata, gracias a su capacidad como células presentadoras de antígeno (CPA), que activan la inmunidad adaptativa, lo que lleva a la preparación de las células T y B. Además, los macrófagos pueden controlar el comportamiento y la diferenciación de las células T efectoras al inducir Th17, con función proinflamatoria, o células T reguladoras (Treg), con función inmunorreguladora.
6. Polarización de macrófagos
Se describen diferentes subconjuntos de macrófagos, que se basan en la producción de moléculas específicas, la expresión de marcadores de superficie celular y actividades biológicas. Los macrófagos polarizados se pueden clasificar en dos grupos principales: macrófagos activados de manera clásica (M1), que impulsan las respuestas proinflamatorias, y, de forma alternativa, los macrófagos activados (M2), que controlan la regulación inmune y la remodelación de los tejidos. Los macrófagos M2 pueden subclasificarse aún más en M2a, M2b, M2c y M2d en función de los cambios transcripcionales resultantes después de la exposición de diferentes estímulos. La polarización dependiente de la estimulación controla funciones específicas y fenotipos de macrófagos: 1) cuando se exponen a los estímulos M1, los macrófagos adquieren un fenotipo proinflamatorio, activan y producen moléculas proinflamatorias; 2) cuando se exponen a estímulos M2, los macrófagos adquieren un fenotipo antiinflamatorio, y sobreexpresan el receptor de manosa, responsable del aumento del aclaramiento de ligandos manosilados, sobreexpresión del complejo mayor de histocompatibilidad tipo II (MHC II) y reducción de la producción de citocinas proinflamatorias. Sobre estas bases, se propuso el paradigma de macrófagos M1/M2, que identifica dos fenotipos de etapa final con funciones opuestas. De forma reciente, se revisó este paradigma y se apoyó la noción de que existe un continuo de fenotipos intermedios entre estos dos aparentes opuestos en la etapa final.
7. Macrófagos M1 proinflamatorios
Los macrófagos se diferencian en el tipo M1 cuando se incitan con estímulos M1, que se agrupan según su capacidad para inducir una respuesta inflamatoria. Se reconocen tres estímulos M1 principales, que incluye al IFN-γ, partes principales del perfil de patógenos como los lipopolisacáridos (LPS), y el GM-CSF. Se propusieron otros estímulos para inducir propiedades proinflamatorias como el factor de necrosis tumoral (TNF), la IL-1β y la IL-6. Aunque el fenotipo proinflamatorio consecuente es el mismo, se señalan diferentes fuentes, roles y vías de transmisión de señales de los estímulos M1. De hecho, el IFN-γ controla el receptor de citocinas (CSF2RB, receptor alfa de la IL-15, IL-2RA e IL-6R), marcadores de activación celular (CD36, CD38, CD69 y CD97) y moléculas de adhesión celular (molécula de adhesión intercelular 1 [ICAM1], integrina alfa L [ITGAL], ITGA4, ITGbeta-7 [B7], mucina 1 [MUC1] y ST6 beta galactosamida alfa 2,6 sialiltranferasa 1 [SIAT1]). El LPS activa los inflamosomas por mecanismos que son dependientes o independientes del receptor 4 tipo toll (TLR 4). El GM-CSF induce IL-6, IL-8, G-CSF, M-CSF, TNF, IL-1b, CD14, fragmento Fc de alta afinidad de IgG (FCgR1A) y la subfamilia de receptores nucleares 1, grupo H, miembro 3 (NR1H3). De forma clásica, los macrófagos M1 proinflamatorios secretan una serie de citocinas, que incluyen TNF, IL-1β, IL-6, IL-12, IL-23, así como de quimiocinas como CCL5, CCL8, CXCL12 y CXCL4. Además, los macrófagos M1 producen óxido nítrico por medio de una síntesis mayor de la sintetasa de óxido nítrico inducida (iNOS). Los macrófagos M1 también pueden contribuir a la demolición de tejidos y a la actividad tumoricida al promover respuestas inmunes Th1. Sobre estas bases, se propuso que una sobreactivación de las células M1 tiene relación con los mecanismos patogénicos de varias enfermedades inflamatorias, autoinmunes y crónicas, como la AR, la enfermedad de Crohn, la diabetes, la esclerosis múltiple y la hepatitis autoinmune.
8. Macrófagos M2 antiinflamatorios
Los macrófagos se diferencian en el tipo M2 cuando se incitan con estímulos M2, que se agrupan por su capacidad para antagonizar las respuestas inflamatorias. Este grupo de estímulos incluye moléculas muy diferentes que abarcan cuatro niveles de respuesta y, de hecho, los macrófagos M2 se subclasifican en 4 subtipos, que incluyen M2a, M2b, M2c y M2d. Estas células se identifican según los marcadores de expresión: CD200R, CD206, CD163, arginasa 1, STAT-3 e IL-10. La diferenciación de los macrófagos M2a es una respuesta a la IL-4 y la IL-13; su función fundamental es inhibir los genes M1 durante la reparación de los tejidos. Los macrófagos M2b se polarizan por complejos inmunes que se combinan y que comprenden el agonista del receptor TLR y/o la IL-1; pueden desempeñar una actividad inmunorreguladora, aunque la polarización M2b podría promover la persistencia de la infección. Los macrófagos M2c se inducen por los glucocorticoides y el factor de crecimiento transformante beta (TGF-β), que se denominan macrófagos desactivados; liberan grandes cantidades de IL-10 y TGF-β profibrótico, y desempeñan una fagocitosis eficiente de las células apoptóticas. Los macrófagos M2d se activan en respuesta a la IL-6 y al agonista del receptor de adenosina A2 (A2R); se caracterizan por IL-10, TGF-β y factor de crecimiento endotelial vascular (VEGF) elevados, así como por una producción baja de IL-12, TNF e IL-1β.
Si se toman en conjunto todas estas observaciones, los macrófagos M2 desempeñan un papel antiinflamatorio e inmunitario y su activación se induce por parásitos, células fúngicas, complejos inmunes, complemento, células apoptóticas y reacciones alérgicas. Se caracterizan por una capacidad alta de fagocitosis, secretan componentes de la matriz extracelular (MEC), factores angiogénicos y quimiotácticos y promueven la cicatrización de las heridas. Los macrófagos M2 también se caracterizan por la producción de citocinas antiinflamatorias y reguladoras, como la IL-4, la IL-33, la IL-10, el antagonista del receptor de la IL-1 (IL-1RA) y el TGF-β. La producción del TGF-β es una de las funciones más importantes para el desarrollo del fenotipo M2 y su actividad, al detener la producción de NO y promover la diferenciación de las células Treg, por medio de la vía de transmisión de señales TGF β/SMAD.
9. Macrófagos M2 con actividad reguladora
La inflamación se caracteriza por una fase de inducción, con una fuerte activación inmune y una fase de resolución, en la que se elimina el daño y se restablece la integridad del tejido. Durante la fase de resolución, el fenotipo de los macrófagos cambia a uno M2, prorresolución. Este cambio hacia la función de macrófagos M2 puede respaldarse por diferentes células, como los eosinófilos y las células linfoides innatas tipo 2 (ILC2) residentes en los tejidos, que se implican en las respuestas inmunitarias tipo 2 del huésped. Se demostró que las células ILC2 promueven el mantenimiento de macrófagos M2 activados de forma alternativa, al producir IL-4 e IL-13. Bajo exposición combinada a agonistas de TLR y/o agonistas de IL-1R, el subtipo M2 puede adquirir una función reguladora al cambiar el fenotipo M2b, que expresa CCL1, TNF, CD86 e IL-6, niveles altos de IL-10 y niveles bajos de IL-12. Se descubrió que varios factores adicionales, como los reguladores postranscripcionales, las moléculas de transmisión de señales y los factores transcripcionales, desempeñan un papel fundamental en el control de la polarización de los macrófagos M2b. Los miARN, que son ARN cortos no codificantes que desempeñan un papel clave en las respuestas inmunes e inflamatorias, se modulan en los macrófagos M2b. De hecho, se demostró que las radiaciones pueden inducir miR222 y su regulación positiva puede promover la polarización de M2b al aumentar la expresión de CCL1. Además, muchos estudios mostraron que los macrófagos M2b son elementos cruciales en la tolerancia inmune; de hecho, estas células pueden secretar IL-10 e inhibir IL-12 que estimula el fenotipo M1.
Otro subconjunto de macrófagos M2 con posible función reguladora podrían ser los macrófagos M2c, que expresan CXCL13, CD206, CD163, IL-10, TGF-β y MerTK. Los macrófagos M2c producen TGF-β e IL-10. De hecho, el TGF-β puede desempeñar un papel inmunorregulador al promover a las células Treg, y desempeñar un papel crucial en el mantenimiento de la tolerancia periférica. Si bien el papel de los macrófagos M1 y M2, durante el desarrollo de las respuestas Th1 y Th2 es característico, el papel de los macrófagos M2 en la modulación de las células Treg queda por definir, en especial qué subconjunto de macrófagos M2 interactúa con las células Treg. Sin embargo, con respecto a su función, se comprobó que los macrófagos M2, en el entorno del cáncer, podrían promover la diferenciación de las células T CD4+ CD25- en células Treg activadas. A su vez, estas células Treg que se generaron sesgan la diferenciación de monocitos hacia los macrófagos M2, por medio de las vías IL-10 y TGF-β, al formar un circuito de retroalimentación positiva. De hecho, las células Treg pueden dirigir la diferenciación de monocitos hacia un subconjunto de M2, y promover el aumento de la expresión del receptor de manosa CD206 y el receptor del eliminador de hemoglobina CD163, la producción incrementada de CCL18 e IL-1Ra, y la producción reducida de citocinas/quimiocinas proinflamatorias. En conjunto, el consiguiente bucle de células Treg y macrófagos M2 contribuye a la inmunosupresión, mediante la liberación de moléculas y/o por medio de un mecanismo célula a célula.
En este contexto, se reportaron resultados contradictorios sobre la expresión de la caja de cabeza de tenedor P3 (Foxp3), un factor de transcripción específico que se reconoce por células reguladoras, en macrófagos M2. Se reportó que las estimulaciones de los ligandos TGF β, VEGF y TLR podrían promover la expresión de FoxP3 en células F4/80+, un linaje de macrófagos. En el mismo trabajo, los autores también reportaron que los macrófagos FoxP3+ podrían desempeñar un papel regulador inmunitario, mediante la producción de factores solubles, como PGE2, arginasa 2, Arg-2, IL-1α y podrían estimular la muerte de las células al aumentar la expresión de TRAIL, CD200r, LAG3. Aunque este reporte de expresión de macrófagos de Foxp3 despertó un gran interés en la comunidad científica, este reporte se retiró al poco tiempo por el mismo instituto. Después de eso, otro artículo investigó el papel de los macrófagos Foxp3+ en la patogénesis de la aterosclerosis al usar un modelo experimental de ratón. Sin embargo, los autores no pudieron replicar la presencia de macrófagos CD11b+ F4/80+ que expresan Foxp3 y observaron que la tinción positiva de Foxp3 era quizás un artefacto, atribuible a la autofluorescencia. Se demostró que Foxp3 puede expresarse en macrófagos asociados a tumores renales, y el agotamiento de las células Foxp3+ redujo la frecuencia de los macrófagos M2. Aunque es necesario realizar una visión funcional y mecanística para revelar si Foxp3 que se expresa en macrófagos tiene actividad inmunosupresora, estas células podrían ser un candidato interesante para mejorar las terapias para tumores que contienen macrófagos infiltrantes de M2.
10. Actividad M2 reguladora en enfermedades autoinmunes, el modelo de artritis reumatoide
Un grupo creciente de evidencias sugiere la participación patogénica de los macrófagos en las enfermedades autoinmunes, lo que muestra un desequilibrio en la relación M1/M2. De hecho, una frecuencia menor de macrófagos M2 antiinflamatorios o una activación prolongada de macrófagos M1 podría conducir a la inflamación y al desarrollo de autoinmunidad. Sin embargo, hay resultados contradictorios disponibles en la literatura sobre este tema, lo que sugiere más estudios.
La AR es una enfermedad autoinmune común, que exhibe un nivel notable de cronicidad inflamatoria. Se caracteriza por inflamación sinovial, daño articular y características sistémicas. La formación de pannus y la hiperplasia sinovial son los aspectos principales gracias a un infiltrado celular inflamatorio de varios tipos de células (neutrófilos, macrófagos, fibroblastos, células T y células dendríticas) en el tejido sinovial. En este contexto, los neutrófilos son las primeras células efectoras, que facilitan el proceso inflamatorio y los macrófagos, residentes en el tejido sinovial, pueden promover la osteoclastogénesis. Se reportó que 68% de los macrófagos, como los sinoviocitos del líquido sinovial de pacientes con AR, son macrófagos M1, que desempeñan un papel proinflamatorio.
Los macrófagos M2, que producen citocinas antiinflamatorias, promueven la remodelación de tejidos y desempeñan una función inmunorreguladora, pueden mejorar la AR. De hecho, algunos estudios utilizaron citocinas polarizadoras M2, como la IL-10, con objetivo terapéutico, lo que demuestra que los animales en tratamiento con IL-10 exhibieron un menor desarrollo de inflamación articular. Además, la terapia génica IL-10, que se dirige a los macrófagos, reprograma el fenotipo de los macrófagos de un fenotipo de predominio M1 (proinflamatorio) a M2 (antiinflamatorio), de forma que evita el daño articular que se asocia a la artritis que se induce por adyuvantes. En este contexto, se propuso que una polarización M2c, que se induce tanto por M-CSF como por IL-10, sería una condición deseable para contrarrestar las enfermedades autoinmunes, como lo sugiere la posible utilidad terapéutica de M-CSF e IL-10. Hoy en día, diferentes estrategias adicionales exploran la posibilidad de aumentar los macrófagos M2 para controlar la inflamación durante las enfermedades autoinmunes, en especial en modelos animales de AR, como las células madre mesenquimales (CMM), IL-9, IL-35 y Sema 3A. De manera interesante entre los estímulos M2, se sugirieron las CMM. Las propiedades inmunorreguladoras de estas células se asociaron con su capacidad de polarizar los macrófagos M1 hacia un fenotipo M2, en ratones con artritis inducida por colágeno (AIC). Además, se demostró que la IL-9 puede ser una citocina que se involucra en la resolución de la artritis. La IL-9 podría actuar como un factor de crecimiento autocrino para las ILC2, células con propiedades de resolución, al promover la diferenciación de macrófagos M2 y la activación de células Treg. La IL-35, que se produce por las células Treg, también se propuso para promover la conversión de macrófagos M1 a M2 y para atenuar la AIC en los ratones. Es de destacar que Teng y colaboradores, con el cultivo in vitro de macrófagos con proteína recombinante Sema3A, mostraron que Sema3A inhibía la polarización M1 que se inducía por LPS/IFN-γ de los macrófagos, mientras que promovía la polarización M2 que se inducía por la IL-4. Este hallazgo sugirió la posibilidad de que Sema3A pudiera usarse como editor de macrófagos para propósito terapéutico de la AR, aunque son necesarios más experimentos in vivo. En este contexto, un conjunto creciente de datos sugirió que las semaforinas se involucran en la regulación del sistema inmune, las “semaforinas inmunes”, que se involucran en todas las fases de las respuestas inmunes tanto normales como patológicas. Sema3A es importante por sus propiedades reguladoras, por lo que disminuye la sobreactividad de la autoinmunidad de las células T y B.
Al tomar en cuenta estas observaciones, las nuevas estrategias que se dirigen a los macrófagos y su polarización podrían abrir el camino para nuevas perspectivas terapéuticas para el tratamiento de enfermedades autoinmunes.
11. Conclusión
En conclusión, los macrófagos son células fundamentales de inmunidad innata y también son elementos indispensables en el desarrollo de órganos, la renovación de tejidos y la regeneración. Los macrófagos vírgenes pueden polarizarse para diferenciarse hacia macrófagos M1 o M2, el equilibrio de la activación y la inhibición de diferentes fenotipos M1 y M2 puede contribuir al desarrollo de muchas enfermedades autoinmunes. En este contexto, el papel inmunomodulador de los macrófagos M2 aún es objeto de debate. Tal vez, los macrófagos M2 podrían promover y activar las células Treg, después de la liberación de citocinas y factores de crecimiento, y resolver así el proceso inflamatorio. Sobre estas bases, una mejor comprensión de la patobiología de los macrófagos M2 puede sugerir una nueva perspectiva terapéutica para mejorar el tratamiento de las enfermedades autoinmunes.
Review
Centro Regional de Alergia e Inmunología Clínica CRAIC, Hospital Universitario “Dr. José Eleuterio González” UANL, Monterrey, México
Dra. Med. Sandra Nora González Díaz Jefe y Profesor
Dra. med. Carmen Zárate Hernández Profesor
Dr. Rodrigo Alejandro de la Cruz Cruz Residente 1er Año
Dra. Alejandra Macías Weinmann Profesor
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