sábado, 28 de diciembre de 2019

Cambio climático: las alergias crecen

Más alergias, con más intensidad y más prolongadas. Eso es lo que acarrea el cambio climático, según advierte la Organización Mundial de Alergia. El portal de comunicación de la UAH se acerca a esta advertencia de la mano del profesor José Barbarroja, experto alergólogo.
-Doctor, es evidente que las alergias son una de las patologías más asociadas a la meteorología y que la meteorología está cambiando por el cambio climático… ¿Cómo afecta a las alergias este proceso?
-Durante los dos últimos decenios las enfermedades alérgicas han sufrido un importante incremento de casos a nivel mundial, sobre todo en los países industrializados. Se estima que para el año 2050, el 40% de la población en zonas industrializadas padezca algún tipo de alergia. Entre los factores ambientales barajados se encuentran la exposición a la contaminación ambiental y el calentamiento global, que han conducido a lo que hoy en día se denomina cambio climático.

Entre las alergias que más han aumentado sobresalen las relacionadas con enfermedades respiratorias, como la rinoconjuntivitis y el asma bronquial. Concretamente, en el caso del asma se ha observado que predomina mucho más en las zonas urbanas que en zonas rurales. La mayor polución ambiental en zonas urbanas provoca el fenómeno de inversión térmica que provoca que los pólenes de las plantas que crecen en las ciudades no salgan de la atmósfera, aumentando el tiempo de exposición en las personas que residen en ellas. Esto justificaría el fenómeno observado de que en los pueblos hay un menor número de alérgicos que en las ciudades, a pesar de existir mayor cantidad y variedad de plantas.
Por otro lado, el calentamiento global provoca que los glaciares se derritan y aumente el nivel de las aguas que bañan nuestras costas. Esta invasión del agua provoca que tanto las plantas como los animales que viven en zonas costeras se desplacen fuera de sus hábitats naturales. Estas plantas invaden zonas que no eran las suyas habituales y los animales ayudan a que sus granos de polen se expandan hacia zonas de interior, compitiendo con los vegetales “autóctonos”. Éstos, para poder sobrevivir a esta “invasión”, aceleran procesos genéticos mutacionales con el fin de producir granos de polen más resistentes y prevalentes en dichas zonas. Estas mutaciones inducen alteraciones estructurales en los antígenos polínicos aumentando su alergenicidad (capacidad de producir alergias). Estas mutaciones también son provocadas por las condiciones climatológicas en sí mismas. Es decir, que las tormentas, sequías e incendios, fruto del cambio climático, hacen que los granos de polen se hagan más resistentes a estas inclemencias externas (estrés ambiental) para, así, poder asegurar la descendencia de su especie, y este aumento de resistencia aumenta también la alergenicidad de los mismos.
Además, en relación a la disminución de las precipitaciones y sequía de los suelos, hay que destacar que algunas especies desaparecerían, rompiendo el equilibrio biosférico de la zona, al ser sustituidas por otras más resistentes y alergénicas. Este es el caso del polen de las malezas, las cuales sirven como índice de desertización de las zonas.
-¿Usted cree que se van a acentuar con el calentamiento global? ¿por qué?
-Sí. El calentamiento global es el resultado de nuestras actividades diarias, tales como el calentamiento de nuestras viviendas, el incremento de los vehículos y los incendios controlados o provocados. De hecho, al quemar combustible natural como el carbón (en zonas menos industrializadas), gas o petróleo (en zonas industrializadas) o la combustión de los motores diesel de las ciudades, lo que conseguimos es un aumento desproporcionado de emisiones de CO2 y otras sustancias volátiles que se concentran en las capas de la atmósfera. El incremento de este dióxido de carbono conlleva un aumento de la temperatura de la biosfera terrestre, hecho conocido como efecto invernadero. Si a esto le sumamos que la desaparición de la foresta mundial por incendios, provoca un aumento de la fotosíntesis, la cual se alimenta del CO2 ambiental, irremediablemente estaremos ante un escenario idóneo para que se produzca un efecto sobre las plantas del planeta. El carbono y el calor provocan mayor producción de azúcares por las plantas, creciendo éstas con mayor rapidez y fuerza. Este efecto provoca alteraciones en las fases reproductivas de las plantas, aumentando considerablemente su producción de polen, que se concentra aún más en las zonas de producción. Concretamente, el aumento de CO2 tiene un efecto beneficioso sobre la cosecha de algunas plantas, como el olivo y las gramíneas (los pólenes más alergizantes de España), ya que actúa como fertilizante natural al estimular la fotosíntesis y aumentar la producción de sus pólenes, pero también un efecto perjudicial para los alérgicos a sus pólenes.
-¿Qué tipo de alergias se van a ver más afectadas o usted detecta ya en la consulta que están en aumento?
-El aumento en la producción de dióxido de carbono altera los ciclos de lluvias y de sequías, prolongando las temporadas de pólenes de cada estación meteorológica. De hecho, en nuestras consultas de Alergia hemos detectado un incremento de pacientes polínicos, pero destacamos la prolongación de afectación de un mismo polen a lo largo de los meses en cada paciente. Es decir, si hace años, un paciente alérgico al polen de arizónica solo tenía síntomas en los meses de invierno (confundido a veces con un catarro), actualmente, los síntomas van más allá de dichos meses invernales, prolongándose incluso todo el primer semestre del año. Y no sólo son síntomas más prolongados, sino que también son más intensos, debido a que en invierno aumenta la capa de polución en las grandes ciudades (más calefacciones), provocando mayor alergenicidad del polen. Si a esto sumamos que en invierno pasamos más tiempo dentro de las casas, donde hay más temperatura de la habitual, aumentamos la exposición a otros agentes alergénicos, como los ácaros domésticos, también productores de rinitis y asma bronquial.
-Contaminación y calentamiento global son un enemigo a perseguir cuando hablamos de alergias…
-Sin duda alguna. Con todo lo referido anteriormente, podemos decir que si disminuyéramos la cantidad de calor emitido a la atmósfera, bien desde dentro de las ciudades, bien desde zonas ajenas a las mismas, romperíamos el círculo vicioso de emisión de CO2, base y fundamento del cambio climático.
-Algunas recomendaciones, doctor, a la hora de enfrentarnos a esta nueva situación. Para los que ya son alérgicos y para prevenir, si es que se puede…
-Por un lado, para las personas que ya son alérgicas, las recomendaciones son las mismas que las de hace años, sin el cambio climático. Es decir, medidas relativas a sus hábitos de vida consistentes en ventilar las casas abriendo las ventanas en horas de menor exposición a pólenes, paseos en dichas franjas horarias centrales del día, filtros antipolen en los vehículos, viajar con las ventanillas del coche cerradas a primera y última hora del día, mascarillas en casos extremos, gafas solares que atenúen el impacto directo del polen en los ojos, etc.
Y para las personas que no son alérgicas (y en alérgicas también), se podrían intentar una serie de medidas generales, aunque supondrían un importante cambio configuracional de nuestras ciudades, con todo lo que ello conlleva. Se habla de la instauración de plantas y árboles ornamentales que sean menos alergénicos que los actuales (olivo, platanero de sombra, arizónica, etc), bien porque su crecimiento no dependa tanto de las altas concentraciones de CO2 o bien porque sean plantas de género hembra, las cuales no provocan emisión de pólenes. Y en los casos en los que no exista esta diferenciación de géneros en dichas plantas, realizar una poda controlada de los ejemplares macho antes de la floración, realizándose dicha poda en las zonas más externas de las ramas (desde donde salen los granos de polen). En este punto hay que destacar la concienciación de la sociedad para un consumo responsable de las calefacciones, sobre todo en las ciudades, la implantación de edificios inteligentes (que economizan el gasto de calefacción a expensas de otras fuentes energéticas), evitar la quema incontrolada de extensiones vegetales del planeta y, la reciente incorporación progresiva de vehículos que no consuman combustible derivado del petróleo.
-El cambio climático no solo afecta a las alergias respiratorias…
-No. De hecho, el cambio climático no solo afecta a las plantas emisoras de polen, sino que también afecta a las plantas que sirven de alimento a la población.
Ya comenté que la invasión de zonas de interior por parte de plantas y animales afectaba a la población autóctona de estas zonas. Población no sólo botánica sino también de fauna. Esta modificación de la zoología conlleva que existan nuevas plagas que atacan los cultivos de interior, que antes no lo estaban. Por ello, en los últimos años se están utilizando plaguicidas o insecticidas adecuados para tratar dichas nuevas colonizaciones animales. Las plantas cultivadas reciben por tanto, ataques de insectos y ataques de sustancias para combatir estos insectos. Como son seres vivos inmóviles anclados en el suelo, la única forma que tienen de defenderse es desarrollando una serie de elementos que disponen en las cubiertas más externas de las mismas. Es decir, dirigen unas proteínas hacia estas capas que tratan de combatir estos agentes agresores. Estas modificaciones de las proteínas defensoras de las plantas son inducidas a nivel mutacional, con lo que ya no son tan fácilmente reconocidas por el sistema inmune de los humanos que consumimos dichos vegetales, en forma de hojas (hortalizas, verduras), frutos (fruta fresca o frutos secos) o granos (pan y cereales). Estos nuevos alérgenos de las plantas están provocando que exista un aumento importante de los casos de alergia alimentaria en la población mundial.
Por otro lado, también están aumentando los casos de alergia a animales, no sólo a sus epitelios en las mascotas domésticas (casos de alergia respiratoria), sino a la carne de herbívoros o de pescados que consumimos, además, afectando a personas mayores cada vez más frecuentemente (casos de alergia alimentaria). La posible explicación de este fenómeno observado podría ser la misma que la que ocurre en plantas. Es decir, existe una producción de proteínas de defensa animal ante esta nueva situación ambiental y la alimentación vegetal que reciben. Por ejemplo, en la alergia a pescados, podría haber una relación entre el incremento de la misma y la existencia de residuos en nuestros mares (plásticos, agentes ambientales depositados desde el aire o desde los barcos, etc) o en los piensos que sirven de alimento en pescados de piscifactorías.
Y para finalizar, me gustaría comentar que la disminución de la capa de ozono de la atmósfera provocada por el cambio climático no solo ha incrementado el número de casos de melanoma tras exposición a unos rayos solares no filtrados por la misma, sino que también está aumentando el número de reacciones cutáneas por fotoexposición, casos que estamos viendo aumentados en nuestras consultas de igual modo que las alergias respiratorias y las alergias alimentarias.

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