lunes, 3 de junio de 2019

Diagnóstico y adherencia: dos herramientas para que el asma no deje sin respiración

Esta enfermedad respiratoria crónica es la más prevalente en su área y cuesta al Sistema Nacional de Salud unos 1.500 millones de euros al año pero el 90 por ciento de los casos se pueden controlar sin grandes dificultades.
Hasta seis expertos en el área del asma se dieron cita en una jornada de debate organizado por AstraZeneca —con el apoyo de Gaceta Médica, El Global, Muy Interesante y Ser Padres— en la que se abordó la problemática que rodea a esta enfermedad respiratoria.

Hay veces que para un problema a priori sencillo las soluciones se topan con un sinfín de trabas. Este es el caso del asma, una enfermedad que convive en nuestra sociedad y que, sigilosamente, se ha normalizado descuidando sus posibles complicaciones. Las razones son tres y van desde el carácter variable de la sintomatología de la enfermedad (hasta que se producen los síntomas más graves), hasta las dificultades que existen en su diagnóstico y la falta de adherencia a los tratamientos.
Sobre estos aspectos varios profesionales sanitarios participaron en un debate organizado por AstraZeneca con el apoyo de Gaceta Médica, El Global, Muy Interesante y Ser Padres.
Lo primero que hay que identificar es de qué tipo de problema de salud se trata. El asma es una enfermedad inflamatoria crónica que condiciona el funcionamiento de los bronquios y obstruye la salida de aire de las vías aéreas. Nos encontramos ante la enfermedad respiratoria crónica más prevalente. A pesar de que existen diferencias geográficas, los datos indican que entre el cinco y el diez por ciento de la población española lo sufre, con especial incidencia en la población infantil. Respecto al sexo, hasta los 10 años, el asma es más frecuente en varones pero a partir de esa edad se empieza a nivelar y en la adolescencia comienza a predominar en las mujeres.
Precisamente con los niños —así como en la fase inicial de la adolescencia— es donde mayor implicación debe existir por parte de los profesionales sanitarios pero también de los ciudadores así como de otros profesionales, como el profesorado. La enfermedad lleva asociada una estigmatización que en la mayoría de los casos se revela como falsa. “El ejercicio forma parte de la vida diaria de los niños y si queremos calidad de vida el niño tiene que hacer ejercicio. Les genera mejor capacidad pulmonar y si el asma está bien controlado pueden hacer de todo”, asegura Santiago Rueda, director de la Unidad de Neumología Pediátrica del Hospital Universitario Clínico San Carlos de Madrid y miembro del grupo de Asma y Educación de la Sociedad Española de Neumología Pediátrica.
Con el paso de los años, las mujeres comienzan a ser las protagonistas del asma. “Hasta los diez años es más frecuente en hombres pero a partir de ahí, se hace más patente en mujeres. Además, se asocia con problemas de ansiedad, obesidad o tabaquismo”, afirma José Tomás Gómez, coordinador nacional del Grupo de Trabajo de Respiratorio de Semergen. Pero el problema real asociado al control del asma en mujeres llega en el embarazo. “El 7 por ciento son asmáticas y el 20 de ese porcentaje tiene un ataque. De ese 20, el 6 ingresa en el hospital. Normalmente está asociado a problemas de adherencia por estar embarazada”, añade Gómez.
Este problema de adhesión a la medicación es recurrente en las mujeres que están embarazadas. De hecho, hasta muchos profesionales muestran reticencias a la hora de recomendar tomar un medicamento durante la gestación. “Los profesionales también tienen miedo, pero una embarazada, de entrada, debe utilizar la misma medicación según la gravedad de su asma, que la mujer que no está embarazada. Sin embargo, esto no quita para que usemos los fármacos que, por utilizarse habitualmente desde hace más tiempo en mujeres embarazadas, tenemos más experiencia de seguridad. Lo que está claramente demostrado es que no controlar el asma y tener una crisis grave puede causar problemas en la embarazada y múltiples problemas al feto”, explica Francisco Álvarez, responsable de la Unidad de Asma del Hospital Universitario Virgen del Rocío (Sevilla) y coordinador del Área de Asma de Separ.
Tanto los casos de crisis asmáticas en niños como en adultos son consecuencia, en una proporción importante de casos, de un mal seguimiento de las pautas terapéuticas que redunden en la prevención de los síntomas graves. “Hay estudios que demuestran que el mal control produce ataques de asma y éstos, a su vez, pueden deteriorar la capacidad pulmonar, cuyo déficit precisamente se relaciona con mayor número de ataques. Hoy entendemos por control, además de los síntomas, la prevención de los ataques. Para ello, hay que cumplir el tratamiento necesario”, asegura Álvarez. Asimismo, Jesús Molina, especialista en Medicina Familiar y Comunitaria, miembro del Comité Ejecutivo de GEMA (Guía Española para el Manejo del Asma) y coordinador del grupo de enfermedades respiratorias de semFYC, recuerda que “la falta de adherencia y mala técnica de inhalación son las principales causas de mal control que finalmente pueden derivar en una crisis de asmática”.
Además de la falta de adherencia, otra de las dificultades que existen en el abordaje del asma es un diagnóstico correcto. “El diagnostico por síntomas da errores, sobre todo en Atención Primaria. Hay una posibilidad y es hacer el seguimiento del tratamiento que se manda para ver que funciona; pero la madre de las batallas del asma está en primaria”, explica Juan Antonio Trigueros, coordinador del Grupo de Patología Respiratoria de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG).
Es un dogma en medicina que la mejor forma de abordar cualquier problema de salud pasa por la prevención y el buen diagnóstico. Sería la manera más coste-efectiva porque de un buen diagnóstico surge lo demás. Además, implicar a la enfermería también es fundamental. “1.500 millones de euros es lo que nos cuesta el asma al año. Un paciente bien controlado cuesta poco pero otro mal controlado cuesta seis o siete veces más”, advierte Gómez.
Junto al diagnóstico, los profesionales también lamentan que en el abordaje del asma se producen adaptaciones de las guías clínicas con demasiada frecuencia. “Las actualizaciones de las guías son continuas. Pero hay cosas que no cambian como las recomendaciones o los tratamiento de base y para el control de la enfermedad”, explica Molina. Sin embargo, también se encuentran ejemplos de consenso para abordar esta enfermedad. “España cuenta con una guía de manejo de asma que es muy completa, porque participan muchas sociedades científicas y es muy práctica. El manejo nuclear de los pacientes es muy similar, independientemente del ámbito de la atención, aunque existen algunas diferencias según la gravedad o la naturaleza de la enfermedad”, asevera Javier Domínguez, miembro del Departamento de Alergología del Hospital La Paz Institute for Health Research (IdiPAZ) y presidente del Comité de Asma de Seaic.
A pesar de ser el asma una enfermedad controlable, por todo lo comentado se producen ingresos hospitalarios. Tener que ir a urgencias está relacionado con que el control del asma es muy deficitario en nuestro país, además de que el paciente se cree que está mejor de lo que realmente está. “El tratamiento del asma tiene varias premisas. El tradicional de alcanzar y mantener el control es el fundamental y es común a todos los pacientes con asma. En los pacientes con asma grave, además hay que individualizar el perfil del paciente, lo que precisa de un nivel hospitalario, y se utilizan tratamientos que permiten en muchos casos, volver a controlar la enfermedad”, añade Domínguez. Sin embargo, los expertos insisten en que la urgencia hospitalaria puede ser evitable con prevención, control y adherencia. “Podemos ayudar mucho al paciente, es un trabajo desde la Atención Primaria hasta la farmacia. Tenemos herramientas para manejar correctamente al 90 por ciento de los casos y los que no sabemos cómo, los derivamos al especialista”, dice Gómez.
Aún así, el asma tiene grados y existen pacientes graves. Los expertos abogan por la información al paciente de que en estos casos se necesita más tratamiento para tenerlo controlado. “De hecho, existe un grupo de pacientes que incluso con los tratamientos habituales no se puenden estabilizar pero, por suerte, hay terapias que proporcionan el control del paciente en los casos más graves”, resalta Álvarez los expertos, quien además aboga por la personalización del tratamiento. Junto a ello, en necesario también la coordinación entre niveles asistenciales para abordar las posibles comorbilidades asociadas al asma, ya que en pacientes graves son más preocupantes.

Fuente: https://www.gacetamedica.com/

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