En cualquier caso, el mismo experimento realizado por científicos ha confirmado que excederse en un consumo de ácidos grasos omega-6 (aceites vegetales)puede desembocar en el efecto contrario y crear un asma más severo, así que lo ideal es mantener un equilibrio en la ingesta de los mismos.
El estudio publicado en la revista 'American Journal of Respiratory and Critical Care Medicine' evaluó el comportamiento de la enfermedad respiratoria durante seis meses en niños que padecían la dolencia. Los expertos recomiendan incluir en la dieta de prevención asmática alimentos como las legumbres, pimiento rojo o frutas como la papaya, por sus propiedades vitamínicas.
Acciones derivadas de la limpieza o el humo del tabaco pueden ser un auténtico motivo de agobio para una persona asmática, al incrementar los síntomas producidos de asfixia. Otros trabajos anteriores demostraron que los niveles altos de contaminación, específicamente de las partículas en el aire de los hogares en la ciudad de Baltimore, a menudo superan los estándares aceptables de calidad del aire exterior establecidos por la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos.
En un principio, los ácidos grasos omega-3 y omega-6 contenidos en el pescado y en ciertas nueces y semillas, se consideran saludables al disminuir parte de la inflamación. Sin embargo, también se ha comprobado como los registrados en los aceites vegetales (incluyendo el maíz, la soja, el cártamo y el girasol) tienen un efecto mixto en el organismo aunque poseen el valor de promover la inflamación.
Seguimiento a más de 100 niños asmáticos
El análisis evaluó a un total de 135 niños comprendidos entre los 5 y los 12 años de edad. El resultado fue bastante equitativo al repartirse el porcentaje final en que un tercio de los niños tenía asma leve, un tercio moderada y otro tercio severa.
En el periodo examinado, el grupo de científicos midió dos rangos de tamaño de la contaminación del aire: partículas con diámetros de 10 micrómetros y menores (un sexto del ancho de un cabello humano o menos) y partículas con diámetros de 2,5 micrómetros y menores. Cuando se inhala, las partículas más grandes normalmente se depositan a lo largo de las vías respiratorias, mientras que las más pequeñas pueden penetrar más en los pulmones, llegando a los diminutos sacos de aire. Ambos rangos de tamaño, aunque invisibles a simple vista, se han relacionado con los síntomas del asma en niños y adultos.
Los hogares de cada menor examinado proporcionaron una concentración de partículas de 26,8 microgramos por metro cúbico (la norma anual de la EPA para el aire exterior es de 12 microgramos por metro cúbico), y la concentración media para la gama que incluye las más grandes fue de 39 microgramos por metro cúbico.
La conclusión final que arrojó el estudio fue que por cada gramo adicional de ingesta de omega-6, los niños tenían un 29 por ciento más probabilidades de estar en una categoría de asma más grave. Cada aporte fue relacionado con un aumento del 2 % en las probabilidades de síntomas diurnos en respuesta al aumento de los niveles de contaminación de partículas pequeñas en 10 microgramos por metro cúbico.
El análisis evaluó a un total de 135 niños comprendidos entre los 5 y los 12 años de edad. El resultado fue bastante equitativo al repartirse el porcentaje final en que un tercio de los niños tenía asma leve, un tercio moderada y otro tercio severa.
En el periodo examinado, el grupo de científicos midió dos rangos de tamaño de la contaminación del aire: partículas con diámetros de 10 micrómetros y menores (un sexto del ancho de un cabello humano o menos) y partículas con diámetros de 2,5 micrómetros y menores. Cuando se inhala, las partículas más grandes normalmente se depositan a lo largo de las vías respiratorias, mientras que las más pequeñas pueden penetrar más en los pulmones, llegando a los diminutos sacos de aire. Ambos rangos de tamaño, aunque invisibles a simple vista, se han relacionado con los síntomas del asma en niños y adultos.
Los hogares de cada menor examinado proporcionaron una concentración de partículas de 26,8 microgramos por metro cúbico (la norma anual de la EPA para el aire exterior es de 12 microgramos por metro cúbico), y la concentración media para la gama que incluye las más grandes fue de 39 microgramos por metro cúbico.
La conclusión final que arrojó el estudio fue que por cada gramo adicional de ingesta de omega-6, los niños tenían un 29 por ciento más probabilidades de estar en una categoría de asma más grave. Cada aporte fue relacionado con un aumento del 2 % en las probabilidades de síntomas diurnos en respuesta al aumento de los niveles de contaminación de partículas pequeñas en 10 microgramos por metro cúbico.
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