Hay un buen entendimiento de algunas intolerancias alimentarias. La tiramina en el chocolate y el queso, por ejemplo, puede provocar migrañas en algunas personas. De igual manera, la histamina en pescados como la macarela y el atún puede causar náusea, vómito y enrojecimiento. Los sulfitos en la fruta deshidratada y la tartracina en los colorantes de los alimentos pueden provocar exacerbaciones de asma.
No obstante, aún se desconoce la causa de la mayoría de las intolerancias alimentarias.
En un estudio realizado en el Reino Unido a más de diez mil pacientes, los alimentos que más se asociaron con las intolerancias fueron el chocolate, los aditivos, los cítricos, el pescado, los mariscos, la leche, el queso, los huevos y las nueces. Los síntomas más comunes de estas intolerancias fueron la fiebre del heno, dolores de cabeza, dolor en las articulaciones, comezón, urticaria y malestar estomacal.
En el estudio más grande hasta la fecha, los médicos estudiaron los registros electrónicos de salud de 2,7 millones de pacientes en Massachusetts. Hallaron que el 3,6 por ciento tenía por lo menos una intolerancia o alergias alimentarias. La lista de alimentos nocivos fue similar a la del estudio británico.
Sin embargo, debe señalarse una reserva. En ambos estudios, los investigadores no pudieron distinguir entre las intolerancias y las alergias alimentarias. Puesto que los síntomas coinciden ampliamente, no pueden diferenciarse las intolerancias y las alergias sin pruebas especializadas.
Para complicar más las cosas, algunos alimentos pueden provocar intolerancia y alergias. La leche de vaca es un buen ejemplo. Puede provocar hinchazón y diarrea en individuos con deficiencia de lactasa —una intolerancia alimentaria— y puede provocar jadeos y urticaria en las personas alérgicas a la proteína ß-lactoglobulina de la leche —una alergia alimentaria—.
Una dieta de eliminación, en la que se prescinde del alimento potencialmente nocivo, generalmente es el primer paso en el diagnóstico de una intolerancia alimentaria. A pesar de que las dietas de eliminación no han sido estudiadas de manera sistemática, la resolución de los síntomas después de la supresión de los alimentos en cuestión sugiere fuertemente una intolerancia alimentaria.
A menudo es posible reintroducir un alimento nocivo. Los investigadores británicos fueron capaces de hacerlo con la mayoría de los pacientes en su estudio sin provocar reacciones serias. No obstante, esto debe hacerse con la supervisión de un médico.
Debido a las complejidades y los posibles peligros en el diagnóstico y el tratamiento de la intolerancia alimentaria, se debe buscar la ayuda de un especialista, generalmente un alergólogo o un gastroenterólogo, según las características de los síntomas.
Acker WW, Plasek JM, Blumenthal KG et al. Prevalence of food allergies and intolerances documented in electronic health records. J Allergy Clin Immunol. 2017 Dec;140(6):1587-1591.e1. doi: 10.1016/j.jaci.2017.04.006.
Fuente: https://www.nytimes.com/
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