En los últimos años, el microbioma, y en especial el intestinal, se ha unido a una variedad de enfermedades y de procesos, tales como las alergias, diabetes, diferentes tumores e, incluso, ansiedad, autismo u obesidad. Por ello, la Asociación de Microbiología y Salud (AMYS) señala que una mejor comprensión de este órgano, considerado el undécimo del sistema funcional, y su relación con situaciones de enfermedad podría generar herramientas nuevas para su prevención y tratamiento, más allá del conocimiento y la aplicación de los probióticos.
“El microbioma humano se ha convertido en un nuevo campo de estudio que evoluciona rápidamente”, ha señalado el presidente de la asociación, el Dr. Ramón Cisterna. En este sentido, se requiere profundizar en ciertos temas que
“aclararán el porvenir del impacto del microbioma sobre la salud y la enfermedad”. Estos aspectos engloban, por ejemplo, conocer las características del microbioma en relación a las familias para detectar qué es o no heredable, así como su composición secular para definir aquello perdido o ganado.
En el caso de las enfermedades con mayor incidencia en los últimos años como el asma infantil, alergias, diabetes tipo 1, obesidad en la enfermedad inflamatoria intestinal y el autismo, el presidente de AMYS hace hincapié en la importancia de evaluar el papel que desempeñan los cambios de este órgano en ellas. “Su composición y función ha sido objeto de grandes estudios, habiéndose descrito su impacto en la salud como una de las áreas más excitantes y clave para una faceta de la medicina personalizada”, ha afirmado.
Aunque existe una microbiota distinta en función de los espacios orgánicos, como es el caso del intestino, el pulmón, o la piel, entre otros, el microbioma intestinal, esto es, el conjunto de microorganismos que residen en el tracto intestinal junto con sus genes, es el más conocido y extendido. En los mamíferos, la microbiota intestinal ha coevolucionado junto con su huésped para generar funciones esenciales para la fisiología del mismo, tales como el desarrollo de nutrientes, desarrollo y maduración del sistema inmune y el fortalecimiento de la barrera intestinal.
La microbiota de los niños de 3 años es similar a la de los adultos
Los bebés nacidos por vía vaginal, amamantados y sin tratamiento antibióticos son óptimos para el desarrollo de una microbiota neonatal adecuada, expone el presidente de AMYS. Al finalizar el primer año, la microbiota es distinta según cada niño, pero entre los 2,5 y 3 años muestra una composición similar a la del adulto.
Cada ser humano mantiene una microbiota que le es específica y variable a lo largo de la vida. La composición microbiana en el nacimiento es relativamente simple. Esta madura y evoluciona por la influencia de varios factores como el ambiente y aspectos fisiológicos como la nutrición, tipo de vida, cambios hormonales, inmunidad y, posiblemente, la existencia de varios ejes de interrelación como el cerebro intestinal o el de la piel del intestino. En el adulto, la microbiota intestinal se muestra estable en el tiempo.
En el caso de las enfermedades con mayor incidencia en los últimos años como el asma infantil, alergias, diabetes tipo 1, obesidad en la enfermedad inflamatoria intestinal y el autismo, el presidente de AMYS hace hincapié en la importancia de evaluar el papel que desempeñan los cambios de este órgano en ellas. “Su composición y función ha sido objeto de grandes estudios, habiéndose descrito su impacto en la salud como una de las áreas más excitantes y clave para una faceta de la medicina personalizada”, ha afirmado.
Aunque existe una microbiota distinta en función de los espacios orgánicos, como es el caso del intestino, el pulmón, o la piel, entre otros, el microbioma intestinal, esto es, el conjunto de microorganismos que residen en el tracto intestinal junto con sus genes, es el más conocido y extendido. En los mamíferos, la microbiota intestinal ha coevolucionado junto con su huésped para generar funciones esenciales para la fisiología del mismo, tales como el desarrollo de nutrientes, desarrollo y maduración del sistema inmune y el fortalecimiento de la barrera intestinal.
La microbiota de los niños de 3 años es similar a la de los adultos
Los bebés nacidos por vía vaginal, amamantados y sin tratamiento antibióticos son óptimos para el desarrollo de una microbiota neonatal adecuada, expone el presidente de AMYS. Al finalizar el primer año, la microbiota es distinta según cada niño, pero entre los 2,5 y 3 años muestra una composición similar a la del adulto.
Cada ser humano mantiene una microbiota que le es específica y variable a lo largo de la vida. La composición microbiana en el nacimiento es relativamente simple. Esta madura y evoluciona por la influencia de varios factores como el ambiente y aspectos fisiológicos como la nutrición, tipo de vida, cambios hormonales, inmunidad y, posiblemente, la existencia de varios ejes de interrelación como el cerebro intestinal o el de la piel del intestino. En el adulto, la microbiota intestinal se muestra estable en el tiempo.
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