El estudio incluyó a 1,5 millones de niños del Reino Unido -150.000 con asma- y otros 375.000 de Holanda -30.000 de ellos con la patología-. Los científicos escogieron ambos países porque siguen las mismas directrices internacionales sobre el tratamiento asmático.
Los resultados mostraron que la amoxicilina fue el antibiótico más utilizado. Al mismo tiempo, descubrieron que las tasas de prescripción médica eran casi dos veces más altas en el Reino Unido. Pero lo que más les llamó la atención fue el hallazgo de que el patrón de prescripción era exactamente el mismo en ambos países, por lo que es probable que la situación se repita -y sea más grave- en otros países, como España, Italia, Portugal o Grecia, donde el uso de antibióticos está más extendido.
Infecciones más resistentes
Esta sobremedicación está llevando a un aumento en las infecciones resistentes a los fármacos y, al mismo tiempo, pone en riesgo a los pacientes ante una futura enfermedad que sea más difícil de tratar. Los especialistas consideran que los síntomas del asma están siendo confundidos con una infección de las vías respiratorias y que los antibióticos se administran como medida preventiva, a pesar de que las pautas médicas no apoyan dicha medida.
En palabras de la autora principal del estudio, Esmé Baan, "el asma es un trastorno común y continuo, y tiene síntomas que podrían ser confundidos con una infección del tracto respiratorio. Sin embargo, las directrices internacionales y nacionales establecen claramente que los antibióticos no deben administrarse para un deterioro de los síntomas del asma, porque esto raramente se asocia con una infección bacteriana". En ese sentido, considera que "el uso inapropiado de antibióticos puede ser malo no solo para los pacientes en sí, sino para toda la población, y hace más difícil controlar la propagación de infecciones intratables".
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