martes, 24 de enero de 2017

Alergias alimentarias: Genética y medio ambiente

Si al consumir leche de vaca, nueces, cacahuates, mariscos o huevo los niños presentan síntomas como congestión nasal, estornudos, trastornos respiratorios, inflamación de labios, urticaria, erupciones, así como dolor abdominal, diarrea, náuseas, vómito o shock anafiláctico, es que presentan una alergia alimentaria, condición que afecta hasta 8% de la población en México.

El desarrollo de las alergias alimentarias es el resultado de dos factores: genéticos y ambientales.


Si un niño tiene una carga genética elevada tendrá mayor predisposición a padecer algún tipo de alergia. Cuando ambos padres presentan alguna alergia, los hijos pueden tener hasta 75% de probabilidades de presentar esta condición.


Entre los de tipo ambiental se encuentran la contaminación de las grandes urbes, el exceso de higiene en el ambiente, tabaquismo o el procesamiento industrial de los alimentos.

Respuesta exagerada

Carlos G. León Ramírez, alergólogo pediatra y director del Centro de Asma y Alergia de México (CAAM), explica que la respuesta del sistema inmunológico de manera exagerada ante el consumo de un alimento es lo que se conoce como alergia alimentaria.

Refiere que si bien puede presentarse en cualquier momento de la vida, es más frecuente en la edad pediátrica.

Los alimentos que generan reacciones alérgicas “son principalmente la leche de vaca, huevo, nueces, cacahuates, soya, trigo, mariscos, entre otros”, detalla.

Cuando se presenta esta condición el sistema inmunológico produce anticuerpos para neutralizar y eliminar la proteína que reconoce como dañina. Los anticuerpos conocidos como inmunoglobulina E (IgE) reaccionan ante los alérgenos, lo que desencadena una serie de síntomas como flujo nasal, estornudos, trastornos respiratorios, inflamación de labios, urticaria, erupciones, dolor abdominal, vómito y, uno de los más graves, el shock anafiláctico.

El alergólogo pediatra recomienda alimentar a los bebés se alimentados con lactancia materna en los primeros seis meses de vida cuando menos, ya que se ha demostrado que reduce el riesgo de alergias alimentarias en comparación con los bebés que han sido alimentados con fórmulas lácteas.

La alergia a la leche de vaca es una de las más comunes entre los niños; genera síntomas como diarrea, vómito o reflujo. Esta situación puede provocar desnutrición, limitaciones en el crecimiento y desarrollo del menor y pueden presentarse otras manifestaciones como reacciones en la piel o dermatitis atópica.

La incidencia de este tipo de alergias, dice el especialista, se estima que puede ir de 1 a 8% de la población mexicana, donde es más común en los niños.

La alergia más importante, por sus repercusiones, es a la leche de vaca, la cual desarrollan los pacientes de seis a doce meses de vida, etapa en la que dejan de recibir leche materna y cambian su alimentación.

El director del CAAM comenta que es importante diferenciar entre alergia alimentaria e intolerancia alimentaria. En la primera se trata de una reacción de hipersensibilidad a las proteínas de diferentes alimentos, mientras que la intolerancia a los alimentos es un mecanismo no alérgico, donde no actúa el sistema inmune. La intolerancia se presenta cuando el organismo no puede digerir un alimento o alguno de sus componentes en forma correcta.

Carlos G. León menciona que para lograr un diagnóstico oportuno es necesario realizar una historia clínica, una exploración física y una Prueba de Supresión de Alimento o Dieta de Eliminación: se quita el alimento sospechoso y si el paciente deja de tener síntomas está hecho el diagnóstico; si se vuelve a introducir el alimento y se presentan síntomas, entonces estará más que confirmado.

Otro método es la Prueba RAST (radioalergosorbentes), que consiste en mezclar muestras de sangre del paciente con extractos de alimentos. En caso de alergia, la sangre producirá anticuerpos, pero no indica si la alergia es leve, moderada o grave.

Abuso de antibióticos

De igual forma, el uso indiscriminado de antibióticos aumenta de una a dos veces el riesgo de desarrollar alergias como rinitis, asma bronquial o dermatitis atópica, advierte Raúl Dorbeker Azcona, especialista en alergias e inmunología clínica de la Unidad Médico Quirúrgica Juárez Centro.

El especialista señala que los infantes son el grupo más vulnerable ante patologías de esta índole porque el suministro excesivo de antibióticos evita que su sistema inmunológico madure, al quitarles la flora bacteriana normal que apenas está en crecimiento.
Precisa que esos medicamentos destruyen las bacterias que protegen el organismo, que se encuentran en la flora intestinal, la piel y la mucosa nasal, y sirven para defender de otros gérmenes incluidos los factores ambientales.
La falta de esas bacterias facilita el paso de alérgenos (sustancia que puede inducir una reacción de hipersensibilidad) al organismo y desencadena una respuesta negativa que puede manifestarse como rinitis o alergia alimentaria, subraya.
Para tratar ese problema se aplica la inmunoterapia, que disminuye de manera notable los síntomas e incluso en menores se ha comprobado que previene el desarrollo de asma.

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