sábado, 10 de septiembre de 2016

Benralizumab reduce las exacerbaciones en asma grave de fenotipo eosinofílico

Dos ensayos de fase 3 indican que añadir benralizumab (en desarrollo por AstraZeneca) al tratamiento convencional (corticoides inhalados o LABA) redujo significativamente las exacerbaciones, mejoró la función pulmonar y los síntomas del asma en pacientes con asma grave de fenotipo eosinofílico, determinado por la presencia de eosinófilos elevados en sangre.
Este fármaco es un anticuerpo monoclonal anti-eosinófilos que induce una reducción directa, rápida y casi completa de los eosinófilos y ha demostrado un inicio de la acción en las primeras 24 horas.
Eva Martinez Moragón, jefa de Servicio de Neumología del Hospital Universitario Doctor Peset de Valencia.
Como explicó Eva Martinez Moragón, jefa del Servicio de Neumología del Hospital Universitario Doctor Peset de Valencia, “es necesario desarrollar nuevos tratamientos para los pacientes con este tipo de asma, ya que las terapias de las que disponemos no son suficientes”.
50 por ciento menos exacerbaciones
En los ensayos se evaluó el efecto de dos regímenes de dosificación de 30 mg de benralizumab administrados cada cuatro u ocho semanas como terapia complementaria al tratamiento convencional. El principal resultado, destacó esta experta, “es que la tasa de exacerbaciones se redujo a la mitad”.
Asimismo, también se observó una mejoría de la función pulmonar (cambio en el FEV1 de hasta 159 mL), que se observó a partir de las cuatro semanas después de la primera dosis de benralizumab y se mantuvo durante todo el periodo de tratamiento, así como una mejoría de los síntomas del asma, como sibilancias, tos, opresión en el pecho y disnea.
En cuanto a los efectos adversos, Martínez destacó que “son muy leves, ya que se han producido algunos casos de cefaleas”. Otros efectos secundarios observados fueron bronquitis, infecciones de las vías respiratorias altas y sinusitis.
Además, cabe destacar que los resultados que se obtuvieron con el régimen de dosificación cada cuatro semanas no aportaron un beneficio adicional con respecto a la posología cada ocho semanas, lo que podría justificar emplear esta última dosificación.
A juicio de Martínez, el hecho de que se puedan espaciar tanto las dosis, y de que además la administración del medicamento sea subcutánea, lo que obliga al paciente a acudir al hospital, “puede facilitar la adherencia al tratamiento”.

Fuente: http://www.gacetamedica.com/ 

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