lunes, 25 de julio de 2016

El efecto de la vitamina D en el asma

En los últimos años, numerosos estudios han sido publicados sobre los efectos de la vitamina D y su relación con enfermedades autoinmunes, cardiovasculares, cáncer (mama, ovario, colon y próstata), enfermedades del corazón, artritis, enfermedad inflamatoria intestinal, algunos desórdenes afectivos estacionales y posiblemente con la esquizofrenia, como también, enfermedades alérgicas, entre otras.
José Alberto Torres Hernández MD. PhD, médico alergólogo, dice que la llamada “vitamina del sol” es un nutriente esencial para la buena salud ósea, ya que desempeña un papel importante en la fijación del calcio a los huesos, haciendo que éstos sean más fuertes, y por lo tanto, se fracturen menos. Por lo tanto, es de vital importancia su ingesta diaria para evitar enfermedades en los niños como: el Raquitismo y en los adultos: la Osteomalacia y el empeoramiento de la Osteoporosis.
Recomendación. La mejor manera de asegurar que se tiene suficiente vitamina D es una sana combinación: una inteligente exposición al sol y una adecuada ingesta de alimentos que contengan la vitamina, como se ha mencionado.
Torres Hernández informa que el 90% de esta vitamina se obtiene gracias la absorción de los rayos solares mediante unos receptores específicos que hay en la piel; luego esta vitamina se fija en las células de todo nuestro organismo. Mientras que el 10% restante lo obtenemos de la dieta, a base de alimentos como: la leche y sus derivados lácteos, huevos, hígado y los pescados grasos como: atún, sardina y el salmón.
Esta vitamina es una pro-hormona, por lo que no tiene actividad hormonal por sí misma, requiriendo de varios pasos de síntesis bioquímica en el hígado y posteriormente en el riñón, donde se obtiene su forma activa conocida como Calcitriol o vitamina D3, cuyos valores óptimos en sangre deben rondar los 50-70 ng/ml. Cualquier valor por debajo de esta cifra se considera insuficiente o deficiente, explica.
La vitamina D actúa como un potente inmunomodulador de nuestro Sistema Inmunológico o de defensas, gracias a que tiene propiedades antiinflamatorias, inhibiendo la acción de agentes agresores como virus y bacterias, puntualiza Torres Hernández.
A su vez, la vitamina D proporciona la suficiente fortaleza a músculos y huesos del tórax evitando así el acúmulo de secreciones que facilitan el desarrollo de infecciones respiratorias.
Las infecciones respiratorias, tanto de vías altas (nariz y senos paranasales), como de vías bajas (bronquios y pulmones), pueden desencadenar las famosas y temidas crisis de broncoespasmo en los pacientes con Asma bronquial.
Edades vulnerables como: ancianos, niños lactantes y pre-escolares con niveles bajos de vitamina D, son más propensos a infecciones de este tipo, pudiendo no sólo llevar a la presencia de las famosas sibilancias o ‘pitos’ que presentan los pacientes asmáticos, sino también a complicaciones más graves como neumonías o bronconeumonías.
La relación asma-déficit de vitamina D ha sido ampliamente estudiada desde hace 10 años, observándose un incremento en la incidencia del Asma y de otras enfermedades alérgicas en aquellos pacientes con niveles sanguíneos bajos de esta vitamina.  Tanto niños o adultos asmáticos con déficit de vitamina D van a presentar una obstrucción mayor en sus bronquios que en otros asmáticos sin carencia de esta vitamina, tal como lo han revelado diversos estudios comparativos entre ambas poblaciones, cuando se realizan las habituales pruebas de función pulmonar (espirometrías) en la consulta.
Se ha comprobado que la vitamina D juega un rol esencial previniendo la hiperreactividad de los bronquios y el remodelado de la vía aérea, ambos elementos fisiopatológicos que tienen que ver con en el desarrollo y posterior empeoramiento de esta enfermedad. También la relación Asma-déficit de vitamina D tiene otro enemigo común, y es: la obesidad. La obesidad limita aún más la capacidad pulmonar de un paciente, ciéndolo más vulnerable a complicaciones. Siendo la vitamina D liposoluble, tiende a quedar ‘secuestrada’ en la grasa acumulada en el paciente obeso, sobre todo en el abdomen; por consiguiente sus valores en sangre disminuyen, y al ser insuficiente, no llega a los huesos u otros órganos que sí la precisan.
De igual forma, mantener unos valores normales de vitamina D contribuye a que los pacientes respondan mucho mejor al tratamiento antiinflamatorio con los  orticoesteroides, piedra angular en el tratamiento del asma.
El especialista sostiene que la vitamina D también está envuelta en la fisiopatología de la rinitis crónica y la rinosinusitis. El concepto “una vía aérea, una enfermedad” conlleva a deducir que no sólo los pacientes asmáticos tienen bajos niveles de vitamina D, sino que también los pacientes con rinitis y rinosinusitis crónica los pueden tener.
Consecuencias de su ausencia
Otras enfermedades alérgicas en la que la vitamina D juega un rol preponderante son: las alergias alimentarias y la dermatitis o eccema atópico. El eccema es una afección
inflamatoria que provoca rojez y picazón en la piel. A menudo, la piel se agrieta y sufre lesiones, creando zonas propensas a infecciones. El eccema es más común a una edad temprana, desapareciendo en la mitad de los casos llegada la edad de 18 meses.
En un estudio realizado por el National Health and Nutrition Survey entre 2005-2006 se observó en niños y adolescentes con valores inferiores a 15 ng/ml presentaban una mayor probabilidad de hacerse alérgicos a diversos alimentos, especialmente a la leche y al trigo, y alérgenos ambientales.
No podemos subestimar el papel preponderante que tiene esta vitamina para el correcto funcionamiento de nuestro organismo de forma armónica y su relación con diversas enfermedades. Por lo tanto, la mejor manera de asegurar que se tiene suficiente vitamina D es una sana combinación: una inteligente exposición al sol y una adecuada ingesta de alimentos que contengan la vitamina, como se ha mencionado.
Su médico podrá evaluar los niveles de su vitamina D con un simple análisis de sangre y recomendará un suplemento, en caso de ser necesario. Si está embarazada, es clave asegurarse de que tiene adecuados valores de vitamina D (en especial, al final del embarazo) para asegurar que su bebé nazca con niveles suficientes, ya que la reserva de vitamina D en lactantes en el primer año de vida, depende de la reserva de la madre.

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