Las guías recientes de la Academia Europea de Alergia e Inmunología Clínica
dan recomendaciones claras sobre cómo diagnosticar alergia alimentaria mediada por
mecanismos inmunológicos. Sin embargo, las reacciones a alimentos no mediadas por
mecanismos inmunológicos no se encuentran bien esclarecidas. Los aditivos
alimentarios presentes en forma natural o como “productos químicos de los alimentos”
son atribuidos por muchos pacientes como la causa de sus síntomas. Estudios
evaluaron el potencial de los aditivos y los productos químicos de los alimentos
para causar síntomas adversos, pero la investigación es difícil de realizar
debido a una serie de factores: realizar estudios doble ciego controlados con
placebo con alimentos o aditivos a dosis variables, establecer criterios de
inclusión, estandarizar los resultados y descartar posibles cofactores.
También
los mecanismos implicados están poco estudiados; aunque algunos datos
preliminares indican el posible papel de la participación de la IgE, también se
propusieron otros mecanismos.
Una gama amplia de reacciones adversas se atribuye al consumo de estos “productos
químicos de los alimentos” añadidos o naturales. Las manifestaciones clínicas
más frecuentes son urticaria o angioedema, pero los síntomas también pueden
incluir dermatitis atópica, enrojecimiento, hipotensión, dolor abdominal,
diarrea y reacciones asmáticas, y en ocasiones reacciones graves o anafilactoides
o graves (anafilaxia). Debido a la dificultad para diagnosticar estas
condiciones, la prevalencia de reacciones adversas causadas por productos
químicos de alimentos es desconocida. Un estudio transversal reciente de Japón
estima que la prevalencia de intolerancia a químicos fue de 7.5% con fatiga,
depresión y síntomas somáticos que correlacionaron de manera positiva con un diagnóstico
de la condición. Algunos grupos parecen estar en mayor riesgo, por ejemplo, los
asmáticos dependientes de esteroides, aquellos que presentan hiperreactividad marcada
de las vías respiratorias, y aquellos con asma crónica parecen estar en mayor
riesgo a sensibilidad a los sulfitos. Tal dato de prevalencia es aún más difícil
de conseguir en la población pediátrica, donde las reacciones adversas a los
productos químicos de alimentos están poco estudiadas.
La gama de aditivos y sustancias naturales implicadas de manera potencial en
las reacciones no mediadas inmunológicamente, tanto en niños y adultos, hace
difícil realizar una revisión sistemática de la literatura. La siguiente revisión
ofrece una visión general de la prevalencia y los alimentos
se cree que participan en la sensibilidad a los aditivos alimentarios, las aminas
vasoactivas y los salicilatos en adultos. También se considera por separado la
evidencia de la exclusión dietética de estas sustancias en la población
pediátrica.
Aditivos alimentarios.
Sulfitos
El dióxido de azufre por mucho tiempo se consideró como un contaminante del
aire, pero la sensibilidad a los sulfitos en los alimentos se describió por
primera vez en 1973 (Kochen). Los sulfitos, metabolizados en seguida a sulfato
(SO4) por la sulfito oxidasa, se producen principalmente en la dieta humana
debido a la adición de sulfito/metabisulfito de sodio/potasio a los alimentos
para prevenir la oxidación enzimática y no enzimática y prevenir el crecimiento
bacteriano. Los sulfitos añadidos a los alimentos estarán presentes como una mezcla
de forma libre de dióxido de sulfuro, bisulfito y sulfito, o unidos a carbohidratos
o proteínas. Una serie de estudios demostró en 1980 que los sulfitos en los
alimentos provocaban reacciones adversas; en 1984 la Administración de
Alimentos y Fármacos de los Estados Unidos recibió más de 250 informes de
reacciones sospechosas a los sulfitos que incluían seis muertes. Así, tanto la
Unión Europea y la Administración de Alimentos y Fármacos de los Estados Unidos
regularon el uso de sulfitos, y requirieron que los alimentos que contengan más
de 10 ppm (10 mg/kg) se etiqueten, pero existe una variación significativa
entre los niveles de los mismos alimentos. Los alimentos que contienen un nivel
alto de la forma libre de sulfito son más propensos a provocar una reacción.
Los alimentos que por lo general contienen niveles significativos de sulfito
añadido incluyen la sidra, el vino blanco, y los frutos secos—véase la Tabla 1.
La sensibilidad a los sulfitos afecta
principalmente a pacientes con asma, en especial a aquellos con asma grave
dependiente de esteroides. Bush y colaboradores realizaron desafíos simple
ciego con metabisulfito de sodio en capsulas en 203 sujetos asmáticos y
reportaron una prevalencia de 3.9% en pacientes asmáticos, aquellos que eran dependientes
de esteroides presentaban mayor riesgo. Buckley et al utilizaron una
metodología similar, y encontraron una prevalencia similar de 4.6% en una gran
cohorte de pacientes asmáticos. Una revisión reciente de Vally y Misso sugirió
que 3-10% de asmáticos presentan síntomas tras la ingestión de los sulfitos. Un
análisis de los casos sensibles a sulfito realizado en Corea encontró dos
fenotipos de sensibilidad a los sulfitos, aquellos con asma sensible al sulfito
fueron el más común, que afecta a dos tercios de la cohorte, y el resto tuvo
urticaria sensible a sulfitos. Los sulfitos pueden causar urticaria y
angioedema tanto por medio de la aplicación tópica de cosméticos que contienen sulfitos
o presentar reacciones en la piel después de la ingestión oral de sulfitos.
Otras reacciones son menos comunes, pero incluyen anafilaxia y rinitis.
Se postuló que la inhalación de dióxido
de azufre, generada a partir de la ingesta de sulfitos puede causar síntomas
respiratorios. Otros mecanismos sugeridos incluyen reacciones mediadas por IgE,
deficiencia de sulfito oxidasa, y un papel para los leucotrienos. Debido a la
imposibilidad de predecir el nivel de sulfito disponible en diferentes
alimentos, y debido a que no todas las personas sensibles a sulfitos responderán
de la misma manera a los alimentos que contienen sulfitos, existen pocos
ensayos de alimentos que evalúen la sensibilidad a los sulfitos. Taylor et at
realizaron un estudio doble ciego controlado con placebo (DBPCFC) con alimentos
conocidos por ser altos en sulfitos (lechuga, papa deshidratada, camarones, chabacano,
zumo de uva blanca) en ocho sujetos cuya sensibilidad al sulfito se estableció mediante
el uso de DBPCFC con cápsulas de metabisulfito de potasio. Cuatro pacientes no
respondieron a ninguno de los retos, cuatro respondieron al sulfito de la lechuga
con grado variable de respuesta a otros alimentos. Con DBPCFC, Vally y Thompson
encontraron que sólo 16% de los asmáticos respondieron a los aditivos de los
sulfitos en el vino.
Benzoatos
El ácido benzoico es producido por muchas
plantas y también se detecta en los animales, por lo que está presente en
muchos alimentos, como bayas y productos lácteos, por lo general en concentraciones
relativamente bajas de hasta 40 mg/kg. El benzoato también puede ser un
producto de la digestión, por ejemplo, el ácido cinámico de la canela se oxida
a una sal de benzoato en el hígado. Los benzoatos también se añaden en
concentraciones mucho más altas a refrescos, mermeladas, dulces, chocolates,
helados, pepinillos encurtidos, productos de panadería, debido a sus
propiedades antimicrobianas—ver Tabla 1.
Los benzoatos se relacionan con urticaria
crónica, asma, dermatitis atópica, rinitis y anafilaxia, aunque hay evidencia
limitada de buena calidad para apoyar estos hallazgos. Wuthrich et al propusieron
que los benzoatos pueden estar implicados por medio de una sensibilización tipo
IV que cause dermatitis por contacto alérgica y Van Bever et al usaron DBPCFC para
mostrar que benzoatos pueden causar dermatitis atópica. Worm et al también
llevaron a cabo un DBPCFC para mostrar una respuesta de fase tardía en
dermatitis atópica, pero las cápsulas usadas contenían una mezcla de aditivos que
incluían benzoatos más que sólo benzoatos. En un estudio más reciente con DBPCFC
para una mezcla de aditivos de alimentos que incluyó benzoatos, Park et al
mostraron que no tenían efecto sobre la dermatitis atópica.
En otro estudio, Weber et al plantearon
como hipótesis que los benzoatos podrían exacerbar el asma, sin embargo, en el
estudio con DBPCFC, sólo 1/43 sujetos tuvieron un resultado positivo, con
prueba individual negativa en la reexposición 2 años más tarde. En 1981, Tarlo
et al encontraron que sólo 1/28 sujetos con asma crónica reaccionó a benzoatos,
pero sin respuesta de forma sintomática a una dieta libre de benzoato. La rinitis
persistente también se relacionó con el consumo de benzoatos; Pacor et al
mostraron que 8.8% (20 sujetos) reaccionó a un DBPCFC al benzoato monosódico.
Los sujetos con un reto positivo reportaron de forma previa una mejoría en los
síntomas en 1 mes de uso de una dieta libre de aditivos y una recaída de sus
síntomas de rinitis con la ingesta de una dieta rica en aditivos alimentarios.
Sólo dos grandes estudios evaluaron la
relación entre urticaria crónica y benzoatos con ensayos controlados con placebo.
Ortolani et al informaron que 3/72 (4%) pacientes reaccionaron a benzoatos,
pero Simon et al no encontraron reacciones positivas en su estudio. Varios
estudios que utilizaron dieta eliminación en la urticaria crónica mostraron
resultados positivos para los benzoatos, pero ya sea que no tuvieron resultados
claros, carecieron de cegamiento y/o sin placebo. Rajan et al mostraron que,
aunque 2/100 pacientes tuvieron una respuesta positiva a los desafíos simple
ciego con los aditivos individuales como el benzoato de sodio, ninguno
respondió al DBPCFC. Ellos concluyeron que los aditivos de alimentos y
medicamentos eran una causa rara de urticaria crónica y que no se debe
recomendar evitarlos. No está claro por qué estos estudios ofrecen evidencias
contradictorias y también si el benzoato natural también es probable que
provoque reacciones adversas de la misma forma que quizá el benzoato agregado.
Glutamato
monosódico
El glutamato monosódico (MSG-E621) es un
ingrediente común añadido a los alimentos salados. El glutamato también se
produce de forma natural en otros alimentos, con la maduración de frutas tales
como tomates y el curado de la carne tales como jamón, se asocia con un aumento
en los aminoácidos libres como el glutamato— ver Tabla 1. El L-glutamato que se
deriva a partir de algas marinas o algas secas, se utilizó de manera original
para hacer MSG antes de que se desarrollaran los derivados sintéticos. Originalmente
se describió como el “síndrome del restaurante chino” en 1968, los resultados
de los estudios que utilizan DBPCFC sugieren que algunos individuos podrían
experimentar los síntomas después de la ingestión de MSG, aunque sólo en
cantidades superiores a la ingesta dietética normal. Otros estudios encontraron
que el MSG no provoca ningún síntoma. Geha et al llevaron a cabo un estudio
DBPC en 130 sujetos con hipersensibilidad al glutamato monosódico; 2/130
respondieron a una gran dosis dada sin alimentos, sin respuestas observadas
cuando el MGS se administró con comida. Aunque el glutamato en el MSG es
químicamente indistinguible del glutamato presente en las proteínas de los
alimentos y se metaboliza de la misma manera, en la actualidad se desconoce si
los alimentos altos en glutamato unido de manera natural o de forma libre pueden
causar los mismos síntomas que el MSG.
Este aditivo se relaciona con asma, dolor
de cabeza, urticaria y angioedema, rinitis, trastornos psiquiátricos y
convulsiones. Una asociación con el asma se observó por primera vez por Allen y
Baker, aunque estudios posteriores mostraron resultados mixtos. Schwartzstein
et al reportaron que DBPC con MSG fueron negativos en 12 sujetos con asma. Del
mismo modo, Woods et al reportaron cambios en el volumen espiratorio forzado en
el primer segundo (VEF1) y reacciones asmáticas no inmediatas o tardías en su
cohorte de 12 pacientes. Germano et al encontraron que 1/30 participantes
experimentaron una reducción significativa en el FEV1 durante la provocación simple
ciego, pero esto no fue reproducible durante el DBPC.
La rinitis persistente relacionada al MSG
se desmostró en desafíos DBPC por Asero, pero sólo en algunos de los sujetos. Pacor
et al encontraron 8/226 sujetos no atópicos que presentaron síntomas subjetivos
de la rinitis después de un reto DBPC MSG, y llegaron a la conclusión de que
las reacciones a los aditivos podrían precipitar la rinitis en algunos
pacientes. Los reportes de casos ligaron a la urticaria con el MSG, pero Simon
et al mostraron que sólo 2/65 sujetos tuvieron una respuesta positiva en
desafío simple ciego, y ninguno de ellos fue positivo a un DBPC.
La cefalea es el síntoma más frecuente en
relación con el MSG. Yang et al realizaron DBPCFC en 61 sujetos con
sensibilidad autorreportada al MSG; 18/61 no respondieron, 21/61 tuvieron una
respuesta al placebo y 22/61 una respuesta positiva sólo al reto activo. En la
reexposición, se estableció un umbral de dosis de 2.5 g de MSG. Baad-Hansen et
al llevaron a cabo un DBPCFC en 14 individuos sanos y reportaron un incremento
significativo en la cefalea y sensibilidad muscular pericranial después de
tomar una dosis de glutamato monosódico (150 mg/kg). Sin embargo, a pesar de
estos estudios, no se admite en la actualidad el uso de una dieta libre de MSG
para los pacientes con cefaleas crónicas.
“Productos
químicos de los alimentos” que ocurren de manera natural
Aminas
biogénicas/vasoactivas
Las aminas biogénicas o vasoactivas son
producidos por bacterias durante la fermentación, el almacenamiento o la pudrición.
Ellos incluyen beta-feniletilamina, tiramina, triptamina, putrescina,
cadaverina, espermina y espermidina, pero la histamina es la ligada con más
frecuencia a síntomas relacionados con los alimentos. Cuando los niveles de
histamina en el plasma se elevan por encima del rango normal (0.3-1.0 ng/ml) esto
produce ciertos efectos. Por ejemplo, un nivel de 1 a 2 ng/mL causa un aumento
de la secreción de ácido gástrico y la frecuencia cardíaca; con un nivel de 3-5
ng/ml se produce enrojecimiento, dolor de cabeza, urticaria, prurito y
taquicardia; broncoespasmo a un nivel de 7 -12 ng/ml y en niveles altos de 100
ng/mL se produce paro cardiaco. Por lo tanto, grandes cantidades de histamina
ingerida pueden causar síntomas significativos en individuos de otra manera
sanos. Por ejemplo, síntomas de sofocos, sudoración, urticaria, síntomas
gastrointestinales, palpitaciones y en casos graves broncoespasmo, pueden
ocurrir tras el consumo de pescado en mal estado. Esta condición, conocida como
escombroidosis o envenenamiento por escombroides, ocurre debido que ciertas
especies de peces tienen niveles elevados de histidina, que se convierte en
histamina por las bacterias marinas. Debido a la naturaleza de los síntomas
causados, las reacciones que implican aminas vasoactivas pueden por lo tanto
diagnosticarse de manera incorrecta como una alergia alimentaria.
Aunque 75 mg de histamina líquida pueden
provocar los síntomas en voluntarios sanos, es difícil definir un nivel de
umbral de seguridad para las personas sensibles. Los alimentos que por lo general
se consideran que contienen altos niveles de aminas vasoactivas se muestran en
la Tabla 2, sin embargo, las cantidades de histamina que se encuentran en
diferentes alimentos varían de acuerdo con el tipo de bacterias, la composición
de los alimentos y las condiciones para la fermentación. Bodmer et al encontraron
que los niveles de histamina fueron de 3.63 mg/l para los vinos franceses, 2.19
mg/l para los vinos italianos y 5.02 mg/l para los vinos españoles. Los
síntomas por el vino no siempre pueden ser un indicador fiable de la
sensibilidad a la histamina. En un estudio controlado con placebo, Kanny et al no
encontraron ninguna correlación entre el contenido de histamina y la
intolerancia al vino, y llegaron a la conclusión de que otras aminas vasoactivas
o los sulfitos pueden ser más relevantes en la intolerancia al vino. Se propuso
que otros alimentos pueden ser capaces de provocar la liberación de histamina de
manera directa de los mastocitos tisulares, aunque falta evidencia para esto.
Wantke et al encontraron que una dieta
baja en aminas vasoactivas alivió la cefalea crónica en 73% de los pacientes.
Otro estudio informó que 27/44 (61%) de los sujetos tuvieron una mejora
significativa en urticaria idiopática, angioedema y prurito con una dieta baja
en aminas dietéticas, aunque también se restringieron los alimentos que
contienen aditivos o alto contenido de salicilato natural. King y colaboradores
reportaron que los sujetos con urticaria crónica/angioedema tuvieron una
reducción marginalmente significativa en el uso de antihistamínicos con una
dieta baja en histamina en comparación con un grupo control que eliminó los edulcorantes
artificiales de su dieta. Sin embargo, varió la respuesta a la dieta y los
números en cada grupo fueron muy bajos. Otro estudio encontró que 58% de los pacientes
adultos con síndrome de intestino irritable (SII) consideraron que alimentos
ricos en aminas vasoactivas, como el vino, la cerveza, el salami y el queso, eran
una causa de sus síntomas.
El diagnóstico de la sensibilidad a las
aminas vasoactivas se realiza por lo general por medio de la historia y la
exclusión en la dieta; sin embargo, algunos estudios sugieren que la medición puede
ser útil de los niveles de diamina oxidasa (DAO). Un estudio encontró que un
nivel de DAO <3 KU/ml se asoció con síntomas referidos a alimentos con alto
contenido de histamina, mientras que un nivel de >10 kU/ml que indicaba
intolerancia a la histamina era poco probable. Los pacientes con síntomas
gastrointestinales y urticaria idiopática crónica mostraron reducción en la
actividad de la DAO. Otro estudio informó que el tamaño de la roncha en la prueba
cutánea por escarificación a la histamina después de 50 minutos, la “prueba de
escarificación histamina-50”, fue un útil indicador diagnóstico; 82% de los
sujetos con intolerancia a la histamina mantuvo un tamaño de la roncha mayor de
3 mm en comparación con 18% de los controles.
Salicilatos
Intolerancia a los salicilatos se define
como “una hipersensibilidad seudoalérgica inducida por un antígeno no específico
al ácido salicílico, sus derivados u otros ácidos inorgánicos u orgánicos relacionados
de estructura química similar”. El ácido salicílico se distribuye de forma amplia
en los alimentos vegetales y, al igual que su contraparte, el ácido acetil salicílico
sintético (Aspirina), tiene actividad antiinflamatoria. El ácido acetil
salicílico es un potente inhibidor de la COX-1, una isoforma de la enzima
ciclooxigenasa (COX), que previene la conversión del ácido araquidónico a
prostanoides cíclicos, mientras que el ácido salicílico inhibe la expresión de los
genes de la COX-2. Una dieta rica en especias, que contengan niveles altos de
ácido salicílico, se asocia a niveles más bajos de cáncer colorrectal en la
población rural del sur de la India, aunque se recomienda precaución con
respecto a un énfasis excesivo en la importancia de los salicilatos dietéticos
comparados con otros compuestos fenólicos vegetales bioactivos en la dieta.
El nivel de salicilatos en diferentes
alimentos es muy variable entre los estudios. Swain et al publicaron el
contenido de salicilato de 333 alimentos y estos datos aún sustentan las recomendaciones
para la exclusión de salicilatos en la dieta. Estudios posteriores reportaron
resultados diferentes para los mismos alimentos, posiblemente debido a diversos
métodos analíticos y el origen, la elaboración y el almacenamiento de los
alimentos probados. La Tabla 2 muestra una lista de alimentos con alto
contenido de salicilatos de acuerdo a todos los datos publicados. También hay
incertidumbre en cuanto a la biodisponibilidad de los salicilatos en la dieta; Jansen
et al informaron que la excreción urinaria de salicilatos mostró que la
biodisponibilidad en la dieta en la mayoría de las personas es baja, mientras
que Lawrence y sus colegas mostraron que la biodisponibilidad puede ser alta.
Especias como el curry, universalmente acordadas por ser ricas en salicilatos
naturales, no sólo tienen una alta biodisponibilidad, sino que también inhiben
tanto la COX-1 y COX-2, lo que puede indicar que podría ser un factor dietético
más importante que otros alimentos con alto contenido de salicilato.
Baenkler propuso que 2.5% de los europeos
puede tener sensibilidad al salicilato [96], pero la evidencia es escasa. La enfermedad
respiratoria exacerbada por aspirina (AERD), una enfermedad inflamatoria
exacerbada por la aspirina u otros medicamentos antiinflamatorios no
esteroideos (AINE), por lo general se presenta en la vida adulta, y afecta
hasta 20% de los sujetos asmáticos y 40% de los que tienen pólipos nasales. Se
demostró que los sujetos con AERD tienen disminución de la expresión de la COX-2
en los pólipos nasales, por lo que la hipótesis podría ser que estas personas pueden
ser más propensas a ser afectadas por el salicilato de la dieta, pero hay poca evidencia.
Corder y Buckley informaron que un desafío con ácido salicílico tuvo un efecto
significativo sobre la función pulmonar, mientras que Dahlen et al no encontraron
dichas reacciones.
La intolerancia salicilato también se
propuso como una causa de otras condiciones; Raithel et al encontraron que 2-7%
de todos los pacientes con síndrome de intestino inflamatorio y alergias a los
alimentos podrían verse afectados por la intolerancia salicilato. Gibson y
Barrett sugieren que ya que no hay estudios publicados que demuestran la
eficacia de evitar el salicilato en la enfermedad intestinal, recomiendan la restricción dietética de
oligosacáridos fermentables, disacáridos, monosacáridos y polioles (FODMAPs)
como terapia de primera línea para la mayoría de los pacientes con síntomas
intestinales funcionales.
Dietas
químicas en los niños
La evidencia de la eficacia de las dietas
libres de aditivos individuales o niveles elevados de productos químicos naturales
de los alimentos en los niños es escasa. Hay una falta en la evidencia sobre el
efecto de evitar los aditivos alimentarios, aunque Supramaniam et al demostraron
que 3/36 (10%) niños presentaron urticaria o angioedema en respuesta al MSG, y evitar
el MSG fue útil en el tratamiento de 86% de los niños de 2-16 años con síndrome
de vómitos cíclicos (una variable de la migraña en los niños). Un estudio sobre
los benzoatos informó que 3/25 niños reaccionaron al benzoato de sodio, pero
los criterios de reacción fueron poco claros y no ocurrieron reacciones durante
los desafíos con placebo. Estudios más rigurosos concluyeron que el benzoato de
sodio o los colorantes artificiales (o ambos) en la dieta pueden aumentar la
hiperactividad en los niños pequeños, aunque se encontraron variantes genéticas
asociadas con la descomposición y eliminación de la histamina para moderar el
impacto de los aditivos en la conducta.
Los estudios sobre la intolerancia al
sulfito en niños asmáticos también parecen demostrar algún grado de efecto. Sanz
et al encontraron que 4/20 niños con asma (7-14 años de edad) tuvieron una
reacción positiva en el desafío doble ciego a la solución de metabisulfito de
sodio. Sin embargo, en un estudio posterior realizado en 5 niños con desafío
confirmado de intolerancia al sulfito; con una dosis de 1.5 mg de
cianocobalamina por vía oral seguido de un desafío con metabisulfito de sodio sólo
1/5 de los niños presentó broncoespasmo. También hay evidencia limitada para la
eficacia de las dietas bajas en productos químicos naturales de los alimentos.
En 2013, Hoffmann et al informaron que 14/394 niños que se presentaron con molestias
gastrointestinales, tuvieron bajos niveles de DAO y mejoraron de manera posterior
con una dieta que excluyó alimentos ricos en histamina. Sin embargo, la mejora
fue subjetiva, de acuerdo a un cuestionario no validado y la exclusión de la
dieta no se cegó. Otro estudio también demostró que una dieta baja o libre de
histamina mejoró los síntomas en niños con niveles de DAO <10 kU/ml, pero
sólo se observaron los síntomas subjetivos. Una extensa revisión de la
literatura no encontró estudios prospectivos controlados aleatorizados que
establezcan el enlace entre las reacciones de hipersensibilidad en niños y los salicilatos.
A pesar de esta falta de evidencia, hubo
un aumento en el uso de dietas bajas en químicos para niños para una variedad
de condiciones, en particular para la dermatitis atópica, síntomas
gastrointestinales y la hiperactividad. Estas dietas de manera típica remueven de
la dieta los alimentos ricos en salicilatos, histamina, sulfitos y MSG y se
pueden usar en combinación con la dieta de eliminación de leche, soya, clara de
huevo y trigo. Una revisión retrospectiva de casos por Gray et al encontró que
casi la mitad de un grupo de 74 niños colocados en una dieta que elimina los
alimentos naturalmente ricos en salicilatos sufrieron resultados adversos, como
deficiencias nutricionales, aversión a la comida y trastornos de la
alimentación. La velocidad de crecimiento es mayor en los primeros años de vida
y un fracaso en alcanzar este potencial tiene un impacto de gran alcance en el
desarrollo y la salud posterior. Muchos de los alimentos que contienen aditivos
y productos químicos de origen natural de los alimentos que se enumeran en las
Tablas 1 y 2, contribuyen con nutrientes esenciales para el crecimiento y el
desarrollo. Además, se demostró que la falta de exposición al sabor durante la
primera infancia conduce a dificultades en la alimentación en la edad adulta.
Por lo tanto, deben evitarse eliminaciones dietéticas injustificadas de estos
productos químicos en los niños pequeños a menos que exista evidencia excepcional
sobre su eficacia.
Conclusión
La falta de estudios bien diseñados controlados
con placebo, que investiguen el papel de estas sustancias hace que sea
imposible proporcionar asesoramiento basado en la evidencia sobre la eficacia
de la eliminación de los aditivos alimentarios, la histamina y los salicilatos
de la dieta. No hay datos convincentes sobre el impacto de los productos
químicos de los alimentos en las enfermedades atópicas en los niños, y en vista
de la importancia del crecimiento y el desarrollo, estas dietas deben abordarse
con precaución en la población pediátrica. Para los adultos, los aspectos
nutricionales podrían parecer un problema menor, pero las restricciones
dietéticas significativas pueden afectar el estado nutricional a cualquier edad.
Por lo tanto, la relación riesgo beneficio debe considerarse cuando se
contempla la exclusión dietética de varios alimentos, en especial aquellos
alimentos que pueden conferir algún beneficio para la salud, tales como
alimentos ricos en salicilatos naturales. La literatura sugiere que la
eliminación de alimentos con alto contenido de histamina o aquellos que
contienen altos niveles de sulfitos puede proporcionar algún alivio de los
síntomas. Hay mucha menos evidencia sobre el efecto beneficioso de la
restricción de otros aditivos en la alimentación y no hay evidencia publicada
en absoluto para la eficacia de las dietas bajas en salicilato.
Los estudios que utilizan DBPCFC rara vez
demostraron que los aditivos alimentarios sean la causa de síntomas
seudoalérgicos. Sin embargo, aunque los DBPCFC con los aditivos individuales o
formas puras de la histamina son ideales, no proporcionan un escenario “de vida
real”, en el que se consume el producto químico alimentario aditivo o natural
como parte del alimento o la matriz alimentaria. Lo ideal sería que la causa y
el efecto de los alimentos se revisen de forma individual y cualquier diagnóstico
se haga a la medida a la dieta del individuo, teniendo en cuenta sus síntomas y
alimentos sospechosos particulares, en lugar de adoptar un enfoque general de
una dieta con pocos alimentos. Hay algunos alimentos que son una fuente rica de
productos químicos de los alimentos aditivos y/o naturales (Tabla 3) y así una
eliminación limitada de unos pocos alimentos de riesgo “alto” en adultos puede
ser primer paso para determinar si la dieta desempeña un papel en los síntomas.
La eliminación de un aditivo o producto
químico de los alimentos a menudo requiere un cambio importante de la dieta,
por lo que cualquier beneficio derivado de la intervención, puede ser debido a
cambios en el estilo de vida, como resultado de una mejora en la dieta, más que
por la eliminación del aditivo infractor. Además, los efectos placebo de las
intervenciones dietéticas son aún una incógnita, y requieren un mayor estudio.
La importancia de una alimentación sana y la diversidad de los productos
alimenticios se demostró de manera reciente en lactantes y niños pequeños, pero
los efectos a largo plazo también pueden ser importantes en los adultos. Una
dieta saludable por lo general contiene niveles más bajos de aditivos y, por
tanto, un enfoque pragmático debería centrarse en mejorar la calidad
nutricional de la dieta junto con la exclusión específica en la dieta, es un
objetivo importante en todas las intervenciones dietéticas para las reacciones a
los alimentos no mediadas de manera inmunológica.
Centro regional de Alergia e Inmunología
Clínica CRAIC, Hospital Universitario “Dr. José
Eleuterio González” UANL, Monterrey, México
Dra. med. Sandra Nora González Díaz Jefe y Profesor
Dr. Alfredo Arias Cruz Profesor
Dra. Rosa Ivett Guzmán Avilán Residente 1er Año
Dra. Alejandra Macías Weinmann Profesor
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