lunes, 7 de marzo de 2016

Administración, profesionales y pacientes han de tomar conciencia de los beneficios de las vacunas a cualquier edad de la vida

En el marco del Aula SEDAP, organizada por la Sociedad Española de Directivos de Atención Primaria (SEDAP), la Junta de Castilla y León y el Sacyl
“La prevención es un herramienta potentísima para contribuir a la sostenibilidad de los servicios sanitarios públicos. Y dentro de las diferentes actividades, la vacunación es la herramienta de prevención más sencilla a nuestro alcance”. Así lo ha destacado la Dra. Sonia Tamames Gómez, jefa del Servicio de Epidemiología de la Dirección General de Salud Pública de la Consejería de Sanidad de Castilla y León, en el marco del Aula SEDAP que reunió a cerca de 100 directivos de diferentes comunidades autónomas en Soria entre los días 2 y 4 de marzo.


Este encuentro, organizado por la Sociedad Española de Directivos de Atención Primaria (SEDAP), la Junta de Castilla y León y el Sacyl, con la colaboración de la compañía biomédica Pfizer, constituye un foro de reflexión sobre el liderazgo de Atención Primaria en los nuevos modelos de atención sanitaria que se están abriendo camino en la sanidad pública española, basados en la integración y continuidad asistencial y centrados en el paciente y la cobertura de sus necesidades asistenciales.
Precisamente, uno de los ámbitos donde el papel de los equipos de atención primaria, médico y enfermera, resulta clave es en la vacunación de adultos. “Son ellos los ejecutores de cuantos programas de vacunación se promuevan desde salud pública, y quienes están en disposición de explicarles a las personas que atienden cuáles son los beneficios de la vacunación y, sobre todo, los riesgos que asumen si no se vacunan”, ha señalado la Dra. Tamames.
Pero, ¿cuáles son los retos de la vacunación en adultos? El primer reto es tomar conciencia de los beneficios que las vacunas aportan en cualquier edad de la vida. Esa toma de conciencia atañe a todos los implicados: las Administraciones públicas, los servicios de salud públicos y privados, los profesionales sanitarios de salud pública y de atención primaria y hospitalaria, y por supuesto, la población. “Incluso las empresas deberían implicarse en la adopción de hábitos saludables en sus trabajadores, como es la vacunación, para favorecer un mejor rendimiento y calidad de vida”, apunta.
Del mismo modo deberían aumentar las tasas de vacunación en adultos. Así, por ejemplo, a pesar de que Castilla y León es una de las CC.AA. con mayor cobertura de vacunación antigripal en mayores de 65 años, con un 66,1% sólo por detrás de La Rioja, se sitúa muy por debajo de lo que la OMS recomienda, el 75%.
Para mejorar estas tasas, “sería necesario aumentar la percepción de riesgo de las enfermedades prevenibles por vacunación. A una persona que está recibiendo radio o quimioterapia por un cáncer le ofrecemos un arsenal terapéutico de última generación, pero probablemente nos olvidamos de vacunarle frente a la infección por neumococo, que en su estado puede ser especialmente letal”, explica.
La prevención de infecciones mediante vacunación no solo procura beneficios a los pacientes, al evitar enfermedades, sino también al sistema a nivel macro y micro: disminuye costes socio-económicos (absentismo laboral, dependencia, etc.) y asistenciales (frecuentación, hospitalizaciones, etc.). “Los recursos públicos son limitados y la vacunación es una inversión con un retorno clarísimo”, remarca.
Vacunación en adultos
Las vacunas más comúnmente asociadas al adulto son la gripe o el neumococo, pero deberían valorarse todas. “Determinadas enfermedades que situamos en la infancia, como la varicela, suelen presentarse con mayor gravedad en el adulto, por lo que sería necesario hacer una analítica a cualquier adulto que no recuerde estar vacunado o haber pasado la enfermedad de niño y, si es susceptible, vacunarle”, afirma la Dra. Tamames.
Por ello, evaluar el estado vacunal de un paciente y administrarle o recomendarle las vacunas que estén indicadas en cada caso en cualquier edad de la vida debería ser simplemente una rutina, como preguntar por el hábito tabáquico o medir la tensión arterial.
Asimismo, en adultos resulta fundamental un tercer grupo de vacunas que van destinadas a personas con factores de riesgo, como por ejemplo fiebre amarilla en viajeros o meningitis B en personas sin bazo.
Desde la Dirección General de Salud Pública se emiten Instrucciones sobre vacunación en grupos de riesgo de qué vacuna está indicada en cada patología. Esas vacunas son suministradas por los Servicios Territoriales de Sanidad y no tienen ningún coste para los pacientes. “En ocasiones puede haber vacunas que no se suministran gratuitamente desde Salud Pública y que pueden aportar beneficios a determinados pacientes; en estos casos, el servicio de salud (SACYL en Castilla y León)  podría evaluar la conveniencia de financiar la vacunación o incluso el médico podría recomendar al paciente que adquiriese la vacuna en la farmacia, igual que en ocasiones se recomiendan complementos nutricionales u otros productos no financiados”, añade esta experta.

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