La relación sería más importante si se empieza a compartir la cama a partir de los 24 meses y no antes
Los niños que comparten la cama con sus padres podrían tener un mayor riesgo de asma en la infancia tardía. El estudio, que se publica en «European Respiratory Journal», arroja luz sobre los posibles efectos en la salud de compartir la cama con los bebés y niños pequeños.
Muchos factores
Los investigadores estudiaron 6.160 madres y a sus hijos; así, recogieron información a través de un cuestionario sobre sibilancias y síntomas de asma cada año a partir del primer año hasta el sexto. Asimismo evaluaron los patrones de sueño desde los dos hasta los 24 meses mediante un cuestionario realizado a los padres. Los investigadores definieron colecho como el niño que comparte la cama con la madre o ambos progenitores.
Los autores encontraron que los niños que habían compartido la cama desde los dos meses no tenían un mayor riesgo de sibilancias, o de ser diagnosticado con asma, durante los primeros seis años de vida. Sin embargo, compartir la cama a los 24 meses de vida sí se asoció con un mayor riesgo de sibilancias a posteriori (en edades de tres a seis años), y con una mayor probabilidad de ser diagnosticados con asma a los seis años.
Este hallazgo podría sugerir que, en lugar de que el hecho de compartir la cama cause asma, los padres pueden tomar la decisión de compartir la cama con su hijo si notan síntomas de asma como una forma de controlar a sus hijos. Sin embargo, esta hipótesis no ha sido confirmada por este estudio ya que los niños que presentaban sibilancias en a los dos meses no tenían más probabilidades de compartir la cama a los dos años que los niños que no habían tenido sibilancias en la infancia.
Para Maartje Luijk, de la Universidad Erasmus de Rotterdam en los Países Bajos y autor del ensayo, éste muestra que existe una asociación entre los niños que comparten la cama con sus padres a la edad de dos años y las sibilancias y asma en la infancia tardía. «Creeíamos que el hallazgo podría explicarse porque los padres toman la decisión de compartir la cama con sus hijos para controlar sus síntomas de asma; sin embargo, nuestros resultados no han encontrado una asociación entre los síntomas de asma preexistentes en los dos primeros años de vida y el hecho de compartir la cama a los dos años de edad».
Ahora bien, aunque los resultados sugieren que compartir la cama puede aumentar el riesgo de asma de alguna manera, este estudio no proporciona evidencia de ello. Es posible, apunta Luijk, «podría haber un gran número de factores en juego». Por ejemplo, asegura, las familias que comparten la cama podrían ser más propensas a reportar sibilancias porque están más atentas y son más conscientes de la respiración de sus hijos. Por otro lado, las familias podrían percibir sibilancias como un problema y como algo que podría conducir a futuros problemas de sueño, lo que podría a su vez fomentar el colecho de controlar mejor estos problemas.
Para Claudia Kuehni, de la Universidad de Berna (Suiza), «el estudio destaca entre muchos otros, ya que sus autores investigan las relaciones temporales para averiguar si el factor de riesgo, en este caso el colecho, podría afectar el resultado de salud, en nuestro ejemplo el asma». Estas investigaciones sólo son posibles cuando los estudios miden los factores de riesgo y los resultados de salud en diferentes puntos de tiempo, y los resultados se analizan con técnicas apropiadas».
Fuente: http://www.abc.es/
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